Recibido: 15-01-2023
Aceptado: 28-06-2023
Resumen
La lectura de la Germania ha pasado por avalares diversos, procedentes tanto de las propias proyecciones del presente como de la naturaleza imprecisa del texto. Su 'imperfecta' etnografía provocó una minusvaloración que llevó a ignorar la intencionalidad política subyacente al discurso erudito. Sin embargo, presentar el texto como una mera descripción, o el divertimento académico de un estudioso, contradice la incuestionable implicación pública de su autor. Tácito es un genuino representante de una facción senatorial que. además de añorar el pasado, pretende influir en la política imperial, promover un impulso expansionista que la lógica estratégica defensiva parecía ya desaconsejar.
Palabras-clave: Etnografía, germanos, imperialismo, frontera, discurso político.
Abstract
The reading of the Germania has undergone various vicissitudes, stemming both from the very projections of the present and from the imprecise nature of the text. Its 'imperfect' ethnography led to an underestimation that led to ignoring the political intentionality underlying die scholarly discourse. However, presenting the text as a mere description, or a scholar's academic entertainment, contradicts the unquestionable public involvement of its author. Tacitus is a genuine representative of a senatorial faction which, in addition to longing for Üre past, seeks to influence imperial policy; promoting an expansionist impulse that defensive strategic logic already seemed to advise agamst.
Keywords: Ethnography, Germans, imperialism, flontier, political discourse.
Durante la segunda mitad del siglo XX la percepción historiográfica sobre la Germania de Tácito estuvo mediatizada por la desdeñosa opinión de Ronald Syme2, quien redujo el alcance de su contenido a "an essay on the land and people of Germany"3. Minusvaloraba la obra hasta tal punto que apenas dedicó cuatro páginas al texto en las más de 800 de su monumental trabajo sobre Tácito. Considera que el opúsculo es apenas mi breve ejercicio literario escrito a partir de fuentes de segunda mano y destinado a un público letrado; una mezcla de hechos y leyendas con un propósito moralizante, cuando no edificante; una idealización de la felicidad primigenia del salvajismo germánico, a la vez que mía crítica de la lujuria, el servilismo, la frivolidad y la corrupción de las costumbres y la sociedad romana. Su opinión, seguida por muchos otros estudiosos, es que Tácito toma su información de los textos de Plinio el Viejo, especialmente su perdido trabajo sobre las guerras de Germania (Bella Germaniae)4, a los que no habría añadido ninguna información de las últimas cuatro décadas, considerando incluso que contiene observaciones que ya eran obsoletas en tiempos de Plinio y que procederían de época de Augusto. El texto, alejado de toda experiencia personal5, ni siquiera habría incorporado el conocimiento de los funcionarios emplazados en la zona fronteriza, lo que se evidencia por mía flagrante falta de actualidad, cuando no una percepción anacrónica y atemporal. Un cúmulo, por tanto, de informaciones imprecisas e inútiles que ni siquiera servirían como mi acopio de material para sus obras históricas posteriores0. Un mero divertimento etnográfico al que añadiría sus preocupaciones políticas y morales, que en muchos momentos le ponen en directa relación con Salustio7. Una obra tan ajena al corpus literario de Tácito que llega a ser rechazado como parte del discurso narrativo que conforma su secuencia histórica8.
Desde el punto de vista meramente informativo, se detectan en Tácito algunos clichés que parecen commies en las observaciones que la erudición clásica, sea griega o romana, había realizado sobre los bárbaros durante siglos9. Estereotipos que vienen motivados por la misma naturaleza de la etnografía antigua que tendía a considerar como inmutable el carácter de los pueblos, muchas veces más preocupada en impresionar o maravillar que en informar, con nulo interés en mostrar cualquier cambio y donde los problemas más espinosos eran resueltos con sincretismos simplistas10. Estos prejuicios etnográficos, de los que nuestro autor participa, llevan a poner en duda su valor como fuente histórica, su información le ha llegado a través de mía traslación lingüística y cultural no siempre fácil de interpretar para mi etnógrafo no preparado· 11, y la naturaleza de los hipotéticos informantes nativos nos es desconocida por lo que es realmente difícil separar los hechos de las valoraciones que. ocasionalmente, podían estar condicionadas por las expectativas de su público12. Algunos capítulos verificables. esencialmente porque el detalle de la descripción exige la concurrencia de mi observador13, o por corresponder a referencias contrastables14, quedan difuminados en una traslación estoica de mía sociedad idealizada donde los argumentos son muchas veces contradictorios y poco definidos, probablemente porque reflejan realidades múltiples que no pueden ser resumidas en un esquema unificado15. Un intento desesperado por articular la inestabilidad que lleva a confundir la propia individualidad de los pueblos germánicos10; lo que puede hacer que. a la postre, el esfuerzo de comprensión resulte fracasado17. Incluso cuando, en la segunda parte del texto, se incorporan trazas de mi relato histórico este ha sido visto como una mera digresión de lo etnográfico, con mi carácter más oratorio que narrativo; lo que no impide que los gemíanos sean insertados en la experiencia vital romana18, en una red de relaciones tejida durante más de dos siglos y que el autor considera viva y pendiente de solución19.
