Los delitos sexuales
La delincuencia sexual suscita una aversión y rechazo social generales, particularmente cuando se trata del abuso sexuae niñas o niños ien de delitos violentos comas agresiones y violaciones de mujeres. De ahí la gran alarma pública que estos delitos provocan y la relevancia mediática y social que suelen tener.
En paralelo a su relevancia social y criminal, la delincuencia sexual constituye a la vez une los mayores retos científicos y aplicados a que se enfrenta la psicología criminal. Debido a ello el estudie los delitos sexuales es en la actualidad une los ámbitos académicos en los que se desarrollan más investigaciones y publicaciones científicas ( Barbaree y Langton, 2006; Beech, Mandeville-Norden y Goodwill, 2012; Echeburúa y Redondo, 2010; Fergusson, McLeod y Horwood, 2013; Ryan, 2016; Sigurdsson, Gudjonsson, Asgeirsdottir y Sigfusdottir, 2010; Wong y Gravel, en prensa ).
Los datos internacionales sobre victimización sexual son muy heterogéneos, dependiende las regiones y de los países evaluados. Por ejemplo, el informe internacionae victimización correspondiente a la evaluación realizada en 1996 sobre 29 Estados (incluyendo muchos países en vías de desarrollo, como India, Uganda, etc.) reflejaba tasas anuales de victimización sexuae entre el 1% y el 10%, con una prevalencia promedie alrededor del 3% ( Zvecic y Alvazzi del Frate, 1998 ), mientras que la valoración de 2003-2004 sobre 38 países (pero en este caso muchos de ellos desarrollados) mostraba ratios de victimización sustancialmente más bajas, de entre 0.1% y 1.4%, con una media de 0.6% ( Dijk, van Kesteren y Smit, 2007 ). De forma análoga, en estudios de autoinforme retrospectivos, la prevalencia de mujeres que reconocen haber experimentado algún episodie abus de agresión sexuaurante su infancia oscila en el amplio rangel 8% al 71%, con un promediel 28% ( Brown, 2015 ). Esta heterogeneidad victimológica también guarda relación con el sexe las víctimas. Según un análisis reciente sobre muestras de adolescentes hasta la edae 17 años, la prevalencia de victimización sexual informada por las mujeres era del 26.6% y la reconocida por los hombres del 5.1% ( Finkelhor, Shattuck, Turner y Hamby, 2014 ).
Si se comparan entre sí países y regiones del mundo, las cifras de victimización sexual suelen ser algo más elevadas en los países asiáticos, africanos y americanos y más bajas en los europeos ( Pérez-Ramírez, 2015; Redondo y Martínez-Catena, 2015 ). Por ejemplo, en Estados Unidos un 17.6% de las mujeres manifestaban haber sufrido algún tipe abus de agresión sexual en algún momente su vida ( Tjaden et al., 2000 ), porcentaje que en los países europeos si situaría en torno al 11% de las mujeres ( European Agency for Fundamental Rights, 2014 ). En el contexto europeo, España ocuparía una de las posiciones más bajas por lo que se refiere a delitos sexuales. En muestras evaluadas durante tres décadas, entre 1978 y 2008, se han obtenido tasas anuales de victimización sexual que oscilan en el rango 0-3.5% ( García-España, Díez-Ripollés, Pérez, Benítez y Cerezo, 2010; Redondo y Garrido, 2013 ), sustancialmente más bajas que el promedio internacional y europeo.
Todo anterior hace referencia a los abusos o agresiones sexuales que las víctimas manifiestan haber sufrido. Nbstante, haber experimentado un abus agresión sexual no necesariamente comporta que la víctima acabe formalizando una denuncia por eelito sufrido, sino que solo una parte de las agresiones llega a denunciarse. Algunos estudios norteamericanos han estimado que solo une cada cincelitos sexuales cometidos llegaría a denunciarse ( Mayhew, Elliot y Dowds, 1989 ) e incluso que tan solo se denunciaría une cada quince ( Percy y Mayhew, 1997 ). En España, de acuerdo con datos recogidos por ebservatorie la Delincuencia (ODA) de la Universidae Málaga, el promedie denuncia de los delitos sexuales se situaría alrededor del 30% ( Díez-Ripollés, García- España, Pérez, Benítez y Cerezo, 2009 ). En concreto, en 2013 se denunciaron globalmente 8.923 delitos contra la libertad sexual, lo que corresponde a menos del 1% del conjunte las denuncias recibidas por la policía ( Ministeriel Interior, 2013 ). Por categorías de delitos sexuales denunciados, casi la mitad corresponden a agresiones sexuales (incluidas las violaciones), una cuarta parte a abusos y la restante cuarta parte a exhibicionismo, acoso, provocación sexual, etc.
Según lo razonado hasta aquí, existe una gran distancia entre la gran magnitue los episodios de abusos y agresiones sexuales que realmente suceden y aquellos que llegan a conocerse y denunciarse formalmente. De ahí la importancia de analizar y comprender mejor el fenómene la agresión sexual y de prevenirle la manera más amplia y eficaz posible, tantesde el plane la justicia criminal para los delitos conocidos como, en términos educativos y comunitarios más amplios, en relación con aquellos abusos o agresiones que probablemente nleguen a denunciarse.
Etiología de la agresión sexual
Durante las décadas pasadas se ha intentado comprender la etiología de la agresión sexual. ¿Por qué algunas personas, y particularmente algunos varones, encuentran satisfactorio y tolerable el heche abusar de otras personas o agredirlas sexualmente? ¿Por qué no consiguen controlar e inhibir tales conductas de abus agresión, comogran hacerla inmensa mayoría de las personas? A este respecto, se ha documentado inicialmente que determinadas vivencias sexuales traumáticas en la infancia a adolescencia pueden contribuir a una futura involucración de los individuos en conductas de abus agresión sexual ( Marshall, Laws y Barbaree, 2013; Marshall, Marshall, Serran y Fernandez, 2006; Redondo y Martínez García, 2012 ).
Generalmente el inicio y desarrollo sexual a partir de la adolescencia suele culminar, en la mayoría de los casos, en una socialización sexual adecuada, lo que incluye también la adquisición de los necesarios controles e inhibiciones a este respecto, tanto racionales como emocionales. Sin embargo, aquellos varones que en la pubertad y la adolescencia han sufrido experiencias traumáticas de abandono familiar, rechazo afectiv victimización sexual podrían mostrar déficits severos en autoestima, capacidae comunicación y habilidades de relación interpersonal ( Barbaree y Langton, 2006; Barbaree y Marshall, 2006 ). En este sentido, también se ha pueste relieve que aquellos estilos parentales negligentes que comportan graves déficits en el cuidade los hijos, incongruencia educativa y rechaz desvinculación emocional, pueden incrementar la vulnerabilidae los adolescentes para adquirir repertorios sexuales desviados y antisociales ( Maniglio, 2012 ). Más concretamente, a partir de estas graves carencias afectivas y comunicativas, se hace más probable que los jóvenes experimenten una hipersexualización de su emocionalidad y conducta (inicialmente a través de fantasías sexuales desviadas y masturbación), como un mecanismo generae compensación y de afrontamiente sus problemas de relación con otras personas y de su aislamiento social ( Mancini, Reckdenwald y Beauregard, 2012; Marshall y Marshall, 2014b ). Varios estudios han evidenciado que los problemas de comunicación y el aislamiento social son en efecto características distintivas de muchos abusadores sexuales en mayor grado que de otros delincuentes ( Ford y Linney, 1995; Hendriks y Bijleveld, 2004; Hulme y Middleton, 2013; Katz, 1990; Porter, Newman, Tansey y Quayle, 2015; Van Wijk, 1999 ).
Estos déficits afectivos y de comunicación podrían a su vez hacer a estos jóvenes más lábiles para adquirir repertorios conductuales de abus agresión sexual ( Agnew, 2014; Becker y Johnson, 2001; Hamby, Finkelhor y Turner, 2012; Hollin y Palmer, 2009; Lawson, Marshall y McGrath, 1979; Rathus, 1973; Ward, Polaschek y Beech, 2006; Zurbriggen, Gobin y Freyd, 2010 ). Es decir, algunos adolescentes psicológicamente más frágiles pueden experimentar, durante las etapas tempranas de su socialización sexual, vivencias anómalas que pueden incluir interacciones sexuales forzadas o con niños –ya sea directamente, participando en ellas, ien observándolas en otros o visualizando pornografía al respecto– ( Fergusson et al., 2013; Gunby y Woodhams, 2010; Mancini et al., 2012; Seto, 2008 ). Efectivamente, se constata que muchos delincuentes sexuales (no todos) habrían tenido experiencias sexuales más amplias, variadas, atípicas y traumáticas que la generalidae los menores de su misma edad (y también que otros delincuentes no sexuales), incluyendo a menuda utilización de pornografía con imágenes violentas o con implicación de menores ( Barbaree y Langton, 2006; Becker y Hunter, 1997; Cale, Smallbone, Rayment-McHugh y Dowling, 2015; Hendriks y Bijleveld, 2004; Marshall et al., 2013; Seto y Eke, 2015 ). Tales vivencias podrían tanto alentar un interés sexuaesviado hacia los menores o hacia el sexo violento, comificultar la adquisición de las inhibiciones necesarias para evitar conductas sexuales ilícitas.
En paralelo a los factores asociados al inicio temprane la agresión sexual a que se ha aludido, los delincuentes sexuales adultos a menudo muestran numerosas “distorsiones cognitivas”, o creencias y actitudes erróneas, tanto acerca de sus posibles víctimas como justificadoras del use la fuerza y la violencia en las interacciones sociales. Suele interpretarse que dichas distorsiones cognitivas sesgan la percepción que los agresores sexuales tienen de la conducta e intenciones de sus víctimas, así come sus necesidades y emociones ( Abel et al., 1989; Craig, Browne, Beech y Stringer, 2006; Day, Casey, Ward, Howells y Vess, 2010; Fitzpatrick y Weltzin, 2014; Hempel, Buck, van Vugt y van Marle, 2015; Merdian, Curtis, Thakker, Wilson y Boer, 2014; Semiatin, Murphy y Elliott, 2013; Whitaker et al., 2008 ).
Sin embargo, en el ámbite la delincuencia sexual, el constructo “distorsión cognitiva” no suele emplearse de un modo muy preciso, sino que con él puede hacerse referencia a conceptos muy diversos como actitudes favorecedoras deelito, procesamiento cognitivel sujeturante su comisión o justificaciones deelito ex post facto ( Marshall, Marshall y Kingston, 2011; Maruna y Mann, 2006; Ward, 2000 ). Para el case los abusadores de niños, una de las primeras definiciones de distorsiones cognitivas fue concebirlas como un sistema de creencias favorecedor de la relación sexual con menores, con el consiguiente conflicto entre la preferencia sexuael individuo y las normas sociales ( Abel, Becker y Cunningham-Rathner, 1984 ). Posteriormente, se fueron incorporando también al concepte distorsión cognitiva las asunciones aprendidas, actitudes y creencias mediante las que el individuo justifica, minimiza y racionaliza sus agresiones sexuales ( Blumenthal, Gudjonsson y Burns, 1999; Calder, 1999; Murphy, 1990 ).
Según ello, dada la amplitue procesos psicológicos a los que puede aludirse mediante la expresión distorsiones cognitivas, resulta difícil su adscripción a una de las estructuras clásicas del modelo psicológice Beck ( Beck, 1976, 2000), que incluye los constructos creencias centrales, creencias intermedias y pensamientos automáticos . En general, de acuerdo con la experiencia clínica en este campo, muchas distorsiones cognitivas de los agresores sexuales serían esencialmente pensamientos automáticos sobre las víctimas que preceden aelito (por ejemplo, “tal como va vestida, quiere…”, “si este niño se sienta en mis rodillas, es que…”). Sin embargo, algunas distorsiones cognitivas podrían tener un cariz más profundo y corresponder a esquemas centrales del pensamiente los agresores (por ejemplo, devaluaciones globales de la figura femenina, creencias radicales sobre la justificación del use la fuerza e la violencia para imponer los propios deseos, percepción de los niños como posibles parejas sexuales, etc.).
