Headnote
Resumen | el artículo plantea que la historia biográfica del médico Santiago Londoño Londoño (Rionegro-Antioquia 1876, Pereira-Caldas 1950), una de las figuras políticas e intelectuales más influyentes de Pereira y la región del Viejo Caldas a inicios del siglo XX, permite una lectura alterna y novedosa de una época de Pereira y Colombia, en una historia que combina lo individual y colectivo, lo local y lo nacional. El perfil biográfico se logró mediante el acercamiento sistemático a los archivos de las instituciones de las que participó e interactuó el personaje, logrando con ello un panorama de su vida personal, su actuar como médico y las posiciones ideológicas frente al marco normativo en el cual participaba. Se concluye que Londoño representó la figura del médico-político cercano al poder y como parte de la generación centenarista se acercó a las corrientes médicas e ideológicas de la época, como la medicina tropical, el higienismo, la medicalización y la fe ciega en el progreso y la civilización. A partir de su condición de redentor local de la ciencia, Londoño impulsó campañas y procesos de medicalización en Pereira como respuesta a los desafíos propios de una ciudad que a inicios del siglo pasado se transformaba vertiginosamente.
Palabras clave | Santiago Londoño; biografía; medicalización; higiene; cambio urbano; siglo XX; Pereira-Colombia.
Abstract | the article proposes that the biographical history of the doctor Santiago Londoño Londoño (Rionegro-Antioquia 1876, Pereira-Cal das 1950), one of the most influential political and intellectual figures in Pereira and the Old Caldas region at the beginning of the 20th century, allows a reading alternate and novel of a time in Pereira and Colombia, in a story that combines the individual and collective, the local and the national. The biographical profile was achieved through a systematic approach to the archives of the institutions in which the character participated and interacted, thereby achieving an overview of his personal life, his actions as a doctor and the ideological positions regarding the regulatory framework in which he participated. It is concluded that Londoño represented the figure of the doctor-politician close to power and as part of the centenary generation he approached the medical and ideological currents of the time, such as tropical medicine, hygienism, medicalízation and blind faith in progress, and civilization. Based on his status as a local redeemer of science, Londoño promoted medicalízation campaigns and processes in Pereira in response to the challenges of a city that was rapidly transforming at the beginning of the last century.
Keywords | Santiago Londoño; biography; medicalízation; hygiene; urban change; twentieth century; Pereira-Colombia.
Resumo | o artigo propõe que a história biográfica do médico Santiago Londoño Londoño (Rionegro- Antioquia 1876, Pereira-Caldas 1950), uma das figuras políticas e intelectuais mais influentes de Pereira e da região de Velha Caldas no início do século XX, permite uma alternativa de leitura e romance de uma época em Pereira e na Colômbia, em uma história que combina o individual e o coletivo, o local e o nacional. O perfil biográfico foi alcançado através de uma abordagem sistemática aos arquivos das instituições em que o personagem participou e interagiu, conseguindo assim um panorama da sua vida pessoal, da sua atuação como médico e dos posicionamentos ideológicos relativamente ao quadro regulamentar em que participou. Conclui-se que Londoño representou a figura do médico-político próximo ao poder e como parte da geração centenária abordou as correntes médicas e ideológicas da época, como a medicina tropical, o higienismo, a medicalização e a fé cega no progresso e na civilização. Com base na sua condição de redentor local da ciência, Londoño promoveu campanhas e processos de medicalização em Pereira em resposta aos desafios de uma cidade que se transformava rapidamente no início do século passado.
Palavras-chave | Santiago Londono; biografia; medicalizaçâo; higiene; mudança urbana; Século XX; Pereira-Colômbia.
Introducción
La presente investigación hace uso del término acuñado por Sabina Loriga de "historia biográfica", aquel enfoque orientado por "una serie suficientemente formulada, pero también suficientemente flexible" de problemas históricos generales y que busca explicar la "singularidad" de una vida individual sin someterla por ello a un relato que la trascienda o anule1. Este abordaje que no es necesariamente novedoso, Cario Ginzburg lo había trabajado con su famosa "biografía modal" del molinero Menocchio, no está basada en la historicidad de una vida o persona singular, sino más bien la de un individuo que concentra todas las características de un grupo2. La biografía en la actualidad atraviesa su "edad hermenéutica"3 -tras décadas de desprecio por parte de historiadores que veían en ella un subgénero histórico impuro, más cercano a la literatura y a la ficción4, y propio de relatos apologéticos de grandes hombres y reyes-, en ella se encuentran múltiples posibilidades de conocer el pretérito, tanto en los ámbitos especializados de la disciplina como en los extracadémicos. Por ejemplo, Jacques Le Goff ve en la biografía "un observatorio privilegiado del pasado"5; para Paula Bruno la reconstrucción de un perfil o semblanza biográfica es un recurso o medio para explicar procesos históricos o cuestiones más generales del pasado6; Susana Quintanilla, por su parte, considera que la biografía es la "posibilidad terapéutica en la preocupación por cómo conocer el pasado"7. En esta medida, la historia biográfica constituye una valiosa perspectiva de análisis histórico que se ha ganado su lugar, con la que es factible "la descripción densa" de una época, de una cultura y de un contexto. Con la reconstrucción de una trayectoria individual se puede aportar "al mejor conocimiento del pasado, a su carácter plural y abierto" y comprender qué pueden explicar una vida y una mirada particular sobre el mundo histórico y sobre sus posibilidades8.