Entre los argumentos para rechazar la validez informativa del texto se han esgrimido igualmente los argumentos geográficos. Esencialmente la dificultad para mía comprensión de la geografía de Gemianía a partir de la descripción del texto y. por lo tanto, para ubicar a la cincuentena de pueblos en lo que aparentemente es un puzle caótico. Sobre este particular deben de hacerse dos salvedades previas, por mía parte, la indudable complicación que presenta la disposición del material, por otra, que la clave en la parte descriptiva del texto no es geográfica20, sino política21. Hay confusión sobre algunos pueblos y mía indudable desproporción de la atención que dedica a míos o a otros. Destaca el peso dado a los catos22, lo que es pmeba de su importancia en el contexto del momento pues solo tras las campañas de Domiciano en los años 82/83-85 parecen haberse convertido en adversarios importantes de Roma. De hecho, constituyó su campaña inaugural, apenas dos años después de su ascenso al poder, y a la postre piedra ideológica angular de su gobierno23. Y sería la misma razón que justifica el protagonismo de los senmones dentro del conglomerado suevo, a los que. a principios de los 90, Domiciano parece haber dado mi papel especial en su pugna con los marcomanos. De este modo, la desproporción en la atención a mro u otro pueblo, así como la aparente disposición artificial del material, vendría marcada por la importancia en la política exterior romana24, pero también por el mismo conocimiento que tiene de los diversos pueblos. Su información resulta más creíble en relación a las tribus más próximas a la frontera fluvial, primero el Rin, luego el Danubio, y en las inmediaciones de la línea costera hasta el Elba, que en los espacios lejanos hacia el norte y el este, donde la verosimilitud se confunde ya con las fábulas alimentadas con rumores. Pero incluso en este aspecto, la geografía en mi sentido físico no debe ser entendida como fantasiosa. Tácito inicia su texto delimitando la Germania como el espacio entre el Rin-Danubio y el océano25, en el oriente más lejano, frente a sármatas y dacios. alude a montañas y al miedo. Es muy probable que esa indefinición no fuese una construcción forzada, mía geografía subversiva, distante y distinta, creada para marcar la diferencia entre el orden romano y el desorden bárbaro26. La descripción geográfica de Tácito, en este caso la indefinición, probablemente se conesponde con el conocimiento real que los romanos tienen del espacio al norte del Imperio. Roma construía mía geografía práctica, reflejo de su avance administrativo y visualmente articulada en tomo a la implantación de sus infraestructuras viarias, los Itineraria, los cuales podían aparecer ilustrados con ciudades y grandes referencias delimitadoras (líneas de costa, ríos, ocasionalmente montañas), donde podían marcarse las distancias pero eran poco cuidadosos con las escalas27. Su elaboración parecía fiarse más en las experiencias de los viajeros que en la teoría geográfica28, mientras que lo desconocido era deformado y caricaturizado, privado de topografía cuando no incorporado a lo sobrenatural29. Los espacios no romanizados, y por lo tanto no articulados viariamente, son espacios difusos; fuera del orbis habitabilis los romanos se sienten perdidos y necesitan de los guías locales30.
Desde finales del siglo pasado, un renovado interés por el texto de la Germania ha pennitido poner en entredicho el criterio descalificador de Syme, recuperando interpretaciones más valorativas del texto, estudiándolo en coherencia con el conjunto de la obra tacitea y, especialmente, atendiendo a su contexto. Lectura que pennitiría ver cómo la Germania refleja las circunstancias políticas y diplomáticas contemporáneas al momento de su publicación, y de manera clara las preocupaciones de una parte de la élite senatorial de la que Tácito formaba parte31. Por supuesto se ha insistido en buscar, además de información veraz, la intencionalidad del texto, mi texto que pennite a los lectores decidir el significado de lo que se está relatando32.
Cuando se valora la obra de Tácito en su conjunto se aprecia el esfuerzo por dar utilidad a lo que había visto y aprendido, tanto cuando procedía del estudio de documentación diversa como, de manera especial, de su experiencia y conocimiento directo33 34. Si esto vale para el conjunto de su obra, es difícil calificar como divertimento literario un texto aparecido casi simultáneamente a mía obra tan crítica como el Agrícola^. Es cierto que en el resto de sus obras Tácito ha participado de buena parte de los acontecimientos que relata, ha conocido a muchos de sus protagonistas, mientras que la materia de la Germania, esencialmente la parte etnográfica35, es, hasta donde sabemos, mi producto erudito. Sin embargo no es en absoluto un texto inocente, ni casual. Tácito no es un estudioso de gabinete, su preocupación histórica es mía extensión de su dimensión pública. En mío de los excursos más recordados de la Germania, Tácito evidencia cuál es el motivo de sus preocupaciones al presentar a los vecinos septentrionales:
Corría el año 640 de nuestra Ciudad cuando por vez primera se oyeron los hechos de amias de los cimbros, durante el consulado de Cecilio Metelo y Papirio Carbón. Si contamos desde entonces hasta el segundo consulado del emperador Trajano, tenemos un total de casi doscientos diez años: ¡tanto va tardando Germania en ser sometida! En un período tan extenso se han producido mutuos y abundantes reveses. Ni el Samnio, ni los cartagineses, ni Elispania o las Galias, ni siquiera los partos, nos han suministrado tantas lecciones. Sin duda, la libertad de los gemíanos nos cuesta más cara que el despotismo de Arsaces. [... ] Elubo después paz, hasta que, con ocasión de nuestras disensiones y guerras civiles, tras asaltar los cuarteles de invierno de las legiones, trataron también de invadir las Galias y de nuevo fueron rechazados. En los últimos tiempos, más que victorias nos han dado excusa para que celebremos triunfos36.
La presentación del tema es simple. Los germanos son un problema que el Imperio arrastra desde hace más de dos siglos, a contar desde el 113 a.C. hasta el 98, fecha que se atribuye para la publicación de la obra. Y la Germania sigue sin ser sometida, buscar el porqué de esta circunstancia explica la primera parte del texto37. El autor compara a los germanos con otros enemigos que fueron subyugados por Roma o con enemigos seculares, como los partos, y ninguno le parece tan irreductible. Tras mi repaso de los avances y retrocesos, especialmente contratiempos, sufridos desde Augusto hasta Nerón (suprimidos de la acotación), se detiene en los acontecimientos que siguieron a la guerra civil del 69 y emite una crítica sobre las iniciativas de Domiciano, a quien ni siquiera nombra, en lo que constituye parte de mia damnatio generalizada sobre la figura del último de los emperadores Flavios38. Este alegato final del fragmento evidencia que el texto de la Germania es mucho más que mi juego de erudición. Apenas dos años después del asesinato de Domiciano, Tácito se suma a la corriente senatorial empeñada en negar las reivindicaciones del emperador proclamando haber pacificado las regiones del Rin; vindicación evidente en la leyenda GERMANIA CAPTA que aparece en las monedas a partir del año 85, o simplemente DE GER39, en la aceptación del apelativo 'germánico', así como en la celebración de los triunfos a los que alude Tácito. Es posible que algunos de esos triunfos hubiesen sido votados más como adulación que como reflejo de una victoria contundente que mereciera dicho honor40. Sin embargo, la represión de la revuelta bátava. las victorias contra los catos (en el 82/83 y 89) y la eliminación de los hostiles bructerios habían permitido avanzar hasta las colinas del Taunus y cenar mía línea fortificada que incorporaba al Imperio los Agri Decimates, que suponía el mayor punto de debilidad en las cabeceras del Rin y el Danubio41. Tácito se hace eco en el texto de ese avance tenitorial reciente y de igual modo anota como esa incorporación implicó mi traslado de la frontera y un desplazamiento de guarniciones que. considera el autor, se convertían en una avanzada del Imperio42. Tácito ignora ahora que Domiciano ha organizado los confines septentrionales en dos provincias (Gennania Superior e Inferior) y ha instalado mía línea de frontera, recordada por Frontino43, lo suficientemente eficaz para contener a los catos que en el 89 pretendían cruzar el Rin en apoyo de L. Antonius Saturninus, legado de la Gennania Superior, quien el primero de enero del 89 se había autoproclamado emperador44. Pero Domiciano. cuya política hacia Gennania parece producto de su propia iniciativa, habría rechazado la guerra expansiva en beneficio de mía política de contención y consolidación. Una vez pacificada la frontera del Rin, desplazó su atención hacia la región del Danubio45, donde en el 84/86 ya se ha enfrentado a los dacios. siguiendo en 89-95 las guerras panonias contra marcómanos. quados y semnones. con la misma intención de consolidar mía línea defensiva eficaz40.