Esta amplitud y heterogeneidael constructistorsiones cognitivas también suscita la duda de si se trata de factores antecedentes implicados en el propirigen de la conducta crimina más bien de meras justificaciones post hoc deelito ( Ward, Hudson, Johnston y Marshall, 1997 ), duda científica para la que no existe una respuesta clara en la investigación ( Maruna y Mann, 2006 ). Por ello, las distorsiones cognitivas suelen ser evaluadas y tratadas no exclusivamente como factores etiológicos o como justificaciones posteriores deelito, sino como correlatos globales asociados a la agresión sexual; es decir, como elementos de riesgo personales que de uno u otro modo se vinculan aelito, ya sea como precipitadores de su inicio, ya como mantenedores de su continuidad. De ahí la relevancia de incluir las distorsiones cognitivas, pese a las dudas acerca de su naturaleza y función exacta, en los programas de tratamiente agresores sexuales, un hecho muy generalizado ( Hudson, Wales, Bakker y Ward, 2002 ). Aunque la relación entre cambie distorsiones cognitivas y eficacia terapéutica es también un tema problemático y complejo, alguna revisión metaanalítica reciente ha documentado una asociación significativa, de magnitud moderada, entre mejora de actitudes (une los posibles procesos inmersos en las distorsiones cognitivas) y reducción de la reincidencia sexual ( Helmus, Hanson, Babchishin y Mann, 2013 ).
La empatía se ha definido coma capacidae alguien para comprender y compartir el estado emocionae otra persona y sus circunstancias particulares ( Cohen y Strayer, 1996; Geng, Xia y Qin, 2012 ). Con carácter general, se ha interpretado que los delincuentes sexuales presentan déficits empáticos favorecedores de sus delitos ( Marshall, Marshall, Serran y O’Brien, 2009 ); es decir, dificultades para ponerse en eugar de otras personas (especialmente de las víctimas) e imaginar qué desean, o más bien nesean, y qué consecuencias negativas podrían derivarse para las víctimas como resultade la conducta de agresión sexual ( Beavin, 2015; Brown, Walker, Gannon y Keown, 2013; Hempel et al., 2015; Jolliffe y Farrington, 2004 ). Nbstante, algún estudie revisión reciente no ha obtenido una evidencia clara sobre la relación entre falta de empatía y delincuencia sexual ( Mann y Barnett, 2013).
Tradicionalmente, los déficits en empatía de los agresores sexuales no se han considerado generales sino específicos, en relación con sus propias víctimas ( Fernandez y Marshall, 2003; Fernandez, Marshall, Lightbody y O'Sullivan, 1999 ), e integrados por dos factores relacionados: déficit en empatía cognitiva y déficit en empatía emocional ( Jolliffe y Farrington, 2004 ), aunque un análisis reciente a este respecto ha sugerida existencia ne dos, sine hasta cinco componentes del constructo empatía ( Barnett y Mann, 2013 ). En relación con las carencias en empatía mostradas por los agresores sexuales, diversos estudios han hallado relación directa entre las vivencias traumáticas tempranas que pueden haber sufridos agresores y sus déficits empáticos específicos. Así, individuos que habían padecido en su infancia victimización sexual y exposición a pornografía infantil mostraban escasa empatía con niños víctimas de abuso sexual, a la vez que también confesaban haber cometido más delitos de abuso sexuae menores. De modo paralelo, sujetos que habían sido víctimas infantiles de agresión física y sexual manifestaban una menor empatía con mujeres víctimas de agresión sexual y relataban haber cometido más agresiones sexuales contra mujeres.
Por último, en comparación con otros delincuentes violentos, que suelen presentar más problemáticas externalizantes (es decir, conductas de violencia física o verbal, comportamientos desafiantes, hiperactividad, problemas antisociales, etc.), los agresores sexuales muestran en mayor grado problemas internalizantes (incluyendo ansiedad social, sentimientos de soledad, tristeza, fantasías sexuales desviadas, etc.) ( Becker y Hunter, 1997; Van Wijk et al., 2006 ). Por ello, muchos agresores sexuales, y sobre todo abusadores de menores, presentan una menor “tendencia antisocial” y menores problemas de conducta que los delincuentes violentos no sexuales ( Driemeyer, Spehr, Yoon, Richter-Appelt y Briken, 2013; Loeber y Farrington, 1998; McCuish, Lussier y Corrado, 2015 ).
Prevención de la agresión sexual
Atendida la diversidae factores individuales y sociales que pueden contribuir al inicie comportamientos de abuso y agresión sexual, también deberían emplearse distintas medidas de prevención de estos delitos, que cubran los ámbitos de la prevención primaria y secundaria. La prevención primaria haría referencia aquí a todas aquellas intervenciones educativas generales en la familia y la escuela relativas a la educación sexual y sociae los jóvenes, mientras que la prevención secundaria tendría un cariz más específico, con el propósite evitar que las primeras infracciones sexuales juveniles se repitan y consoliden.
Como ya se ha comentado, durante la pubertad y la adolescencia los jóvenes se inician en la sexualidad y deberían aprender con rapidez qué comportamientos sexuales resultan acep socialmente y cuáles son inacep e ilícitos. Para elleben recibir, a partir de la educación familiar y escolar, información, pautas de conducta y valores apropiados para sus posibles interacciones sexuales con otras personas ( Medjuck, Cirlugea y Bennett, 2014 ). Como resultade esta información y educación generales, lo esperable es que la inmensa mayoría de los adolescentes adquieran con normalidad repertorios sexuales adecuados, lo que incluye la inhibición y evitación de todo contacto sexual con menores y de conductas sexuales de fuerza y violencia.
A pesar de ello, en función de los riesgos anteriormente referidos, puede haber adolescentes que lleven a cabo ciertos comportamientos de abus fuerza sexual, en cuyo caso se requerirían actuaciones de prevención secundaria que eviten su repetición o persistencia delictiva ( Farrington, 1992; Loeber, Farrington y Waschbusch, 1998 ), para lo que resulta imprescindible una detección precoz de los casos juveniles más graves y de mayor riesgo, a la vez que una intervención educativa o terapéutica especializada ( Blais y Bonta, 2015; Cubellis y Ackerman, 2015; Fanniff, Becker y Gambow, 2014; Knight y Sims-Knight, 2014 ).
Por último, en el plano preventivo, frente a aquellos casos de jóvenes que han cometido abusos o agresiones sexuales severos (abusos infantiles reiterados, ien agresiones sexuales y violaciones) va a requerirse, en primera instancia, la intervención de la justicia y, en segunda, la aplicación de los oportunos tratamientos especializados (en el marce la denominada prevención terciaria) ( Dopp, Borduin y Brown, 2015; Fanniff et al., 2014 ). Estas intervenciones técnicas pueden tener lugar en el contexte la justicia juvenil, como es el caso por ejemplo en la Comunidae Madrid a través del Programa de Desarrollo Integral para Agresores Sexuales - DIAS, iniciado en 2005. Se trata de un programa de intervención psicológica de aplicación combinada grupal-individual con los siguientes objetivos terapéuticos: reconocimiento y asunción por parte de los jóvenes de la autoría y responsabilidad por eelito cometido, ayuda terapéutica para que identifiquen aquellas situaciones y decisiones de riesgo susceptibles de llevarles a cometer delitos sexuales, mejora de su empatía con las víctimas, reestructuración de distorsiones cognitivas y justificaciones asociadas a sus delitos sexuales, educación sexual, mejora de la autoestima, de la competencia social y familiar y de la propia capacidae resolución de problemas, desarrolle la competencia social y familiar y favorecimiente cambios en los estilos de vida cotidianos, particularmente orientados a prevenir posibles recaídas en la conducta infractora.
También por encarge la misma Comunidae Madrid, Redondo et al. (2012) diseñaron un programa educativo y terapéutico más amplio para menores infractores sexuales, integrado por los siguientes siete módulos de intervención: 1) “Afianzando tu autoestima puedes mejorarte a ti mismo”, 2) “Conocer mejor la sexualidad”, 3) “Aumenta tus habilidades para las relaciones afectivas y sexuales”, 4) “Aprende a nistorsionar y justificar el abuso”, 5) “Autocontrol emocional para evitar conflictos”, 6) “Sentir solidaridad y empatía con las víctimas” y 7) “Prepárate para prevenir que los abusos puedan repetirse”. El programa se desarrolla a large 35 sesiones terapéuticas y su intensidad global es de unas 50 horas, a las que deben añadirse otras 15 horas necesarias para la evaluación. La intervención consta de un manuael terapeuta (actividades, objetivos, materiales, estructura, dinámica y recomendaciones de aplicación), un anexe actividades (libre ejercicios para los jóvenes participantes) y un cuaderno personae terapia (que incluye auto-registros de observación, hojas de respuesta, anotación de tareas, resúmenes de las sesiones, etc.). Puede accederse libremente a este programa a partir del siguiente enlace de la Agencia de la Comunidae Madrid para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor: h t t p & # 5 8 ; & # 4 7 ; & # 4 7 ; w w w & # 4 6 ; m a d r i d & # 4 6 ; o r g & # 4 7 ; c s & # 4 7 ; S a t e i t e & # 6 3 ; c & # 6 1 ; C M & # 9 5 ; P u i c a c i o n e s & # 9 5 ; F A & # 3 8 ; c i d & # 6 1 ; 1 1 4 2 7 0 2 3 1 9 3 6 2 & # 3 8 ; i d C o n s e j e r i a & # 6 1 ; 1 1 0 9 2 6 6 1 8 7 2 2 4 & # 3 8 ; i i s t C o n s j & # 6 1 ; 1 1 0 9 2 6 5 4 4 4 7 1 0 & # 3 8 ; i r g a n i s m o & # 6 1 ; 1 1 0 9 1 6 7 9 5 9 6 5 9 & # 3 8 ; i d P a g i n a & # 6 1 ; 1 3 4 3 0 6 8 1 8 4 4 2 1 & # 1 0 2 1 6 ; u a g e & # 6 1 ; e s & # 3 8 ; p a g e n a m e & # 6 1 ; C o m u n i d adMadrid%2FEstructura&site=ComunidadMadrid&sm=1343068184432
Aunque no existe todavía una evaluación sistemática de estos dos programas juveniles (evaluación que se está desarrollando en la actualidad), las apreciaciones clínicas existentes hasta ahora resultan esperanzadoras. Es probable que estas intervenciones educativo-terapéuticas estén produciendo resultados favorables por lo que se refiere a una mejor socialización sexuae los adolescentes participantes en ellas y a una prevención de futuras infracciones sexuales.
Tratamiento especializade agresores sexuales
Si pese a los esfuerzos preventivos previamente realizados, ya sea de parte de las instituciones educativas ordinarias o en el contexte la justicia juvenil, un sujeto comienza a cometer delitos sexuales o persiste en ellos, es probable que cuando sea mayor de edad acabe siendetenido, condenado e ingresado en un centro penitenciario. A partir de estudios internacionales, se ha estimado que en torno al 20% de las violaciones y entre el 30% y el 50% de los abusos sexuales de menores son cometidos por varones adolescentes ( Barbaree y Marshall, 2006; Brown, 2015 ). A pesar de la mayor repetición delictiva que suele producirse al inicie las carreras criminales, la reincidencia oficial promedie los delincuentes sexuales es de magnitud moderada, estimándose en torno a un 20% para períodos de seguimiento superiores a 10 años ( Brown, 2015; Lösel, 2001, 2002; Redondo y Garrido, 2013 ). Aun así, las tasas de reincidencia sexual conocidas pueden oscilar en un rango muy amplio que va del 0% al 40% ( Worling y Langström, 2006).