Es precisamente lo que se busca con la semblanza histórica del médico antioqueño Santiago Londono Londono (1876, Rionegro-Antioquia, 1950 Pereira-Caldas), quizá el médico más prestigioso e influyente de la ciudad de Pereira durante la primera mitad del siglo pasado. Fundador del Cementerio laico en 1910 y de la primera logia masónica de esta ciudad en 1917 (lo que lo hizo un proscrito frente a los estamentos católicos), el doctor Londoño estuvo cerca del poder político en calidad de médico oficial del Municipio y reiteradas veces fue presidente del Concejo de Pereira en los años 19309, en donde intervino en diferentes procesos de medicalización de una ciudad en crecimiento y con evidentes problemas en materia de higiene e infraestructura urbana (alcantarillado, principalmente). En efecto, su condición de "médico graduado" y de científico lo hizo ganarse un espacio de poder en el cabildo y que fuera la voz autorizada para asesorar a los administradores de la ciudad. Su práctica profesional se inscribió en el marco de los discursos higienistas de la época y en su preocupación medicalizadora por aspectos morales ligados a la higiene, las enfermedades venéreas e incluso la mejora de la "raza". Así mismo, se formó en Francia para la lucha contra las enfermedades tropicales y otros males propios de la zona tórrida. Su semblanza lo cataloga como un hombre centenarista, representante de los valores de la modernidad y la modernización en un momento clave en la historia de Pereira y del país.
La hipótesis central que se plantea en el artículo es que la historia profesional del médico Santiago Londoño permite aproximarse a la historia de Pereira -y del país-, en una mirada que combina lo individual y lo colectivo desde una perspectiva local. En efecto, se puede decir que fue un personaje representativo o sintomático de su propia generación, obviamente con las particularidades que le permitieron destacarse como un influyente medicalizador. Al tiempo, su silueta histórica posibilita analizar cómo sus actividades como médico político estuvieron determinadas por las transformaciones y desafíos propios de una ciudad como Pereira que en las primeras décadas del siglo XX dejaba atrás su rostro decimonónico y que, debido al motor de la economía cafetera, ingresaba -no lejos de tensiones y conflictos- al sistema mundo capitalista.
El perfil biográfico se logró mediante el balance historiográfico y en mayor medida al acercamiento sistemático a los archivos documentales institucionales de las principales organizaciones e instituciones en las que militó e interactuó Londoño y que, tras su debida recopilación, sistematización y análisis crítico y su debida contextualización histórica, permitió la reconstrucción de las huellas de lo público del personaje. En efecto, como plantea Giovanni Levi sobre el quehacer biográfico, la elaboración de "contextos" sirve "para colmar lagunas documentales por medio de comparaciones con otras personas cuya vida presenta cierta analogía", además que "son necesarios para reconstruir el entorno, conjunto y contexto del biografiado a raíz de la poca documentación de su vida"10.
Un médico en la Pereira del Centenario de Independencia
Santiago Londoño Londoño nació en Rionegro, Antioquia, el 13 de septiembre de 1876 y murió en Pereira, entonces Caldas, el 26 de agosto de 1950 (figura 1). Tras graduarse como médico cirujano en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá en 1904, llegó a Pereira a mediados de 1908, siendo uno de los pocos médicos titulados que había en la ciudad. Contrajo nupcias con María Edma Londoño, de cuya unión nacieron cuatro hijos y con la que hizo gran fortuna. Su posición de científico rápidamente lo catapultó como uno de los personajes más influyentes de Pereira, impulsando políticas de medicalización y saneamiento de la ciudad. En pocos años llegó a ser médico oficial del municipio, educador y presidente del Concejo Municipal11.
En 1912 visito París para estudiar Medicina Colonial, una especialidad médica francesa e inglesa que estudiaba las patologías de las antiguas colonias europeas en Sur América, Sur de Asia y África principalmente. En 1917 fundó la primera logia masónica del Gran Caldas, la Logia Libres no. 1712. Desde 1920 hasta finales de la década del treinta fue un recurrente integrante del Concejo de Pereira, donde impulsó políticas sanitarias para la lucha contra la anemia tropical. Su llegada a Pereira coincidió con el proceso de transición entre los siglos XIX y XX, que, tanto para la ciudad como para el país, fue un período fértil en transformaciones y conflictos de toda índole. La ciudad para inicios del siglo XX ofrecía los rasgos de una creciente villa sin un directo pasado colonial, más pujante y dinámica, que manifestaba un acelerado proceso de cambio de la fisonomía urbana. Esta misma situación trajo consigo múltiples problemáticas sociales y materiales (salubridad, infraestructura, entre otras) propias de una población en crecimiento13. Era la época en que la ciudad, como gran parte de las principales poblaciones del país, se alistaba para festejar el "gran día de la Patria" o el primer Centenario de la Independencia. El Republicanismo liderado por Carlos E. Restrepo se abría paso y buscaba establecer una nueva era de paz en el país tras la pérdida de Panamá14. Además, el arribo de dispositivos tecnológicos a las principales ciudades de Colombia, como el automóvil, la luz eléctrica, el avión, el tranvía, comenzó a ajustar al país a las nuevas dinámicas del capitalismo llegadas con la economía cafetera y por lo tanto a la modificación paulatina de hábitos de vida urbanos15. La ideología del progreso se estableció como signo teleológico de la nación a medida que se consolidaron los cambios impulsados por el capitalismo y se dio una clara diferenciación social entre los grupos minoritarios que accedieron a ciertos espacios y experiencias modernas respecto a la población que mantenía una vida más tradicional16.
En síntesis, en el primer decenio del siglo XX Pereira, como muchas otras crecientes poblaciones del país, presentó un panorama urbanístico poco complejo y con claros signos decimonónicos en cuanto a prácticas culturales y estructura social se refiere17. Los códigos heredados por la tradición invitaban -según James Henderson- a que los colombianos de finales de siglo XIX e inicios de siglo XX mantuvieran relaciones humanas "estáticas y orgánicas". Dice el mismo autor: "El ritmo de la vida era lento, no comercial. La tierra era insuficientemente aprovechada, y la vida en general rústica, primitiva"18. El crecimiento de la ciudad, que para 1905 contaba con una población aproximada de 19 036 habitantes19, exigía para los dirigentes locales la consolidación de un cuerpo médico científico que pudiera asistir a la creciente masa social que sobrepasaba las posibilidades de acción y atención de las compañías religiosas y caritativas establecidas en el hospital de la ciudad. La demanda de personal profesional también se hizo perentoria para controlar cualquier posibilidad de propagación de epidemias o pandemias dentro de la población20.
