Content area
Full Text
LUIS RAFAEL RIVERA
Especial para El Nuevo Día
Alberto Medina Carrero nació en 1950, y aunque han pasado algunos años, y han aparecido las canas, sigue pareciendo aquel joven contestatario que enfrentó cara a cara a las monjas de la Academia Inmaculada Concepción al negarse a ser monaguillo y resistir la transculturación.
Hoy, tras muchas guerras ganadas, y alguna que otra perdida, este mayagüezano es la pluma oculta detrás de numerosos discursos y textos que se publican en el País. También es quien, en tantas ocasiones, viene en auxilio si es necesario meter el bisturí o recomponer un párrafo mal construido. Para eso se hizo editor.
Su afición por la escritura le viene de lejos. Cuando era niño acostumbraba caminar por la calle Peral en dirección de Hayman's, un puesto de revistas y libros de bolsillo en inglés, en busca del último cómic lanzado al mercado. O simplemente se allegaba a La Voz de la Patria y rescataba de aquel espacio lúgubre alguna historieta de aventuras de Sherlock Holmes.
Sin embargo, fue en la Librería Campos, en San Juan, donde la curiosidad llevó a Alberto a descubrir los "libros con antifaz". Aquel descubrimiento coincidió con su inicio en el cine. Acompañado siempre de la influyente figura de su padre, en la vieja sala del Teatro Balboa comenzó a fijarse en lo que decían las voces en las películas y a compararlo con los subtítulos que aparecían en la pantalla. Las diferencias a veces eran notables y, en algunos casos, hasta risibles.
Entonces comprendió por qué es necesario que algún buen guionista escriba lo que convierta a otro en la estrella del show. La fórmula le complació y decidió seguirla, modestamente al principio, como editor del anuario de su escuela superior. Más tarde se convencería, no sin buena parte de razón, de que el País vivía pendiente de lo que otros decían. Y él, simplemente, estaba dispuesto a ayudarlos a decir, aunque no diera la cara.
Pero también sabía que si pretendía levantar vuelo debía echar abajo algunas vallas. Por eso, en plena adolescencia, pugnó con Mayagüez para romper la burbuja provinciana y escalar cielos con...