Màrius TORRES Palabras de la muerte, ed. Txema Martínez, bilingüe (trad. al castellano por diversos traductores), Barcelona, 2010, 172 pp., ISBN: 978-84-92975-09-9
Palabras de la muerte es el título que recibe una amplia antología bilingüe (catalán/castellano) de la poesía de Màrius Torres (1910-1942), editada por Txema Martínez, con un prólogo de Antonio Jiménez (pp. 17-31) y vertida al castellano por los siguientes escritores y traductores: Antonio Cabrera, Francisco Díaz, Borja Expósito, Vicente Gallego, Sergio Gaspar, Antonio Jiménez, Carlos Marzal, José María Micó, Eduardo Moga, Luis Muñoz, Pere Pena, Ernesto Pérez, Pere Rovira, Enric Sòria, Jordi Virallonga.
Con esta antología se intenta -como declara Antonio Jiménez mismo (p. 29)- contribuir a divulgar la obra de Torres aprovechando la estela del centenario, celebrado durante el 2010. De ahí que la selección se abra con un prólogo donde se dan las claves interpretativas básicas de la poesia de Torres y las noticias biográficas fundamentales. El lógico carácter esencialista de esas páginas introductorias no le quitan, sin embargo, originalidad. De hecho, Jiménez, se distancia de las opiniones más al uso -de las que configuran, digamos, el estándar sobre la poesía de Torres- al afirmar, con contundencia, «Yo creo que Màrius Torres dejó una obra poética original, intensa, imprescindible en el panorama de la poesía catalana del siglo XX, pero no tan desligada de ciertas constantes de su época» (p. 20). Consecuentemente, atiende al contexto literario en que nace su poesía, reflejado en una antología como la publicada por la revista Hora de España en su número 14, de febrero de 1938, para encontrarle un lugar en la tradición simbolista europea, tanto por los referentes (Verlaine, Poe) como por la presencia, en su poesía, de determinados temas clave, como el paisaje natural, tomado como acicate para reflexionar sobre la vida y -muy especialmente- sobre la muerte (p. 22) -uno de los pilares que sustentan la poesía de Torres. Incluso el intenso trabajo sobre la musicalidad del poema parece contar con el ascendiente de Paul Valéry (p. 24), si bien es cierto que, además, «la música se convierte en el argmento central de numerosos poemas», que llegan incluso a interpretarla «como un ritmo interior que tiende a identificarse con la armonía universal [...] relacionada con el silencio y con la noche» (ibid.). Jiménez sabe, en suma, subrayar cómo esos vínculos, de estirpe romántica y simbolista, entre paisaje, naturaleza y música dan pie a una introspección poética profundamente ligada a la reflexión sobre la muerte, lo que se relaciona tanto con la situación personal de Torres -su tuberculosis- como con el drama colectivo -el contexto de la Guerra Civil- (pp. 25-26). Además, en esa reflexión probablemente se arraiga el sentimiento religioso que se percibe en alguno de sus poemas, siempre de tono muy personal, nada ortodoxa (p. 26).
Estos son los elementos esenciales de un prólogo conciso, pero agudo y hábil, al que sigue una «Nota a la edición» (pp. 33-35) donde se insiste en el escaso concimiento de la poesía de Torres aun hoy en día: «Dentro de la tradición catalana, siempre fue considerado un poeta menor, primo lejano de los otros dos poetas catalanes desaparecidos antes de tiempo, Bartomeu Rosselló-Pòrcel y Joan Salvat-Papasseit, a quienes la ascendencia de Espriu en el caso del primero y la música popular y las vanguardias catalanas en el segundo otorgaron un protagonismo continuado» (p. 33). Esta constatación fundamenta el carácter de esta selección, en cierto modo, de reivindicación -es el término que utiliza (ibid.)- y, por descontado, de consolidación y difusión de la poesía de Torres. Y, lógicamente, el camino por excelencia de la difusión literaria es el de la traducción.
De hecho, lo que el lector recibe con esta antología es una traducción al castellano de casi dos tercios de la obra de Màrius Torres. El poemario se organiza cronológicamente, como muestra el propio índice, que se inicia con las «Variacions sobre un tema de Händel» (1933) y acaba con «Capvespre» (1942). Al final de la antología contamos con otro índice, pero esta vez organizado según los nombres de los traductores, lo que permite comprobar con facilidad quién se ha ocupado de qué poemas -por lo demás, las diferentes versiones aparecen firmadas con las inciales de sus respectivos traductores.
Evidentemente, esa omnipresente variedad de traductores merece, per se, un comentario. Por una parte, es una óptima manera de rendir un amplio homenaje al autor -recordemos el contexto en que ha aparecido esta antología. Por otra, el lector recibe, en un mismo volumen, no sólo una antología de un poeta sino también una antología de maneras de traducir. Existe la creencia digamos ingenua de que las traducciones se hacen y punto. Pero lo cierto es que las traducciones también viven y llegan a envejecer, y deben ser revisadas y corregidas y, en general, son todo menos un producto inocente y acabado para siempre. No sólo eso: es un hecho incontestable que un autor puede recibir varias traducciones de gran calidad -...y también malas, pero esas no interesan aquí...-, que una traducción difícilmente agota todas las posibilidades de una obra dada, porque, de hecho, cada traductor lee el original de una manera y puede optar por diversas soluciones aceptables para resolver un determinado problema.
En suma, el lector de la poesía de Màrius Torres, a través de esta antología, recibe un abanico de traducciones de tono bastante diferente. Esto, que, en principio, es una ventaja, puede resultar una espada de doble filo, ya que las diferencias de traductor a traductor pueden provocar una cierta perplejidad en el lector común: por así decirlo, se juntan demasiadas propuestas en un espacio demasiado pequeño.
No es el momento ni el lugar para desmenuzarlas y valorarlas críticamente, tanto más que el conjunto que se nos ofrece es, en definitiva, satisfactorio. Lo que importa es que el objetivo esencial de la antología, ese colaborar en la difusión de la poesía de Màrius Torres, ha sido conseguido sobradamente a través un producto tan complejo y atrevido, como útil.
Josep Ysern
UNED
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Copyright Universidad Nacional de Educacion a Distancia (UNED) 2011
Abstract
El lógico carácter esencialista de esas páginas introductorias no le quitan, sin embargo, originalidad. Jiménez sabe, en suma, subrayar cómo esos vínculos, de estirpe romántica y simbolista, entre paisaje, naturaleza y música dan pie a una introspección poética profundamente ligada a la reflexión sobre la muerte, lo que se relaciona tanto con la situación personal de Torres -su tuberculosis- como con el drama colectivo -el contexto de la Guerra Civil- (pp. 25-26). Estos son los elementos esenciales de un prólogo conciso, pero agudo y hábil, al que sigue una «Nota a la edición» (pp. 33-35) donde se insiste en el escaso concimiento de la poesía de Torres aun hoy en día: «Dentro de la tradición catalana, siempre fue considerado un poeta menor, primo lejano de los otros dos poetas catalanes desaparecidos antes de tiempo, Bartomeu Rosselló-Pòrcel y Joan Salvat-Papasseit, a quienes la ascendencia de Espriu en el caso del primero y la música popular y las vanguardias catalanas en el segundo otorgaron un protagonismo continuado» (p. 33).
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