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Fernando Pascua
Durante siglos se han enfrentado dos visiones sobre el ser humano: el hombre es malo por naturaleza y el hombre es naturalmente bueno. Ciertos hechos aumentan las posibilidades de admitir lo primero.
Si nos engaña el mejor amigo, si el jefe que siempre nos sonreía nos clava una puñalada por la espalda, si el esposo ejemplar es descubierto con su amante, si un adolescente tiene a sus espaldas varios asesinatos, ¿no será que estamos hechos para la injusticia?
Quedarnos en lo anterior significa olvidar miles y miles de gestos heroicos de personas de todas las clases, religiones, ideas incluso contrarias a las de uno, de cerca y de lejos, del pasado...