Autor: Inmanuel Wallerstein
Wallerstein, I. (coord.) (1996/2006). Abrir las ciencias sociales. Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales. México: Siglo xxi.
La irreversibilidad presupone un universo en el que hay limitaciones para la predicción del futuro. Quiero insistir de nuevo, en concordancia con el espíritu de esta explicación, en que la irreversibilidad no es una propiedad universal. Sin embargo, el mundo en conjunto parece pertenecer a esos complejos sistemas de azar intrínsecos para los que la irreversibilidad es significativa, y es a esta categoría de sistemas temporales a la que pertenecen todos los fenómenos vitales y, por consiguiente, la existencia humana.
Ilya PRIGOGINE
Retomo una idea fundamental dentro de la teoría del caos que, parafraseada del libro Tan solo una ilusión de Prigogine, resulta provechosa para dar cuenta de la intencionalidad de esta propuesta reflexiva sobre la realidad en que se inscriben las ciencias sociales en el siglo xxi a partir de la lectura del texto Abrir las ciencias sociales (Wallerstein, 1996/2006), es decir, el papel de los procesos irreversibles y de las fluctuaciones que han permitido la permanente autoorganización de los escenarios que constituyen la configuración de las ciencias, de las disciplinas y de los campos de estudios interdisciplinares a lo largo de la modernidad y a lo ancho de la cultura académica occidental.
Ahora bien, detrás de esta pretensión de análisis de las ciencias sociales a partir de categorías conceptuales de orden epistemológico ligadas a una percepción de procesos irreversibles está la imperiosa, y hasta cierto punto urgente, necesidad de evitar la instrumentalización de los conceptos inscritos en las recomendaciones finales del texto de la Comisión Gulbenkian sobre el requerimiento de evaluar la reestructuración de dichas ciencias en el siglo xxi.
En primer lugar, hay que considerar que la teoría del caos ha sido desarrollada durante las cuatro últimas décadas por científicos de diversas ramas que han intentado explicar de un modo diferente la complejidad de la naturaleza. Ha sido implementada en ciencias como la física, la biología, la meteorología y la economía, específicamente en problemas como la evolución de las reacciones químicas, el control de la retroalimentación de circuitos eléctricos, la respuesta de células cardiacas a impulsos eléctricos, la interacción de poblaciones biológicas, los sistemas láser, las variaciones de los precios de la economía, etc.
Contra lo que se podría pensar según la connotación usual que tiene la palabra caos (en el lenguaje común es un estado de confusión y desorden en el que se suponen los elementos de la naturaleza antes de su ordenación en un cosmos regulado por las leyes físicas), la teoría del caos constituye una nueva ciencia que intenta mostrar la existencia de orden y pauta en situaciones en las que antes solo se observaba el azar, lo impredecible, lo irregular. Sin embargo, como siempre que se populariza algún tema científico, se ha fomentado la aparición de varias ideas equivocadas sobre el tema. El error más común consiste en suponer que su área de estudios es el desorden, cuando en realidad "el caos" es un pretexto para desarrollar una ciencia del orden.
En este sentido, la teoría del caos, que en términos generales se considera un tratado científico y metodológico sobre la impredecibilidad, más bien versa sobre la predictibilidad de los sistemas, aún de los más inestables. Esto podría servir para comprender la perspectiva de las ciencias sociales que presentan Wallerstein y su equipo de trabajo al proponer las ciencias sociales como sistemas epistemológicos y metodológicos que describen "un mundo más inestable, un mundo en el que las perturbaciones desempeñan un papel muy importante, y donde una de las cuestiones clave es explicar cómo surge esa complejidad".
De esta manera, las ciencias sociales en el marco referencial de la teoría del caos se definirían como un sistema dinámico no lineal y complejo, que aborda procesos sociales a su vez no lineales y complejos. Por lo pronto, y para evitar equívocos, es necesario detenerse en la configuración semántica del concepto sistema:
1. Un sistema es una combinación de varias entidades físicas o lógicas, integradas entre sí para ejecutar una función concreta.
2. Un sistema complejo es aquel que está compuesto por muchas partes, y de hecho, su constitución establece relaciones entre elementos simples que pueden generar conductas complicadas.
