INTRODUCCIÓN
Este trabajo tiene el doble objetivo de presentar y comparar dos sitios con arte rupestre del centro oeste de la Patagonia: Tres Lagunas 1 y Las Tres Marías, ubicados en las cercanías del valle del Genoa (departamento Tehuelches, provincia del Chubut, Argentina) (fig. 1) y, en segundo lugar, realiza esta comparación aplicando una metodología de clasificación y codificación de los motivos rupestres basada en trabajos previos (Scheinsohn et al. 2016). Partimos de la hipótesis de que ambos sitios formarían parte de una misma red de comunicación, compartiendo así un camino arqueológico de transmisión cultural (en adelante catc ) (sensu Caridi & Scheinsohn 2016). Esta hipótesis se sustenta en su relativa cercanía a unos 20 km lineales uno del otro, y a que ambos pueden inscribirse en la tendencia abstracto geométrica compleja (en adelante tagc ) (sensu Gradin 1999), también conocida como estilo de grecas.
Según las dataciones registradas en varios sitios con pinturas rupestres en la norpatagonia, la tagc se ubica temporalmente entre los 1300 y 300 años ap (Gradin 1999; Fiore 2006; Podestá et al. 2009; Podestá & Tropea 2010; entre otros). Si esta hipótesis es correcta, los sitios compartirían varios tipos de motivos. Sin embargo, dado que es difícil determinar desde un punto de vista teórico cuántos tipos de motivos deberían compartir, como una forma de operacionalizar esta propuesta consideramos al menos la mitad de los tipos presentes en ambos sitios, y que estos además formen parte de un mismo repertorio regional, integrando los seis clusters regionales determinados por Caridi y Scheinsohn (2016). Así, en este trabajo utilizamos una escala de análisis que atañe a las “reglas no relacionales de composición visual” (Fiore 2016: 61), es decir, al motivo aislado sin relación con los otros presentes a su alrededor.
Si bien existen diversas definiciones de motivos y representaciones (Aschero & Martel 2003-2005; Fiore & Acevedo 2019), para este trabajo entendemos como representación al diseño que se inscribió en el soporte rocoso, y por motivo al producto de la asignación de esa representación a una clase mediante su codificación (Scheinsohn et al. 2016). Asimismo, en vez de motivos individuales, consideramos tipos de motivos, esto es, los agrupamientos de motivos individuales posibles en función de su similitud morfológica y el nivel de anidamiento (nestedness) establecido en la clasificación (Scheinsohn et al. 2016).
La existencia de diversas escalas jerárquicas en el análisis de las variaciones internas dentro de un tipo de motivo (Scheinsohn et al. 2016) plantea algunos problemas. Por ejemplo, el motivo puntiforme puede adquirir distintos estados: un punto aislado y un conjunto de puntos, o estos estados pueden considerarse directamente como diferentes tipos de motivos: puntiforme aislado y puntiforme agrupado. Un criterio u otro determina el modo de tratar la variación. Si hay pocos tipos de motivos –clasificación lumper (Loendorf 2001; Scheinsohn et al. 2016)– el nivel de análisis será de grano muy grueso. Si, por el contrario, hay muchos –clasificación splitter (Loendorf 2001; Scheinsohn et al. 2016)–, será más difícil encontrar semejanzas y diferencias (Fiore 2013). Para la clasificación de los motivos de Tres Lagunas 1 y Las Tres Marías partimos de la lista de tipos de motivos empleada por Scheinsohn y colaboradores (2016), pues permite una relación entre ambas clasificaciones. Así, si bien desde el punto de vista metodológico no nos ocuparemos de la variación generada por el tipo de clasificación, sí prestaremos atención a la variación intersubjetiva.
