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Este trabajo examina detenidamente el marco metodológico de uno de los principales teóricos del origen de las naciones del nationalismo: el historiador Hans Kohn. Sus principales aportaciones al tema consisten en la demostración de que el surgimiento de las naciones es unfenómeno contemporóneo, ligado a la aparición de la sociedad moderna, que recoge del pasado todos sus elementos, como la lengua, la religión o la ascendencia común, transformándolos en elementos constitutivos de un conjunto social al que se pasa a pertenecer, con una nueva lealtad que suplanta las del pasado.
Una de las preocupaciones más relevantes que se presenta en el final del milenio, y que se manifiesta principalmente en amplios círcules intelectuales, está intimamente ligada a la virtual derrota de todos los proyectos que se fincaban en ideales universalistas, cosmopolites que, inspirados en muy diversas filosofías, promovían la idea de un mundo mejor.
En cambio, hemos visto desarrollarse en este siglo formas de exclusión e intolerancia que culminaron en terribles holocaustes o en millones de patriotes muertos, que para asombro de muchos, surgían también de aquelks sociedades de las que se esperaba una defensa de los ideales cosmopolites o universalistas.
Es necesario indicar que este desencanto no ha sido motivo de ttansformacion total en los cnterios de los intelectuales sobre las causas profundas de la desigualdad y la injusricia, ya que en muchos casos conservan su espíritu crítico. En otras palabras, no es la catástrofe de las experiencias mal llamadas socialistes (en otras, como en la alemana, pudo haber asombro pero no desencanto) causa alguna para dejar de indicar la fuente de los problemas en el sistema capitaliste de producción. Pero, evidentemente, esta convicción no remedia en lo mas minimo el desencanto. Ejemplo de ello es el camino intelectual que ha seguido un pensador como Benedict Anderson quien, para explicarse el origen de semejante realidad, el predominio de ks ideas parricukristas, xenofóbicas, que predominan en todo el orbe, llega a la conclusión de que los movimientos que creiamos socialistas en realidad fueron movimientos que, en lo fundamental, debieron considerarse como particularistas o, con más precisión, nacionalistas.
Probablemente, allá en su brumosa Inglaterra leía con asombro y tristeza las batalks que Camboya libraba contra Vietnam, y éste a su vez contra China comunista. Conflictos...