Hay que comprender que el siglo XIX colombiano legó una amplia tradición en el que la figura de los gramáticos, juristas, filólogos e historiadores y otros letrados formados en las humanidades, consolidaron y proyectaron una hegemonía política e ideológica donde el cultivo del "buen hablar" y del "buen escribir" se constituyó en el parámetro de la civilización21. No obstante, las exigencias propias del cambio de siglo, que traía consigo el advenimiento del sistema industrial capitalista, junto al crecimiento demográfico y urbano, llevaron a que dichas prácticas fueran consideradas por los nuevos saberes modernos y liberales como "poco prácticas, demasiado especulativas y dadas a las preocupaciones por la interioridad y la 'esencia del ser humano'"22. Efectivamente, fueron los médicos los portadores de los nuevos saberes, aquellos a los que tenían acceso, o por lo menos para quienes era lícito hablar en nombre de la ciencia y, por tanto, desde la modernidad. El médico fue, entonces, quién arrojó luz sobre los problemas sociales, al tiempo que su disciplina, catalogada de liberal, se convirtió en el saber hegemónico de comienzos de siglo XX al demostrar su utilidad para tratar eficientemente una serie de situaciones que surgían al nivel de la creciente población emergente23. Como plantea Jorge Márquez, las relaciones entre saber científico-médico y el poder gobernante
Permitieron el nacimiento de una medicina de Estado, de una medicina urbana y el despegue de procedimientos de medicalización de la vida social, pública y privada, así como la normalización de la profesión médica y su vigilancia por parte del Estado.24
La naciente medicalización, entonces, estaba dirigida a una forma de control social de la población y a la intervención del gobierno en la vida pública y privada de cada persona. Fue así como Londono no tuvo grandes problemas en consolidar su imagen a nivel social en la pequeña ciudad de Pereira, debido en parte, al carácter científico de su discurso, como a la influencia que dentro de los estamentos administrativos de la ciudad representaba su condición de "graduado"25. Incluso desde finales de siglo XIX los médicos como portadores de la modernidad y del saber científico comenzaron una lucha por delimitar y normalizar el estatuto y profesionalismo del oficio médico, en el que la medicina era "una competidora investida de nuevo poder, pero no por ello más aventajada en la lucha"26.
Un médico entre el saber y el poder
A través del registro de actas, informes de comisiones, alguna correspondencia y, en menor medida, telegramas del Concejo Municipal de Pereira se puede relacionar el accionar del médico y las transformaciones sociales, urbanas e intelectuales propias de dicho periodo. En tales vestigios es posible seguir la huella del doctor Santiago Londono como un médico político propio de su época. Como lo ha establecido la historiografía, a nivel nacional fue constante en aquel entonces, el desempeño de los médicos en cargos públicos o como concejales. Sus propuestas estaban enmarcadas bajo el conocimiento científico y moderno, de forma tal que sirvieron como hoja de ruta para la planificación racional de las crecientes ciudades27. Fue en el marco de una medicina urbana en el que Londono inició su participación dentro de los espacios de decisión de la ciudad (figura 2). El 2 de enero de 1909 firmó un oficio junto al médico Manuel Mejía Gutiérrez, presentando al presidente del Concejo de la ciudad una protesta sobre venta de morfina por parte de gentes por fuera de la "ciencia médica" y el consecuente uso "desmedido y alarmante de la morfina", cuya "venta por el solo hecho de ser indicada bajo fórmula médica, solo vendrá a ser en casos en que la ciencia médica la aconseje"28.
En efecto, con base en la querella impuesta por los médicos Londono, Mejía y Gutiérrez sobre el uso indebido de la morfina en la ciudad, el Concejo resolvió aprobar el Acuerdo no. 1 de 1909 que, en el Artículo l.°, basado en el "artículo 302 de la ordenanza 37 de 1896", definió suspender "inmediatamente en el ejercicio de funciones de médico y boticarios a los individuos que no tengan títulos regidos por la ley, imponiendo las multas por las contravenciones"29. En abril de 1911 se le asignó el cargo de "suplente del Médico Oficial" de Pereira30, empleo que, si bien se vislumbraba más como una simple formalidad del naciente sistema burocrático, pudo haber sido significativo para las aspiraciones del joven médico. Más aún, en octubre del mismo año, por medio de "elecciones populares", Santiago Londoño fue electo integrante del Concejo de Pereira31. Aunque esta era su primera participación en la ciudad como aspirante a la curul de concejal, no deja de sorprender que, a comienzos de noviembre de 1911, fuera elegido presidente del Concejo de Pereira mediante votación interna de los integrantes del Cabildo municipal32.
Desde temprano tomó posición científica-médica y "desde el punto de vista de la salubridad e higiene públicas" sobre el mejor lugar para el desarrollo de las famosas ferias semestrales de Pereira. En ella afirmaba que no se encontraba de acuerdo en que las ferias se realizarán en la plaza de Bolívar en razón a que "todo conglomerado de individuos, es perjudicial a la higiene". Londoño pensaba que, debido a la multitud de personas llegadas de toda parte del país a causa del éxito comercial de las ferias, facilitaba el contagio y la extensión y propagación de enfermedades y epidemias33.
A lo anterior, hay que poner en contexto que, a inicios del siglo XX, el médico como hombre de ciencia podía plantear racionalmente y científicamente el sitio óptimo y el trazo correcto de la población, prever y proveer mediante las infraestructuras los abastos y desagües, emplazar adecuadamente las edificaciones representativas e incluso sugerir sobre la arquitectura, en tanto afectara o no la salud humana34. De ahí que Londoño fue parte de una generación de galenos que representaron la importante relación entre el saber médico y el desarrollo urbano, todo mediado por las preocupaciones higiénicas y de salubridad, especialmente en un momento en el que la aldea se expandía a lo largo y ancho, crecía su población y tomaba forma de ciudad.