La actitud de Tácito hacia la dinastía Flavia, especialmente hacia Domiciano. es abiertamente hostil a lo largo de toda su obra; aunque sobre este particular debemos considerar que para entender su intencionalidad cuenta tanto la selección de acontecimientos históricos como la proyección que estos tenían en la opinión pública y en la conciencia de la época47. Tácito ha desarrollado su carrera política a la sombra de Domiciano. es posible que lo haya hecho transitando silenciosamente durante quince años, de la juventud a la vejez48, pero en el 81/82 ha sido quaestor y en algún momento durante el reinado de la familia Flavia ha llegado al senado. Es posible que su acceso a la condición de cónsul suffectus para el año 97 fuese decidida por el mismo emperador al cual ahora denosta49. De hecho, en sus Historiae, cuando el entusiasmo con el cual ha recibido el ascenso al poder de Trajano parece ya muy atemperado. él no tiene inconveniente en anotar que su privilegiada situación alcanzó su punto culminante {longius provectam) con Domiciano50. Esta condición de superviviente, incluso de triunfador, en un contexto de represión en que muchos han sido enviados al ostracismo, incluso eliminados, la ha compartido con su suegro Agrícola y con los emperadores Nerva y Trajano. Quizás por ello, en algún momento se ve en la necesidad de justificar que pueden darse grandes hombres incluso bajo malos príncipes51. Sin embargo, cuando redacta su Agrícola y su Germania en el 97-98, el entusiasmo de la facción senatorial triunfante no está dispuesto a conceder ningún mérito a Domiciano. Tácito ha ignorado sus logros, cuando no los ha ridiculizado, tampoco perderá ocasión de magnificar sus contratiempos militares52, pero, sobre todo, construirá mía imagen moral deplorable del emperador, para lo cual le enfrenta a la imagen del romano virtuoso que viene representada por su suegro Agrícola53. Tácito se suma así a mía imagen degradante que alcanza su punto culminante en Suetonio y que, de alguna manera, vendría a justificar la conspiración senatorial que acabó con su vida y en la que estaría implicado su sucesor Nerva.
Ahora bien, mía lectura atenta de los primeros textos de Tácito, nos hace pensar que su planteamiento hacia la dinastía Flavia quizás no sea únicamente el acto reflejo frente al posicionamiento de mía facción senatorial, sino que trasciende mi posicionamiento personal, en este caso derivado de su condición de hombre público, respecto al destino del Imperio y a la manera en que se desenvuelven los acontecimientos. Los filólogos están de acuerdo en que Tácito es mi autor difícil54. Construye mía narrativa cargada de ironía donde la mezcla de falsedades y verdades ocultas, la presentación de evidencias externas a las que subordina interpretaciones, muchas veces puestas en boca de terceros, o solventadas como rumores, hace realmente difícil penetrar su propio pensamiento55. Es posible que esa retórica presentación de los hechos tenga mi fin didáctico, forzar al lector a posicionarse frente a los acontecimientos56, pero representa de algún modo mía percepción histórica particular: mía apreciación senatorial del Principado que resulta inevitablemente escéptica57. Desentrañar a partir de esa maraña de aparentes contradicciones el pensamiento político de Tácito es difícil58. Buena parte de los estudiosos perciben mía apenas disimulada simpatía por la política imperialista, la añoranza de mi régimen fuerte y mía indudable nostalgia republicana· · · · 59, aunque, pragmático, parece hacer suyas las palabras que pone en boca de Marcelo, quien admirando respetuosamente lo pasado seguía lo presente60. Ese ideario, más allá de su posición social misma, puede haber influido en la construcción de su obra y. de manera clara, haber dado lugar a un texto tan críptico como la Germania. Esto no impide que su lamento por los años de represión vividos bajo los emperadores Flavios sea absolutamente sincero. Lo es. sin duda, su aflicción por la muerte de Arunelus Rusticus y de Herennius Senecio, así como por las represiones y destierros de otros filósofos, escritores o políticos mínimamente críticos61. Igualmente cuando, de manera genérica, denuncia como se quiso destruir vocem populi Romani et libertatem senatus62. Por ello, debemos considera como cierta la esperanza puesta en el nuevo orden de cosas que considera un renacer, por más que no consiga librarse de mía cuota del escepticismo que hemos anotado como consustancial a todo su pensamiento:
Ahora renace, por fin, la vida. Aunque, con los primeros albores de esta venturosa época. Nerva César haya conseguido armar situaciones otrora incompatibles, el Principado y la libertad, y Nerva Trajano aumenta por días la dicha de los tiempos, y la seguridad pública no se ha quedado en esperanzas y añílelos, sino que ha logrado una finne confianza en la consecución de aquéllos, sin embargo, por la naturaleza de las debilidades humanas, los remedios son más lentos que los propios males63
Es indudable que los germanos constituyen un peligro para la seguridad de los territorios romanos septentrionales. Tácito conoce su belicosidad y sus cualidades como guerreros, su fuerza, que asocia con su libertar1. Roma ha utilizado en su beneficio ese enorme potencial militar incorporándoles en sus filas, bien como parte de la guardia imperial65, o como auxiliares fundamentales del ejército66; también ha sufrido reveses importantes, como la revuelta de Arminio que acabó con las legiones de Varo, o la más reciente revuelta de los bátavos. acontecimientos que anota en su obra. Pero imaginar que Tácito escribe la Germania con la intención primaria de advertir a los romanos de la amenaza bárbara es simplificar radicalmente la intencionalidad de la obra67. Cuando Tácito se interroga sobre la invencibilidad de los germanos, haciendo para ello mi repaso de sus cualidades, de mía virtus primigenia68, está igualmente explorando cuáles son las debilidades inherentes a ese estado de cosas09, a saber, la decadencia moral de los romanos70, analizada en contraste con los germanos, y sus propios conflictos civiles que constituyen un factor esencial de debilidad por cuanto interrumpe los procesos de integración de las zonas recientemente incorporadas, incluso invitan a la agresión71. Aún más. está haciendo mía propuesta esperanzada: los germanos son susceptibles de ser vencidos. Junto a sus virtudes guerreras, y su actitud siempre pronta para el combate, destaca aquellos puntos que marcan vías de debilidad: su inconstancia, su tendencia a la ebriedad72, la incapacidad para aunar esfuerzos y. especialmente, sus propias rivalidades internas73, las cuales han impedido mayores victorias y que Roma ha empleado, y sigue empleando, como estrategia diplomática74.