La diferencia de criterios que se da entre operadores es una de las fuentes de variación de toda medición, conocida en diversos terrenos disciplinarios. En el caso del arte rupestre, esta variación puede ser significativa si intervienen varios operadores, en tanto determina la asignación de una representación a un tipo de motivo u otro –en los procesos que llamamos codificación y clasificación (véase Scheinsohn et al. 2016)–, y puede generar diferencias cuantitativas con respecto a datos tan básicos como la cantidad de tipos de motivos detectados en un sitio. Para controlarla realizamos un test ciego, a fin de determinar cuáles son los tipos de motivos de la clasificación ya mencionada no ambiguos (sin o con pocas diferencias entre operadores) y aquellos más ambiguos (que se prestan a mayores diferencias). Para estos últimos establecimos una serie de criterios, con el objetivo de homogeneizar la clasificación y minimizar las diferencias entre operadores.
LOS SITIOS
Tres Lagunas 1 ( tl 1) y Las Tres Marías ( ltm ) se ubican en las cercanías del valle del Genoa (fig. 1). El sitio tl 1 está dentro de un cañadón y las pinturas se encuentran sobre su cara este (fig. 2a). En ltm las pinturas se orientan hacia el norte y el sitio se emplaza en un espacio abierto (fig. 2b). A unos 20 km al sureste de ltm se destaca el perfil del cerro Shequen (Gradin 1978a), que representa el hito más importante para la circulación terrestre en ese territorio uniforme.
El sitio tl 1 (fig. 3a) se encuentra en el establecimiento del mismo nombre, propiedad de la familia Carranza, a unos 65 km al sureste de la localidad de José de San Martín, por caminos vecinales. Este sitio fue dado a conocer en un trabajo monográfico realizado por Jessica Coraza, Néstor Piñeiro, Marisa Millanao y Mario Páez, alumnos de la Tecnicatura en Turismo que el isfd 804 de Esquel dictaba en José de San Martín (Coraza et al. 2003). La profesora María Marta Novella dio aviso de la existencia de este sitio a la entonces Subsecretaría de Cultura de la provincia del Chubut y a la licenciada Cristina Bellelli, quien nos informó al respecto al iniciar nuestro proyecto de investigación en dicha localidad. Cuando fuimos por primera vez, en 2011, contactamos a dos de sus autores, Coraza y Piñeiro, quienes nos llevaron al sitio y colaboraron con un primer relevamiento. A 2 km se encuentra un puesto (Tres Lagunas Puesto, fig. 3a) y a 3,5 km está Tres Lagunas 2, sitio a cielo abierto descrito por Leonardt y colaboradores (2016) (fig. 3a). En el cañadón en que se ubica el sitio, a 845 msnm, erosiona una colada del Pleistoceno (Formación Cerro Grande o Formación Cerro El Pedrero, correspondientes al Pleistoceno Medio a Superior), y en el sector de las pinturas existe un tramo con laderas verticales y con taludes producto de la erosión fluvial reciente.
Las representaciones se disponen a lo largo de 500 m de manera discontinua conformando dos sectores con un total de nueve conjuntos o paneles (fig. 3a). Frente al sitio se extiende la faja fluvial del cañadón formada por un piso de terraza del Holoceno que se eleva entre 1 y 1,2 m sobre el nivel del cauce. El cono aluvial, integrado por gravas y bloques, cubre la terraza fluvial. El cauce activo tiene 3 m de ancho, lo cual resulta desproporcionado con respecto a la faja fluvial, indicando un curso minimizado y efímero. Si bien cerca del sitio no se reconocieron mallines ni paleomallines, 2 km aguas abajo, frente al puesto ya mencionado, se sitúa un pequeño mallín que ocupa un meandro abandonado. En el trayecto desde el puesto hasta el cañadón que contiene las pinturas, encontramos numerosos artefactos líticos en superficie, los que están bajo estudio. En el sector del mallín (Tres Lagunas Puesto, fig. 3a) se realizaron transectas con testeos subsuperficiales en los que solo se recuperaron huesos de guanaco a unos 70 cm de la superficie actual. Al no detectarse huellas antrópicas en estos huesos ni presencia de otros materiales arqueológicos, suponemos que se trata de animales depositados naturalmente.
