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Los del Sáhara e Ifni eran los sellos más codiciados de la serie de trajes regionales de España —de mujer, hay que aclarar, porque la fetichización del folclore suele estar feminizada— que se emitió entre 1967 y 1971, justo en los años en que la lucha anticolonial saharaui comenzó a organizarse y el franquismo vio que se acercaba el fin de su “imperio” africano. En la memoria colectiva de miles de españoles, el Sáhara es algo tan exótico como propio, por así decir, y esta articulación paradójica ha creado un estado afectivo que durante décadas ha condicionado los acercamientos no especializados a la historia del Sáhara Occidental. Tampoco la bibliografía académica ha sido tan exhaustiva como podría pensarse. En cuanto a la política española, de suyo reacia a la memoria histórica, ha seguido su propia lógica, que si en poco se corresponde con la memoria colectiva del país, en nada responde a las obligaciones contraídas por España como potencia colonial de la región durante casi un siglo, el que va de la Conferencia de Berlín (1884) a la muerte de Franco (1975). Por todo ello, ni en el ámbito general ni en el político la cuestión del Sáhara ha ocupado el espacio objetivo que le corresponde y se ha visto lastrada por un cúmulo de interferencias que han dificultado la cabal comprensión de lo que estaba sucediendo. Y lo que sucedía y sucede, como de varias maneras muestra Isaías Barreñada en Breve...