En consecuencia, las ciencias sociales -asumidas como un sistema complejo de comprensión y explicación de los fenómenos históricos, económicos y sociopolíticos inicialmente considerados por las ciencias nomotéticas- se ven ahora problematizadas por las lógicas culturales surgidas de las interacciones entre los mundos locales y globales que demandan una comprensión superior a las interpretaciones parciales realizadas hasta hace apenas unos cuarenta años en los espacios investigativos multidisciplinares.
Interpretaciones que desbordan los límites y fronteras entre los nuevos campos de estudio para dar cuenta, como dice Duverger en Ciencia política (1976) de "la complejidad de los hechos sociales y la diversidad de técnicas empleadas para observarlos, que exigen una especialización" (p. 11), pero que demandan una visión holística del espectro social en donde
el economista, el historiador, el demógrafo, etc., no deberían perder de vista el conjunto de los fenómenos sociales y su conexión, y cuando profundizan en el campo de su especialidad deberían conservar la preocupación de los nexos entre esta y los demás elementos de la vida social. (p. 11)
Asimismo, las ciencias sociales, entendidas dentro de un sistema complejo que por extensión se consideraría un sistema caótico, poseen características verificables en el texto coordinado por Wallerstein, a saber: son deterministas; son sensibles a sus condiciones iniciales, y por lo tanto, impredecibles, y por último, parecerían "caóticas" aunque ciertamente no lo son puesto que debajo de tal o cual enfoque epistemológico y metodológico existe cierto patrón y sentido de orden.
A partir de los enunciados anteriores se desarrollarán a continuación las características de las ciencias sociales en el marco referencial de los sistemas complejos para poder contextualizar las tesis desarrolladas en Abrir las ciencias sociales:
1. Las ciencias sociales son deterministas en tanto que desde su construcción histórica en el siglo xviii hasta 1945 (primera parte del libro) se establecen sus pretensiones de "desarrollar un conocimiento secular sistemático sobre la realidad que tenga algún tipo de validación empírica" (p. 4), amparadas en los modelos de la ciencia natural, pasando por las formas de institucionalización de sus productos (investigaciones, libros, periódicos y revistas especializadas; bibliotecas, universidades, facultades, departamentos de investigación, etc.), los modelos epistemológicos (física newtoniana, naturalismo darwiniano, positivismo comteano, etc.), hasta llegar a visualizar el rompimiento de las márgenes metodológicas de cada una de las disciplinas, y por efecto, las consideraciones epistemológicas en relación con los objetos de estudio (segunda parte del libro). Esto generaría una superposición de modelos de trabajo social que permite el surgimiento de las subespecializaciones multidisciplinarias, interdisciplinarias y transdisciplinarias (tercera parte del libro):
Venimos de un pasado social de certezas en conflicto, relacionadas con la ciencia, la ética o los sistemas sociales, a un presente de cuestionamiento considerable, incluyendo el cuestionamiento sobre la posibilidad intrínseca de la certeza. Es posible que estemos presenciando el fin de un tipo de racionalidad que ya no es apropiada para nuestro tiempo. Pedimos que se ponga el acento en lo complejo, lo temporal y lo inestable, que corresponde hoy a un movimiento transdisciplinario que adquiere cada vez mayor rigor. (p. 85)
2. Las ciencias sociales son sensibles a las condiciones de sus propósitos iniciales, en la medida en que la afectación a cada uno de los enfoques de las gramáticas disciplinares que se han considerado desde el siglo xviii hasta hoy, de acuerdo con las estructuras previstas para fines específicos (la economía de las comunidades, los grupos sociales, la historia de los pueblos, las formas políticas y de gobierno, los espacios físicos y geográficos, etc.), ha permeado el espectro de conocimiento sobre lo social a tal punto que todavía se "debate" sobre las maneras de abordar la sociedad como objeto de estudio, las metodologías a desarrollar, los puntos de encuentro y desencuentro epistemológicos, y por último, los alcances reales de las investigaciones. En conclusión, lo que permite entender este panorama complejo es un proceso de construcción y reconstrucción dinámica que imposibilita sentar una posición definitiva sobre la naturaleza de las ciencias sociales y su proyección en el siglo xxi dado el valor agregado de impredecibilidad que hasta el momento se le conoce.