El sitio ltm (fig. 3b), a 80 km al sureste de la localidad de José de San Martín, también se ubica en una colada basáltica del Pleistoceno Superior (Formación Cráter), que se orienta hacia el sur y está emplazada a 580 msnm, en una zona de relieves extendidos y am-plios. El resalto topográfico de la colada presenta paredes rocosas, en las cuales se disponen discontinuamente a lo largo de 650 m lineales tres sectores con alta densidad de representaciones. En el sector 1 se detectaron varios paneles con una importante cantidad de motivos; los sectores 2 y 3, separados por segmentos con ausencia completa de pinturas, contienen menor cantidad (fig. 3b). Al pie y enfrente de los paneles hay una pequeña laguna temporaria de aguas salobres en cuyos alrededores registramos varios artefactos líticos en superficie. Además, entre la barda del sector 1 y la laguna, se hallan dos tumbas históricas con cruces e inscripciones que datan de la década de 1960 (fig. 3b). Cerca, dispuesta de manera perpendicular a estas, hay una acumulación de piedras que podría interpretarse como una sepultura de tipo chenque. A unos 100 metros de allí hay un puesto moderno (fig. 3b) y en sus cercanías, en un nicho de la misma barda basáltica, encontramos una estatua del Gauchito Gil junto a materiales depositados en momentos recientes (botellas, restos de velas).
Ambos sitios comparten algunas características. Están emplazados en paredones rocosos conformados por coladas basálticas que presentan vesículas, diaclasas horizontales y sectores brechados. Esto origina espacios aptos para el arte rupestre, aunque discontinuos y espacialmente limitados. Si bien en este tipo de rocas se podrían esperar grabados, pues destacarían ante un fondo de color oscuro –como sucede en otros contextos, como en la meseta del Strobel, provincia de Santa Cruz (Belardi & Goñi 2006) y en el lago Colhué Huapi, en la provincia del Chubut (Moreno & Herrera 2016)–, o porque su dureza garantizaría su preservación (Fiore 2018), ambos sitios solo contienen pinturas, todas realizadas en la gama de los rojos. Otra característica común es la ausencia de motivos figurativos o de negativos/positivos de manos, los que fueron detectados en áreas vecinas, como en la región de Aysén, Chile (Reyes 2003, Nuevo et al. 2012), y en los ríos Pico (Scheinsohn et al. 2011, 2020) y Mayo (Gutiérrez & Castro 2017), en Chubut. Cabe destacar que en estos dos sitios no se agotó el espacio disponible para la realización de representaciones.
METODOLOGÍA
Relevamiento de arte rupestre
El relevamiento de tl 1 se realizó entre 2011 y 2012, el de ltm en 2014. En los dos casos se hizo tomando como punto de partida uno de los extremos del paredón rocoso y siguiendo la distribución de las representaciones de manera lineal. Se tomaron fotografías digitales de las figuras identificadas a simple vista, pero también de los sectores en los que sospechamos que podría haber, aunque no fueran distinguibles completamente, para verificar luego su existencia a partir del procesamiento digital de imágenes en gabinete. En el caso de aquellas que se concentraban en paneles, se fotografiaron identificando cada uno de los motivos, de manera similar a lo realizado por Fiore (2016).
Clasificación de motivos
Como se ha señalado, para la clasificación de motivos de arte rupestre se utilizó como referencia la lista de caracteres usada por Scheinsohn y colaboradores (2016), que surgió de la ampliación de otra publicada anteriormente (Scheinsohn et al. 2009, 2011) y que incluye 60 tipos de motivos. La metodología adoptada en esta cuantificación coincide parcialmente con las presentadas en Fiore (2011), Basile (2013) y Fiore y Acevedo (2019).
Con la finalidad de controlar la intersubjetividad en la clasificación, se aplicó un test ciego que permitió a tres operadores (autoras de este trabajo, con experiencia en arqueología y arte rupestre del área) clasificar los motivos de manera independiente, utilizando las fotografías de ambos sitios tomadas en campo y la lista de tipos de motivos ya mencionada. Como la clasificación se hizo en gabinete mediante fotografías, esto supuso un recorte respecto de lo que se podía observar en el campo. Sin embargo, ya que los tres operadores vieron las mismas fotografías (47 para tl 1 y 84 para ltm ), entendemos que, si esto implicó algún tipo de sesgo en la clasificación, fue el mismo para todos, por lo que las diferencias registradas no deberían atribuirse a este factor. Todas las fotografías fueron analizadas primero a ojo desnudo y luego con distintos filtros utilizando el programa DStretch Image J (Decorrelation Stretch) (Harman 2008). Las cifras que se observan en la tabla 1 son producto de las fotografías procesadas por DStretch.
