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Abstract
La distribución asimétrica del poder en la región marítima asiática favorece cada vez más a China, lo que
aumenta la aprensión de sus vecinos que, ante su evidente vulnerabilidad, temen a las intenciones de Beijing. En este contexto, el equilibrio de poder permite mantener el status quo y limitar el comportamiento de China contra otros países costeros. Dada la disparidad del poder militar y económico entre el sudeste asiático y China, este equilibrio solo se puede lograr mediante la intervención de un poder extrarregional: los Estados Unidos. La renovada participación estadounidense como garante de la seguridad regional ha creado nuevos lazos de dependencia estratégica para el sudeste asiático, que a su vez tienen economías que dependen principalmente de China. El conflicto por el mar de la China Meridional plantea dos dilemas para la región: la creciente influencia económica de China y la política reactiva y desafiante de Washington sobre el Indo-Pacífico, lo que posibilitaría aún más un estancamiento en el conflicto marítimo.