3. En consecuencia, las ciencias sociales abordarían el estudio de las realidades sociales mediante la conjugación de diversos paradigmas, dado su carácter reconstructivo, lo que devendría en proyecciones impredecibles. Pero esto no es sino parcialmente cierto. Para aclarar esta situación, también aparentemente incómoda, retomemos literalmente el texto en cuestión:
El tercer problema que se nos presenta es el de cómo superar las separaciones artificiales erigidas en el siglo xix entre los reinos, supuestamente autónomos, de lo político, lo económico y lo social (o lo cultural o lo sociocultural). En la práctica actual de los científicos sociales esas líneas suelen ser ignoradas de facto. Pero la práctica actual no concuerda con los puntos de vista oficiales de las principales disciplinas. Es preciso enfrentar directamente la cuestión de la existencia de esos reinos separados, o más bien reabrirla por dentro. Una vez que eso ocurra y empiecen a arraigar nuevas formulaciones, es posible que se vayan aclarando las bases intelectuales para la reestructuración de las disciplinas. (p. 82)
Estas consideraciones finales del documento de la Comisión Gulbenkian plantean el reto de construir, en medio de la diversidad epistemológica y metodológica de las ciencias sociales, principios, métodos y estrategias de orden investigativo, que permitan desarrollar un enfoque más práctico. Esto implica elaborar trabajos globales y críticos que detecten síntomas y analicen causas para aportar soluciones parciales a problemas de las sociedades y culturas del siglo xxi.
Se entiende que a principios de este siglo las disciplinas sociales no solo deben generar y acumular saber, sino aportar soluciones a los problemas planteados en la actual sociedad para propiciar la construcción de una realidad más humana, j usta y solidaria. Por ello, las ciencias sociales no pueden dar la espalda a los rápidos cambios que se están produciendo en el planeta, como la progresiva conversión de los distintos sistemas económicos del mundo al sistema de economía de mercado, el cambio geoestratégico de zonas comerciales e industriales, la explosión demográfica y el crecimiento de grandes ciudades, que han provocado un aumento alarmante de la pobreza o el avance de las tecnologías y los problemas medioambientales.
Por otra parte, como consecuencia de la impredecibilidad las ciencias sociales -entendidas como un sistema complejo-, las direcciones y los movimientos del mismo sistema pueden parecer irregulares y desordenados, pero el "caos" no es sino un desorden dentro de un sistema dinámico determinista que hasta cierto punto puede ser predecible, tal como Schiffer plantea la construcción científica:
Uno de los postulados que ha regido la ciencia nos dice que existen regularidades en la sucesión temporal de los eventos que ocurren en el universo material y en algunas características mensurables de los sistemas materiales relativamente aislados, cuando están en equilibrio. Como afirma A. Rosenblueth, este principio es la esencia del determinismo o la causalidad, puesto que implica que es posible predecir el futuro de un sistema si se conocen en un momento dado las condiciones de los elementos que lo constituyen. (p. 3)
El hecho de que se puedan considerar las condiciones de surgimiento de las ciencias sociales como un sistema complejo-caótico en un momento determinado permitiría, de alguna forma, crear un sentido prospectivo de dicho sistema. En este horizonte, la prospectiva, como la teoría científica que anticipa la configuración de un futuro deseable, posible y probable, consideraría las condiciones de surgimiento de las ciencias sociales para construir planes adecuadamente insertados en las realidades sociales que les permitan a su vez, momento a momento, un accionar eficaz y orientado hacia el futuro.
Cuando se habla de futuro, se supone que allí están los escenarios ideales en los cuales el hombre tiene puestas sus expectativas, deseos, aspiraciones, ideales y realizaciones. Pero hay escenarios probables, posibles y deseables. Estos últimos son los que el hombre quisiera alcanzar y para los cuales dispone lo que sea posible y necesario con el fin de tomar las decisiones que le permitan aproximarse a ellos.
En este sentido, para comprender mejor las ciencias sociales como pertenecientes a un sistema complejo y caótico que se requiere proyectar hacia el siglo xxi, habría que dejar de considerarlas solo en el plano de esquemas de paradigmas epistemológicos, aparatos metodológicos y visiones institucionalizadas y compartimentalizadas sobre las realidades sociales occidentales y no occidentales. Sería mejor comenzar a concebirlas como sistemas de mecanismos de relaciones complejas en los que existen intereses y tensiones particulares, es decir, como sistemas dinámicos inestables.
