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El sistema universitario es un embudo con un amplio acceso abierto en su inicio con un alto abandono posterior, para finalmente terminar en una reducida titulación y un egreso de elites. La deserción es uno de los mayores problemas universitarios, y esta descontinuidad de los estudios genera enormes frustraciones al ser visto como un fracaso, y afecta a las personas y sus familias también en sus ingresos económicos futuros. La deserción marca el destino de la vida de las personas ya que como la educación es una inversión asociada al capital humano adquirido, y cuyo abandono crea desigualdades socioeconómicas y alimenta la peor estratificación social del país. Tal situación es así de cruda: la educación superior es el mecanismo de creación de la división social de pobres y de ricos en la pirámide social. Por culpa de la deserción diferenciada socialmente, la educación deja de ser el mecanismo perfecto de movilidad y de igualación social. Por ello hace desigual socialmente el gasto educativo, que se conforma como una forma de transferencia a las familias de medios y altos ingresos económicos. Además la deserción hace que el gasto por egresado en Uruguay sea de los más altos de la región. Esta realidad debería haber obligado hace mucho tiempo a formular políticas educativas centradas en la retención y permanencia y sobre todo...