Por esos mismos días hizo llegar una nueva carta al Concejo de la ciudad en la cual -en un claro discurso medicalizador- argumentaba las razones higienistas y salubristas donde se debían desarrollar estas importantes actividades, las cuales estimaba "como indispensables para el progreso y desarrollo de todas las poblaciones de esta región y para Pereira su mejor fuente de comercio". El doctor no ocultaba su preocupación sobre el "perjuicio" que para la higiene y salubridad públicas traería la celebración de las ferias, mercados y otras actividades, e invitaba al Concejo a conseguir un local apropiado donde la "abundancia de aguas, galerías y corrales" permitieran hacer el mercado en "las mejores condiciones higiénicas"35. El médico pensaba la ciudad a partir de la división entre lo sucio y lo limpio. Con ello se planeaba analizar e intervenir lugares de acumulación y amontonamiento en todo espacio urbano que fuera propenso a propagar enfermedades o "lugares que generaban o difundían fenómenos endémicos (mercados, cementerios, hospitales, escuelas, iglesias, viviendas de pobres y todos los sitios donde se concentren personas y animales)"36.
Así, Santiago Londoño cumplía en la Pereira de inicios del novecientos una doble condición que entrelazaba los intereses que como la autoridad del saber de la vida y la salud de los cuerpos representaba, al tiempo que proponía una lógica urbana que respondía al saber médico de la época. El Concejo de la ciudad no dudó en responder afirmativamente a las recomendaciones médicas, por lo que aprobó el Acuerdo No. 9 por el cual decidió: "Destínese por ahora y mientras se arregla convenientemente la Plaza Colón, para que tenga lugar la feria semestral, La Plaza de Bolívar [,..]"37. Para finales de 1911 fue elegido Médico Oficial de Pereira por "unanimidad" en sesión del Cabildo municipal y como su suplente fue elegido su amigo el Dr. Juan B. Gutiérrez38. La figura del Médico Oficial fue tal vez la muestra más evidente del proceso medicalizador que los Estados buscaron imponer en las sociedades precapitalistas. Michel Foucault hace referencia al surgimiento de un ejercicio de poder que surgió en la sociedad occidental entre mediados del siglo XIX e inicios del siglo XX, al que denominó biopolítica: "Habría que hablar de biopolítica para designar lo que hace entrar a la vida y sus mecanismos en el dominio de los cálculos explícitos y convierte al saber-poder en un agente de transformación de la vida humana"39. Para el filósofo, en la sociedad capitalista "el cuerpo es una realidad política, la medicina es una estrategia biopolítica"40. Efectivamente, según lo dejan ver las actas del Concejo, el Médico Oficial en Pereira era el encargado de velar por el buen desarrollo del Hospital San Jorge, lo que implicaba realizar las intervenciones quirúrgicas más complejas, manejar el dispensario de medicinas del mismo y llevar la estadística de altas y bajas, entre otras labores. Del mismo modo, era responsable de controlar y velar por la higiene de las instituciones educativas, visitar e inspeccionar la higiene del matadero municipal, las plazas de mercado y acudir a los llamados que la comunidad realizaba acerca de los "focos de infección" existentes o cualquier problema de orden sanitario que pudiera convertirse en problema de salud. En febrero de 1912 el síndico del Hospital San Jorge, E. Morales Concha, decía sobre las labores de Londoño como Médico Oficial que "es más que una garantía social. Es un verdadero sacerdote de la ciencia médica, y su acuciosidad la hace recomendable hasta el último grado". El informe del empleado ofrece pistas sobre las actuaciones de Londoño dentro de la máxima institución de salud de la ciudad
En el presente se han efectuado seis operaciones, algunas de ellas de alta cirugía, con muy buenos resultados, y para la práctica de ellas, el Dr. Londoño se ha acompañado de los no menos recomendables, doctores Domínguez, Echeverri y Gutiérrez, quienes, con muy buena voluntad y espíritu de caridad, visitan constantemente a los enfermos.41
El mismo Morales afirmaba que a petición de los médicos había necesidad de un pabellón o sala de cirugía que prestara las comodidades "que la ciencia y la higiene exigen para el buen resultado en los esperados". El síndico dejó registrado además que los médicos indicaron la necesidad de que "la fuerza eléctrica" funcione durante el día para utilizarla en la curación de enfermedades nerviosas y reumáticas42. Para inicios de 1916, Santiago Londoño firmó de un memorial junto a un grupo de ciudadanos locales para
[...] Pedir se declare de utilidad y conveniencia pública la obra del acueducto de hierro [...] para el abastecimiento de agua potable en la ciudad y a la solicitud de un empréstito de veinticinco mil pesos oro a la mutualidad Nacional [...] para pagarlo en cuotas mensuales [...] para atender a la obra que se proyecta.43
Por este tiempo fue creada en Pereira la Junta Municipal de Higiene por resolución 206 del 2 de febrero de 1916, de la cual Londono hizo parte constitutiva de esta Junta en calidad de miembro suplente44. La Junta estuvo conformada por un importante cuerpo médico, donde se encontraban como miembros principales los doctores Juan Bautista Gutiérrez, José Gaitán Hurtado y Mariano Montoya A, y contaba con instrumentos jurídicos para controlar y reglamentar la higiene en el país. Sus integrantes debían ser cuatro miembros: médicos graduados que tenían a su cargo la "dirección, reglamentación y vigilancia de la higiene pública y privada de la Nación", mientras que los departamentos y municipios tenían que encargarse del mantenimiento de los entes locales, pero quedando dependientes siempre de la Junta Central de Higiene. Esta Junta se inscribió en un proyecto medicalizador en el que el Gobierno Nacional manifestó la necesidad de que las crecientes ciudades como Pereira, iniciaran controles sobre la población, la circulación de animales, bienes, personas y todo aquello que pudiera representar un peligro endémico para la población45.
