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I. INTRODUCCIÓN
La deshonestidad académica (DA) -también conocida como fraude académico- constituye un aspecto no deseado del proceso de enseñanza-aprendizaje. La revisión crítica de la bibliografía indica que se trata de una problemática en aumento, con más del 80% de los estudiantes universitarios que reconocen haber cometido actos de este tipo a lo largo de su carrera (Marsden, Carroll y Neill, 2005). Los primeros estudios sistemáticos sobre el tema fueron desarrollados por Groves (1936, citado en Blankenship y Whitley, 2000) hace unos 70 años atrás. En la década de los ochenta, Singhal (1982) planteó el aumento "epidémico" de este fenómeno en las universidades estadounidenses mientras que, más recientemente, McCabe y Treviño advirtieron que "si bien la proporción global de estudiantes que admitían involucrarse en actividades cuestionables había aumentado modestamente, la incidencia de algunos actos -tales como copiarse en los exámenes, ayudar a otros a hacer trampa o colaborar en trabajos individuales- había crecido dramáticamente" (1997: 20).
Las mayores dificultades que se presentan a la hora de evaluar tanto la existencia como la frecuencia de DA, están vinculadas con la propia naturaleza del concepto, su definición y corresponthente operacionalización. De hecho, lo que constituye un acto de DA para una persona puede ser un comportamiento aceptable para otra. En este sentido, Wajda-Johnston y colaboradores (2001) afirman que aquellos estudios que definen acotadamente la DA como actos indebidos llevados a cabo durante una situación de examen, suelen informar una tasa de frecuencia más baja en comparación con aquellas investigaciones que incluyen, en su definición, el plagio o la producción de excusas falsas. Estos autores señalan como ejemplo el trabajo de LaGrange (1992, citado en Wajda-Johnston y colaboradores, 2001), quien informó que cuando se les preguntaba a un grupo de estudiantes si habían cometido actos académicos deshonestos, el 56% afirmaba que sí, pero cuando se les preguntaba si habían cometido cualquier comportamiento académico deshonesto de una lista de 33, el porcentaje de los que afirmaban haberlo hecho crecía sustantivamente hasta llegar a un 92%. Esto demuestra que la prevalencia del fenómeno se ve claramente afectada por la definición de DA que se adopte, lo que se agrava, a su vez, por la falta de estudios que presenten una definición clara y precisa del constructo, desde el momento...