Zirión Quijano, A., Sobre el colorido de la vida y la fenomenología de lo inefable, Buenos Aires, SB editorial, 2024, 300 pp.
Antonio Zirión Quijano es uno de los más destacados fenomenólogos del mundo hispano en el último medio siglo. Su extensa trayectoria ha tenido como eje vertebral el estudio riguroso y sistemático de la fenomenología de Husserl, pensador que ha inspirado y guiado sus otras dos grandes líneas de trabajo: la investigación sobre la historia de la fenomenología en México y la profundización en el pensamiento del flósofo del exilio español José Gaos, del que ha coordi-nado sus Obras Completas. Asimismo, la labor de Zirión Quijano ha propiciado algunas de las mejores traducciones de Husserl al español (en especial la de Ideas II), así como dos herramientas técnicas digitales de impagable valor para la inves-tigación en Husserl: el Diccionario Husserl y el Glosario Guía para su traducción.
Su producción flosófca, de más de un centenar de publicaciones, alcanza ahora uno de sus hitos más notables con la publicación de Sobre el colorido de la vida y la fenomenología de lo inefable, un libro sobre el que hay que llamar especialmente la atención debido al carácter único de la investigación que plan-tea. El núcleo central y el hilo conductor que guía los diferentes ensayos que componen la obra responde a una investigación nueva, original. No estamos ante una interpretación más de la flosofía de Husserl ni ante una aplicación de su fenomenología a otros campos. Lo que aquí propone el autor es elucidar un "fenómeno" -mejor hablar de una cualidad (o cuasi-cualidad) o rasgo- que él mismo identifca, sacándolo a la luz y poniéndolo ante nuestros ojos, para a continuación introducirnos en un trayecto investigador de más de veinte años de refexión teórico-fenomenológica en torno a la temática.
Tal rasgo ha sido denominado por el autor colorido de la vida y afecta direc-tamente a otros campos clásicos de la investigación en perspectiva fenomenoló-gica, como por ejemplo la afectividad -muy en particular el estudio del temple de ánimo (Stimmung), al que dedica el capítulo 10-, el lenguaje -sus límites y horizontes-, así como el problema de la inefabilidad, que completa el título de laobra. Se trata en total de doce capítulos, once de los cuales proceden de publica-ciones previas, la más antigua del año 2002. El último, "Qué es eso del colorido de la vida. Recopilaciones y respuestas", es inédito, y en él el autor presenta el estado actual de su investigación y anuncia un programa todavía más amplio de una "fenomenología de la vida en concreción", de la que tendremos noticia en publicaciones futuras.
Cinco de los doce capítulos (1, 2, 6, 8 y 9) se dedican en exclusiva a la cues-tión del lenguaje y sus límites en clave fenomenológica, sobre todo a partir de los problemas que Husserl fue detectando en el campo de la expresión y la signif-cación. El capítulo octavo, por ejemplo, titulado "Sobre los límites del lenguaje y las limitaciones de la fenomenología. Hacia una crítica fenomenológica del lenguaje", sirve de magnífca introducción a estas cuestiones a partir de textos de Investigaciones Lógicas e Ideas I, con referencias a la flosofía antigua (Aristóteles, la escuela megárica...) y autores contemporáneos como Vasconcelos, Mauthner, Gadamer o Derrida.
Dos capítulos (3 y 4) se dedican a temáticas paralelas, aunque íntimamente conectadas con el eje vertebral del libro. Uno está dedicado a la relación entre la fenomenología y el proceso psicoterapéutico del Focusing, cuyo concepto de "felt sense" le sirve a Zirión para bosquejar una analogía con su colorido. El otro, titulado "Tolerancia y confanza", ofrece un sugestivo análisis fenomenológico de estas valiosas disposiciones y deja algunas de las páginas más hermosas y pro-fundas de todo el libro. Un auténtico canto flosófco a la apertura a los otros, a la sinceridad y solidaridad en nuestras relaciones, una apología de la amistad, el respeto y la comprensión mutua.
Otros dos capítulos (7 y 10) se internan en manuscritos de investigación de Husserl sobre los sentimientos recientemente publicados -en realidad, Zirión trabajó directamente sobre los manuscritos ya hace años-, ofreciendo algunas primeras líneas de análisis de un campo de investigación, el de la afectividad en Husserl, que en la actualidad se está expandiendo y profundizando. Como ya se ha señalado, es destacable su preciso análisis de la intencionalidad del temple de ánimo, que quiere llamar la atención sobre su peculiar estructura: su correlato intencional no se corresponde con el objeto de valor que lo suscitó en el pasado, sino con la coloración afectiva (el resplandor) con la que baña en el momento presente toda la vivencia (p. 168). Un temple de ánimo que, por otra parte, no se dirige a objetos de valor (p. 169), aunque sí posee la función de propiciar sudescubrimiento (un temple de ánimo alegre predispondrá a encontrar lo bello, bueno, agradable de las cosas del mundo).
