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«Que Alejandro se contente con llevar sus conquistas hasta allí donde el mundo se contenta con tener luz. Dentro de los límites de estas tierras Hércules se hizo merecedor del cielo. El mar permanece inmóvil y cual masa inerte de la naturaleza parece desvanecerse en sus confines; hay formas desconocidas y espantosas, monstruos enormes incluso para el Océano, a los cuales alimenta esta vasta inmensidad; la luz queda velada por una densa niebla y el día se ve interrumpido por las tinieblas; el mar mismo es pesado y fijo, y no hay estrellas o son desconocidas. El mundo es tuyo, Alejandro. Al final de todo, el Océano; al final del Océano, nada» (SÉNECA, Suasoria 1).
«...experiencias propias de la expedición de Alejandro: tormentas, sequías, ríos profundos, cimas sin aves, espectáculos prodigiosos de fieras, formas salvajes de vida, cambios de poderes y dobles traiciones» (PLUTARCO, Moralia 327C).
Una de las mayores paradojas existentes en la historiografía moderna que investiga la geografía griega, y la antigua en general, es considerar la expedición de Alejandro de Macedonia como vital para la ampliación del conocimiento del mundo1 y, al mismo tiempo, pensar que los historiadores que le acompañaron se limitaron a seguir la tradición en sus obras2. Si la innovación no está presente en los hombres que escribieron sobre las nuevas tierras ¿dónde debe buscarse? La paradoja se hace todavía mayor cuando leemos que Alejandro Magno fue el explorador responsable de dicha revolución3, pese a no haber escrito nada en su vida. Las enseñanzas de Aristóteles habrían sido las responsables de que el joven macedonio tuviese dicha inclinación por la ciencia4. No obstante, la ascendencia de Aristóteles sobre el más célebre de sus alumnos ha sido ampliamente sobrevalorada por una parte de la historiografía moderna, especialmente la alemana. Para estos autores vincular al maestro que conquistó el mundo del espíritu y al discípulo que sometió al gigante persa es una tentación demasiado grande5.
En sí mismo Alejandro fue una contradicción como viajero y como geógrafo, pues al contrario que otros griegos, como Odiseo, ni extraña su hogar ni desea volver a casa. Su naturaleza queda definida por su avance continuo, no busca el camino de regreso. De igual modo, su faceta como geógrafo está truncada, pues si el...