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LOS PROCESOS DE HIBRIDACIÓN cultural, étnica o religiosa representan para Iberoamérica una trayectoria de larga duración, si se nos permite utilizar la clásica expresión de Fernando Braudel, que tanta fortuna ha alcanzado en todo el mundo, y sobre todo tanta utilidad ha permitido obtener para la historiografía contemporánea.
En nuestro ámbito educativo resulta particularmente visible esa heterogeneidad de procedencias del pasado lejano, o del próximo, que nos ayudan a comprender mucho mejor los procesos de modernización educativa que se producen en los diferentes países que conforman la comunidad iberoamericana. La tradición colonial recibida de las potencias europeas en su momento, y más recientemente por medio de la presencia tan incisiva de la cultura anglosajona, versión estadounidense, forman una parte sustancial de las claves explicativas de esos procesos de modernización educativa que vive todo el continente, en particular en el siglo xx y en el actual.
Desde las antiguas metrópolis en los siglos de dominación colonial se trasladan pautas e instituciones educativas portadoras de esa ambivalencia de imposición y libertad que representa siempre la escuela, la universidad, modelos en su día foráneos y alternativos a la cultura y maneras de educar propias de los pueblos originarios. Pero muchas de aquellas prácticas educativas también representan modos de avance e innovación cultural, compatibles y coexistentes con los de imposición y dominio, todavía bien visibles en las pautas organizativas de los países que se han teñido culturalmente de Portugal y de España, cada uno de ellos en sus modalidades y rangos.
El factor religioso, trasladado al ámbito de lo educativo, representa una de las constantes de la educación iberoamericana antes y después del nacimiento de sus sistemas...