En 2015 había en las prisiones españolas algo más de 3.500 internos condenados por delitos sexuales, lo que equivale a un 5.7% de la población penitenciaria total ( Ministeriel Interior, 2013 ). Los agresores sexuales, debido a la gravedad, rechazo social y riesgo que comportan sus delitos, constituyen un grupelictive interés prioritario para la aplicación de tratamientos en prisión ( Day et al., 2010; Echeburúa y Redondo, 2010; Redondo, 2008 ).
Los tratamientos actualmente aplicados con los agresores sexuales se orientan a promover en ellos cambios significativos en valores, actitudes y comportamientos, y se espera que como resultadel tratamiento se modifiquen y resuelvan aquellos déficits individuales y sociales que han incidido negativamente en sus relaciones personales y se han asociado a menudo a sus delitos ( Abbey, Jacques-Tiura y LeBreton, 2011; Abbey, Wegner, Pierce y Jacques-Tiura, 2012; Andrews, Bonta y Wormith, 2011; Barbaree y Marshall, 2006; Beech et al., 2012; Echeburúa y Amor, 2010; Echeburúa y Redondo, 2010; Martínez-Catena, Redondo, Frerich y Beech, en prensa; Rich, 2009 ).
Los tratamientos eficaces más empleados con los agresores sexuales (y también con otros delincuentes) han sidos de orientación cognitivo-conductual ( Brandes y Cheung, 2009; Erickson, 2009; Garrido, Morales y Sanchez-Meca, 2006; Lipsey y Landerberger, 2006; Prentky y Schwartz, 2006; Tong y Farrington, 2006 ). El reconocido autor canadiense William Marshall y su equipesarrollaron un formate tratamiento cognitivo-conductual en el que se han sustentado muchos de los programas posteriores con delincuentes sexuales aplicados en diversos países ( Brown, 2015; Budrionis y Jongsma, 2003; Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000; Marshall y Fernandez, 1997; Marshall y Marshall, 2014a; Ward, Hudson y Keeman, 2001; Ward, 2010 ).
Por ejemplo, en el Reino Unidos Servicios de Prisiones han generadiversos formatos de tratamiento ( Brown, 2015; Hollin y Palmer, 2006 ), comos siguientes: el programa de tratamiente delincuentes sexuales [Sex Offender Treatment Programme, SOTP], cuyo elemento terapéutico central es la confrontación de las justificaciones y excusas que son más frecuentes en los agresores sexuales, el SOTP Adapted Programme, que es una versión para sujetos con disminución intelectual, la modalidad para delincuentes de bajo riesgo , la versión de continuación del tratamiento [Better lives Booster SOTP Programme] para sujetos de alto riesgo y diferentes formatos de tratamiente delincuentes sexuales en la comunidad.
El programa de tratamiento actualmente aplicado con los delincuentes sexuales en las prisiones españolas se denomina Programa de Controe la Agresión Sexual ( Ministeriel Interior, 2006 ). Este programa fue diseñado en origen por Garrido y Beneyto (1996, 1997) tomando en consideración los programas aplicados internacionalmente y las necesidades de intervención específicas que presentan los agresores sexuales encarcelados ( Barbaree y Langton, 2006; Barbaree y Marshall, 2006; Brown, 2015; Garrido et al., 1995; Garrido, Gil, Forcadell, Martinez y Vinuesa, 1998; Marshall, Marshall, Serran y O’Brien, 2011 ). El tratamiento, que se dirige tanto a violadores como a abusadores de menores, tiene combjetivos generales los siguientes ( Garrido y Beneyto, 1996 ): 1) mejorar sus posibilidades de reinserción y de no reincidencia, 2) favorecer un análisis más realista de sus actividades delictivas que reduzca sus distorsiones y justificaciones delictivas y 3) mejorar sus capacidades de comunicación y relación interpersonal.
El programa puede aplicarse en teoría con varios grados de intensidad, de manera completa ien reducida, en función del mayor o menor riesgo criminal presente en los agresores sexuales que van a ser tratados. La práctica más común hasta ahora ha sido aplicar el tratamiente modo completo a todos los participantes, que en general son sujetos con delitos sexuales graves y condenas prolongadas. Nbstante, en los centros penitenciarios de Cataluña recientemente se ha comenzado a probar intervenciones de dos magnitudes distintas, una básica y otra intensiva. La asignación de los participantes a una u otra gradación del tratamiento se basa en la gravedaeelito cometido y de la condena impuesta, así como en la valoración del riesge futura reincidencia del sujeto a partir del protocolo RisCanvi, utilizado con carácter general en la prisiones catalanas ( Andrés-Pueyo, 2016).
En su aplicación completa el tratamiento suele comportar la realización de entre una y dos sesiones semanales a large un periodo prolongade entre uno y dos años. La intervención se administra principalmente en formato grupal, aunando a agresores sexuales de mujeres adultas y a agresores de menores. El tratamiento completo se compone de los siguientes módulos o ingredientes terapéuticos ( Ministeriel Interior, 2006): 1) entrenamiento en relajación , con ebjetive ayudar a los participantes a controlar sus estados de tensión, 2) análisis de la historia personal , o revisión crítica de la propia vida, 3) distorsiones cognitivas , módulo que se orienta a confrontar al individuo con sus interpretaciones erróneas sobre otras personas y sobre su propio comportamiento, 4) conciencia emocional , en donde se intenta desarrollar la sensibilidad emocionae los sujetos, 5) comportamientos violentos , en los que se repasan críticamente las previas conductas de agresión y eañcasionado a sus víctimas, 6) mecanismos de defensa , o análisis crítice las propias excusas y justificaciones deelito cometido, 7) empatía con la víctima , para favorecer las capacidades solidarias del individuo con respecto al sufrimiente otras personas y específicamente de sus víctimas, 8) prevención de la recaída , que prepara al sujeto para anticiparse y precaverse, mediante las respuestas de afrontamiento apropiadas, frente a las situaciones y estímulos de riesgo, 9) estile vida positivo , o intente enseñar a los participantes a mejorar sus hábitos diarios (horarios, autocuidado, salud, etc.), 10) educación sexual y 11) modificación del impulso sexual , técnica que en general se ha utilizade manera más discrecional, dependiendel propio criteriel terapeuta ( Ministeriel Interior, 2006 , p. 377), en función del grade desviación sexual mostrado por el sujeto.
La primera aplicación en España de este programa de tratamiento con agresores sexuales se realizó en 1996 en dos centros penitenciarios de Barcelona, en los que se trató sucesivamente a varias decenas de sujetos. Posteriormente, a partir del año 2000, este mismo tratamiento se transfirió y se aplicó en otros centros penitenciarios españoles. Actualmente el Programa de Controe la Agresión Sexual (PCAS) se realiza en más de cuarenta centros penitenciarios de toda España.
Son prerrequisitos para participar en este programa de tratamiento que los agresores sexuales deseen implicarse activamente en las sesiones terapéuticas y que paulatinamente se distancien de sus conductas delictivas pasadas, queriendo cambiar y mejorar su comportamiento futuro ( Polaschek, Anstiss y Wilson, 2010; Serin y Lloyd, 2009 ). Para facilitar su cambio y mejora terapéutica, también es necesario que los participantes identifiquen la existencia de diversos factores de riesgo (creencias, fantasías, abuse alcohol, explosiones de ira, etc.) que hacen más probables sus agresiones y que, en consecuencia, adquieran un mayor control sobre dichos factores de riesgo. Asimismo son precondiciones personales importantes para el tratamiento que el individuo sea capaz de establecer relaciones de afecto, disponga de ciertas habilidades verbales y de comunicación interpersonal, y de capacidad suficiente para aprender de la experiencia y para controlar su propia conducta. Finalmente, cuando el individuo va a ser excarcelado también es importante, para el éxitel tratamiento y la reducción del riesgelictivo futuro, que el sujeto cuente con vínculos afectivos prosociales en los ámbitos familiar, laboral y social ( Nichols, 2009).
A pesar de lo recomendable que resulta que los agresores sexuales participantes en un tratamiento muestren deseo auténtice cambiar su conducta previa, lo más común será que al iniciel tratamiento en prisión no tengan una motivación terapéutica y de cambio completamente genuina y sincera ( Polaschek et al., 2010; Redondo y Martínez-Catena, 2011; Serin y Lloyd, 2009 ). Pese a todo, aquí se considera necesario trabajar también terapéuticamente con estos sujetos todavía no plenamente motivados. Así, la motivación para el tratamiento y la disposición para el cambieberían ser concebidos más como un objetivo iniciael tratamiento que como una precondición para su aplicación ( Redondo, 2008 ). Entre los factores más relevantes que son susceptibles de condicionar la motivación de los agresores sexuales para cambiar de comportamiento se encuentran los siguientes: su edad y maduración personal, las transiciones vitales o momentos de cambio personal en que se encuentran (como por ejemplo estar próximos a su liberación condicional, haber iniciado una nueva relación de pareja, tener expectativas de empleo, etc.), la narrativa subjetiva, o interpretación que el sujeto hace de su propia vida, el grade preocupación que muestra por otras personas allegadas (pareja, hijos, amigos…) y la posible mayor consideración de su propio futuro.
Evaluación de la eficacia del tratamiento: reincidencia y cambio terapéutico Medida de la reincidencia delictiva
Según se ha pueste relieve, para eesarrolle los tratamientos de los agresores sexuales, que generalmente se realizan en las prisiones, se destinan importantes recursos terapéuticos especializados con ebjetivo principae reducir el riesgelictivo future estos delincuentes. De ahí que sea imprescindible conocer si los tratamientos aplicados resultan eficaces para reducir dicho riesgo. El modo más habituae evaluar la efectividae los tratamientos con delincuentes ha sida ponderación de las tasas de reincidencia delictiva –o posible recaída en eelito– de grupos de agresores tratados en comparación con grupos análogos de agresores sexuales no tratados.
Durante más de cuatrécadas se han efectuado múltiples estudios evaluativos de grupos de delincuentes sexuales tratados en distintos países y contextos. Posteriormente, los resultados de muchos de estos estudios se han integrado y sintetizado mediante la técnica del metaanálisis, que permite obtener una medida globae efectividad en los grupos de delincuentes que fueron tratados frente a los que no fueron. No existe plena unanimidad acerca de la eficacia de los tratamientos de los agresores sexuales e incluso algunos metaanálisis recientes no han podido probar tal eficacia ( Dennis et al., 2012; Gronnerod, Gronnerod y Grondahl, 2015 ). Nbstante, la mayoría de los metaanálisis que han integrado programas de tratamiente agresores sexuales han mostrado una reducción significativa de la reincidencia como resultade la aplicación de los tratamientos ( Beech, Freemantle, Power y Fisher, 2015 ). Por ejemplo, Lösel y Schmucker (2005) y Schmucker y Lösel (2008) evaluaron hasta 80 programas de tratamiento con delincuentes sexuales adultos, hallando en los grupos tratados una tasa promedie reincidencia de 11.1% frente a una de 17.5% observada en los grupos de contro no tratados (diferencia estadísticamente significativa). En un metaanálisis sobre tratamiento con agresores sexuales juveniles, Reitzel y Carbonell (2006) obtuvieron también una diferencia significativa entre la tasa promedie reincidencia de los sujetos tratados, que fue del 7.37%, y la de los controles o no tratados, situada en 18.93%. Hanson y Morton-Bourgon (2009) integraron 23 estudios sobre tratamiente agresores sexuales, observando una tasa promedie reincidencia de 10.9% en los grupos tratados frente a una reincidencia del 19.2% en los grupos de control.