Por tales razones, las muchas incógnitas que encierra el medio en que se encuentran las ciencias sociales introducen una considerable incertidumbre a la hora de tomar decisiones estratégicas frente a su presente y su futuro. En el desarrollo de las decisiones estratégicas, los factores que están fuera del sistema de las ciencias sociales terminan influenciando la dirección del sistema mismo, lo cual incluye las fuerzas, los eventos y las tendencias con la cuales el sistema interactúa. En este contexto, generalmente las fuerzas del medio se consideran "fijas o dadas" por las políticas administrativas de las instituciones que regulan la construcción del conocimiento, y que en el documento de la Comisión Gulbenkian se perciben como un bloqueo epistemológico rastreado insistentemente en el discurso del texto:
En la elección de futuros posibles los recursos son una cuestión altamente política, y la demanda de la expansión a la participación en la toma de decisiones es mundial. Llamamos a las ciencias sociales para que se abran a estas cuestiones [...]. Sin embargo, la realidad del mundo del conocimiento en la década de 1990 [sic], especialmente en comparación con las décadas anteriores, es la limitación de los recursos impuesta por las crisis fiscales en prácticamente todos los países. Al mismo tiempo que los científicos sociales, impulsados por las presiones internas generadas por sus dilemas intelectuales, intentan expandir el número y la variedad de las estructuras pedagógicas y de investigación, los administradores están buscando maneras de economizar y por lo tanto de consolidar. (p. 86)
No obstante, estas fuerzas pueden estar influidas por la estrategia que se elija, lo que permitiría tener un profundo impacto en el sistema. Así las cosas, es necesario identificar las fuerzas -elementos fluctuantes e irreversibles- del medio, evaluarlas y hacerles el seguimiento con el fin de que la dirección estratégica del sistema pueda tomar un curso de acción efectivo. Por ello, a la hora de proyectar las ciencias sociales en el siglo xxi, durante el examen del medio es necesario detenerse en: los factores económicos, relacionados con el comportamiento de la economía y el flujo de dinero invertido en la investigación a nivel local, regional, nacional e internacional; los factores políticos, que se refieren al uso o asignación del poder en relación con la toma de decisiones frente a la investigación; los factores sociales, que tienen que ver con el impacto de la investigación en el modo de vivir de la gente y sus valores, y finalmente, los factores tecnológicos, que en términos investigativos están relacionados con el desarrollo de las máquinas, las herramientas, los procesos industriales, los materiales y, por supuesto, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Para cerrar esta reseña retomo las palabras de Santiago Castro Gómez, quien precisamente apunta a la necesidad de actualizar la apertura de las ciencias sociales mediante la ubicación de factores que "van más allá" de lo epistemológico y lo metodológico:
La complejidad del mundo supone un desafío tremendo para las ciencias socíales, el desafío que la Comisión Gulbenkian llama "abrir las ciencias sociales". Significa buscar la forma de articular conocimiento porque el mundo mismo se ha convertido en red, no solamente a nivel tecnológico sino también a nivel de prácticas económicas, de prácticas políticas, etc. (p. 17)
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Abstract
Sin embargo, el mundo en conjunto parece pertenecer a esos complejos sistemas de azar intrínsecos para los que la irreversibilidad es significativa, y es a esta categoría de sistemas temporales a la que pertenecen todos los fenómenos vitales y, por consiguiente, la existencia humana. Sin embargo, como siempre que se populariza algún tema científico, se ha fomentado la aparición de varias ideas equivocadas sobre el tema. Las ciencias sociales son deterministas en tanto que desde su construcción histórica en el siglo xviii hasta 1945 (primera parte del libro) se establecen sus pretensiones de "desarrollar un conocimiento secular sistemático sobre la realidad que tenga algún tipo de validación empírica" (p. 4), amparadas en los modelos de la ciencia natural, pasando por las formas de institucionalización de sus productos (investigaciones, libros, periódicos y revistas especializadas; bibliotecas, universidades, facultades, departamentos de investigación, etc.), los modelos epistemológicos (física newtoniana, naturalismo darwiniano, positivismo comteano, etc.), hasta llegar a visualizar el rompimiento de las márgenes metodológicas de cada una de las disciplinas, y por efecto, las consideraciones epistemológicas en relación con los objetos de estudio (segunda parte del libro). El tercer problema que se nos presenta es el de cómo superar las separaciones artificiales erigidas en el siglo xix entre los reinos, supuestamente autónomos, de lo político, lo económico y lo social (o lo cultural o lo sociocultural).
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1 Magister en Filosofía Latinoamericana de la Universidad Santo Tomás y profesional en Estudio Literarios de la Universidad Nacional. Docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás, Bogotá. Correo electrónico: [email protected]