Desde la época republicana la actitud de la clase senatorial hacia el imperialismo ha distado de ser unánime. Un debate sobre los límites de la expansión territorial que estaba mediatizado por cálculos políticos y estratégicos, tanto como por intereses más inmediatos asociados a las expectativas económicas que esa expansión generaba75; así como por el temor de que las conquistas pudiesen amenazar la estabilidad de Roma70. Sin olvidar que el cambio de las formas de combatir y las mismas reformas militares habrían desvinculado a los ciudadanos romanos de los destinos del Imperio. El paulatino alejamiento de las zonas de conflicto contribuiría igualmente a generar un sentimiento de que las guerras de conquista les eran ajenas77. Mientras las campañas fueron exitosas y el balance económico favorable el debate parece haberse soslayado; sin embargo, tras los contratiempos en la fase final de su reinado. Augusto habría aconsejado en su testamento que el Imperio se mantuviese en los límites ya alcanzados78. No importa si esta cláusula, parte de mi testamento político paralelo al patrimonial79, existió o fue inventada tras su desaparición para justificar el parón del avance imperial, pero es indicativa de mi debate que interesaba a los contemporáneos80. El hecho es que. tras las incursiones de Germánico en el 14-16, las operaciones sobre la frontera del Rin cesaron y no se reanudarían hasta el año 68; mientras tanto se buscó el recurso a crear mía cadena de estados clientes cuya eficacia no siempre es contrastable81. Cuando los Flavios recuperen el impulso en la zona lo harán, ya lo hemos mencionado, con mi mero afán estabilizador y el objetivo claro de establecer mía frontera en el Rin. Frontera fluvial, cuya capacidad de contención ha sido objeto de intensas discusiones82, que provoca en Tácito motivo para algunos de sus más irónicos comentarios83, y que debe ser entendida como una elección burocrática, mía línea definida sobre el campo, además de mía vía importante para las comunicaciones y el abastecimiento84. Es probable que desde la derrota de Varo ese factor de intendencia, la imposibilidad de mantener mi ejército excesivamente alejado de mía línea segura de abastecimiento, hubiese condicionado la nueva estrategia frente a los germanos85. Pero la imagen de mi Augusto pacifista, promotor de una política de defensa y contención, solo aparece en Dión80, quien escribe dos siglos después y traslada mía perspectiva contemporánea.
En la percepción actual no hay muchas dudas de que Augusto mantuvo mía postura imperialista durante toda su carrera que se resume en el preámbulo (y detalla en los capítulos 26-33) de las Res Gestae87, que fue exaltado en numerosísimas celebraciones y se perpetuó en mía iconografía de la victoria extendida por todo el Imperio en monumentos varios88. Es cierto que en muchas ocasiones Augusto se celebra a sí mismo como pacificador, y que tal idea fue difundida por algunos autores contemporáneos, además de por la propaganda oficial, y ha marcado una parte de la historiografía moderna89, pero resulta indudable que suya es la concepción del Imperio como una entidad territorial90. La literatura del periodo incorpora esa idea de imperium como territorio, incluso como espacio ordenado, y presenta un Augusto de ambiciones ilimitadas91. Virgilio que ha muerto temprano en el reinado había imaginado mi imperium sine fine91-. Horacio sugiere que la majestad y la fama del Imperio se extenderían desde la caída del sol hasta el amanecer93; por su parte. Ovidio considera que mientras otros pueblos han fijado límites, la extensión de Roma alcanza urbis et orbis94, donde identificamos la presentación hecha por Polibio. quien imaginaba una Roma poseedora de todo el mundo conocido95. Veleyo Patérculo escribe para mi público deseoso de conocer las hazañas de Roma, su avance hasta lugares antes desconocidos96. La estrategia de Augusto tampoco parece guiada por el establecimiento de unas fronteras seguras y bajo su gobierno se incorporaron más territorios al control de Roma que en ningún momento anterior de su historia97. Es posible que el desastre de Varo ofreciese mía invitación al pragmatismo, pero no encontramos evidencias de que Augusto hubiese abandonado sus expectativas de expansión en Africa o más allá del Rin, difícilmente que hubiese renunciado a recuperar los territorios perdidos entre este río y el Elba98. Es más probable que este pragmatismo fuese una respuesta de Tiberio a los acontecimientos que tuvo que enfrentar tras su ascenso al poder. Los problemas con las tropas del Rin, el agotamiento de las arcas públicas, o incluso las fracasadas campañas de los años 14-16 dirigidas por Germánico99, podrían haber llevado a Tiberio a difundir que era Augusto quien le había aconsejado que consolidase las fronteras existentes y desistiese de ulteriores expansiones, contribuyendo así a vincular su política con la de su mentor100. Esta idea habría sido rápidamente difundida por los propagandistas del entorno imperial. Para el año 20, como se desprende de la Tabula Siarensis. encontrada en el término de Utrera (Sevilla), ya se habría consolidado la versión de que las expectativas romanas en el Rin se habían colmado tras expulsar a los germanos de la Galia, recuperar los estandartes militares y haber vengado la derrota del ejército romano a manos de Arminio. Hazañas que debía representarse en la parte frontal de mi arco que. en honor de Germánico, muerto unos meses antes en Siria, se ordena erigir, a costa del erario público, en el circo Flaminio101.