Las temáticas de la afectividad y el lenguaje están al servicio de la cuestión central de la obra, que es justamente la que le da título: la investigación sobre el denominado colorido de la vida. El carácter esquivo y huidizo de tal correlato de la vida de conciencia es el que explica la segunda parte del título, "la fenomenología de lo inefable". El colorido de la vida entraría dentro de esa clase de vivencias, cualidades o rasgos de las vivencias que, por lo característico de su constitución, de su modo de darse, de su peculiar esencia, no pueden ser volcadas en una expresión.
Ese peculiarísimo "qué" encarnado por el colorido presenta una tal volatilidad que a lo largo de los años ha cambiado tanto de interpretación teórica -primero desde la afectividad, después desde la conciencia interna del tiempo- como de denominación: si en la etapa afectiva se nombró justamente colorido de la vida, en la segunda etapa -la presente- Zirión también lo llama estampa de la vida o momento figural.
¿Y qué es eso del colorido de la vida?, como se titula coloquialmente el último de los capítulos. Cada momento de la vida, sea este cual sea, se presenta con un cierto halo, brillo, tono, contiene un cierto aire... Como si al contenido perceptivo concreto que se da a cada instante, con su multiplicidad de sentidos y contenidos, algo se sumara, dotando a la vida -recurro ahora a los términos de Zirión- de un cierto "cariz", "aroma", "textura" (p. 46). Este "algo más" que se añade como aureolando la vivencia se deja intuir mejor, con más transpa-rencia, en el recuerdo. Al traer al presente la memoria de un suceso pasado, lo re-presentado en esta nueva vivencia cobra ahora un cariz o textura que no se reduce a la suma de factores o rasgos que la componen, sino que una cualidad o "cuasi-cualidad" (p. 210) vivencial se añade a todo ello. Ese algo es justamente el colorido de la vida.
Pero en su presentación original, que interpreta el colorido como un factor o rasgo perteneciente a la esfera afectiva de la conciencia -es decir, una suerte de halo o aureola afectiva-, el colorido no se restringe únicamente al ámbito de los recuerdos, sino que es algo que, al modo de un temple de ánimo -o mejor dicho, del resplandor que este proyecta sobre el conjunto de la vivencia-, se vive a cada instante, en el momento presente. Como se describe en el libro, frente a lainmensa multiplicidad de elementos que se constituyen en un acto de conciencia, "la vida cobra cierto carácter" (p. 201).
El colorido no aparece de la misma manera que lo hacen, por ejemplo, las cosas de la percepción, cuyo sentido se intuye objetivamente y puede ser fnal-mente expresado conceptualmente y compartido intersubjetivamente. Para elu-cidar qué sea el colorido hay que realizar un ejercicio, como reza la segunda parte del título, de fenomenología de lo inefable. Del análisis de Zirión -todavía en proceso- se pueden extraer cinco aspectos fundamentales en relación a la cons-titución del colorido:
1. El colorido remite a la singular combinación de los rasgos y factores de una vivencia. Tomados en consideración todos los elementos constitutivos de una vivencia, el colorido estaría referido al nexo que existe entre ellos, al modo en que estos se entrelazan.
2. Zirión destaca que estos rasgos y factores pueden ser de cualquier natura-leza o dimensión. Por lo tanto, no son solo elementos restringidos al campo de la mera percepción, aquellos que proceden fundamentalmente de los sentidos y se ofrecen en el momento presente, sino que se debería abrir de manera gigantesca lo que entendemos por rasgos y factores, incluyendo el ámbito de la experiencia pasada, de la expectativa futura, de las sedimentaciones de sentido, de los hábitos, de datos biográfcos, de las presentifcaciones de los otros, etc.
3. Estos rasgos que componen el colorido se reúnen "como por sí mismos". No hay una actividad o espontaneidad por parte del sujeto que constituya el colorido, sino que este se sintetiza de manera pasiva a partir de una asociación conjunta de todos los rasgos y factores que se dan en la vivencia.
4. El colorido es absolutamente individual e incompartible. Y por ello, inco-municable, estrictamente inefable. Pertenece, por tanto, no al mundo de la vida común, sino al mundo de la vida personal, rigurosamente subjetivo.
