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1. INTRODUCCIÓN
Cuando tras el incendio de 1994 se inauguró la reconstrucción del Gran Teatro del Liceo de Barcelona los comentarios fueron unánimes: se había conseguido el objetivo de combinar tradición con modernidad, había sido un éxito. El diario El Periódico(1) hacía un repaso a las opiniones de los expertos sobre la acústica («alabada por todos»), visibilidad («En general, se ha ganado en visibilidad…»), movilidad («amplio, cómodo…»). Todo muy bien, pero al llegar a los servicios se lee: «Los lavabos son modernos y luminosos, pero escasos en la planta de platea, a juzgar por las colas en los de señoras… Ellos entran y salen con fluidez, pero las señoras deben esperar a veces casi todo el entreacto.» Y ello a pesar de que -por supuesto- se cumplía con toda la normativa relativa al diseño de aseos en edificios públicos.
El problema de que las mujeres tengan que esperar más que los hombres para ir a los aseos no es un problema exclusivo del teatro del Liceo de Barcelona. Si se pregunta el porqué de este fenómeno, la respuesta suele ser que «las mujeres tardan más y es normal que tengan que esperar más». Pero dado que esto es así, y sobre ello no se puede actuar, hay que convenir que la verdadera causa de este problema es que los aseos están mal dimensionados.
Una solución evidente sería hacer más grandes los aseos de señoras, pero el espacio suele ser escaso y esta solución no siempre es posible. La solución «salomónica» de repartir la superficie disponible a partes iguales entre hombres y mujeres resulta muy desequilibrada en la práctica, tal como se pone de manifiesto más adelante. Una variante de este planteamiento sería poner los mismos puntos de servicio (váteres para mujeres y váteres más urinarios para hombres) tal como indica el «Reglamento General de Policía de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas» (2). De esta forma se destina más espacio a las mujeres, pero tampoco así se equilibran los tiempos de espera.
El presente artículo tiene como objetivo plantear esta problemática, poner de manifiesto que la normativa en vigor no la resuelve, y dar algunas recomendaciones para equilibrar los tiempos de espera de hombres y mujeres, manteniéndolos en ambos casos por debajo de unos valores...