Tácito conoce bien los avatares de estos años. El relato de Annales evidencia tanto los detalles bélicos de la intervención en la frontera septentrional, como las propias impresiones del historiador. Tiberio procedió a mía inmediata reordenación de las legiones en el curso del Rin, y Germánico dispuso dos ejércitos para la campaña más allá del río102, cuatro legiones con los conespondientes auxiliares, entre 35.000/40.000 soldados, esfuerzo que debe interpretarse como algo más que mía expedición de castigo. De hecho, da a entender que la expedición era la continuación de mía expansión interrumpida solo por el duelo tras la pérdida de Augusto y los motines, incluso alude a mía barrera instalada por Tiberio que es presentada como algo provisional y frágil que ahora levantan para facilitar el avance103. Como en tantas ocasiones. Tácito deja abiertas muchas interpretaciones. A veces la campaña parece mía improvisación, una manera de responder a la sedición despertando el espíritu de los soldados, así describe la primera incursión más allá del río como mía operación sorpresa que solo pretendiese provocar una matanza104. En otras ocasiones el detalle de los preparativos sugiere mi plan general de ofensiva. El resultado fue poco más que una suma de razias. Las campañas de los años 15 y 16 no se presentaron mucho mejor105. La primera no fue un completo desastre por muy poco100; la del año 16, marcada por el deseo de alcanzar de nuevo las orillas del Elba, es presentada por Tácito como una estrategia de no-conquista, y se saldó con mía pérdida de hombres que algunos han cifrado en míos 30.000 soldados107. Tácito ha valorado estas campañas al inicio de su relato y lo hace con mi indudable tono de reproche, o de decepción, Roma no tiene abierto más frente que el de Germania y está motivado más por vengar a Varo que por afán de extender el Imperio. Concluye con mía nostálgica evocación de la República, al preguntarse cuántos quedaban vivos que la hubiesen conocido108.
En algún momento. Floro, contemporáneo de Tácito, al analizar el tiempo transcurrido desde Augusto, considera que en ese periodo el Imperio envejeció por la indolencia (íneriia) de los Césares, hasta que con Trajano empieza a rejuvenecer de nuevo109. Tácito ridiculiza las campañas de Caligula110, y muestra su desprecio hacia Claudio. Su campaña en Gennania no habría tenido otro objetivo que ganar prestigio y prefirió promover políticas diplomáticas, forzando la retirada de Corindón cuando iba a entrar en combate, mandó retirar las guarniciones al sur del Rin y prohibió nuevos ataques contra Gemianía· · 111. Y vuelve a lanzar mía mirada nostálgica hacia el pasado, al poner en boca de Corindón: beatos quondam duces Romanosm. Como ya hemos anotado, considera que los Flavios renunciaron abiertamente a la conquista del territorio. En este sentido, y ya hemos visto que Tácito es claramente consciente de ello, probablemente fueron las disensiones entre los propios romanos, especialmente la guerra civil del 69, lo que trastocó la política germánica. El comportamiento del ejército en la zona, con saqueos, incendios y masacres113 114, alteró el status quo de las relaciones con las poblaciones indígenas, abriendo paso a mi encadenamiento de conflictos, caso de la revuelta bátava de Civilis que ocupa mía parte importante del relato de las Historiaew. Enfrentamientos que a la postre forzarían el establecimiento de mía línea de defensa cada vez más sofisticada y el convencimiento de que avanzar más allá del Rin-Danubio era mi gasto de energías que no encontraba justificación. Consideración que probablemente había resultado evidente a los Flavios y había guiado su política de frontera que consolidó los campos Decimates y avanzó sobre el Meno y el Neckar. La ascensión de Nerva y. especialmente, la de Trajano, parece haber comnovido el ánimo de Tácito, quien hemos visto ha saludado el acontecimiento con entusiasmo. Pero no debemos engañamos sobre esa espontaneidad. Tácito no es mi escritor al servicio del poder, él mismo fonna parte de ese poder115. Es posible que. como cónsul efectivo tras la muerte de Verginius Rufus, incluso hubiese estado presente en la ceremonia de proclamación de Trajano116 117, y. sin dudar de su cautela, aprovechando los nuevos aires de libertad de expresión, se consideraba legitimado para opinar sobre los asuntos públicos y sobre las nuevas expectativas que. para él y probablemente para mi sector de la aristocracia senatorial, se abrían ahora. En ese contexto es donde encuentran sentido dos obras de urgencia como son Agricola y Germania™.
¿Qué pretende Tácito? Las opiniones de los distintos autores que han analizado su obra difícilmente son coincidentes, pero no podemos descartar que Tácito esté urgiendo a Trajano a retomar a la política expansionista que él asocia con el pasado más glorioso de Roma118. Un expansionismo ordenado que implica mía integración de las poblaciones conquistadas, ajeno a la codicia. Aveces queda la duda de si lo que influye en la percepción de Tácito es mía ingenuidad sobre el pasado violento de Roma, algo poco probable en alguien tan bien informado, o mía proyección idealizada de su percepción estoica y moralista de la historia, incluso pedagógica119. En todo caso, él no se engaña sobre la finneza que los bárbaros oponen a las pretensiones de Roma, y pone los motivos en las palabras de Calgaco. mi desconocido resistente britano. ante el avance de Agrícola:
Saqueadores del mundo, cuando les faltan tierras para su sistemático pillaje, dirigen sus ojos escrutadores almar. Si el enemigo es rico, se muestran codiciosos; si es pobre. despóticos; ni el Oriente ni el Occidente han conseguido saciarlos; son los únicos que codician con igual ansia las riquezas y la pobreza. A robar, asesinar y asaltar llaman con falso nombre Imperio, y paz al sembrar la desolación. La naturaleza ha dispuesto que lo más querido para cada uno sean sus hijos y familiares; las levas nos los arrebatan para servir en otras tierras. Arm en el caso de que vuestras esposas y hermanas hayan escapado a la lujuria del enemigo, están siendo manchadas por irnos falsos amigos o huéspedes. Los bienes y las fortunas están siendo arruinados por los tributos; la cosecha anual, por los aprovisionamientos; vuestros mismos cuerpos y manos, entre golpes e insultos120.
