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Jerusalén/Al Eizariya, 8 ene (EFE).- Suena inverosímil pero no lo es. Una palestina, excombatiente en la Segunda Intifada, persigue exactamente el mismo objetivo que un profesor israelí de la Universidad Hebrea: fomentar la paz incluso en plena guerra en Gaza y alcanzar la -hasta ahora utópica- solución al conflicto palestino-israelí.
Mai Shahin se crió en la región de Jerusalén durante los años 80, mientras se gestaba la Primera Intifada. Cuando era niña, tuvo que pasar por puestos militares para poder asistir a su escuela, y cuando llegó a la adolescencia, en 2003, vio cómo Israel elevó el colosal muro de separación, aislando su casa, en el Monte de los Olivos, del lado de lo que ahora es Cisjordania ocupada.
Cuando estalló la Segunda Intifada (2000-2005), la joven Shahin, hija de padres combatientes, decidió unirse a la resistencia palestina.
"Elegí la violencia", cuenta a EFE en su casa de Al Eizariya, sin detallar su participación en la revuelta "por motivos de seguridad".
Desde entonces, su vida ha dado un giro de 180 grados: Ahora integra la organización Combatientes por la Paz, un movimiento fundado por exmilicianos palestinos y exsoldados israelíes que depusieron las armas, y trabajan juntos para abolir la ocupación y promover una solución al conflicto que otorgue a ambos pueblos "libertad, seguridad, democracia y dignidad en su patria".