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La Doctrina de la Seguridad Nacional se convirtió en el punto de referenda ideológico para las Fuerzas Armadas continentales desde los inicios de los años sesenta1. Esta nefasta concepción llegó tarde a Colombia pero, igualmente, ha sido el pilar de la perspectiva ideológica de nuestras instituciones castrenses. "A comienzos de 1972 aparece por primera vez en Colombia, subraya Pierre Gilhodès, bajo la pluma del brigadier general Hernando Castro Ortega un artículo sobre la 'Doctrina de Seguridad Continental', esbozo de Io que va a ser en el future la doctrina de la seguridad nacional, hasta ahora ausente de los escritos. Es una aparición tardía si nos referimos a otros países del subcontinente"2.
Esta doctrina, de clara raigambre autoritaria, es contraria y antagónica con la filosofía política que ha animado, así sea formalmente, a nuestro sistema político: la democracia representativa. Un Estado no puede tener en su seno dos concepciones sobre la organización del Estado y la sociedad, y mucho menos si se trata de postulados contrapuestos que, en un determinado momento, pueden hacer cortocircuito. Al igual que la democracia como principio ordenador de un sistema político y de las relaciones entre el Estado y la sociedad civil, la Doctrina de la Seguridad Nacional es una visión "total", que busca cubrir bajo su manto al conjunto de las relaciones sociales y políticas de una nación. Sus ejes principales han sido los siguientes: a. La geopolítica de las "fronteras ideológicas", es decir, que en el marco del conflicto bipolar Este/Oeste de la segunda postguerra, las Fuerzas Armadas latinoamericanas debían adherir a uno de los dos polos principales del poder mundial de postguerra, Washington o Moscú; b. La noción del "enemigo interior", o sea, la transposición del conflicto mundial a las fronteras interiores, en donde existirían prolongaciones de un poder internacional (el campo socialista) que buscaría desestabilizar el orden político interno; y, finalmente, c. La concepción de la "guerra total", es decir, la necesidad de comprometer al conjunto de los recursos del Estado y de la sociedad (políticos, militares, económicos y psicológicos) para enfrentar a ese adversario. Una concepción de esta naturaleza conducía, sin duda, a un alto protagonismo de la institución militar en nuestras sociedades y sirvió de base legitimadora de la oleada militarista de los años...