5. Y aquí llegamos a uno de los puntos críticos, el colorido tiene carácter afectivo. El colorido, en su primera plasmación teórica, es un "fenómeno" que pertenece a la esfera sentimental o emocional de la conciencia, tiene el carácter de un afecto, de un tono sentimental que baña el conjunto total de lo vivido a modo de horizonte afectivo, como si de una especie de temple de ánimo setratase (lo que condujo al autor, precisamente, a la investigación sobre la Stim-mung husserliana).
Esta primera caracterización abre numerosos interrogantes. Uno de ellos: por qué el colorido ha de ser el resultado de la combinación de todos los rasgos y factores de la vivencia. Si al fn y al cabo es un rasgo advertible de una u otra forma, ¿qué lleva a pensar al autor que este rasgo es justamente producto de tal combinación de factores y no, por ejemplo, de la primacía de alguno de ellos? ¿O es que de lo que se trata es de llegar al rasgo, no a partir del intento de des-cripción -más o menos aproximada- de lo intuido, sino de la deducción de lo que "tiene que ser o haber" a partir de todo lo que está dado en una vivencia?
Hacia esta última hipótesis parecen encaminarse los avances en la investiga-ción del colorido de los últimos años. Como señalé, Zirión sacará al colorido del ámbito afectivo. Ya en la presentación del concepto en un congreso en Colombia en 2002 el autor conjeturaba que la cualidad afectiva del colorido debía distin-guirse de las cualidades de los sentimientos y afectos que lo conformaban, es decir, una especie de cualidad sui generis (pero todavía afectiva). Sin embargo, no será hasta casi 15 años más tarde cuando el autor reconozca que "el colorido de la vida no es una coloración afectiva" (p. 208).
A partir de 2016, Zirión sitúa el singular rasgo en el marco de los profundos problemas relativos a la conciencia interna del tiempo. Cae así la interpretación que lo elevaba a la clase de los resplandores afectivos, describiéndolo ahora como un rasgo que "habla" de cómo la vida se manifesta a sí misma en la autoconcien-cia. Se trata, defne también el autor bajo el infujo quizás de Michel Henry, de una "autoafección" (p. 181). La clave se desplaza desde los halos afectivos que se despliegan como horizonte de toda vivencia a la protoimpresión originaria en la que la conciencia interna del tiempo apresa la vivencia en su integridad.
En esa protoimpresión, afrma Zirión, se da una síntesis originalísima en la que se reúnen o unifcan todos los componentes de la vivencia. Tal composición, su singular fgura y estampa, es el colorido, que en esta nueva versión varía tam-bién en su nombre: Estampa de la vida o Momento fgural. El fenómeno que teñía afectivamente, cual resplandor anímico, cada uno de los momentos presentes de la vida, dotándola de una peculiarísima y singularísima cualidad vivencial, pasa ahora a ser "una cuasi-cualidad que en la protoimpresión presta unidad a la vivencia misma entendida como vivencia plena, con la totalidad de sus correlatos intencionales" (p. 210). El colorido, en su nueva versión, vendría a ser como elsello que deja la vida en toda su riqueza de rasgos y elementos al darse a sí misma, al manifestarse, como una especie de marca de su aparecer.
Lo sorprendente es que esta cualidad o cuasi-cualidad, entendida como "momento fgural", no es "nada sensible o perceptible" (Ibid.). Para ilustrar con más precisión el colorido como momento fgural, Zirión recurre al ejemplo de un fotomosaico, en el que se dan dos planos: el primer plano, el de la fgura que aparece de forma reconocible -en el ejemplo del libro, la cara de un gato-; el segundo plano, el de las miles de diminutas y diferentes imágenes que componen el primer plano del rostro del animal y cuyo contenido individual solo se aprecia ampliando el fotomosaico. La analogía con el momento fgural sería la siguiente: cada instante de la vida se da en la protoimpresión en una cierta composición u ordenamiento, que sería el primer plano de la cara del gato. Pero esta composi-ción integra una diversidad de elementos que ni se corresponden con la cara del gato ni tampoco se unen de forma indiferenciada.
Esta distinción entre primer plano y segundo plano y la implicación que se da entre ellos es esencial para la identifcación del colorido (estampa o momento fgural) El primer plano se corresponde con aquella capa de la vivencia que se da de forma asequible, prerrefexiva, como puede ser la conciencia del mundo externo, la percepción interna de nuestros pensamientos o sentimientos, nues-tras habilidades o destrezas, la vida social o la cultura. El segundo plano queda integrado por los elementos que no presentan tal asequibilidad prerrefexiva: lo inconsciente, lo olvidado, las sedimentaciones y los horizontes de la desatención y el desinterés. Según el autor, la función de implicación entre los elementos de ambos planos "cobra importancia cuando el tiempo pasa y de los innumerables elementos del primer plano de la vivencia quedan solo en el recuerdo unos pocos rasgos o un único rasgo, convertido ahora en cifra del resto y de la vivencia entera" (p. 212). Ese rasgo revela y al mismo tiempo oculta el colorido, que es el colorido de "una época o temporada entera de la vida" (Ibid.).
