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Alamar. Dir. Pedro González Rubio. México, 2009. 73 min.
Alamar es una hermosa película que desafía clasificaciones. Quizás la más acertada sea la de semi-documental, porque los personajes apelan a sí mismos y a sus historias, mostrando una cotidianidad en función de instancias "sugeridas" por el director, Pedro González Rubio, según explica en entrevistas concedidas tras obtener importantes galardones por su ópera prima. La película se inicia con un breve preámbulo en el que se concentra la mayoría de las instancias orales y narrativas. Tras tomas nocturnas de Roma desde un coche en el que Jorge (Jorge Machado) procura el idioma italiano que corrige Roberta (Roberta Palombini), se muestran fotos en la playa de la pareja enamorada con sus voces en off explicando su relación de tres años y medio y el producto de la misma: Natan (Natan Machado Palombini). Roberta precisa en italiano la razón para la eventual ruptura: no es cuestión de sentimientos, como apunta Jorge, sino de diferencias fundamentales entre ambos. Robería no podría vivir "en medio de la nada," donde habita Jorge y su realidad particular de origen maya y relación estrecha con el mar. Por el contrario, Roberta se presenta cosmopolita y urbana, apegada a una realidad diversa que en principio el director no jerarquiza. Tras la explicación de ambos como fondo de las fotografías, se inicia propiamente la película con la madre que despierta tiernamente a su hijo, le insta a bañarse y a prepararse para el encuentro con su padre. Ambos pasarán un tiempo juntos antes del regreso de su hijo a Roma: "y cuando regreses te vas a ir con la mama," informa Jorge a Natan, augurando cierto componente de fatalidad y mito que se verá reforzado en...