Es decir, de acuerdo con los resultados internacionales existentes a este respecto, los grupos de agresores sexuales participantes en tratamientos muestran tasas más bajas de reincidencia, que oscilan entre 7.37 y 11.1%, frente a las tasas más elevadas obtenidas por los grupos de control, que fluctúan entre 17.5% y 19.2%. En síntesis, la aplicación de tratamiento con grupos de agresores sexuales logra reducir su reincidencia a la mitad (en promedio un 9.23%) de la que sería esperable en ausencia de tratamiento (en promedio un 18.35%).
Por lo que se refiere a España, tras varios años de aplicación del programa anteriormente descrito, se efectuó una primera evaluación de eficacia del tratamiento a partir de analizar la reincidencia delictiva de una muestra de 49 sujetos tratados en las prisiones de Quatre Camins y Brians (provincia de Barcelona) entre 1996 y 2002, en comparación con la reincidencia de un grupe controe 74 sujetos no tratados ( Redondo, Navarro, Martínez, Luque y Andrés-Pueyo, 2005 ). Tras un periode seguimiento próximo a cuatro años, tan solo un 4.1% de los agresores sexuales tratados había reincidido en delitos sexuales, mientras que la reincidencia del grupe sujetos no tratados ascendió al 18.2%. Es decir, los resultados de esta primera evaluación de eficacia evidenciaron que el tratamiento aplicadogró disminuir en 14 puntos la tasa base de reincidencia de los agresores sexuales que podría esperarse sin tratamiento, resultado que supera un poco a la eficacia promedie los tratamientos de los agresores sexuales obtenida de acuerdo con los metaanálisis antes referidos ( Gillis y Gass, 2010; Hanson y Morton-Bourgon, 2009; Lösel y Schmucker, 2005; Prentky y Schwartz, 2006; Reitzel y Carbonell, 2006; Schmucker y Lösel, 2008 ).
Una segunda evaluación de eficacia de este tratamiento a partir del análisis de la reincidencia se realizó en 2008 en Madrid con una muestra de 22 agresores sexuales tratados en comparación con 21 delincuentes no tratados ( Valencia, Andreu, Minguez y Labrador, 2008 ). En este estudio, independiente del primero, se obtuvieron resultados muy semejantes. En concreto, del grupe tratamiento solo reincidió un sujeto (correspondiente al 4.5% de la muestra) mientras que del grupe control reincidieron sexualmente 3 sujetos (lo que corresponde al 13% de la muestra).
En consecuencia, a partir de los dos estudios complementarios a que se acaba de hacer referencia puede considerarse que el tratamiento aplicado en las prisiones españolas a los agresores sexuales se asocia a una reducción significativa de su reincidencia delictiva, reincidencia que habría sido probablemente más elevada en ausencia de tratamiento. El mérito principae estos dos estudios es precisamente haber evaluado como medida de eficacia del tratamiente los agresores sexuales la variable reincidencia delictiva, que constituye seguramente la medida más directa posible de la eficacia de cualquier intervención rehabilitadora con delincuentes.
Aun así, la medición aislada de la reincidencia delictiva también puede resultar insuficiente para ponderar de un modo más sensible y amplia eficacia terapéutica del tratamiento aplicado con los agresores sexuales. La posible reincidencia o abstinencia delictiva de un sujeto es probablemente un resultade conducta global que se deriva de un procese cambio paulatino que acontece baja influencia de múltiples factores: carrera y consolidación delictiva previa, hábitos y valores criminales, educación y preparación laboral, vínculos familiares y de amistad, tiempo en prisión, edad en el momente ser excarcelado, etc. y también la eventualidad importante de que el sujeto haya participad no en un tratamiento. Atendida toda esta diversidae influencias capaces de condicionar la posible reincidencia delictiva de un sujeto, la evaluación del influjo específico que pueda tener un tratamiento requiere sin duda una medición más precisa y sutie los cambios terapéuticos sucesivamente operados, y no solo una medición finae la posible reincidencia delictiva (que en todo caso siempre debería ser valorada). Es decir, sería necesario evaluar los cambios personales más concretos que pueden producirse en los individuos como resultade su participación en un tratamiento en todas aquellas variables psicológicas y factores de riesgo que el tratamiento pretende mejorar, tales como eesarrolle su empatía, la asertivida la autoestima, o en la reducción de sus distorsiones cognitivas y su agresividad.
Evaluación de la eficacia terapéutica
En línea con lo que se acaba de razonar, la Secretaría Generae Instituciones Penitenciaras encargó a nuestro equipe investigación de la Universidae Barcelona la evaluación terapéutica globael Programa de Controe la Agresión Sexual (PCAS) que se aplica con los delincuentes sexuales en las prisiones españolas. A este fin se diseñó la Escala de Evaluación Psicológica de Agresores Sexuales (EPAS), una herramienta específica de valoración del cambio terapéutico en agresores sexuales.
Para la definición de las variables de cambio terapéutico que debían ser incluidas en EPAS se revisó ampliamente la bibliografía especializada sobre abuso y agresión sexual y sobre tratamiente delincuentes sexuales, a la vez que se tomaron en cuenta los objetivos terapéuticos de los diversos módulos o ingredientes del programa PCAS. A partir de ello se seleccionaron como indicadores de cambio y mejora terapéutica las siguientes diez variables: 1) asertividad , o capacidae un sujeto para expresar sus sentimientos y deseos de forma abierta pero no agresiva, 2) soledad/aislamiento experimentados por el sujeto, 3) autoestima social , o valoración razonable de uno mismo, 4) ansiedad ante situaciones sexuales normalizadas , o grade malestar o temor experimentados en el pasado al iniciar una interacción sexual, 5) distorsiones cognitivas , o errores interpretativos y valorativos sobre el propielito, la viabilidael use la agresión, las mujeres, etc., 6) impulsividad , o tendencia a actuar de forma automática sin considerar previamente las consecuencias de la propia conducta, 7) agresividad mostrada en situaciones sociales, 8) cambio terapéutico , isposición de un sujeto para mejorar su comportamiento, 9) alcoholismo/abuse sustancias y 10) empatía , o capacidael individuo para ponerse en la piee otras personas que sufren y sentirse solidario con ellas (y particularmente empatía con las propias víctimas).
A continuación se buscaron en la bibliografía posibles instrumentos específicos para la evaluación de todas las variables descritas, como resultade lo cual se tradujeron y adaptaron un totae 13 instrumentos de evaluación susceptibles de ser aplicados a agresores sexuales (véase una breve descripción en la tabla 1).
Tabla 1 ;
Descripción de los instrumentos originales que que han servide base para eiseño integrade la Escala de Evaluación de Agresores Sexuales (EPAS)
Variable terapéutica | Instrumentriginal | Objetivo y descripción |
---|---|---|
Asertividad | Escala Simple de Asertividae Rathus ( Rathus, 1973) | Analiza las conductas del sujeto ante diversas situaciones sociales en las que está implicada la asertividad. 30 ítems, escala de respuesta tipikert de 6 puntos: de -3 ( muy poco característico en mí) a + 3 (muy característico en mí ). Escala simplificada en la traducción española: de 1 a 6 puntos. Correlación test-retest, r = .78 |
Soledad/aislamiento | Escala UCLA de Soledad (Russekk, Peplau y Cutrona, 1980) | Evalúa el grado en que las personas se sienten solas en el contexte diferentes experiencias. 20 ítems, escala de respuesta tipikert: de 1( nunca) a 4 (siempre ). Correlación test-retest, r = .73 y consistencia interna ? = entre .89 y .94 |
Autoestima social | Inventarie Autoestima Social (Lawson et al., 1979) | Evalúa la autoestima del sujeto en diferentes situaciones sociales. 30 ítems, escala de respuesta Likert de 6 puntos: de 1 ( completamente en desacuerdo) a 6 (completamente de acuerdo ). Correlación test-retest, r = .88 |
Ansiedad ante situaciones sexuales | Escala de Excitación Sexual (SAI-E) ( Hoon y Chambles, 1986) | Analiza la ansiedad sexual percibida por el sujeto ante varias experiencias sexuales. 28 ítems, con una escala de respuesta de 7 puntos: -1 ( me siento normalmente relajado, a gusto ) a 5 ( siempre me causa ansiedad, ansiedad extrema ). |
Distorsiones cognitivas | Escala de cogniciones (Abel et al., 1989) | Evalúa pensamientos distorsionados favorables al abuse menores. 29 ítems, con una escala de respuesta tipikert de 5 puntos: de 1 ( completamente de acuerdo) a 5 (completamente en desacuerdo ). A menor puntuación, mayor númere distorsiones cognitivas. Correlaciones test-retest, r > .70 |
Escala de Aceptación de las Creencias sobre la violación (IRMA) Payne, Lonsway y Fitzgerald, 1999 ) | Evalúa la aceptación de mitos relacionados con la violación, concretamente creencias y pensamientos culturales que apoyan y mantienen la violencia sexual contra las mujeres. 45 ítems en una escala de respuesta de 7 puntos: de 1 ( totalmente en desacuerdo) a 7 (totalmente de acuerdo ). A mayor puntuación mayor distorsión cognitiva. Consistencia interna, ? = .93 | |
Impulsividad | Cuestionarie Impulsividae Barratt (BIS-11). ( Patton, Stanford y Barratt, 1995) | Valora distintas formas de impulsividad: motora, cognitiva e impulsividad por no-planificación. 30 ítems, con respuesta de tipikert: de 1 ( nunca) a 4 (siempre ). Consistencia interna, ? = .80 |
Agresividad | Cuestionarie Agresión Refinado (AQ) ( Gallardo-Puyol, Kramp, García-Forero, Pérez-Ramírez y Andrés-Pueyo, 2006 ) | Valora comportamiento y personalidad agresiva. Mide cuatro aspectos relacionados con ésta: agresión física, agresión verbal, ira y hostilidad. Validación española disponible: 12 ítems, con respuesta de tipikert de 5 puntos: de 1 ( nunca) a 5 (siempre). Fiabilidad test-retest, r = .71 y consistencia interna, ? = .78 |
Cambio terapéutico | La escala de evaluación del cambie la Universidae Rhode Island (URICA) ( McConnaughy, Prochaska y Velicer, 1983 ) | Evalúa la motivación para el cambio terapéutico según el Modelo transteórice Prochaska y DiClemente. 32 ítems, en una escala de respuesta de tipikert: de 1 ( completamente en desacuerdo) a 5 (completamente de acuerdo). |
Alcoholismo/abuse sustancias | Cuestionarie alcoholismo (CAGE) ( Mayfield, McLeod y Hall, 1974) | Instrumente cribado, pretende identificar etectar de forma rápida problemas relacionados con el consumo abusive alcohol. 4 ítems, con dos opciones de respuesta: Sí/No |
Empatía | Escala de Empatía Abusadores (CMEM) ( Fernandez et al., 1999) | Evalúa la capacidad empática del sujeto en tres escenarios relacionados con menores, en los que se le pregunta a él acerca de cómo se debió sentir el niño ante lo que sucedió, y sobre cómo se siente él mismo ante la situación experimentada por el menor. Los escenarios son los siguientes: 1) un niño ha tenido un accidente grave con consecuencias físicas serias para él, 2) un niñe quien un adulto (no él mismo) ha abusado sexualmente, aunque sin consecuencias físicas aparentes para el niño y 3) un niñe quien él mismo ha abusado (es decir, se le confronta con su propia víctima). Este instrumento incluye un totae 150 ítems, en una escala de respuesta de 10 puntos. La escala permite obtener una puntuación globa por escenarios |
Escala de Empatía Violadores (REM) ( Fernandez y Marshall, 2003) | Semejante a la escala anterior, analiza la capacidad empática del sujeto situándolo en tres escenarios, relacionados con mujeres, en los que se le pregunta por cómebió sentirse la mujer ante lo que le sucedió, y por cómo se siente él ante la situación experimentada por la mujer. Los escenarios son los siguientes: 1) la mujer ha sido agredida sexualmente por un hombre, sin consecuencias físicas aparentes, 2) la mujer ha tenido un accidente grave con consecuencia físicas serias y 3) la mujer en este caso es su propia víctima. Totae 150 ítems, en una escala de respuesta de 10 puntos. El instrumento permite obtener una puntuación tanto global como por escenarios |
Tomando en consideración todos los anteriores instrumentos se elaboró una escala EPAS integrada, cuyesarrollo se inició con una escala más amplia (de 213 ítems) que fue posteriormente reducida y mejorada en dos versiones sucesivas, de 126 y 117 ítems respectivamente. Para ello se efectuaron aplicaciones directas de estas versiones consecutivas, lo que permitió depurar y reformular los ítems de la escala mediante técnicas estadísticas que incluyeron análisis correlacionales y alfa de Cronbach. Tras la aplicación de la escala a un númere casos suficiente, en la actualidad se ha iniciado su análisis psicométrico.
