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Diferencias y semejanzas entre el porfiriato y el salinismo.
El principio organizador del sistema político mexicano es hacer cola respetuosamente ante el supremo dador. No es democrático, pero es mejor que la guerra de todos contra todos. Para superarla, se han practicado en México dos sistemas: el feudo y la cola, alegando que el país no tiene todavía madurez para el tercero: la democracia. Que viene, sin duda alguna, aunque amenazada de riesgos regresivos: la reconstitución de feudos locales, el aspirantismo en armas.
Las muchas semejanzas entre el sistema actual y el de Porfirio Díaz ocultan una diferencia importante. En la dictadura, la organización del poder era espacial: se repartía por feudos regionales, cuyos caciques renunciaban a la guerra de todos contra todos, en el sometimiento al Hombre Indispensable, sin el cual el sistema retornaría al caos. En la monocracia de hoy, la organización del poder es temporal: se reparte por turnos, a los cuales se llega en una cola mansa y trepadora.
El aspirantismo en armas fue la desgracia del México independiente. Díaz lo reprimió y estabilizó, pactando con los hombres fuertes regionales que aceptaron su jefatura: no podían aspirar a más, pero tendrían respeto para su feudo. Eso bloqueaba el aspirantismo armado, pero también las aspiraciones democráticas de la sociedad, con un tapón inamovible, que Díaz nunca supo cómo ir quitando, aunque sea obvio que no podía ser eterno. Cuando Madero, jugando al aprendiz de brujo, no aceptó el fraude electoral y llamó a las...