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EFE En su incansable búsqueda de una ideología que sustituya al comunismo, el líder ruso, Vladímir Putin, ha ideado un nuevo credo moral cuyos mandamientos son un parapeto contra la exportación de valores occidentales. "Los matrimonios homosexuales no producen hijos", aseguró Putin durante su último discurso sobre el estado de la nación en un intento de justificar su oposición a la legalización de las uniones del mismo sexo. Durante los últimos meses, Putin acostumbra a subir al púlpito, sea en rueda de prensa o ante el Parlamento, para predicar contra el liberalismo sin género y estéril que intenta equiparar el bien con el mal. Lo curioso es que sus diatribas contra la propagación de lo que él llama "ideología populista de izquierda" le ha granjeado adeptos en los lugares más insospechados, como es el caso de los sectores más ultraconservadores de Estados Unidos. Los mandamientos de Putin beben de los valores familiares más tradicionales promovidos por la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR), que vive una época de esplendor desde que el antiguo agente del KGB llegara al poder hace 13 años. "Sin esos valores, la sociedad se degrada. Esto, por supuesto, es conservadurismo", proclama. Para el jefe del Kremlin, las familias deben ser numerosas, es decir, de tres hijos, la única forma de revertir la alarmante tendencia al envejecimiento de la población en Rusia. La adopción de niños huérfanos, una costumbre poco arraigada en este país, debe ser promovida entre la población, hasta el punto de que las familias adoptantes recibirán generosos subsidios y mejores viviendas.