La versión actuae la escala (EPAS-3, actualmente utilizada) tiene dos estructuras o partes diferenciadas. La primera agrupa múltiples ítems correspondientes a las diversas variables terapéuticas consideradas, con excepción de la empatía. En concreto, esta primera escala global permite la evaluación de las siguientes variables: asertividad, soledad/aislamiento, autoestima social, ansiedad ante situaciones sexuales normalizadas, distorsiones cognitivas, impulsividad, agresividad y disposición para el cambio terapéutico. Además, también se incluyen ítems de chequee consume alcohol u otras sustancias, y de controe sinceridad en las respuestas a la escala. La segunda parte de este procedimiente evaluación pondera por separada variable empatía o capacidae un sujeto para sentirse emocionalmente concernido por el sufrimiente otras personas (especialmente, de sus propias víctimas). De modo que, tras aplicarse la escala EPAS global integrada por 117 ítems, también se administra una escala específica de evaluación de empatía: la EPAS-A, compuesta por 112 ítems (versión propia en españoe CMEN, de Fernandez et al., 1999 ), para el case los agresores sexuales de menores, y la EPAS-V, con 118 ítems (versión propia en españoe REM, de Fernandez y Marshall, 2003 ), para evaluar la empatía en agresores sexuales de mujeres.
A partir de todo anterior, la EPAS permite obtener una puntuación específica en cada subescala o variable psicológica que la integra y sumando todas las subescalas una puntuación EPAS global. La puntuación directa globae la EPAS refleja la posición de cada sujeto en el conjunte las variables terapéuticas evaluadas (asertividad, soledad, distorsiones cognitivas, autoestima social, etc.). Esta puntuación global puede oscilar en un rango absolute 0 a 378 puntos para el case los agresores de menores y de 0 a 384 puntos para el case los agresores sexuales de mujeres adultas. Nbstante, para facilitar su corrección e interpretación, las puntuaciones obtenidas por los sujetos en cada subescala son ponderadas en el rango 0 a 10 puntos y la puntuación EPAS global en un range 0 a 100 puntos.
La corrección de los ítems y escalas de la EPAS están orientados siempre en un sentido positivo creciente. Por ello, sus puntuaciones deben ser interpretadas de modo que cuanto mayores sean, bien en el conjunte la escala bien en cualquiera de sus subescalas específicas, más favorable y positiva será también la posición de un sujeto en las variables terapéuticas correspondientes; de forma que si se comparan las puntuaciones obtenidas por un individuo antes y después de recibir tratamiento, una puntuación postratamiento más elevada indicará una mejora terapéutica (o, a contrario sensu , un decremente los déficits y factores de riesgelictivo). Diche otra manera, los incrementos de sus puntuaciones estarán sugiriendo un cambio positivel individuo en dirección a su posible desistimientelictivo.
A partir de la Escala de Evaluación Psicológica de Agresores Sexuales (EPAS), Redondo, Martínez-Catena y Luque (2014) realizaron una primera evaluación de eficacia terapéutica del programa de tratamiente agresores sexuales en 42 centros penitenciarios españoles. Para ello se compararon las puntuaciones obtenidas en la escala EPAS por 188 agresores sexuales (117 agresores sexuales de mujeres y 71 agresores de menores) antes y después de recibir tratamiento. Los resultados obtenidos por los dos grupos de participantes fueron analizados de forma independiente mediante las pruebas estadísticas t de comparación intra-sujetos.
Los agresores sexuales de mujeres obtuvieron una puntuación EPAS global pretratamiente 75.96 puntos y una puntuación post-tratamiente 81.14 puntos (sobre un valor máxime 100 puntos). La diferencia entre ambos valores, estadísticamente significativa, indica una mejora terapéutica relativa de los sujetos tras la aplicación del tratamiento. Además, las puntuaciones en todas las subescalas terapéuticas de EPAS mejoraron significativamente como resultade la intervención. La variable específica que más mejoró fue la disposición del sujeto para el propio cambio terapéutico (con una puntuación pre-tratamiente 8.45 puntos y una postratamiente 9.89). Por el contrario, la variable que mostró una mejora más limitada fue la autoestima social (con 6.75 puntos pretratamiento y 7.08 postratamiento). En medie estos dos extremos, también se produjeron mejoras significativas en las variables asertividad, empatía, agresividad, ansiedad ante situaciones sexuales normalizadas , y soledad y aislamiento social.
Por otrado, los agresores sexuales de menores obtuvieron una puntuación EPAS globae 76.71 puntos antes de la aplicación del tratamiento y de 81.26 puntos después, y mejoraron significativamente en las subescalas terapéuticas de soledad y aislamiento (la variable que más mejoró, desde 6.73 puntos a 7.45 puntos) , asertividad, impulsividad, agresividad , y autoestima social (la que menos mejoró, ascendiendo tan sole 6.80 puntos a 7.16 puntos). Por el contrario, no mejoraron significativamente disposición para el cambio terapéutico, distorsiones cognitivas, ansiedad ante situaciones sexuales normalizadas y empatía.
Los anteriores resultados se completarán próximamente mediante la comparación de los grupos de tratamiento con sendos grupos de control, lo que permitirá tener una mayor garantía sobre la eventual eficacia del tratamiento.
Conclusiones
En este artículo se ha revisado sucintamente el conocimiento científicisponible sobre etiología, prevención y tratamiente la delincuencia sexual. Comenzó por contrastarse la gran distancia existente entre los esporádicos delitos sexuales conocidos y denunciados y el mayor volumen de los que verdaderamente se producen. También se han analizados factores de riesgo que pueden contribuir a la adquisición por algunos varones de repertorios delictivos de abus agresión sexual. La perspectiva presentada sugiere que aquellos chicos que viven en su infancia y adolescencia experiencias traumáticas como abandon desatención familiar, rechazo afectivo, crianza inconsistente o victimización sexual pueden mostrar déficits personales comaja autoestima, problemas de comunicación y relación personal, falta de empatía e hipersexualización. Si ello se combina con la exposición de los sujetos a vivencias sexuales anómalas (contactos sexuales con adultos, con menores, sexo violento, etc.) pueden favorecerse en un joven unas preferencias sexuales desviadas y delictivas (sexo violent con niños) y dificultarse en éa adquisición de los imprescindibles controles e inhibiciones frente a tales conductas ilícitas.
Dada la diversidae factores de riesgo que en combinación pueden alterar la socialización sexuae un menor y promover su conducta delictiva, se ha razonada necesidae diversificar también las intervenciones preventivas, tanto en un plano educativo general (prevención primaria), como especializado para aquellos casos más persistentes y graves (prevención secundaria y terciaria). A este respecto se ha puesto el ejemple los programas aplicados en el sector de Justicia Juvenie la Comunidae Madrid con menores que cumplen medidas judiciales por delitos sexuales.
Nbstante, cuandos delitos son graves, los delincuentes sexuales suelen ser condenados a una pena de prisión y encarcelados por un tiempo prolongado. Durante su internamiento, los agresores sexuales pueden participar en el Programa de Controe la Agresión Sexual ( Garrido y Beneyto, 1996, 1997 ). Este programa intenta impulsar cambios de valores, actitudes y conductas para promover el abandonel comportamientelictivo. Se trata de un tratamiente cariz cognitivo-conductual, intensivo y prolongado, que incluye técnicas como el análisis de la propia historia personal, reestructuración de distorsiones cognitivas, desarrollo emocional y de la empatía, reducción de la agresividad, etc.
Diversos metaanálisis internacionales han evidenciado que los tratamientos aplicados con los delincuentes sexuales, como el aquí desarrollado, suelen vincularse a una reducción promedio significativa, aunque de magnitud moderada, de la reincidencia sexual ( Hanson y Morton-Bourgon, 2009; Lösel y Schmucker, 2005; Reitzel y Carbonell, 2006; Schmucker y Lösel, 2008 ). Así mismos dos estudios existentes en España a este respecto han pueste relieve una disminución significativa de la reincidencia delictiva de los sujetos tratados en el programa descrito en este trabajo ( Redondo et al., 2005; Valencia et al., 2008 ).
También, se ha razonada necesidae que además de ponderar la reincidencia delictiva se evalúen los procesos de cambio personal que el tratamiento intenta favorecer. Con esta finalidad se diseñó la Escala de Evaluación Psicológica de Agresores Sexuales (EPAS), que permite valorar la eficacia de dicho tratamiento a partir de diversas variables de mejora terapéutica. Esta escala, aún en procese desarrollo, ha permitido contrastar la mejora postratamiente variables comisposición del sujeto para cambiar, asertividad, empatía, agresividad, ansiedad ante situaciones sexuales normalizadas o soledad y aislamiento. Estos cambios personales pueden resultar imprescindibles para que las personas modifiquen su comportamiento hacia un estile vida más prosocial y alejade la comisión de nuevos hechos delictivos.
Aunque han sido importantes los avances operados durante las décadas pasadas por lo que se refiere a la comprensión científica y a la prevención y el tratamiente la delincuencia sexual, dada la magnitud y complejidae este fenómeno criminal, todavía continúan siendo más importantes los retos pendientes. En lo relativo a la etiología de la agresión sexual, a pesar de que conocemos muchos de los factores de riesgo asociados, ignoramos en gran medida los procesos dinámicos que median entre dichos factores y el iniciel comportamiento sexuaesviado y delictivo. En nuestra opinión, la investigación futura debería avanzar en dirección a un mejor conocimiento y una más completa explicación de dichos procesos etiológicos.
También son grandes las carencias y los retos científicos por lo que se refiere a la prevención y el tratamiente la delincuencia sexual. Aunque en teoría sabemos que habría que intervenir sobre este fenómene una manera diversificada, que potenciara en mayor grada prevención primaria y secundaria, en realidad es poco que se ha hecho hasta ahora en estos niveles preventivos, a pesar de que los tratamientos aplicados en los centros penitenciarios (el ámbito más desarrollado con diferencia) solamente alcanzan a une los niveles básicos que una intervención integral requeriría, el nivel individual (niventogenético). Sin embargo, una prevención más eficaz de la reincidencia delictiva requeriría, según todo razonado, actuaciones en diversos ámbitos o niveles, coma familia (nivel microsistémico), la comunidad (ecosistema) y el plano cultural más amplio (macrosistema) ( Prentky, Righthand y Lamade, 2016 ).
