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En Vivir para contarla.(Bogotá: Norma, 2002. 584 p.) Gabriel García Marquez nos ofrece el primer tomo de sus memories. En este caso van desde su nacimiento hasta el momento en que, tras la publicación de su primera novela, La hojarasca, en 1955, hizo su primer viaje a Europa.
Estos recuerdos importan mucho para sus lectores. Y más allá del estilo sobrio y preciso en que están redactadas ya que ellas nos permiten comprender, a partir de las mismas palabras de García Márquez, cuál fue su vida hasta 1955 y cual fue la génesis de su vocación de escritor.
Son interesantes porque nos permiten observar como fue construido uno de los ciclos novelescos mas importantes de la ficción contemporánea: la saga de los Buendía en Macondo. Ver como esta fue construida a partir del viaje que el joven escritor hizo, en compañía de su mamá, el 18 de febrero de 1950, a Aracataca para vender las casa de los abuelos, "para nosotros sólo existía-una en el mundo: la vieja casa de los abuelos en Aracataca"(p.10). Con este periplo se inicia este libro y las evocaciones de García Márquez. Fue al toparse con ese mundo, el universe de su niñez, cuando brotó en él la idea de novelarlo. Ese viaje constituyó la génesis del paraje imaginario que inventaría para contar las aventuras de los Buendía. Por ello anota "Mi madre ni yo, por supuesto, hubiéramos podido imaginar siquiera que aquel cándido paseo de sólo dos días iba a ser tan determinante para mí, que la más larga y diligente de las vidas no me alcanzaría para acabar de contarlo"(p.11). Mientras se acercaban a Aracataca García Marquez leía, con fruición, Luz de agosto de su maestro, así lo llamó al recibir el Premio Nobel(1982), William Faulkner, "el más fiel de mis demonios tutelares"(p.13) escribe ahora. El viaje fue "lo más grande que me ha sucedido en la vida"(p.124), pudo así darse cuenta que "las novelas no empiezan como uno quiere sino como ellas quieren"(p.125); cuando comenzo su escritura se sintió feliz "con la certidumbre de haber encontrado por fin un camino distinto de algo que escribía sin esperanzas desde hacía más de un ano"(p.127).
El viaje le hizo ver una Aracataca en proceso de destrucción. Los días...