Como resultado se obtuvo una triple clasificación para cada motivo registrado, abriendo la posibilidad de triple, doble o ninguna coincidencia entre los operadores. En ambos sitios predominan las dobles coincidencias (alrededor del 50%, tabla 1); los otros casos extremos (con ninguna o triple coincidencia) oscilan entre el 20% y el 30% según los sitios.
Hay que destacar que la triple coincidencia se dio tanto para motivos simples como complejos (sensu Gradin 1978b) (fig. 4) y en algunos casos correspondió a la clasificación de indeterminado.
Los casos de triple coincidencia explican tipos de motivos bien definidos y no ambiguos. Las ambigüedades surgen cuando se plantean doble o ninguna coincidencia. Ambos casos pueden atribuirse a cuatro situaciones: ‒ Cuando algunos operadores clasifican una misma representación como un motivo único y otros lo consideran agrupado o alineado tomando en cuenta sus vecinos (p.e., v agrupada versus v alineada, círculo vacío versus círculos vacíos agrupados, fig. 5a-b). ‒ Cuando algunos operadores clasifican una misma representación como mancha y otros como indeterminado (fig. 5c). ‒ Cuando algunos operadores clasifican una representación como indeterminado y otros lo hacen a partir de algún elemento que aún continúa visible a pesar de su mal estado (p.e., figura oval versus indeterminado, trazo lineal y puntiforme versus indeterminado, fig. 5d-e). Esto sucedió en los casos en que la pintura registraba desvaídos y/o descascaramientos. ‒ Cuando algunos operadores utilizan criterios diferentes para describir un motivo (p.e., considerarlo como rectángulo con trazos internos versus considerarlo como enmarcado tipo matra, fig. 5f).
Es importante hacer notar que esto sucedió aun cuando los operadores contaban con experiencia previa en el relevamiento de arte rupestre de la zona y con una base de datos de tipos de motivos previamente elaborada (Scheinsohn et al. 2009, 2011, 2016), la que sirvió de punto de partida para realizar el test ciego. Así, este ejercicio permitió detectar ambigüedades en una clasificación que tiene varios años de desarrollo y que fue empleada en diversas oportunidades. Esto exigió revisarla y reclasificar los motivos de asignación discrepante bajo los siguientes criterios: ‒ Considerar como indeterminado aquellos casos en que el motivo no se distingue, porque está incompleto (roca saltada, liquen o musgo ocultando la representación) o muy desvaído, a pesar de que ciertas porciones de la representación están aún visibles (fig.5d-e). ‒ Definir como mancha los casos en que se detecta pintura que cubre una superficie sin una forma definida (fig. 5c). ‒ Clasificar un motivo como agrupado o alineado cuando se trata de un mismo dibujo que se repite en un espacio acotado de manera desorganizada (agrupado) o de forma organizada vertical u horizontalmente (alineado) (fig. 5a-b). ‒ Crear tipos de motivos nuevos que denominamos compuestos, para definir aquellos que se conforman por varios tipos de motivos simples o complejos dispuestos en estrecha proximidad o en contacto entre sí, generando una unidad y que solo registramos una única vez en estos sitios. Al enunciarse como tipos de motivos pensamos en someter a prueba su presencia en otros sitios. Creemos que esta idea de la adición o combinación sería una forma de construir nuevos tipos. Propusimos tres tipos de motivos compuestos nuevos (fig. 6) que se enmarcarían en este caso. ‒ Cuando se detectaron criterios diferentes para describir un motivo (fig. 5f), se revisó cada una de las situaciones para acordar entre los operadores su asignación.