Financiación
Este trabajo se desarrolló inicialmente en el marcel proyecte investigación FBG305486 financiado por la Dirección Generae Gestión Penitenciaria, de la Secretaría Generae Instituciones Penitenciarias (Ministeriel Interior) y posteriormente gracias a la financiación de los proyectos SEJ2005-09170-C04-01 del Ministerie Educación y Ciencia, del proyecto PSI2009-13265 del Ministerie Ciencia e Innovación y del proyecto PSI2013-47043-C2-2-R del Ministerie Economía y Competitividad.
Conflicte intereses
Los autores de este artículeclaran que no tienen ningún conflicte intereses.
Abbey et al., 2011 ; ; A. Abbey A.J. Jacques-Tiura J.M. LeBreton Risk factors for sexual aggression in young men: an expansion of the confluence model Aggressive Behavior 37 2011 450-64 Medline DOI
Abbey et al., 2012 ; ; A. Abbey R. Wegner J. Pierce A.J. Jacques-Tiura Patterns of Sexual Aggression in a Community Sample of Young Men: Risk Factors Associated with Persistence Desistance, and Initiation Over a One Year Interval. Psychology of Violence 2 2012 1-15
Abel et al., 1984 ; ; G.G. Abel J.V. Becker J. Cunningham-Rathner Complications, consent, and cognitions in sex between children and adults International Journaf Law and Psychiatry 7 1984 89-103 Medline
Abel et al., 1989 ; ; G.G. Abe.K. Gore C.L. Holland N. Camps J.V. Becker J. Rathner The measurment of the cognitive distortions of child molesters Annals of Sex Research 2 1989 135-52
Agnew, 2014 ; ; R. Agnew Social concern and crime: moving beyond the assumption of simple self-interest Criminology 52 2014 1-32
Andrés-Pueyo, 2016 ; ; Andrés-Pueyo, A. (2016). Comunicación personal. Barcelona: Spain.
Andrews et al., 2011 ; ; D.A. Andrews J. Bonta J.S. Wormith The Risk-Need-Responsivity (RNR) Model: Does Adding the Gooives Model Contribute to Effective Crime Prevention? Criminal Justice anehavior 38 2011 735-55
Barbaree y Langton, 2006 ; ; H.E. Barbaree C.M. Langton The Effects of Child Sexual Abuse and Family Environment The Juvenile Sex Offender Guilford Press New York 2006 58-76
Barbaree y Marshall, 2006 ; ; The Juvenile Sex Offenders 2nd ed.Guilford Press New York 2006
Barnett y Mann, 2013 ; ; G.D. Barnett R.E. Mann Cognition, Empathy, and Sexuaffending Trauma, Violence, & Abuse 14 2013 22-33
Beavin, 2015 ; ; Beavin, L.E. (2015). Oxytocin and empathy in sex offenders: A biologicaasis for deficiencies in empathic responding. Dissertation Abstracts International: Section B: The Sciences and Engineering , 75(11-B.(E)).
Beck, 1976 ; ; A.T. Beck Cognitive therapy: Nature and relation tehaviour therapy 1976
Beck, 2000 ; ; J.S. Beck Terapia cognitiva: conceptos básicos y profundización 2000
Becker y Hunter, 1997 ; ; J.V. Becker J.A. Hunter Understanding and treating child and adolescent sexuaffenders Advances in Clinical Child Psychology 19 1997 177-97
Becker y Johnson, 2001 ; ; J.V. Becker B.R. Johnson Treating Juvenile Sex Offenders Treatment of Adult and Juvenile Offenders with Special Needs. American Psychological Association Press Washington DC 2001
Beech et al., 2015 ; ; A.R. Beech N. Freemantle C. Power D. Fisher An examination of potentiaiases in research designs used to assess the efficacy of sex offender treatment Journaf Aggression, Conflict and Peace Research 7 2015 204-22
Beech et al., 2012 ; ; A.R. Beech R. Mandeville-Norden A. Goodwill Comparing recidivism rates of treatment responders/nonresponders in a sample of 413 child molesters who had completed community-based sex offender treatment in the United kingdom International Journaf Offender Therapy and Comparative Criminology 56 2012 29-49 Medline DOI
Blais y Bonta, 2015 ; ; J. Blais J. Bonta Tracking and managing high risk offenders: A Canadian initiative Law and Human Behavior 39 2015 253-65 Medline DOI
Blumenthal et al., 1999 ; ; S. Blumenthal G. Gudjonsson J. Burns Cognitive distortions anlame attribution in sex offenders against adults and children Child Abuse & Neglect 23 1999 129-43 Medline DOI
Brandes y Cheung, 2009 ; ; B.J. Brandes M. Cheung Supervision and treatment of juveniles with sexuaehavior problems Child Adolescence Social Work Journal 26 2009 179-96
Brown, 2015 ; ; S.J. Brown Treating Sex Offenders 2015
Brown et al., 2013 ; ; S.J. Brown K. Walker T.A. Gannon K. Keown Creating a psychologically comfortable position: The link between empathy and cognitions in sex offenders Journaf Sexual Aggression 19 2013 275-94
Budrionis y Jongsma, 2003 ; ; R. Budrionis E. Jongsma The sexual abuse victim and sexuaffender 2003
Calder, 1999 ; ; M.C. Calder Assessing risk in adult males who sexually abuse children: A practitioner's guide 1999
Cale et al., 2015 ; ; J. Cale S. Smallbone S. Rayment-McHugh C. Dowling Offense Trajectories, the Unfolding of Sexual and Non-Sexual Criminal Activity, and Sex Offense Characteristics of Adolescent Sex Offenders Sexual Abuse: A Journaf Research and Treatment 27 2015 1-22
Cohen y Strayer, 1996 ; ; D. Cohen J. Strayer Empathy in conduct-disordered and comparison youth Developmental Psychology 32 1996 988-98
Craig et al., 2006 ; ; L.A. Craig K.D. Browne A.R. Beech I. Stringer Psychosexual characteristics of sexuaffenders and the relationship to sexual reconviction Psychology, Crime anaw 12 2006 231-43
Cubellis y Ackerman, 2015 ; ; M.A. Cubellis A.R. Ackerman Innovative efforts in prevention, research, and policy Sex offender laws: Failed policies, new directions 2nd ed. Springer Publishing Company New York, NY 2015 277-94
Day et al., 2010 ; ; A. Day S. Casey T. Ward K. Howells J. Vess Transitions tetter Lives: Offender Readiness and Rehabilitation 2010
Dennis et al., 2012 ; ; J.A. Dennis O. Khan M. Ferriter N. Huband M.J. Powney C. Duggan Psychological interventions for adults who have sexually offender are at risk of offending Cochrane Database of Systematic Reviews 12 2012 CD0075007
Díez-Ripollés et al., 2009 ; ; J.L. Díez-Ripollés E. García- España F. Pérez M.J. Benítez A.I. Cerezo Encuesta a víctimas en España ODA2009 2009
Dopp et al., 2015 ; ; A.R. Dopp C.M. Borduin C.E. Brown Evidence-based treatments for juvenile sexuaffenders: Review and recommendations Journaf Aggression, Conflict and Peace Research 7 2015 223-36
Driemeyer et al., 2013 ; ; W. Driemeyer A. Spehr D. Yoon H. Richter-Appelt P. Briken Comparing sexuality, aggressiveness, and antisociaehavior of alleged juvenile sexual and violent offenders Journaf Forensic Sciences 58 2013 711-8 Medline DOI
Echeburúa y Amor, 2010 ; ; E. Echeburúa P.J. Amor Perfil psicopatológico e intervención terapéutica con los agresores contra la pareja Revista Española de Medicina Legal 36 2010 117-21
Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000 ; ; E. Echeburúa C. Guerricaechevarría Abuso sexual en la infancia: víctimas y agresores. Un enfoque clínico 2000
Echeburúa y Redondo, 2010 ; ; E. Echeburúa S. Redondo ¿Por qué víctima es femenino y agresor masculino?: La violencia contra la pareja y las agresiones sexuales 2010
Erickson, 2009 ; ; C. Erickson The effectiveness of al family therapy in the treatment of juvenile sexuaffenders Dissertation Abstracts International. Section B: The Sciences and Engineering 69 10B 2009 6409
European Agency for Fundamental Rights, 2014 ; ; European Agency for Fundamental Rights. (2014). Violence against women.
Fanniff et al., 2014 ; ; A.M. Fanniff J.V. Becker A.L. Gambow Children and adolescents with sexuaehavior problems Treatment of child abuse: Common ground for mental health, medical, anegal practitioners 2nd ed. Johns Hopkins University Press Baltimore, MD 2014 168-78
Farrington, 1992 ; ; D.P. Farrington Criminal career research in the United Kingdom British Journaf Criminology 32 1992 521-36
Fergusson et al., 2013 ; ; D.M. Fergusson G.F.H. McLeo.J. Horwood Childhood sexual abuse and adult developmentautcomes: findings from a 30-year longitudinal study in New Zealand Child Abuse & Neglect 37 2013 664-74 Medline DOI
Fernandez y Marshall, 2003 ; ; Y.M. Fernandez W.L. Marshall Victim Empathy, Social Self-Esteem, and Psychopathy in Rapists Sexual Abuse: A Journaf Research and Treatment 15 2003 11-26
Fernandez et al., 1999 ; ; Y.M. Fernandez W.L. Marshall S. Lightbody C. O'Sullivan The Child Molester Empathy Measure Sexual Abuse: A Journaf Research and Treatment 11 1999 17-31
Finkelhor et al., 2014 ; ; D. Finkelhor A. Shattuck H.A. Turner S.L. Hamby The lifetime prevalence of child sexual abuse and sexual assault assessed in late adolescence Journaf Adolescent Health 55 2014 329-33 Medline DOI
Fitzpatrick y Weltzin, 2014 ; ; M.E. Fitzpatrick T. Weltzin Motivation for change as a predictor of eating disorder treatment outcomes using a brief self-report YBC-EDS in a residential eating disorder population Eating Behaviors 15 2014 375-8 Medline DOI
Ford y Linney, 1995 ; ; M. Ford J. Linney Comparative analysis of juvenile sexuaffenders, violent nonsexuaffenders, and status offenders Journaf Interpersonal Violence 10 1995 56-70
Gallardo-Pujol et al., 2006 ; ; D. Gallardo-Pujol U. Kramp C. García-Forero M. Pérez-Ramírez A. Andrés-Pueyo Assessing aggressiveness quickly and efficiently: The Spanish adaptation of Aggression Questionnaire-refined version European Psychiatry: The Journaf the Association of European Psychiatrists 21 2006 487-94
García-España et al., 2010 ; ; E. García-España J.L. Diéz-Ripollés F. Pérez J.M. Benítez A.I. Cerezo Evolución de la delincuencia en España: análisis longitudinal con encuestas de victimización Revista Española de Investigación Criminológica 8 2010 1-27
Garrido y Beneyto, 1996 ; ; V. Garrido M.J. Beneyto El controe la agresión sexual. Un programa de tratamiento para delincuentes sexuales en prisión y en la comunidad 1996
Garrido y Beneyto, 1997 ; ; V. Garrido M.J. Beneyto La valoración psicológica de los agresores sexuales: los delitos, la reincidencia y el tratamiento. Cuadernos de Derecho Judicial: Delitos Contra La Libertad Sexual 1997
