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Si bien cada época la juzga a su manera, la maldad es un concepto siempre presente en la historia de la humanidad. En este número, reflexionamos sobre el tema a partir de tres novedades bibliográficas que abordan el crimen y la violencia. En 'El hombre sin cabeza', Sergio González Ro- dríguez ofrece una crónica-reportaje so-bre las decapitaciones contemporáneas, su trasfondo cultural y sus connotaciones histó- rico-políticas; en entrevista, la ensayista Éli-sabeth Roudinesco habla de 'Nuestro lado oscuro', libro que narra la historia de los perver-sos en Occidente a través de sus figuras emble- máticas, desde la Edad Media hasta nues-tros días; por último, Álvaro Abós presenta con 'Asesinos' una antología de relatos sobre crímenes, en la que reúne a autores clásicos.
Recuerdo que en 2006 comenzaron a generalizarse las decapitaciones en México, signo mayúsculo del ascenso de la violencia del crimen organizado, el narcotráfico y su papel disolvente. El mismo contexto, confuso y propagandístico por parte del Gobierno, ha impedido apreciar la dimensión justa de ese llamado a implantar la barbarie, la agresividad extrema de sembrar cuerpos decapitados, cabezas cercenadas, mutilaciones y descuartizamientos. Hay allí mensajes oblicuos.
Desde tiempos primitivos, la decapitación lleva la finalidad de triunfar sobre el enemigo y mostrar que, al efectuarla, se asume el espíritu del vencido. Se cree que esta posesión otorga poderes supremos que tienen su ingrediente catártico y un efecto intimidatorio en el resto de las personas. Quien le corta la cabeza a un semejante es capaz de cualquier crimen. Las pirámides de calaveras que forman parte del folclor de diversas civilizaciones a lo largo de la historia ofrecen la prueba antropológica de tan tremendo simbolismo.
Decapitar es también un acto de furor fundamentalista, y quien lo consuma quiere hacer evidente a los demás su absoluto desprecio por el orden y las normas de cualquier tipo. El decapitador se asume mensajero del lado oscuro de la humanidad, se ve como el reimplantador del reino de la muerte y el salvajismo vasto que nombra la destrucción e impone un sentido negativo en el mundo. Al recordar el significado de cortar cabezas en la época de la Revolución francesa, Linda Nochlin afirma: "El topos de la ejecución del monarca, una imagen de castración de improcedente poder y sugerencia, es...