RESULTADOS
Como resultado de la clasificación, se registraron 47 motivos en tl 1 y 94 en ltm (tabla 2). De acuerdo con lo observado en la tabla 2, los porcentajes de indeterminados no superan el 25% en ambos casos, lo que implica que el 75% de las representaciones fueron asignadas a algún tipo de motivo. En cuanto a los tipos de motivos presentes, se identificaron 18 en tl 1 y 22 en ltm , de los cuales solo nueve son compartidos entre ambos sitios (tabla 2); es decir, entre el 41% (de ltm ) y 50% (de tl 1) de los tipos de motivos asignados entre sí. En la tabla 3 se detallan los tipos de motivos compartidos.
Las Tres Marías presenta más tipos de motivos que tl 1 (22 versus 18), lo que es esperable por el mayor tamaño de la muestra, aunque esta mayor riqueza de motivos no es proporcional al tamaño de la misma (94 versus 47). Ambos sitios comparten los trazos lineales, los círculos, las figuras cerradas irregulares, las grecas, los zigzags, los óvalos, los cuadrados, los rombos y los ondulados (tabla 3). Estos tipos de motivos son los que permiten su inclusión dentro de la tagc . ltm presenta tipos de motivos que no están en tl 1. Entre ellos se enumeran los rectángulos, peiniformes, reticulados, cruces, enmarcados, curvilíneos, clepsidras, manchas, patrón de cruz escalonada y rombos, hoyuelos contorneados con pintura, triángulos, motivos en L y el zigzag alineado adosado a greca lineal abierta irregular. Además, en ltm destaca la abundancia de enmarcados (ocho casos) que discutiremos más adelante.
DISCUSIÓN
Los sitios bajo análisis comparten nueve tipos de motivos. Esto corresponde a casi el 30% de aquellos registrados en los dos sitios (N=31, considerando los nueve compartidos y los sin compartir, tl 1=9 y ltm =13). Es decir, por debajo del valor que fijamos arbitrariamente (50%) como expectativa para sitios que integran un mismo catc . En términos de lo planteado por Fiore y Acevedo (2019) para la localidad Viuda Quenzana, es un porcentaje bajo de tipos de motivos compartidos. Pero tenemos, además, un bajo porcentaje de reproducción de motivos: en tl 1 existe una proporción de 2,6 motivos por tipo de motivo (47 motivos y 18 tipos de motivos); en ltm esa proporción es mayor (4,27, 94 motivos y 22 tipos de motivos) aunque sigue siendo reducida. Si to-mamos el ejemplo de Viuda Quenzana (Fiore & Acevedo 2019), en donde se contabilizan 1333 motivos y 81 tipos de motivos, tenemos una proporción de 16,45 motivos por tipo, bastante más alta de lo que aquí estamos considerando. Ante este panorama de menor frecuencia de motivos y de tipos de motivos, es interesante considerar que los nueve tipos compartidos constituyen el 50% de los tipos de tl 1 y el 41% de los de ltm .
Al inicio de este trabajo también planteamos que en función de integrar este mismo catc debían compartir los seis clusters que propusimos para el noroeste de la Patagonia (Caridi & Scheinsohn 2016). Estos clusters se definieron a partir de la utilización de redes de información mutua aplicadas al análisis de los motivos identificados en una base de datos de 49 sitios con arte rupestre localizados en un área comprendida entre los paralelos 40°10’S y 45°50’S. Así, a partir del concepto de información mutua, estos clusters consideran en qué medida la presencia de un motivo X predice la presencia de un motivo Y (Caridi & Scheinsohn 2016). En la tabla 4 resumimos esta comparación presentando cada uno de los clusters, los tipos de motivos que los integran y agregando, aparte de la columna del Genoa, que corresponde a los dos sitios de los que trata este trabajo, una columna para los sitios ubicados en la zona boscosa inmediatamente vecina al Genoa: Lago Verde 1 y 2 en el valle del lago homónimo, Chile, y Acevedo 1 en el valle del río Pico, Argentina.