Garrido et al., 1998 ; ; Garrido, V., Gil, A., Forcadell, A., Martinez, R.M. y Vinuesa, R.M. (1998). Joves agressors sexuals: avaluació, diagòstic i tractament. Barcelona: Centre d’Estudis Jurídics i Formació Especialitzada. Generalitat de Catalunya
Garrido et al., 2006 ; ; V. Garrid.A. Morales J. Sanchez-Meca What works for serious juvenile offenders?. A systematic review Psicothema 18 2006 611-9 Medline
Garrido et al., 1995 ; ; V. Garrido S. Redondo A. Gil G. Torres C. Soler M.J. Beneyto Delinqüents sexuals en les presons 1995
Geng et al., 2012 ; ; Y. Geng D. Xia B. Qin The Basic Empathy Scale: a Chinese validation of a measure of empathy in adolescents Child Psychiatry and Human Development 43 2012 499-510 Medline DOI
Gillis y Gass, 2010 ; ; H.L. Gillis M.A. Gass Treating juveniles in a sex offenders program using adventure-based programming: A matched group design Journaf Child Sexual Abuse: Research, Treatment, & Program Innovations for Victims, Survivors, & Offenders 19 2010 20-34
Gronnerod et al., 2015 ; ; C. Gronnerod J.S. Gronnerod P. Grondahl Psychological treatment of sexuaffenders against children: a meta-analytic review of treatment outcome studies Trauma, Violence & Abuse 16 2015 280-90 Medline DOI
Gunby y Woodhams, 2010 ; ; C. Gunby J. Woodhams Sexually deviant juveniles: comparisons between the offender anffence characteristics of “child abusers” and “peer abusers” Psychology, Crime anaw 16 2010 47-64
Hamby et al., 2012 ; ; S. Hamby D. Finkelhor H. Turner Teen dating violence: co-occurrence with other victimizations in the National Survey of Children's Exposure to Violence Psychology of Violence 2 2012 111-24
Hanson y Morton-Bourgon, 2009 ; ; R.K. Hanson K.E. Morton-Bourgon The accuracy of recidivism risk assessments for sexuaffenders: A meta-analysis of 118 prediction studies Psychological Assessment 21 2009 1-21 Medline DOI
Helmus et al., 2013 ; ; L. Helmus R.K. Hanson K.M. Babchishin R.E. Mann Attitudes supportive of sexuaffending predict recidivism: a meta-analysis Trauma, Violence & Abuse 14 2013 34-53 Medline DOI
Hempel et al., 2015 ; ; I.S. Hempel N.M.L. Buck E.S. van Vugt H.J.C. van Marle Interpreting child sexual abuse: Empathy anffense-supportive cognitions among child sex offenders Journaf Child Sexual Abuse: Research, Treatment, & Program Innovations for Victims, Survivors, & Offenders 24 2015 354-68
Hendriks y Bijleveld, 2004 ; ; J. Hendriks C.C.J.H. Bijleveld Juvenile sexuaelinquents: contrasting child abusers with peer abusers Criminaehaviour and Mental Health: CBMH 14 2004 238-50 Medline
Hollin y Palmer, 2006 ; ; C.R. Hollin E.J. Palmer Offending behaviour programmes: Development, application, and controversies 2006
Hollin y Palmer, 2009 ; ; C.R. Hollin E.J. Palmer Cognitive skills programmes for offenders Psychology, Crime & Law 15 2009 147-64 Medline DOI
Hoon y Chambles, 1986 ; ; E.F. Hoon D.L. Chambles Sexual Arousability Inventory (SAI) and Sexual Arousability Inventory-Expanded (SAI-E) Sexuality-related measures: A compendium. Graphic Publishing Co Syracuse 1986
Hudson et al., 2002 ; ; S.M. Hudson D.S. Wales L. Bakker T. Ward Dynamic risk factors: the Kia Marama evaluation Sexual Abuse: A Journaf Research and Treatment 14 2002 103-19
Hulme y Middleton, 2013 ; ; P.A. Hulme M.R. Middleton Psychosocial anevelopmental characteristics of civilly committed sex offenders Issues in Mental Health Nursing 34 2013 141-9 Medline DOI
Jolliffe y Farrington, 2004 ; ; D. Jolliffe D. Farrington Empathy anffending: A systematic review and meta-analysis Aggression and Violent Behavior 9 2004 441-76
Katz, 1990 ; ; R. Katz Psychosocial adjustment in adolescent child molesters Child Abuse & Neglect 14 1990 567-75 Medline DOI
Knight y Sims-Knight, 2014 ; ; R.A. Knight J.E. Sims-Knight Assessment of dynamic treatment targets for juveniles who sexually offend Toolkit for working with juvenile sex offenders. Practical resources for the mental health professional Elsevier Academic Press San Diego, CA 2014 29-68
Lawson et al., 1979 ; ; J.S. Lawson W.L. Marshall P. McGrath The Social Self-Esteem Inventory Educational and Psychological Measurement 39 1979 803-11
Lipsey y Landerberger, 2006 ; ; M.W. Lipsey N.A. Landerberger Cognitive-behavioral interventions Preventing crime: What works for children, offenders, victims and places Springer Dordrecht, Holanda 2006 57-71
Loeber y Farrington, 1998 ; ; R. Loeber D.P. Farrington Serious and violent juvenile offenders. Risk factors and successful interventions 1998
Loeber et al., 1998 ; ; R. Loeber D.P. Farrington D.A. Waschbusch Serious and violent juvenile offenders Serious and violent juvenile offenders Sage Thousanaks, CA 1998 313-45
Lösel, 2001 ; ; F. Lösel Evaluationg the effectiveness of correctional programs: bridging the gap between research and practice Offender rehabilitation in practice: Implementing and evaluating effective programs Wiley Chichester, UK 2001 67-96
Lösel, 2002 ; ; F. Lösel ¿Sirve el tratamiento para reducri la reincidencia de los delincuentes sexuales? 2002
Lösel y Schmucker, 2005 ; ; F. Lösel M. Schmucker The effectiveness of treatment for sexuaffenders: A comprenhensive meta-analysis Journaf Experimental Criminology 1 2005 117-46
Mancini et al., 2012 ; ; C. Mancini A. Reckdenwald E. Beauregard Pornographic Exposure Over The Life Course and the Severity of Sexuaffenses: Imitation and Cathartic Effects Journaf Criminal Justice 40 2012 21-30
Maniglio, 2012 ; ; R. Maniglio The Role of Parent-Chilonding, Attachment, and Interpersonal Problems in the Development of Deviant Sexual Fantasies in Sexuaffenders Trauma, Violence, & Abuse 13 2012 83-96
Mann y Barnett, 2013 ; ; R.E. Mann G.D. Barnett Victim Empathy Intervention With Sexuaffenders: Rehabilitation, Punishment, or Correctional Quackery? Sexual Abuse: A Journaf Research and Treatment 25 2013 282-301
Marshall y Fernandez, 1997 ; ; Marshall, W. L. y Fernandez, Y. M. (1997). Enfoques cognitivo-conductuales para las parafilias: el tratamiente la delincuencia sexual. In V. Caballo (Ed.), Manual para el tratamiento cognitivo-conductuae los trastornos psicológicos ( Vol. 1, pp. 299-331). Madrid, Spain: Siglo XXI.
Marshall et al., 2013 ; ; W.L. Marshal.R. Laws H.E. Barbaree 2013
Marshall y Marshall, 2014a ; ; W.L. Marshal.E. Marshall Psychological treatment of sex offenders: recent innovations Sexuaeviation: Assessment and Treatment 37 2014 163-71
Marshall y Marshall, 2014b ; ; W.L. Marshal.E. Marshall The paraphilias Wiley-Blackwell S.G.HofmannD.J.A.DozoisW.RiefJ.A.J.Smits Chichester, West Sussex, UK 2014 673-701
Marshall et al., 2011a ; ; W.L. Marshal.E. Marshal.a. Kingston Are the cognitive distortions of child molesters in neef treatment? Journaf Sexual Aggression 17 2011 118-29
Marshall et al., 2006 ; ; W.L. Marshal.E. Marshall G.A. Serran Y.M. Fernandez Treating Sexuaffenders. An Integrated Approach 2006
Marshall et al., 2009 ; ; W.L. Marshal.E. Marshall G.A. Serran M.D. O’Brien Self-esteem, shame, cognitive distortions and empathy in sexuaffenders: their integration and treatment implications Psychology, Crime & Law 15 2009 217-34 Medline DOI
Marshall et al., 2011b ; ; W.L. Marshal.E. Marshall G.A. Serran M.D. O’Brien Rehabilitating sexuaffenders: A strength-based approach. Psychology, crime, and justice 2011
Martínez-Catena et al., in press ; ; Martínez-Catena, A., Redondo, S., Frerich, N. y Beech, A. R. (en prensa). A Dynamic Risk Factors-based Typology of Sex Offenders. International Journaf Offender Therapy and Comparative Criminology .
Maruna y Mann, 2006 ; ; S. Maruna R.E. Mann A fundamental attribution error? Rethinking cognitive distortions Legal and Criminological Psychology 11 2006 155-77
Mayfield et al., 1974 ; ; D. Mayfield G. McLeod P. Hall The CAGE questionnaire: validation of a new alcoholism screening instrument The American Journaf Psychiatry 131 1974 1121-3 Medline DOI
Mayhew et al., 1989 ; ; P. Mayhew D. Elliot L. Dowds The 1988 British Crime Survey. Home Office Research Study no. 111 1989
McConnaughy et al., 1983 ; ; E.A. McConnaughy J.O. Prochaska W.F. Velicer Stages of change in psychotherapy: measurement and sample profiles Psychotherapy: Theory, Research and Practice 20 1983 368-75
McCuish et al., 2015 ; ; E.C. McCuish P. Lussier R.R. Corrado Examining antisociaehavioral antecedents of juvenile sexuaffenders and juvenile non-sexuaffenders Sexual Abuse: Journaf Research and Treatment 27 2015 414-38
Medjuck et al., 2014 ; ; J. Medjuck O. Cirlugea N. Bennett Developing healthy sexuality Toolkit for working with juvenile sex offenders. Practical resources for the mental health professional. Elsevier Academic Press San Diego, CA 2014 271-90
Merdian et al., 2014 ; ; H.L. Merdian C. Curtis J. Thakker N. Wilson D.P. Boer The endorsement of cognitive distortions: Comparing child pornography offenders and contact sex offenders Psychology, Crime & Law 20 2014 971-93 Medline DOI
Ministeriel Interior, 2006 ; ; Ministeriel Interior. (2006) El controe la agresión sexual: programa de intervención en el medio penitenciario. Programa de tratamiento para delincuentes sexuales en prisión (manuael terapeuta) [Controf sexuaffence: A treatment program for sex offenders in prison - The therapist's Manual]
Ministeriel Interior, 2013 ; ; Ministeriel Interior. (2013). Balance de Criminalidad. Madrid.
Murphy, 1990 ; ; W.D. Murphy Assessment and modification of cognitive distortions in sex offenders Hadbook of sexual assault PLenum Press New York, NY 1990 331-42
Nichols, 2009 ; ; K. Nichols The criminalization of adolescent sexuaehaviour PsycCRITIQUES 54 44 2009
Patton et al., 1995 ; ; Patton, J. H., Stanford, M. S. y Barratt, E. S. (1995). Factor structure of the Barratt Impulsiveness scale. Journaf Clinical Psychology, 51 , 768-774. h t t p & # 5 8 ; & # 4 7 ; & # 4 7 ;doi.org/10.1002/1097-4679(199511)51:6<768.
