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VIOLADORES IMPUNES
El escritor colombiano Fernando Vallejo declara así sus intenciones en la portada del libro: «La católica, la apostòlica, la romana, la jesuítica, la dominica, la impune bimilenaria tiene cuentas penthentes conmigo desde mi infancia y aquí se las voy a cobrar». Luego, en 317 páginas hilarantes, desaforadas y verdaderas procede al cobro.
En una entrevista publicada en el diario El País del 24 de noviembre de 2007, Vallejo declara cuál es esta cuenta penthente: «La de la infancia, que tanto me amargó con la amenaza del infierno por mis infinitos pecados, como el de masturbarme pensando en los compañeritos de la escuela, o la de las comuniones sacrilegas, que son las que resultan de las confesiones a medias, como cuando uno dejaba de contarle al cura justamente eso.»
El libro se lee de un tirón, como seguramente fue escrito. No se divide en capítulos temáticos, porque no estudia nada, no enseña nada, no informa sobre nada. Es un desahogo emocional, la catarsis de un espíritu torturado por la imbecilidad de la moral católica, la que él sufrió en su propia carne, la que yo experimenté en la mía, la que en algunos aspectos esenciales sigue viva en los centros de enseñanza de este país, subvencionados por el Estado.
El género de la denuncia de las falsedades de las religiones monoteístas reveladas tuvo un espléndido inicio con el fabuloso Diccionario de Pierre Bayle, a finales del siglo xvii, aun hoy digno de lectura. En 1712 vio la luz en Holanda el contundente Traité des trois imposteurs, Moïse, Jésus, Mahomet. Voltaire aportó una pieza de finísima lectura, su Dictionnaire phibsophique. Siguieron las obras de l'abbé Meslier y luego, ya en el siglo XiX, los estudios racionalistas. Pero la fuente, si no única, sí principal de Vallejo es la sustanciosa Historia criminal del cristianismo de K. Deschner (Martínez Roca, Barcelona, 1990), en siete volúmenes. Vallejo reseña, borda y afiligrana la catarata de ominosas informaciones contenidas en los volúmenes del alemán, cocidas en el furor y el odio de su propia experiencia como víctima.
El trauma vallejano fue provocado por la doctrina católica según la cual todo acto de masturbación, masculino o femenino, infantil o adulto, es un pecado mortal que implica la condenación eterna a...