Si asumimos que Agrícola y Germania forman parte de mía misma estrategia de posicionamiento líente a la política romana, y una declaración de intenciones sobre lo que está proponiendo ante el cambio en la dirección del Imperio, este testimonio no es un alegato anti-romano sino mía llamada a una manera distinta de hacer las cosas. Entre las críticas vertidas hacia la Germania destaca la idea de que es una obra imprecisa o con datos anticuados, lo que es discutible121, contradictoria, mi juego de espejos donde contrastar a los habitantes de Gennania con los propios romanos. Todo ello puede ser cierto, como puede serlo la extendida idea de que era mía obra para concienciar a los romanos de que los gemíanos siguen siendo mía amenaza para Roma. Pero más allá de esto, la obra pretende humanizar al enemigo, no son incontables, tienen nombres, prácticas y costumbres que podemos entender e identificar, en última instancia no son tan distintos de los romanos, que alguna vez fueron como ellos, y eso los ennobleció en el pasado. Pero además son vulnerables, y explica en qué aspectos lo son, especialmente en su predisposición a las disputas internas, lo que parece una invitación a promoverlas. Aún más, el discurso puesto en boca de Calgaco es mi relato de cuáles son las causas de la resistencia de los bárbaros, y puede interpretarse como una llamada de atención para cambiar los comportamientos en el proceso de incorporación. Desde esta perspectiva no importa tanto si el texto recurre a tópicos etnográficos, o contiene imprecisiones geográficas, o ignora datos que ya eran conocidos en su tiempo, porque no es un documento para organizar la estrategia de una campaña; se trata de mi documento para persuadir de que estaban equivocados a quienes hubiesen llegado al convencimiento de que los bárbaros germanos eran invencibles122. Un panfleto político incluso, para el emperador y para quienes pretendiesen volver a conocer el Elba por la experiencia, y no solo por los informes, como el mismo Tácito lamenta123. Aun para quienes, dentro de una lógica 'ecológica', hubiesen podido concluir que era un esfuerzo económicamente infructuoso124, no presenta la imagen de mía tierra infecunda, alude ocasionalmente a minas de hierro125, en general, a mías riquezas por explotar.
Es posible que Tácito haya valorado las mismas circunstancias militares. Según Plinio. Trajano, que estaba en Hispania, fue llamado por Domiciano para atajar las guerras de Germania126, segmamente en el momento de la rebelión de Antonius Saturninus, en el año 89. Saturninus fue derrotado antes de su llegada pero en los años siguientes contribuyó a pacificar y consolidar la frontera y libró batallas diversas contra los germanos próximos al territorio romano. Probablemente enmendó los desastres que Tácito atribuye a la estrategia de Domiciano127. y apenas dos años después de asumir el mando de las legiones del Rin fue premiado con la designación de cónsul ordinario. En ese intervalo los bructeros. los principales enemigos en la zona, fueron prácticamente aniquilados, lo que es recordado por Tácito128, aunque no se alude a Trajano sino a las propias disensiones entre bárbaros. En el momento de la muerte de Nerva. Trajano seguía en el Rin y Tácito puede haber especulado sobre las ventajas de tener a un emperador soldado en la región. Es posible que en ese momento, desde la perspectiva lejana de Roma, el cambio de atención hacia el Danubio todavía no fuese del todo evidente129. Sin embargo, aunque Plinio quiso enfatizar la idea de que Trajano había rechazado lo que hacía a Domiciano odioso130, en lo que se refiere a la política imperial el cambio de gobierno de Domiciano a Nerva-Trajano no supuso ninguna alteración del sistema imperial131. Es imposible saber si Tácito tenía alguna esperanza en mi cambio de estrategia, pero Trajano, co-actor de la política bélica en la frontera septentrional, continuó con el plan trazado por su predecesor, participando del convencimiento de que los germanos no representaban ya una amenaza seria132. Incluso parece haber acelerado el trasvase de la iniciativa hacia el Danubio, Domiciano redujo las legiones del Rin de ocho a seis, Trajano dejó solo cuatro.
Diversos autores han anotado cómo en la obra de Tácito parece apreciarse una paulatina decepción hacia la figura de Trajano, cuando no mi desafecto evidente133. Los elogios a Nerva y Trajano que están en el Agricola han desaparecido absolutamente en Annales, y la promesa de escribir en el futuro sobre sus remados, manifestada aún al comienzo de las Hisioriae U nunca se materializó. Sin embargo no es fácil concluir que fuese consecuencia de su decepción por su falta de iniciativa en el frente germánico. Es verdad que en la obra posterior de Tácito hay mía indudable nostalgia por la Gennania. mi lamento por lo que pudo ser y no fue135, o por el enorme esfuerzo infructuosamente invertido en las güeñas gennánicas136. pero eso no impidió que la cañera política de Tácito continuase su curso, que culminaría en el 113 como procónsul de Asia. De manera inmediata, las conquistas de la Dacia. Annenia o Mesopotamia habría contentado a los partidarios de continuar la expansión imperialista137, como puede entreverse en el mencionado entusiasmo de Floro. Es probable que si esa desafección fue real, más allá de mía percepción general moralista sobre la decadencia de los tiempos que anastraba desde sus primeros textos. Tácito se sintiese decepcionado por la política cada vez más autoritaria y la deriva personalista del emperador138. Una crítica que. aunque muy sutil, algunos buscan en el cuarto Discurso sobre la realeza, de Dión Crisóstomo139. por otro lado mi entusiasta defensor del emperador, o en las sátiras de Juvenal, donde no se ataca al príncipe, pero sí a mía Roma licenciosa y decadente, conompida por el culto al dinero140. Es posible que la decepción no fuese tanto por mía política exterior no colmada, como por mías esperanzas frustradas en aquella libertad de expresión que había saludado en su obra inicial y reiterado posteriormente: rara temporum felicitate, ubi sentire quae velis et quae sentías dicere liceti&Acedil;i. Fuera del encomio panegírico de Plinio el Joven, los escritores del periodo de Trajano guardaron mi distante silencio sobre su figura y su remado, como si la autocracia intolerante del periodo precedente se hubiese prolongado en los primeros Antonmos142. Esta lectura podría justificar los silencios de Juvenal, que parece diferir a los tiranos del pasado la crítica del presente143, y de igual modo podría leerse mía desconsolada reflexión de Tácito casi al final de su vida:
Pero es que en estas circunstancias la servil sumisión y la cantidad de sangre desperdiciada en plena paz agobian mi ánimo y lo hacen encogerse de tristeza144.