Payne et al., 1999 ; ; D.L. Payne K.A. Lonsway L.F. Fitzgerald Measurement Using the Illinois Rape Myth Acceptance Scale Journaf Research in Personality 33 1999 27-68
Percy y Mayhew, 1997 ; ; A. Percy P. Mayhew Estimating sexual victimization in a national crime survey: a new approach Studies on Crime and Crime Prevention 6 2 1997 125-50
Pérez-Ramírez, 2015 ; ; M. Pérez-Ramírez Delincuencia sexual y violencia contra la pareja Investigación criminal. Principios, técnicas y aplicacionesrincipios, técnicas y aplicaciones LID editorial Madrid, Spain 2015 55-68
Polaschek et al., 2010 ; ; D.L.L. Polaschek B. Anstiss M. Wilson The assessment of offending-related stage of change in offenders: psychometric validation of the URICA with male prisoners Psychology, Crime & Law 16 4 2010 305-25 Medline DOI
Porter et al., 2015 ; ; S. Porter E. Newman L. Tansey E. Quayle Sex offending and social anxiety: A systematic review Aggression and Violent Behavior 24 2015 42-60
Prentky et al., 2016 ; ; R.A. Prentky S. Righthand R. Lamade Sexuaffending: Assessment and Intervention APA Handbook of Psychology and Juvenile Justice American Psychological Association Press Washington, DC 2016 641-74
Prentky y Schwartz, 2006 ; ; Prentky, R.A. y Schwartz, B. (2006). Treatment of adult sex offenders . Harrisburg, PA: VAWnet, Nationanline Resource Center on Violence Against Women/Pennsylvania Coalition Against Domestic Violence. Recuperade http://www.vawnet.org .
Rathus, 1973 ; ; S.A. Rathus A 30-Item Schedule for Assessing Assertive Behavior 1 Behaviour Therapy 4 1973 398-406
Redondo, 2008 ; ; S. Redondo Manual para el tratamiento psicológice los delincuentes 2008
Redondo y Garrido, 2013 ; ; S. Redondo V. Garrido Principios de criminología 2013
Redondo y Martínez García, 2012 ; ; S. Redondo M. Martínez García Delincuencia sexual y violenta 2012
Redondo y Martínez-Catena, 2011 ; ; S. Redondo A. Martínez-Catena Tratamiento y cambio terapéutico en agresores sexuales Revista Española de Investigación Criminológica 8 2011 1-21
Redondo y Martínez-Catena, 2015 ; ; S. Redondo A. Martínez-Catena Delincuencia más frecuente en España Investigación criminal. Principios, técnicas y aplicacionesrincipios, técnicas y aplicaciones LID editorial Madrid, Spain 2015 33-52
Redondo et al., 2014 ; ; S. Redondo A. Martínez-Catena E. Luque Eficacia terapéutica del programa de controe la agresión sexual (PCAS) aplicado en los centros penitenciarios españoles VIII Jornadas de ATIP Almagro 2014 63-80
Redondo et al., 2005 ; ; S. Redondo J.C. Navarro M. Martínez E. Luque A. Andrés-Pueyo Evaluación del tratamiento psicológice los agresores sexuales en la prisión de Brians Boletín Criminológico 79 2005 1-4
Redondo et al., 2012 ; ; Redondo, S., Pérez-Ramírez, M., Martínez, M., Benedicto, C., Roncero, D. y León, M. (2012). Programa de tratamiento educativo y terapéutico para agresores sexuales juveniles . Agencia de la Comunidae Madrid para la reeducación y reinserciíon del menor infractor. Madrid, España. Recuperade h t t p & # 5 8 ; & # 4 7 ; & # 4 7 ; w w w & # 4 6 ; m a d r i d & # 4 6 ; o r g & # 4 7 ; c s & # 4 7 ; S a t e i t e & # 6 3 ; c & # 6 1 ; C M & # 9 5 ; P u i c a c i o n e s & # 9 5 ; F A & # 3 8 ; c i d & # 6 1 ; 1 1 4 2 7 0 2 3 1 9 3 6 2 & # 3 8 ; i d C o n s e j e r i a & # 6 1 ; 1 1 0 9 2 6 6 1 8 7 2 2 4 & # 3 8 ; i i s t C o n s j & # 6 1 ; 1 1 0 9 2 6 5 4 4 4 7 1 0 & # 3 8 ; i r g a n i s m o & # 6 1 ; 1 1 0 9 1 6 7 9 5 9 6 5 9 & # 1 0 2 1 6 ; u a j e & # 6 1;es&pagename=ComunidadMadrid%2FEstructura&sm=1109266101003
Reitzel y Carbonell, 2006 ; ; L.R. Reitzel J.L. Carbonell The effectiveness of sexuaffender treatment for juveniles as measurey recidivism: a meta-analysis Sexual Abuse: A Journaf Research and Treatment2 18 2006 401-21
Rich, 2009 ; ; P. Rich Juveniles Who Commit Sexuaffenses: A Comprehensive Guide to Risk Evaluation 2009
Russell et al., 1980 ; ; D.W. Russel.A. Peplau C.E. Cutrona The revised UCLA Loneliness Scale: Concurrent aniscriminant validity evidence Journaf Personality and Social Psychology 39 1980 472-80 Medline
Ryan, 2016 ; ; E.P. Ryan Juvenile Sex Offenders Child and Adolescent Psychiatric Clinics of North America 25 2016 81-97 Medline DOI
Schmucker y Lösel, 2008 ; ; M. Schmucker F. Lösel Does sexuaffender treatment work?. A systematic review of outcome evaluations Psicothema 20 2008 10-9 Medline
Semiatin et al., 2013 ; ; J.N. Semiatin C.M. Murphy J.D. Elliott Observeehavior during group treatment for partner-violent men: Acceptance of responsibility and promotion of change Psychology of Violence 3 2013 126-39
Serin y Lloyd, 2009 ; ; R.C. Serin C.D. Lloyd Examining the process of offender change: the transition to crime desistance Psychology, Crime & Law 15 2009 347-64 Medline DOI
Seto, 2008 ; ; M.C. Seto Pedophilia and sexuaffending against children: Theory, assessment, and intervention 2008
Seto y Eke, 2015 ; ; M.C. Seto A.W. Eke Predicting recidivism among adult male child pornography offenders: Development of the Child Pornography Offender Risk Tool (CPORT) Law and Human Behaviour 39 2015 416-29
Sigurdsson et al., 2010 ; ; J.F. Sigurdsson G.H. Gudjonsson B.B. Asgeirsdottir I.D. Sigfusdottir Sexually abusive youth: what are the background factors that distinguish them from other youth? Psychology, Crime anaw 16 2010 289-303
Tjaden et al., 2000 ; ; P. Tjaden N. Thoennes K.V. Rhodes D. Houry C. Cerulli H. Straus S. Welchans Full Report of the Prevalence, Incidence American Journaf Preventive Medicine 23 2000 260-8 Medline
Tong y Farrington, 2006 ; ; L.S. Tong D.P. Farrington How effective is the “Reasoning and Rehabilitation” programme in reducing reoffending? A meta-analysis of evaluations in four countries Psychology, Crime & Law 12 2006 3-24 Medline DOI
Valencia et al., 2008 ; ; O. Valencia J. Andreu P. Minguez M.A. Labrador Nivee reincidencia en agresores sexuales bajo tratamiento en programas de controe la agresión sexual Psicopatología Clínica Legal Y Forense 8 2008 7-18
Van Dijk et al., 2007 ; ; J. Van Dijk J. van Kesteren P. Smit Criminal victimisation in international perspective: Key findings form the 2004-2005 ICVS and EU ICS 2007
Van Wijk, 1999 ; ; A. Van Wijk An exploratory study into juveniles sex offender 1999
Van Wijk et al., 2006 ; ; A. Van Wijk R. Vermeiren R. Loeber L. Hart-Kerkhoffs T. Doreleijers R. Bullens Juveniles sex offenders compared to non-sex offenders: A review of the literature 1995-2005 Trauma, Violence and Abuse 7 2006 227-43 Medline DOI
Ward, 2000 ; ; T. Ward Sexuaffenders’ cognitive distortions as implicit theories Aggression and Violent Behavior 5 2000 491-507
Ward, 2010 ; ; T. Ward The gooives modef offender rehabilitation: Basic assumptions, etiological commitments, and practice implications Offender supervision: New directions in theory, research and practice Willan Publishing New York, N.Y 2010 41-64
Ward et al., 1997 ; ; T. Ward S.M. Hudson L. Johnston W.L. Marshall Cognitive distortions in sex offenders: an integrative review Clinical Psychology Review 17 1997 479-507 Medline
Ward et al., 2001 ; ; T. Ward S.M. Hudson T.R. Keeman The assessment and treatment of sexuaffenders against children Offender assessment and treatment Wiley & Sons Chichester, UK 2001 349-61
Ward et al., 2006 ; ; T. War.L.L. Polaschek A.R. Beech Theories of Sexuaffending 2006
Whitaker et al., 2008 ; ; D.J. Whitaker B. Le R. Karl Hanson C.K. Baker P.M. McMahon G. Ryan D.D. Rice Risk factors for the perpetration of child sexual abuse: a review and meta-analysis Child Abuse and Neglect 32 2008 529-48 Medline DOI
Wong y Gravel, en prensa ; ; Wong, J. S. y Gravel, J. (en prensa). Do Sex Offenders Have Higher Levels of Testosterone? Results From a Meta-Analysis. Sexual Abuse: A Journaf Research and Treatment . http://dx.doi.org/10.1177/1079063216637857
Worling y Langström, 2006 ; ; J. Worling N. Langström Risk of sexual ricidivism ain adolescent whffend sexually: Correlates and Assessment The Juvenile Sex Offender Guilford Press New York, N.Y 2006 219-47
Zurbriggen et al., 2010 ; ; E. Zurbriggen R. Gobin J. Freyd Childhood emotional abuse predicts late adolescent sexual aggression perpetration and victimization Journaf Aggression, Maltreatment and Trauma 19 2010 204-23
Zvecic y Alvazzi del Frate, 1998 ; ; U. Zvecic A. Alvazzi del Frate Experiences of victimisation
Victims of Crime in the Developing World, No. 57 1998 29-59
Ana Martínez Catena1 , Santiago Redondo Illescas1
1Univ. Barcelona, Dep. Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, España
You have requested "on-the-fly" machine translation of selected content from our databases. This functionality is provided solely for your convenience and is in no way intended to replace human translation. Show full disclaimer
Neither ProQuest nor its licensors make any representations or warranties with respect to the translations. The translations are automatically generated "AS IS" and "AS AVAILABLE" and are not retained in our systems. PROQUEST AND ITS LICENSORS SPECIFICALLY DISCLAIM ANY AND ALL EXPRESS OR IMPLIED WARRANTIES, INCLUDING WITHOUT LIMITATION, ANY WARRANTIES FOR AVAILABILITY, ACCURACY, TIMELINESS, COMPLETENESS, NON-INFRINGMENT, MERCHANTABILITY OR FITNESS FOR A PARTICULAR PURPOSE. Your use of the translations is subject to all use restrictions contained in your Electronic Products License Agreement and by using the translation functionality you agree to forgo any and all claims against ProQuest or its licensors for your use of the translation functionality and any output derived there from. Hide full disclaimer
© 2016. This work is licensed under https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es_ES (the “License”). Notwithstanding the ProQuest Terms and Conditions, you may use this content in accordance with the terms of the License.
Abstract
En este trabajo se analiza el conocimiento actual sobre etiología, prevención y tratamiento de la delincuencia sexual. Diferentes experiencias infantiles traumáticas, como graves carencias afectivas, desatención familiar, crianza inapropiada y victimización sexual pueden contribuir al inicio de conductas de abuso o agresión sexual en algunos varones. Posteriormente, tales comportamientos delictivos pueden consolidarse en asociación con otros factores de riesgo personales, incluyendo graves déficits en empatía y firmes distorsiones cognitivas y justificaciones del delito. Dada esta diversidad de factores de riesgo, se considera aquí imprescindible que la agresión sexual se prevenga ya desde la infancia y la adolescencia, mediante intervenciones educativas en los contextos de la familia, la escuela y la justicia de menores. Aun así, cuando se producen delitos sexuales graves, sus autores van a ser probablemente detenidos y encarcelados. De ahí la necesidad también de aplicar tratamientos en las prisiones, que favorezcan la mejora terapéutica de los participantes y, a la postre, reduzcan su riesgo de reincidencia.