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La ciudad de Santiago experimentó un abrupto crecimiento a partir de la segunda mitad del siglo XX, esto conllevó al desarrollo de una política de vivienda que debía responder al incesante déficit habitacional. Bajo este contexto, se produjeron territorios periféricos con alta concentración de grupos socioeconómicos vulnerables, perpetuando un fenómeno de segregación en la ciudad.
De manera paralela, se desarrolló el proyecto de Metro, bajo un imaginario de una metrópolis conectada de manera eficiente, hoy la red de Metro cubre gran parte de la ciudad, disminuyendo los tiempos de traslado de los habitantes de la capital y conectándolos por el subsuelo de la ciudad. En este sentido, Metro se ha transformado en uno de los principales actores del entorno urbano, mostrando 2 roles, uno como detonante de transformaciones del territorio asociado a las plusvalías generadas, esto se evidencia en territorios que con la llegada de la infraestructura han experimentado un “Boom” inmobiliario, modificando la imagen urbana del sitio, esto en cuanto a densidades, alturas de edificación, valor del suelo, flujos, entre otros. Segundo, como un agente democratizador de la movilidad metropolitana, puesto que la red se ha extendido llegando a territorios que han sido históricamente segregados en la ciudad, con un altísimo estándar en la infraestructura que se mantiene a lo largo de la red. Sin embargo, no todos los lugares a los que llega Metro resultan igual de atractivos para el desarrollo, por lo que parte de estos no han logrado capturar la oportunidad y el potencial que genera la red de transporte subterráneo.
La investigación surge en el marco del anuncio del trazado definitivo de la Línea 9 – Eje Santa Rosa – la cual conectará territorios históricamente desfavorecidos del sur de la ciudad como La Legua, La Pintana y Bajos de Mena con el centro histórico, resultando en una alta rentabilidad social que hasta ahora ha sido el foco de la discusión. Sin embargo, no se han discutido las potenciales transformaciones y escenarios que estos sectores puedan experimentar a partir de la llegada de Metro.
Se selecciona Bajos de Mena como caso de estudio, entendiendo que se trata del símbolo de la profunda segregación e inequidad de Santiago. Bajo esta lógica, se desarrolla un proyecto de Regeneración Urbana en torno a una pieza clave a partir de una de las futuras estaciones junto con el reconocimiento de elementos importantes como el Parque Juan Pablo II, el inconcluso Centro cívico, Persa Juanita, ente otros. De esta manera, se plantea un posible escenario de las transformaciones urbanas que podría impulsar la llegada de Metro al territorio, junto con construir un imaginario a partir de la mirada de los habitantes respecto al proceso, dando paso a un proceso de regeneración urbana en Bajos de Mena.