Zirión, que a lo largo de su carrera ha desarrollado un talante constructiva-mente polemista2 solo a la altura del extremo rigor de sus trabajos, cierra el libro con cien páginas de discusión sobre el concepto del colorido, en respuesta a los comentarios y críticas que en los últimos años han realizado tres fenomenólogosde primer orden: Roberto Walton, Luis Rabanaque e Ignacio Quepons. Un debate que es importante desde dos perspectivas.
En primer lugar, ayuda al difícil esclarecimiento -por ahora en marcha- de este "fenómeno" o rasgo. Zirión detecta en Quepons (p. 238) y en Walton (p. 215) una resistencia a separar el colorido del ámbito de lo afectivo. En con-creto Walton propone, a riesgo de vaciarlo de contenido, comprenderlo desde una dimensión más profunda de la afectividad, que apunta a los sentimientos espirituales de Scheler, los temples anímicos fundamentales de Heidegger o el "sentir el mundo" (Weltgefühl) de Eugen Fink. Por su parte, la crítica de Luis Rabanaque denuncia mantener la referencia al "color" en el término colorido, justamente cuando la segunda interpretación del "fenómeno" quiere alejarse de las coloraciones afectivas.
Y en segundo lugar, dar la palabra a los otros, escuchar con la exquisita aten-ción que muestra Zirión y responder con pausada dedicación y máxima preci-sión lleva a la práctica algunas de las inspiradas refexiones del capítulo titulado "Tolerancia y confanza". Por ejemplo, da cuenta de lo que podemos construir con y junto a los otros, que en ningún caso son el inferno -"esa frase infausta, sobre todo dicha por un fenomenólogo" (p. 92)-, sino los que nos ponen en contacto con el fundamento intersubjetivo sobre el que descansan nuestras vidas individuales, nuestros subjetivos, singulares e inefables coloridos; en defnitiva, esa relación con los otros que es un ámbito, y cito de nuevo al autor, de "posibilidad y promesa" (Ibid.).
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© 2024. This work is published under https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0 (the "License"). Notwithstanding the ProQuest Terms and Conditions, you may use this content in accordance with the terms of the License.
Abstract
Su extensa trayectoria ha tenido como eje vertebral el estudio riguroso y sistemático de la fenomenología de Husserl, pensador que ha inspirado y guiado sus otras dos grandes líneas de trabajo: la investigación sobre la historia de la fenomenología en México y la profundización en el pensamiento del flósofo del exilio español José Gaos, del que ha coordi-nado sus Obras Completas. Asimismo, la labor de Zirión Quijano ha propiciado algunas de las mejores traducciones de Husserl al español (en especial la de Ideas II), así como dos herramientas técnicas digitales de impagable valor para la inves-tigación en Husserl: el Diccionario Husserl y el Glosario Guía para su traducción. Recopilaciones y respuestas", es inédito, y en él el autor presenta el estado actual de su investigación y anuncia un programa todavía más amplio de una "fenomenología de la vida en concreción", de la que tendremos noticia en publicaciones futuras. Hacia una crítica fenomenológica del lenguaje", sirve de magnífca introducción a estas cuestiones a partir de textos de Investigaciones Lógicas e Ideas I, con referencias a la flosofía antigua (Aristóteles, la escuela megárica...) y autores contemporáneos como Vasconcelos, Mauthner, Gadamer o Derrida. Uno está dedicado a la relación entre la fenomenología y el proceso psicoterapéutico del Focusing, cuyo concepto de "felt sense" le sirve a Zirión para bosquejar una analogía con su colorido. Al traer al presente la memoria de un suceso pasado, lo re-presentado en esta nueva vivencia cobra ahora un cariz o textura que no se reduce a la suma de factores o rasgos que la componen, sino que una cualidad o "cuasi-cualidad" (p. 210) vivencial se añade a todo ello. Pero en su presentación original, que interpreta el colorido como un factor o rasgo perteneciente a la esfera afectiva de la conciencia -es decir, una suerte de halo o aureola afectiva-, el colorido no se restringe únicamente al ámbito de los recuerdos, sino que es algo que, al modo de un temple de ánimo -o mejor dicho, del resplandor que este proyecta sobre el conjunto de la vivencia-, se vive a cada instante, en el momento presente.
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1 Investigador posdoctoral en la Universidad Complutense de Madrid