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La literatura latinoamericana de las últimas décadas ha estado plasmada de la temática de las violaciones a los derechos humanos en narraciones que testimonian los horrores perpetrados por el Poder estatal en el cuerpo social. Si bien los principios de los Derechos Humanos han sido legalmente incorporados en la vasta mayoría de las Constituciones y sistemas legales contemporáneos, existe todavía un gran abismo entre la teoría y la aplicación de las normas. Las nuevas agendas de los Derechos Humanos implican la internalización de valores societales basados en el reconocimiento de la dignidad inherente de todo individuo y la capacidad para la inclusión de la otredad. Es en esta intersección donde la literatura y las artes -con su riqueza de imágenes fecundas- han demostrado tener el potencial para proveer a las sociedades con una comprensión de valores más allá de las normas de conducta explícitas en los convenios internacionales. Al exponer situaciones de victimización arbitraria, la literatura abre nuevas vías para el debate, el conocimiento y la concientización de aspectos vedados que nos acerquen a una visión más cabal de los sucesos.
La experiencia traumática sufrida por los opositores a la dictadura argentina de los años 1976 a 1983, así como sus secuelas post-dictatoriales, han sido asunto de múltiples exploraciones artísticas y literarias. El objetivo de grabar en la memoria colectiva una realidad silenciada y de fijarla en un texto que nos lleve a comprender las motivaciones detrás de los actos inenarrables de violencia perpetrados en el cuerpo de la nación argentina bajo la dictadura militar, ha sido un desafío al que mujeres escritoras han respondido con obras en que convergen la mirada femenina en tensión con el orden falocéntrico y la voz del individuo en confrontación con los mecanismos represivos. Se forja así un discurso que verbaliza lo indecible, que inscribe el suceso que se resiste a ser narrado, ya sea por la magnitud del horror o lo impronunciable en las voces del miedo. O, como dice Luisa Valenzuela en su ensayo "Escribir con el cuerpo": "La lucha de toda persona que escribe, de toda escritora de verdad, se entabla contra el demonio de aquello que se resiste a ser verbalizado, a ser puesto en palabras. (35; mi énfasis).
En su conocida obra Surveiller et...