En el caso del cluster 1, ltm presenta más tipos de motivos que tl 1 (3 versus 2). Para el cluster 2 se indica una relación negativa entre las grecas y los restantes motivos que lo integran, interpretados en términos del estilo de pisadas (sensu Menghin 1957; Scheinsohn & Caridi 2016) y tanto tl 1 como ltm muestran grecas. El cluster 3, integrado solo por dos tipos de motivos, es el único en el cual se relacionan todos los sitios de la tabla 4 (los del valle del Pico/Lago Verde y los dos mencionados en este trabajo, en el valle del Genoa), aunque tl 1 no presenta los reticulados. Los dos sitios comparten todos los motivos del cluster 4 (zigzags, rombos y ondulados). En el caso del cluster 5, que contiene buena parte de motivos figurativos, solo comparten el tipo cuadrado, en tanto ltm cuenta además con peiniformes y tl 1 con el tipo figura en Y. Finalmente, del cluster 6 comparten el óvalo, ltm presenta además clepsidra y curvilíneo, y tl 1 la serie de líneas escalonadas.
A partir de la comparación planteada en la tabla 4, vemos una vinculación entre tl 1 y ltm , y con los sitios ubicados en el noroeste patagónico y una escasa relación de estos con los sitios del valle del Pico/Lago Verde (solo dada por el cluster 3). La poca vinculación del arte rupestre de los sitios del bosque (Río Pico/Lago Verde) con los otros sitios con arte del noroeste patagónico había sido ya identificada por Caridi y Scheinsohn (2016). Sin embargo, estas diferencias solo se limitan al arte rupestre y no se manifiestan en otras líneas de evidencias, como los materiales líticos (Rizzo et al. 2016).
A pesar de las coincidencias entre tl 1 y ltm , no podemos dejar de notar las peculiaridades de este último sitio. Por un lado, presenta una mayor cantidad de motivos respecto de los otros sitios de la zona ( tl 1, Acevedo 1 y Lago Verde 1 y 2) y por otro, destaca la abundancia de motivos enmarcados.
Un caso similar al de ltm es el del Gran Paredón de Azcona ( gpa , Río Negro) en donde también destaca la cantidad de enmarcados, los que, además son notoriamente visibles y presentan policromías (Podestá et al. 2019). Consideramos que estos enmarcados representan las placas grabadas, objetos de arte mobiliar característicos de los momentos tardíos de la Patagonia septentrional –aunque el fechado obtenido por Lynch y colaboradores (2018) en un ejemplar hallado en la meseta de Somuncurá remonta su antigüedad a ca. 1900 ap –, con las cuales comparten tanto la forma de sus contornos (cuadrangular o rectangular) como los diseños internos y las combinaciones entre ellos.
Estas similitudes ya habían sido observadas por Gradin (1978a) al referirse a los enmarcados de Cerro Shequen. También menciona que los enmarcados con diseños internos complejos difieren entre sí, algo que notó también Acevedo (2015), quien afirma que no existen dos ejemplares de placas y hachas cuyos diseños repitan los mismos motivos, aunque compartan dibujos similares. Según Podestá y colaboradores (2019), si bien hay controversias entre los investigadores en cuanto a la antigüedad de las placas en la Patagonia, los pocos fechados absolutos disponibles ubican estos artefactos en momentos muy tardíos, dando como ejemplo el caso de la placa de Campo Nassif 1 (Piedra Parada, Chubut), que Onetto (1986-1987) data hacia los 480±75 años ap , y la del Cerro Pintado (Cholila, Chubut) ubicada muy por encima de un fechado radiocarbónico de 680±60 años ap (Bellelli et al. 2003, 2008).
Otra interpretación de estos enmarcados es la de representaciones de las matras (Gradin 2001) o tejidos tradicionales mapuches. Según Gradin (1977), el baqueano José Cárdenas describía el alero Cárdenas, en la cuenca del río Pinturas, provincia de Santa Cruz: “con preciso lenguaje popular como caracterizado por sus ‘dibujos laboreados’, parecidos a los de las matras y ponchos en uso en la zona” (Gradin 1977: 143). Esta vinculación con textiles también autoriza a pensar estos motivos como tardíos.
La tabla 5 muestra una serie de sitios del noro-este de la Patagonia con una importante cantidad de enmarcados. En la misma puede observarse que, si bien ltm muestra un alto número de enmarcados, no llega a equipararse porcentualmente con Risco de Azócar 2 ( ca 42, provincia de Río Negro), que tiene la misma cantidad, pero también muchos menos motivos, ni con Gran Paredón de Azcona ( ca 42, provincia de Río Negro), aunque es similar a Peumayén 2 y Paredón Lanfré (ambos en el río Manso, provincia de Río Negro).
