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La llanura pampeana, sin relieve aparente, se vislumbra ante los ojos del viajero como un inmensurable campo abierto; su cielo es diáfano e infinito y su horizonte se dibuja lejano y perdido en medio del verdor de sus praderas.
Recorrer los campos argentinos es admirar el milagro cotidiano de la abundancia y la fertilidad. La llanura pampeana, prodigiosamente fecunda, ocupa la cuarta parte del territario de la República Argentina.
Su tierra negra es el ámbito ideal para el sembrado de cereales y sus pastos son el mejor alimento para el ganado, configurando un patrimonio natural que alguna vez convirtiera a la Argentina en el granero del mundo y que hoy constituye el motor de su asombroso crecimiento.
Haciendas campesinas
Al recorrer los infinitos caminos...