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JAIME VALENZUELA MÁRQUEZ, editor, Historias urbanas. Homenaje a Armando de Ramón, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2007, 346 páginas, ilustraciones.
Conocí al historiador Armando de Ramón en 1989, en tiempos que la historia académica se realizaba entre susurros y la proscripción, de estudiantes y profesores, en las carreras de humanidades y ciencias sociales se habían hecho una costumbre durante 16 años de dictadura. En ese marco sobresalían las voces disidentes de unos pocos intelectuales de fuste que con sus columnas de opinión en prensa o con sus trabajos de investigación cuestionarían el poder palaciego, entre los cuales se contaban, para el caso de los historiadores, Villalobos y De Ramón, ambos de una estatura moral y ética sobresalientes. Con el paso de los años tuve en variasoportunidades la ocasión dialogar sobre política, historiadores y problemas de investigación con don Armando, era un ser humano de una extraordinaria ponderación, un "hombre ecuménico" como dijo Luis Alberto Romero en alguna oportunidad. Para quienes tuvimos la posibilidad de conocerlo es una satisfacción ver plasmado este libro, de una edición bien lograda, mérito de Jaime Valenzuela, como un tributo a su vasta historiografía y formador de varias generaciones de historiadores y pedagogos en el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
El libro presenta cuatro apartados que hacen un recorrido por problemas históricos que siempre interesaron a De Ramón, además proporciona una semblanza y la prolífica historiografía de quien fuera uno de los importantes historiadores del siglo XX.
El primer apartado presenta dos trabajos que se desenvuelven en 'Santiago Colonial'. Jaime Valenzuela, en su trabajo "El terremoto de 1647: experiencia apocalíptica y representaciones religiosas en Santiago Colonial", desarrolla las devastadoras consecuencias materiales y espirituales que significaron para la población santiaguina las ondas sísmicas que fueron presentadas, durante la época, como las de mayor magnitud conocidas. El autor se sumerge en el universo de las representaciones culturales y cómo estas marcarán el carácter apocalíptico de esta catástrofe, contribuyendo a gestar una sociedad más devota, más apegada a la autoridad eclesiástica. Esto proporcionará a unos (sociedad) y otros (eclesiásticos) asumir que la naturaleza será el "instrumento a través del cual Dios intentaba enmendar el errado rumbo de los hombres, con la fuerza necesaria para remecer las conciencias...