Respecto de los enmarcados, ltm cuenta con una característica atípica, ya que hemos encontrado uno realizado con estarcido (stencil) y un instrumento aplicador de pintura en contacto directo con el soporte. A partir de lo que puede apreciarse en la figura 7, entendemos que se usó un instrumento de contacto directo, dado el exceso de pintura que puede observarse por fuera de los bordes del motivo y la ausencia de microgotas, rasgo característico de la aplicación de pintura al soplarla sobre el stencil. El enmascarado –como se lo denomina en el terreno de las artes plásticas– de partes del diseño que no debían tener pintura pudo haberse realizado con una plantilla calada (de cuero, por ejemplo) o, menos probablemente, cubriendo los sectores que no debían presentar pintura con un fluido hidrófugo (como grasa o alguna resina vegetal) que era retirado después de la pintura.
Si bien sabemos del empleo de la técnica del estarcido en el arte rupestre patagónico para las ya mencionadas placas grabadas y de extremidades humanas o de animales –como las de choique encontrados en Cueva de las Manos (Gradin et al. 1979) o en Viuda Quenzana (Fiore & Acevedo 2019), ambos en la provincia de Santa Cruz–, estos casos se habrían dado soplando la pintura por arriba de un objeto o extremidad que operaría como máscara. Así, consideramos que este sería el primer registro que se tiene de su uso en una representación abstracta-geométrica, en que se habría aplicado la pintura por contacto directo. Para precisar los pasos técnicos utilizados, en futuros trabajos intentaremos determinar químicamente si se usó una sustancia hidrófuga para el enmascarado, mediante la toma de micromuestras en las zonas sin pinturas.
CONCLUSIONES
Hemos constatado un vínculo entre tl 1 y tlm que, en principio, está dado por una serie de características comunes:
‒ Ausencia de superposiciones.
‒ Ausencia de grabados.
‒ Ausencia de motivos figurativos (incluyendo las manos).
‒ Ausencia de preparado de soporte.
‒ Ubicación de las pinturas en un soporte relativamente visible.
‒ Se trata de pinturas en distintas gamas de rojos.
‒ Motivos inscriptos dentro de la tagc .
En cuanto a los tipos de motivos compartidos en ambos sitios, su porcentaje es bajo en función del total del repertorio; sin embargo, importante respecto del total de tipos presentes en cada uno de los sitios, en un marco regional de una inferior tasa de replicación y un menor número de motivos.
A nivel regional, ambos sitios responden a los clusters establecidos en el noroeste de la Patagonia, diferenciándose de los sitios más próximos al bosque (Río Pico/Lago Verde, tabla 4). Pero, además, ltm presenta una serie de particularidades, especialmente una alta proporción de motivos enmarcados que lo vincula con otros sitios patagónicos (tabla 5) ubicados hacia el norte en el bosque y hacia el sur en la estepa. Si el supuesto de que este tipo de motivos representa una señal tardía es cierto (Podestá et al. 2019), ltm estaría dando una señal cronológica diferente a la de tl 1. Así, podríamos considerar que en el contexto general de la tagc (asignable a los últimos 1300 años) en ltm sería posible identificar un momento más tardío de ejecución de pinturas que en tl 1, representado por los enmarcados, ausentes en este último sitio. Si esta hipótesis es correcta, la técnica del estarcido registrada en ltm sería también reciente, en la medida en que se trata de un enmarcado.
Esta propuesta podrá ser corroborada si se encuentran más sitios con presencia de esta técnica. Por lo tanto, las diferencias observadas entre ltm y tl 1, que impiden considerarlos dentro de una misma red de comunicación o catc , podrían ser de índole temporal. También podría tratarse de una situación en la cual la poca variabilidad de tipos de motivos sea un subproducto de la poca cantidad de motivos (sesgo dependiente de la frecuencia), como plantean Fiore y Acevedo (2019) para los sitios donde se da un bajo número de motivos y de tipos de motivos. De todas formas, estos bajos números son coherentes con lo que sucede en el resto de la región y podrían dar cuenta de una baja densidad poblacional o de un lapso temporal de ocupación humana relativamente acotado, respecto de otras regiones de la Patagonia.