Medicalizary moralizar
En agosto de 1916, cuando aún se desempeñaba como miembro de la Junta Municipal de Higiene, Santiago Londoño hizo parte de un importante memorial firmado por los hombres más influyentes de la Pereira de la época, solicitando al Concejo de la ciudad terminar con las ferias semestrales:
[...] En guarda de los intereses de nuestra sociedad [pues] hace tiempo que la feria semestral degeneró en una verdadera bacanal, que si continúa traerá como lógica consecuencia el que se suspenda la inmigración de honorables y laboriosas familias a nuestro municipio, y que el nombre de Pereira se pronuncie en todas partes con horror, como sucedió en los principios de su fundación.46
El memorial se alargaba enunciando los peligros y daños morales e higiénicos que manifestaba la visita a la ciudad de "centenares" de "pillos", "mesalinas" y ebrios que llegaban a la ciudad a destruir e inundar con "refinadas groserías" e inmoralidad sus calles. Una vez más la higiene y la moral aparecían en un mismo discurso, esta vez como una cruzada higiénica para salvaguardar los valores de la gente laboriosa. Por último, el mismo memorial, a modo de irrefutable argumentación científica, exhortaba a llamar a consultas al "honorable cuerpo médico" de la ciudad para que este definiera hasta donde era "nocivo y pernicioso el tumultuoso mercado"47. La concepción de ciudad que elaboraron los médicos de la época asumió el conjunto urbano como un cuerpo vivo que debía ser higienizado y moralizado mediante un esfuerzo colectivo. En efecto, que el memorial tuviera estas connotaciones y preocupaciones biológicas como la salud y la salubridad puede ser resumido en el hecho de que el médico conjugaba una fusión entre lenguaje científico y un lenguaje moral, que permitía establecer y naturalizar fronteras entre el comportamiento social aceptable y el inaceptable48.
De esta forma, los médicos en su función rectora de la sociedad, no solo buscaron propender por la detección e intervención de los focos infecciosos de la ciudad (charcos, pantanos, basureros, cementerios, entre otros), sino que además vigilaron y controlaron todo aquello que la suciedad y las bacterias pudieran corromper. Especialmente, la intervención médica fijaba su atención en lo concerniente al mejoramiento del orden social a través de prescripciones sobre temas tan variados como la sexualidad o la degeneración de la raza, que conducían a una sola consigna: el salto a la modernidad de la mano del progreso moral49. Un año más tarde, el 23 de enero de 1917, el médico Londoño diagnosticó la gran problemática que en materia de salubridad implicaba la presencia de "mujeres públicas" "atacadas" con sífilis. El conjunto de las enfermedades venéreas, y en especial la sífilis, constituían un problema importante en la transición de los siglos XIX al XX. El acercamiento cuantitativo es difícil por los pocos registros y diagnósticos médicos sobre la población portadora de estas enfermedades, máxime si se considera que en estas patologías estaban sumamente ligadas a connotaciones morales de la prostitución-fornicación y la infidelidad lo que llevaba a muchos portadores a guardar silencio50.
Él hacía referencia a un asunto de salud pública, pero al tiempo insinuaba las problemáticas que iban acompañadas de estas. No es casualidad, entonces, que haya apoyado tan fuertemente el fin de las ferias semestrales, abogando por los problemas médicos y morales que estas arrastraban, como el caso de la masiva presencia de "mujeres públicas" en la ciudad. El médico veía como un crimen "soltar a la calle" a mujeres atacadas por sífilis, especialmente "en un periodo de agudeza extraordinaria" en el que había gran concurrencia de visitantes en Pereira y en el que el Hospital San Jorge no contaba con las medicinas para combatir esta peligrosa enfermedad51. El San Jorge, inaugurado en el año de 1905 como "Hospital de Caridad"52, fue establecido en una casona de arquitectura típica local, apenas constituida por un par de pabellones para enfermos y una sala reservada para los tuberculosos, hasta su traslado definitivo en 1951 al sitio actual. Una década más tarde se abrieron cuatro salas más, entre las que estaba una sala de maternidad y otra para realizar algunas cirugías de riesgo53.
