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Analizados alguna vez como el equivalente a los genes en el ámbito de la cultura, los memes son hoy vehículos de generación de ideas y relatos a escala muy amplia. Producidos a menudo de manera descentralizada, pueden terminar creando sentido a escala de una sociedad entera. Los memes vehiculizan desde respuestas adolescentes de apariencia ingenua frente a la realidad hasta ideologías políticas extremas o teorías de la conspiración, y también estados de ánimo individuales y sociales.
Palabras claves: ecosistema digital, internet, ironía, meme, post-ironía.
Un poco de historia
En 1976 el biólogo Richard Dawkins formuló una definición un tanto arriesgada acerca de cómo es posible compatibilizar la teoría de la evolución y la cultura humana. Para gran parte de los académicos (al menos desde la Modernidad), la naturaleza y la cultura constituían dos ámbitos de la experiencia completamente distintos y, por eso mismo, requerían de métodos epistémicos diferentes para ser analizados. De ahí todas las discusiones acerca del estatus epistémico de las «ciencias sociales» y la necesidad u obligación de tener métodos de análisis propios para el ámbito del quehacer humano. En la Modernidad, esta separación se daba entre ciencias naturales y ciencias morales.
En esta versión clásica de la dicotomía naturaleza/cultura, las leyes universales de la ciencia son solo aplicables a las cuestiones del ámbito natural, mientras que la cultura se gobierna por sus propios sistemas de reglas y métodos de estudio, que pueden variar en cantidad, foco y alcance. Y además, esta dicotomía, al menos en los niveles iniciales de la vida universitaria, venía acompañada de una fábula que advertía sobre los problemas de cruzar ese límite: el darwinismo social. El darwinismo social fue un movimiento de finales de siglo xix y principios del siglo xx que, basado en cierto proyecto metateórico positivista, intentó aplicar las teorías de la evolución de Darwin al ámbito social sin mayor distinción. El movimiento fue un imán para teorías y/o postulados racistas, etnocéntricos y xenófobos, basados en el principio de la supervivencia no del más apto, sino del más fuerte.
Por esto mismo, siempre existió (al menos en el ámbito académico) cierta reticencia epistémica a utilizar conceptos de la biología en las ciencias sociales. No obstante, Dawkins decidió saltar todas esas barreras y jugar a correr...