A nivel metodológico, los resultados del test ciego llevado a cabo en este trabajo (tabla 1) apuntan a la importancia de considerar controles cuando la clasificación de motivos la hacen diversos operadores, más allá de su nivel de experticia o de los años de compartir el mismo esquema clasificatorio. Si un solo operador realiza la clasificación se reducen los sesgos intersubjetivos, pero se multiplica el tiempo de trabajo y se limita la variabilidad de percepciones e interpretaciones de lo que se está codificando y clasificando, restando riqueza a los resultados. Creemos que una solución a este problema es la participación de varios operadores y el establecimiento de controles como los que implementamos en este trabajo. Por ello, a futuro estimamos necesario un test ciego convocando a otros operadores para evaluar los nuevos criterios establecidos a partir de este trabajo.
Finalmente, creemos que es importante incluir en una agenda próxima, la comparación de estos sitios con el cercano Cerro Shequen y con aquellos ubicados al sur del Genoa, tanto en Chile como en Argentina.
Agradecimientos Especialmente a Jessica Coraza y Néstor Piñeiro que nos llevaron por primera vez al sitio Tres Lagunas 1. Ellos habían realizado un primer relevamiento del sitio junto con otros dos compañeros en el año 2003. Agradecemos a la investigadora y, por entonces, profesora de estos alumnos, María Marta Novella, por proporcionarnos una copia de ese trabajo. A Cristina Bellelli, por mencionarnos la existencia de ese sitio y de ese trabajo. También nuestro más profundo agradecimiento a la familia Carranza, propietaria del establecimiento donde se encuentra el sitio, por autorizar el acceso y facilitar el trabajo de campo. Asimismo, a Ángel Villaroel, quien nos informó de la existencia del sitio Las Tres Marías, propiedad de su familia, y dio las indicaciones precisas para llegar a este. A Gendarmería Nacional y en especial al entonces comandante principal Heraldo Cantero, del Escuadrón 37, por proporcionar el transporte hasta los sitios y el alojamiento durante el trabajo de campo. A Nora Kuperszmit, Mariela Carpio González, Jessica Coraza y al cabo primero Fuentes, de Gendarmería Nacional, por su colaboración durante el trabajo de campo y el relevamiento de los sitios. Agradecemos a Mercedes Podestá por su ayuda con la bibliografía y sus consejos, a Anahí Re por el dato de los enmarcados del Alero Cárdenas y por otros consejos, y a Ana Fondebrider, por sugerir la posibilidad del uso de la técnica del enmascarado para el estarcido de ltm . Este trabajo fue financiado por los subsidios pip conicet N° 599 y pict 2016 de la anpcyt Nº 0901.
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VIVIAN SCHEINSOHN
conicet, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
SABRINA LEONARDT
conicet, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
FLORENCIA RIZZO
conicet, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
GISELA VADALÁ
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
PABLO TCHILINGUIRIÁN
conicet, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
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© 2022. This work is published under https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/deed.es (the “License”). Notwithstanding the ProQuest Terms and Conditions, you may use this content in accordance with the terms of the License.
Abstract
Se presentan y comparan dos sitios con arte rupestre del centro oeste de la Patagonia, denominados Tres Lagunas 1 y Las Tres Marías, ubicados en las cercanías del valle del Genoa (departamento Tehuelches, provincia del Chubut, Argentina). Ambos contienen pinturas que corresponden a la tendencia abstracto geométrica compleja, también conocida como estilo de grecas. Para este trabajo propusimos examinar la variación intersubjetiva en la codificación y clasificación del arte rupestre, en vista de su importancia para la cuantificación de tipos de motivos. Se analizan las diferencias y semejanzas entre estos sitios, considerando los tipos de motivos presentes, y se las discute en un contexto regional. También se reconoce la importancia cuantitativa de los enmarcados y la presencia en el sitio Las Tres Marías de la técnica del estarcido con enmascarado.
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