Es muy factible que los médicos de la ciudad presentaran dificultades a la hora de realizar sus intervenciones, las cuales ofrecían de modo caritativo, si se tiene de presente que aún en 1917, tres años después de que la ciudad inaugurara el servicio de luz eléctrica, Santiago Londono y otros médicos advertían "la necesidad de que la fuerza eléctrica funcione durante el día, para utilizarla en la curación de enfermedades nerviosas y reumáticas"54. Un informe del 31 de marzo de 1917, Santiago Londono como Médico Oficial manifestaba al Concejo de la ciudad la situación del Hospital San Jorge y a raíz de esta solicitud por medio del Acuerdo no. 4 de 1918, el Cabildo ordenó la construcción de una sala de operaciones para servicio del Hospital. Según El Municipal, órgano oficial del Municipio de Pereira, esta fue "una obra de necesidad notoria", ya que en el Hospital "constantemente se han estado practicando operaciones quirúrgicas y se carecía de una sala adecuada para el objeto", por lo que se le agradecía "el concurso patriótico" del Médico Municipal Santiago Londono L. por lo que se dio a la tarea de construir un edificio que reuniera las mejores condiciones posibles para el mejor éxito en la cirugía que se practiqué en el Hospital55. Estas breves anotaciones sobre las intervenciones de Londono como parte de la administración local permiten analizar el papel social del médico oficial y los distintos campos de acción que cumplía en sociedades en cambio. En efecto, tras ejercer el cargo repetidamente hasta 1922, fue el encargado de las instituciones de la salud de la ciudad, impulsó una medicina urbana que se ocupó de todo tipo de cálculos y controles sobre la población para frenar las amenazas a la salud presentes en el ambiente físico. Así, política y medicina accedieron para normalizar y disciplinar a los hombres y ordenar espacialmente las ciudades bajo principios modernos de urbanidad y convivencia56. La higiene y los saberes modernos: modelos para la civilización en el trópico
Santiago Londoño fue el principal propulsor del modelo médico higienista para la ciudad de Pereira durante la primera mitad del siglo XX. Dada su formación en el cientificismo positivista de la transición finisecular, manifestó en sus prácticas y discursos dentro del Cabildo Municipal una fe por el carácter exacto y redentor de la medicina y su consecuente influencia para alcanzar el progreso y la civilización. Estos referentes tenían como finalidad principal el ofrecer brazos sanos para la producción, orientando sus beneficios hacia el progreso y el arraigo de hábitos civilizados en la población57. El higienismo58 tuvo como fin la prevención y constatación de la gran influencia del entorno ambiental y del medio social en el desarrollo de las enfermedades biológicas y morales. Este se concibió a inicios durante las primeras décadas del siglo XX, como un factor primordial para dejar atrás aquellos incómodos rezagos coloniales y organizar la naciente vida pública en torno a los nuevos ideales del progreso. De este modo, la lucha contra las enfermedades, el aseo del cuerpo y de la casa, el respeto a las normas y a la tradición católica y el convivir según las pautas de cortesía del "mundo civilizado", entre otros, conformaron su campo de acción59.
El pensamiento higienista, por lo tanto, más que el adjetivo que calificaba la salud, se convirtió para la época en el conjunto de dispositivos y de conocimientos que tuvieron como fin la "detección, caracterización e intervención de los "focos infecciosos", de aquello que "hiede", que apesta, que afecta la nueva sensibilidad burguesa; pero sobre todo la visibilización del pueblo60. Promover la higiene fue un objetivo primario para el pensamiento medicalizador de la época y en función de eso los médicos fomentaron dos tipos de ordenaciones: por un lado, aquellas buscaban impedir el hacinamiento de los cuerpos, fueran personas, animales en los mataderos o cadáveres en los cementerios. Por el otro, aquellas dirigidas a controlar el tráfico de los elementos considerados vitales para la salud del espacio urbano, fundamentalmente el agua y el aire. En efecto, estas fueron las preocupaciones que Londoño manifestaba a la hora de opinar sobre eventos o lugares que se tornaran peligrosos para la salubridad de la ciudad. Por ejemplo, en febrero de 1923, al ser encargado para una comisión de evaluación de un "establecimiento de destilación de esta ciudad", Londono diagnosticó que los "residuos de fermentación" eran un verdadero peligro para la ciudad, debido en parte:
A lo defectuoso del alcantarillado, los sobrantes de la destilación que no se utilizan, son arrojados a una muy mala zanja sin sifones, sin precisión, casi a descubierto que los lleva a poco a andar a la quebrada de Egoyá situada en el centro de la ciudad, de donde se esparcen en la atmósfera los pestilentes olores de la fermentación Butyrica, aldehidos y furturol [sic], que hacen los aires irrespirables y que obligan a los vecinos, como nos lo manifestaron a encerrarse en sus casas para librarse en algo de los olores desagradables y malsanos [,..]"61.
El doctor propuso para moderar un poco estos males, resultados de tener este tipo de establecimientos en el centro de la ciudad, realizar con imperiosa necesidad que la institución construyera "una alcantarilla de sifones herméticamente cerrada", para que llevara lejos los residuos de la destilación a un lugar en que no perjudicaran a la población. Mencionaba que a la quebrada de Egoyá no debían verterse más residuos contaminantes porque esta estaba en todo el centro de la ciudad y "esas emanaciones quedan allí peor que en qualquier [sic] otra parte"62. Por otra parte, las labores que como médico municipal realizaba en "escuelas y colegios" condujeron a Santiago Londoño a inculcar conductas asépticas y establecer en los jóvenes los estereotipos ideales del cuerpo. El doctor reseñaba en su informe del mes de abril de 1917, su mala impresión "por la falta de higiene en estos establecimientos"; haciendo especial énfasis en el agua "que es de malísima calidad y peor suministrada". También hacía referencia a que "hay también en este local solamente dos malísimos excusados para tan gran número de niñas", cuatrocientas según el cálculo de Londoño. Ante este panorama, el Médico Oficial formuló una serie de recomendaciones basadas en sustentos científicos e higiénicos, tales como:
Hacer en cada uno de ellos [excusados] una pila de cemento, dotar todos los establecimientos de educación de grandes tinajas en número tres o cuatro en cada uno con el objeto de decantar el agua, pues es regla de higiene sabida, que decantándose el agua 24 horas se le disminuye el 90 % de las impurezas [...] Sería también demasiado conveniente hacer baños en cada establecimiento sobre todo en los establecimientos de niñas, para que de esta manera puedan practicar el baño tan indispensable e higiénico en este clima.63
En febrero de 1917, en el desempeño de sus tareas como médico dijo sobre el Colegio Oficial de Pereira:
He observado en el Colegio Oficial de esta ciudad que las condiciones higiénicas de este plantel son malas; debido principalmente a la falta de espacio; pues no se encuentra donde puedan los jóvenes, hacer ejercicios de gimnasia y menos aún ensayar algunos cultivos agrícolas, asuntos ambos de vital importancia para un pueblo de la índole del nuestro.64
En 1917, el antioqueño fue nombrado docente de Higiene en el Colegio Oficial de la ciudad (figura 3). Allí desempeñó esta cátedra hasta el año de 192065. Aunque no existen registros documentales del componente educativo-médico de la cátedra, su participación como docente sirve para analizar cómo Londoño, siendo el Médico Oficial de Pereira y, por tanto, el representante del proyecto medicalizador del Estado, era el principal exponente de un modelo social y cultural que buscaba transformar, a través del moldeamiento de costumbres y hábitos en el individuo, las reglas de conducta en la sociedad.