1 ([email protected]). Catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Salamanca. Entre sus numerosas publicaciones cabe señalar: El reino suevo (411-585), Akai, Madrid 2011; "La politica di Costantino e la costruzione delle economie provinciali", en G. Bonamente, N. Lenski, R. Lizzi Testa (a cura di), Costantino prima e dopo Costantino / Constantine before and after Constantine, Edipuglia, Bari 2012; "Gallaecia in Late Antiquity. The Suevic Kingdom and the Rise of Local Powers" (Pablo C. Díaz & Luis R. Menéndez-Bueyes), en J. D'Emilio (ed.), Culture and Society in Medieval Galicia. A Cultural Crossroads at the Edge of Europe, Leiden-Boston: Brill, 2015; "Crisis, Transition, Transformation: The End of the Roman World and the Usefulness of Useless Categories", en Rita Lizzi Testa (ed.), Late Antiquity in Contemporary Debate, Cambridge, Cambridge Scholars Publishing, 2017; La Hispania tardoantigua y visigoda en las fuentes epistolares (con José Carlos Martín-Iglesias y Margarita Vallejo Girvés), Madrid, CSIC, 2020.
2 Rives 2004: 164.
3 Syme 1958: 46.
4 Tácito, Ann, 1.69.2, alude a la obra. Plinio el Joven anota que resumía todas las guerras que se habían llevado a cabo contra los germanos (Ep, 3.5.4). Véase Rives 2012: 49.
5 Dorey 1969: 16-17.
6 Syme 1958: 126-128.
7 Martin 1981: 57: Syme 1958: 198.
8 Sailor 2008: 5. Michel 1966: 66, defiende su carácter histórico y preludio de las grandes obras posteriores del autor.
9 Tilomas 2009: 59.
10 Rawson 1985: 250-266.
11 Timpe 2006: 19-41.
12 Lund 1991: 1951-1954.
13 Tácito. Ger. 19.
14 Tácito. Ger. 38-39.
15 Tácito. Ger. 5: 9: 17: 18: 19: 21: 26.
16 Haynes 2003: 161. n. 11.
17 O'Gonnan 1993: 154.
18 Tácito. Ger. 33; 34; 37.
19 Tilomas 2009: 63.
20 Tácito. Ger. 27.2-46.
21 Rives 2004: 170.
22 Tácito. Ger. 29.1; 30.1 v 3; 31.1 v 4; 32.1-2; 35.1; 36.1-2; 38.1.
23 Strobel 1987: 432.
24 Rives 2004: 173.
25 Tácito, Ger. 1.
26 Roman 1992: 145-149; Tan 2014.
27 Brodersen 2011.
28 Salway2011.
29 Acola! 2017.
30 Bekker-Nielsen 1998; Pomeroy 2003.
31 Rives 2004.
32 Rives 1012: 45.
33 Syme 1958: 131 у 176-180.
34 Birley 2009.
33 Tácito. Ger. 1-27.1.
36 Tácito, Ger. 37.2-3 y 5 [Ed. A. Önnerfors, P. Cornelii Taciti. Libri qui supersunt. II.2. De origine et situ Germanorum liber, Stuttgart, Teubner, 1983]. Traducción de J. M. Requejo en Cornelio Tácito, Agricola, Germania, Diálogo sobre los oradores (BCG 36), Madrid, Credos, 1981.
37 Lund 1991: 1954-1956.
38 Sablayrolles 1994; Varner 2004: 111-135.
39 Mattingly, Sydenham 1926: 152 y 189. Incluso la forma VICTORIA GERMANICA (Carradice 1983: 122).
40 Mattem 1999: 198. Tácito. Agí: 39.1, anota que el triunfo tras la primera (supuesta) victoria contra los catos había sido una pantomima.
41 Jones 1992: 128-131: Grainger 2003: 106-112.
42 Tácito. Ger. 29.3.
43 Frontino, Strat. 1.3.10.
44 Suetonio, Domic. 6.2.
45 Bérard 1994.
46 Jones 1992: 135-154.
47 Nesselhauf 1952: 225.
48 Tácito. Agi: 3.2.
49 Martin 1981: 27-32.
50 Tácito. Hist. 1.1.3. Véase Michel 1966: 37-38 y 50-55
51 Tácito. Agr 42.4: posse etiam sub malis principibus magnos viros esse. Aunque aclara que solamente si poseen obsequiumque ac modestiam. Vease Kapust 2011: 134-137.
52 Tácito. Agr. 41.2, donde frente a los logros de Agrícola contrapone las derrotas en Moesia, Dacia, Germania y Panonia.
53 Tácito. Agr. 39-43. También Hi st. 4.2.1; 4.40.1; 4.51.2; 4.68.1, donde se recoge su naturaleza voluble y caprichosa aún en vida de su padre.
54 Kraus, Woodman 1997: 88-118.
55 Gruen 2011: 167; Poulsen 2018: 15.
56 Tácito, Ger. 3.3.
57 Syme 1970.
58 Syme 1962; Kapust 2012.
59 Lucas 1974: 239; Gruen 2011: 170, n. 67, con bibliografía.
60 Tácito, Hist. 4.8.2
61 Tácito, Agr. 2.1; 45.1
62 Tácito, Agr. 2.2.
63 Tácito, Agr. 3.1 [Ed. J. Delz (revisada por J. Von Ungern-Sternberg), P. Cornelii Taciti. Libri qui supersunt. II.3. Agricola, Berlin-New York, De Gruyter, 2010]. Traducción de J. M. Requejo.
64 Tácito, Germ.25.2; 28.3; 37.3; 44.1. Véase Morford 1991: 3423-3428; Gruen 2011: 169-171; Frith 2018:120-123.
65 Tácito, Ann. 1.24.2
66 Tácito, Ann. 2.16.3.
67 Arnaldi 1973: 34, partiendo de Ger, 37, considera que la intención de Tácito es advertir "che il problema della Germania era il problema essenziale della storia imperiale". Una larga frustración que espera sea superada con las iniciativas del nuevo príncipe.
