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Abstract
La cuenca atlántica está resurgiendo como un subsistema importante dentro de la economía política global: corrientes interrelacionadas de personas y energía, dinero y armas, bienes y servicios, tecnología y terrorismo, drogas y delincuencia; mayor acceso recíproco a los mercados, recursos y talento. Pero las crecientes interdependencias generan nuevas vulnerabilidades y retos: cooperación en recursos y conexiones energéticas; promoción del comercio y la inversión; migración e integración; construcción de sociedades resistentes; mejora de la buena gobernanza; inversión en desarrollo humano; y lucha contra las organizaciones criminales transnacionales y sus crecientes vínculos con terroristas e insurgentes. Aunque los mecanismos de gobierno y cooperación diplomática panatlánticos todavía están en sus inicios, una serie de hechos sugieren que es posible una cooperación hemisférica amplia y entrelazada. De hecho, la cuenca atlántica puede emerger como un laboratorio mundial para una gobernanza interregional e interconectada entre países desarrollados y países emergentes.