Como bien lo sostiene Claudia Pechí, combinar la educación y la higiene pareció ser la fórmula para extender aún más allá la tarea de los médicos higienistas como brazo del Estado: disciplinar los hábitos y costumbres para sanear la ciudadanía. La escuela fue tomada "como institución correctiva, donde la norma no surgía impuesta, sino que el poder ingresaba al sujeto y moldeaba su moral a partir de las acciones y sanciones paulatinas"66. Los médicos dentro de la escuela subrayaron el componente educativo, moralista y modernizador al unísono. Por una parte, sustentaban con bases científicas sus acciones, y por otra legislaron sobre el comportamiento de las personas bajo la fórmula de un código moral presente en la urbanidad, en la familia, en la escuela, la iglesia, entre otras instituciones67. Así, la tarea pedagógica del médico quedaba situada en un cruce entre civilización, instrucción, asistencialismo y disciplinamiento68.
Desde el decenio de 1920, algunos procesos patológicos se definieron prioritariamente como enfermedades sociales. El interés por la situación de la clase obrera, por las condiciones de trabajo en las fábricas, por el estado de la vivienda y otros problemas sociales como el "pauperismo", la beneficencia, y el miedo al Comunismo, diseñó el marco de la higiene social desde un punto de vista moderno69. Bajo esta premisa apropiarse de una serie de saberes denominados "modernos" y "verdaderos" -emanados principalmente de Europa y Estados Unidos- sirvieron de plataforma a la élite intelectual nacional para construir, sobre bases "científicas", una serie de tipologías sociales y culturales en el cual la antropología criminal, la eugenesia, el evolucionismo, la antropometría, la psiquiatría y el higienismo, entre otros saberes, serían primordiales para conducir al país dentro del concierto de las naciones civilizadas70. En el marco de la irrupción de saberes modernos como la Pedagogía y la Educación física, Santiago Londono estaba convencido en "la necesidad de darle una parte importante en la educación moderna a la cultura física" y aprobaba todos los pasos en la ciudad "conducentes a establecer deportes científicos en los cuales se cultive a la par cuerpo y la imaginación"71. Él consideraba una "verdad incontrastable" que Pereira era una "ciudad nueva, sin internados, sin grandes mazos de estudiantes, con hermosos y grandes campos libres para toda clase de ejercicios", que tenía una juventud que se levantaba "completamente libre", la cual consideraba como una prisión las horas de "encerranza" [sic]; razón por la que solicitó a la Sociedad Pedagógica de la ciudad:
Sistematizar los ejercicios físicos para conseguir un desarrollo armónico en los diferentes sistemas de músculos que den por resultado la fuerza y la elegancia, con lo cual iríamos poco a poco consiguiendo que se reforme el pensum oficial actualmente arcaico e inconveniente.72
La intervención del médico Londoño sobre la necesidad de una política que fomentara los "deportes científicos" no era un simple comentario alejado de la realidad intelectual de la época. Jorge Humberto Ruiz73 en su análisis a la influencia del deporte en la construcción de una conciencia nacional en Colombia, sostiene que la educación física como práctica apareció no solo como resultado de la disputa entre la pedagogía moderna y la tradicional, sino además como pedagogía del cuerpo que respondía al pensamiento modernizador de la élite nacional. Se pensaba que los males de la nación tenían su causa en un modelo educativo arcaico, que no prestaba atención a la educación del cuerpo, conduciendo inevitablemente a una degeneración física de las nuevas generaciones. En efecto, educación física, higiene y moral eran pensados por los intelectuales, pedagogos y médicos nacionales como la fórmula para crear "cuerpos fuertes, sanos y capaces para el trabajo, así como individuos proclives al respeto del orden, la institucionalidad y las normas de comportamiento de un ciudadano moderno"74. La ideología de fondo de los médicos no dejaba el problema de los cuerpos y de la salud como elemento central sino como un todo que incluyó la perfección física y moral, el embellecimiento y el ornato75. A través de este doble lenguaje, los médicos de la época intervinieron en las realidades históricas de la ciudad dentro de la trinidad cuerpo, salud y moral76.
Ahora bien, volviendo a Santiago Londoño, hay que decir que su condición de científico estuvo perfilada por el hecho de que fue capaz de establecer contacto con diferentes corrientes médicas e ideológicas de la época, como el higienismo, la Educación física, la Pedagogía, entre otras, y ponerlas en práctica dentro de una sociedad en cambio. Su viaje a Europa, sin duda alguna, también fue determinante para que Londoño se perfilara como uno de los científicos más influyentes de la región77. En 1912 y 1920 Santiago Londoño viajó a Francia a estudiar la disciplina médica en boga de la época, la Medicina Colonial o Tropical (figura 4). Esta especialidad tuvo su apogeo entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX derivado de la expansión colonialista europea y con gran acogida entre los médicos de Colombia. Primero se habló de "medicina naval", luego de medicina colonial y, finalmente, de patología exótica o medicina tropical. Acabando el siglo XIX surgieron en Alemania (1897) y en Inglaterra (1899), publicaciones e instituciones médicas que tenían como preocupaciones iniciales estudiar la capacidad colonizadora de la raza blanca en las zonas tropicales y subtropicales, así como el mejoramiento de la productividad de los colonizados. El surgimiento de los temas enunciados, lo que los europeos llamaron enfermedades tropicales y medicina tropical, coincidió con la expansión imperialista sobre naciones, países y pueblos de África y Asia78.
