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Hace unos años, si oía el nombre Ricky Martin, me encogía. Me encogía e imaginaba un viento gélido golpeándome en febrero. No importaba que la estrella del pop fuera a la vanguardia en el baile inaugural de George W. Bush 2001 (aunque a principio de este año se retractó de su lealtad a la actual administración mediante un email enviado a la Prensa Asociada). No, me encogía porque él era con mucho uno de esos muñecos estrellas del pop adornados con galletas y entretenimiento circense para los sabores simples de quienes votarían por alguien como Bush, elevando la barra para lo que venga como segundo acto. Pero si Ricky puede cambiar para bien, también yo puedo.
El jueves pasado en la Arena All State, aunque afuera llovía, nos atrincheramos dentro con Livin' La Vida Loca, estilo Ricky Martin. En "Nosotros" quiero incluir a todas las mamás suburbanas, hijas, sobrinas y nietas, mujeres y sus...