68 Balmaceda 2017: 157-173.
69 Consoli 2008: 95-112.
70 O'Gorman 1993: 140-148.
71 Tácito, Hist. 1.2.1; 3.45.1. Véase Laederich 2001: 419-422.
72 Tácito, Ger. 22.2; 23.
73 Tácito, Ger. 33.2-3, considera que nada alivia más la presión sobre el Imperio que la discordia de los enemigos.
74 Tácito, Л««. 2.62-63.
75 Badian 1968: 29-43.
76 Miquel 2015.
77 Cornell 1993: 153-158.
78 Tácito, Лии. 1.11.4. La idea parece repetirse, en relación a Britania, en Agr. 13.2.
79 El testamento no es mencionado por Estrabón y apenas insinuado por Velello Patérculo (2.124.3), pero es recordado, con cierto detalle, por Suetonio (Aug. 101; Tib. 23) y Casio Dión (56.32). Sobre la existencia y formalidad del testamento Champlin 1989.
80 Birley 1974: 14 y 20.
81 Laederich2001: 106-121.
82 Breeze 2011: 93-114.
83 Tácito. Ger. 36.1-2: 38.1-5: Hist. 2.32; 4.12: 26: 64: 67: 70: 5.14-15: 19: 21-22. muestran hasta qué punto era fácil para los germanos atravesar el río. Aunque en otras ocasiones (Agr. 15.3; Ann. 1.9: 4.5) da a entender que un río puede ser una frontera defendible. Véase Poignault 2001.
84 Schönberger 1969: 161: Mann 1974: 513: Whittaker 2000: 299-305: Cupceau 2015: 14.
85 Drumond. Nelson 1994: 20-21.
86 Dion 53.10: 54.9: 56.41.
87 Nicolet 1990: 15-27.
88 Rich 2003: Elden 2013: 75-82.
89 Meyer 1961: 1-13: Stier 1975.
90 Richardson 2008:145
91 Schmitzer 2003: Richardson 2008: 132-135:
92 Virgilio. Леи. 1.278.
93 Horadio. Od. 4.15.13-16.
94 Ovidio. Fast. 2.23.683-684.
95 Polibio. 1.3.7 y 9; 3.2.6; 15.9.2.
96 Fernández Corte 2018: 182.
97 Wells 1972, 1-13.
98 Este es el límite que Tácito (Ann. 2.14.4) marca para la campaña de Germánico.
99 Estrabón 6.4.1-2, probablemente en referencia a estas campañas, presenta la guerra germánica como un proceso en marcha.
100 Cowan 2009.
101 González 1984: 58-62.
102 Tácito, Ann. 1.31-36.
103 Tácito, Ann. 1.50.1.
104 Tácito, Ann. 1.51.1.
105 Véease Laederich 2001: 45-92.
106 Tácito, Ann. 1.63-68.
107 Tácito, Ann. 2.5-26; Laederich 2001: 92.
108 Tácito, Ann. 1.3.6-7.
109 Floro, Epit. 1.Praef. 8.
110 Tácito Agr. 13.4; Germ. 37.5; Hist. 4.15.2.
111 Tácito, Ann. 11.19.3.
112 Tácito. Ann. 11.20.1
113 Tácito. Hist. 1.51-63.
114 Master 2016.
115 Michel 1966: 14 y 57-75.
116 Grainger 2003: 56 y 103-108.
117 Beck 1998: 72-102.
118 Grimai 1990: 103-166: Mellor 1999: 80: Schulz 2019: 62. Absolutamente en contra Martin 1981: 50-55.
119 Griffin 2009: 174-175.
120 Tácito, Agr. 30.4-31.1. Donde se refleja bien la manera en que los romanos se comportaban con los resistentes, incluso con los aliados que habían dejado de ser útiles. Vease Mattingly 2011: 24 у 76.
121 Woolf 2011: 99-101, anota como el espacio vacío salvaje y desconocido que encontramos en la descripción de César, es ahora un espacio ordenado por los pueblos que lo habitan.
122 Van Broeck 2017: 201-228, considera que de la lectura de la Germania puede deducirse igualmente una invitación a la conquista como la manifestación de que se trata de un territorio imposible de someter.
123 Tácito, Germ. 41.2.
124 La falta de rentabilidad es en Estrabón (2.5.8) una razón para no proceder a la ocupación de un territorio. Morley 2010: 45, anota que el control romano nunca se extendió eficazmente en las regiones montañosas, bosques o desiertos.
125 Tácito, Ger. 43.2.
126 Plinio el Joven, Раи. 14.5.
127 Tácito, Agr. 41.3.
128 Tácito, Ger. 33.
129 Rives 2012: 48.
130 Syme 1958: 37.
131 Ńesselhauf 1952: 242.
132 Schmitt 2014: 186.
133 Cizek 1996: Schulz 2019: 148. En contra Martin 1981: 35.
134 Tácito. Hist. 1.1.4.
135 Tácito. Лии. 2.41.2 v 2.73.2-3.
136 Tácito. Hist. 4.73.
137 Edwell2013:
138 Rutledge 1998: 152
139 Laederich2001: 355-356.
140 Juvenal, Sat. 1-2. Véase Cortés Tovar 2014: 84-85.
141 Tácito, Hist. 1.1.4.
142 Waters 1969a; Bennett 1997: 211-212. Ruffing 2021: 85, considera a Tácito un propagandista del régimen de Trajano.
143 Waters 1969b; Keane 2012: 408.
144 Tácito, Ann. 16.16. Aunque si los libros XIII-XVI fueron, como parece, escritos ya bajo el reinado de Adriano, quizás ese pesimismo extremo sobre la marcha de la monarquía deba asociarse con el reinado de este emperador.
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Abstract
La lectura de la Germania ha pasado por avalares diversos, procedentes tanto de las propias proyecciones del presente como de la naturaleza imprecisa del texto. Su 'imperfecta' etnografía provocó una minusvaloración que llevó a ignorar la intencionalidad política subyacente al discurso erudito. Sin embargo, presentar el texto como una mera descripción, o el divertimento académico de un estudioso, contradice la incuestionable implicación pública de su autor. Tácito es un genuino representante de una facción senatorial que. además de añorar el pasado, pretende influir en la política imperial, promover un impulso expansionista que la lógica estratégica defensiva parecía ya desaconsejar.