Ya entrado en los años de 1930 y desde la misma posición de presidente del Concejo de Pereira, él acompañó la lucha que desde el Estado y la Fundación Rockefeller se dio contra la anemia tropical o uncinariasis. Este proyecto higienista buscó la erradicación de una patología que amenazaba el progreso y la civilización del país, principalmente en la rica región cafetera79. En efecto, una lectura más profunda puede explicar el interés económico que tanto el Estado colombiano y la fundación capitalista estadounidense tenían en modernizar y sanear los cafetales de la región. Brazos más sanos y fuertes, o menos enfermos, se traducirían en mejores cosechas y más producto para exportar. Durante esta década, el médico antioqueño firmó el Acuerdo no. 30 de 1931, que estableció el Régimen Interno del Dispensario de Sanidad de Pereira80; entre 1933 y 1937 apoyó económicamente al Instituto Profiláctico de Pereira81; firmó el Acuerdo no. 1 de 1936, por el cual se aprobó un contrato elaborado entre el Municipio de Pereira y la Dirección Nacional de Higiene relacionado con la continuación de la Unidad Sanitaria de Pereira82. Este tipo de institución prestaba "servicios de higiene" expresados en trabajos de saneamiento rural y urbano, servicio prenatal; laboratorio microscopista; consulta infantil y gota de leche; de medicina y consulta escolar; laboratorios para exámenes parasitológicos y bacteriológicos; asuntos veterinarios; campaña antianémica; antipalúdica; "lucha contra el mosquito" e incluso realizaba labores educativas en el departamento de Caldas. Los médicos de la Unidad realizaban conferencias semanales a campesinos y a enfermeras. A ello se sumaban estudios de profilaxis de la tuberculosis; la lepra y el control de los casos existentes en el Municipio, así como la escuela de inspectores sanitarios, entre otros servicios. En este panorama, Londoño firmó el Acuerdo no.72 de noviembre de 1935 por el cual se dividió el territorio del Distrito de Pereira en tres zonas cafeteras y se elevó a tres el número de técnicos cafeteros con el objeto de modernizar y tecnificar el sector. Esta medida asignó a los técnicos la labor de recorrer las zonas de cultivo, combatir enfermedades en los árboles de café, enseñar a recoger semillas a los practicantes, desinfectar terrenos, enseñar la manera de hacer los drenajes, enseñar a prevenir y destruir la hormiga arriera, entre otras acciones83.
Conclusiones
Cuando se toma el riesgo de historiar una vida se asume, de primera mano, que se estudia a un individuo que fue en su tiempo portador o sintomático de un conjunto de mensajes coherentes que hicieron parte de las concepciones del mundo de una generación político-intelectual. De este modo, a la hora de realizar una historia biográfica sobre la vida y obra de un individuo como Santiago Londoño, se establece que este hizo parte de una etapa histórica en la que la participación en la toma de decisiones -poder político representativo-, el cultivo de la palabra escrita y/о la opinión pública en la tribuna, entre otras prácticas, se supieron articular a una fase de formación intelectual que congregaba todas estas esferas de acción.
Estudiar las acciones del doctor Londono como uno de los pocos médicos graduados de la ciudad de Pereira a inicios del siglo XX permitió comprender desde una perspectiva individual cómo los médicos-políticos cabildantes enfrentaron las problemáticas urbanas y sociales de una ciudad en la que abundaba la contaminación de calles y quebradas, el tránsito de animales, la difusión de enfermedades venéreas, los miasmas, la uncinariasis, el paludismo y otros males. De tal modo que el seguimiento de sus acciones como médico-político ofrece un panorama privilegiado para comprender la relación entre el acelerado crecimiento urbano de la ciudad en las primeras décadas del siglo XX, la consolidación de dispositivos discursivos de control social (como el higienismo y la medicalización) y las problemáticas emergentes propias del crecimiento poblacional (como la carencia de infraestructura urbana moderna y sanitaria). Sin obviar el doble carácter científico y moralizante de la palabra del médico, que en el caso de Londoño denunciaba la inmoralidad de ciertos sectores de la población, al tiempo que recomendaba la limpieza de los cuerpos, la sanidad de los paseos urbanos y las nuevas prácticas llegadas con la modernidad, como la actividad física y el deporte.
Además, su papel como médico higienista fue clave en un momento en el que el Estado colombiano mostraba destacado interés en combatir ciertos males que acosaban a la población de la próspera región cafetera. La anemia tropical, la desnutrición, la poca higiene y algunas patologías propias de los climas tropicales hicieron que se impulsaran determinantes campañas de sanidad en Pereira a nivel local, como las que desde el Cabildo y la Junta de Higiene realizó impulsó el doctor Londoño. De igual modo, las estrategias higienistas y de salubridad locales realizadas por él junto con instituciones de influencia global como la Fundación Rockefeller (cuya finalidad principal era la de ofrecer brazos sanos para la producción, orientando sus beneficios hacia el progreso y el arraigo de hábitos civilizados en la población), deben ser pensadasanalizadas desde un carácter sistémico u orgánico dentro de fenómenos internacionalmente integrados a la emergencia de la "economía-mundo" capitalista84. Como lo sugiere Serge Gruzinski, "o estudo dos individuos pode desvelar a maneira como o local e o global sao constantemen-te rearticulados"85 . En conclusión, el perfil biográfico de Londoño, por ejemplo, logra evidenciar a la figura del hombre civilizado de la generación centenarista, formado bajo los valores de la Regeneración y fiel seguidor de los ideales de la civilización y el progreso. Londoño, un hombre moderno instruido en una de las disciplinas más apreciadas de la época, la Medicina tropical, representó el cientificismo positivista de la transición finisecular, que se puso en marcha en los espacios de poder de una pequeña ciudad en expansión, tanto con prácticas materiales como discursivas. Impulsando una verdadera cruzada en defensa del carácter exacto y redentor de la medicina y su consecuente influencia para alcanzar el anhelado progreso86.
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Footnote
References
Bibliografía
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