Resumen: La presente ponencia tiene como objetivo mirar algunas significaciones del perdón en un contexto antes y después del post-acuerdo, con el fin de dar cuenta de tres ejes temáticos que se han abordado para dicha labor (religioso, psicológico y ético), y para ello se realizaron tanto revisiones literarias sobre diferentes investigaciones de los ejes temáticos mencionados, así como la realización de algunas entrevistas a expertos, victimas y excombatientes para ampliar y confrontar las definiciones de esta categoría (perdón).
Palabras-clave: perdón; venganza; conflicto armado; post acuerdo
Abstract: Abstract: the following presentation aims to look at some of meanings of the word forgiveness in the context of before and after the post-peace agreement, in order to account for three core topics that have been addressed for said work (the religious one, the psychological one, and the ethical one) and for this literary reviews were carried out on different research projects on the aforementioned, as well as a set of interviews with experts, victims and former combatants to expand and confront the definitions of this category (forvigeness).
Keywords: forgiveness, revenge, armed conflict, post-peace agreement.
1.Introducción
A lo largo de la ponencia trataremos de explicar el problema a investigar, la justificación de su elección y anunciamos el propósito y los objetivos que se pretenden alcanzar.
Las categorías de venganza y perdón en el argot popular se han tratado como opuestas y hasta utilizadas como antónimos, pero en la historia, desde la perspectiva de la religión y sobre todo la judeo-cristiana, se muestra que son fenómenos no necesariamente contrarios, sino que se suceden uno al otro, como formas de reparación psíquica y social (Ramos, 2004).
En la construcción social de la vida cotidiana, y en la literatura revisada, podemos inferir algunas definiciones de estos conceptos. Podemos rastrear cómo en algunas situaciones se siente placer cuando ve sufrir a los perpetradores de hechos violentos, puesto que, tenemos una construcción de la injusticia social, que al no ser resueltas por las autoridades competentes hay una tendencia a la reparación de las mismas, y es por ello que se clama por la venganza.
Lo anterior ha llevado a pensar que "la venganza se satisface en el aniquilamiento del otro y se alimenta del odio, pasión que afecta al sujeto introduciéndolo en una espiral imparable de barbarie" (Ramos, 2004. Pág. 222), mientras que, "el perdón que tiene lugar tanto en la mediación de la bilateralidad agresor-agredido como en la reparación, al presentarse sin reconocimiento del hecho y como producto de la buena voluntad, es reducido a una escena idílica, negando o justificando la agresión y reactivando la violencia" (Ramos, 2004. Pág. 222).
De acuerdo a que las ciencias sociales han volcado sus análisis a la construcción de paz dada la coyuntura política del país, éstas han dado cuenta de 3 necesidades para su comprensión. La primera es sobre las necesidades objetivas, es decir, sobre la reconfiguración de la salud, el empleo, educación, tierra y vivienda. La segunda necesidad es la ecológica: verdad, justicia, reparación, inclusión democrática y respeto a los derechos humanos, y, por último, las necesidades subjetivas, donde se busca transformar la rabia, el odio y el deseo de venganza que generan o generaron las violencias en las personas (Narváez, 2017).
Tanto la segunda como la tercera necesidad, es la que permitió orientar el trabajo investigativo y del cual se deprende este cumulo de ideas que se les presentará, aunque cabe aclarar que la intención no es abordar la venganza y el perdón para que sean transformadas por las personas que hicieron parte del proceso investigativo, sino que, se realizará un acercamiento a los significados o sentidos que les dan a estas categorías, por medio de sus voces.
Una característica de la venganza, es que se les atribuye a los héroes con relación a la justicia, idea que viene desde la Grecia antigua, además que ésta es de carácter privado, subjetivo y es dominada por pasiones e intereses individuales, lo que no permite una articulación con la justicia de carácter punitivo, y que, por ende, es dominada por el estado que se concreta en un tribunal que determina la pena de lo realizado. La cuestión del tránsito desde una justicia a otra, se manifiesta en plenitud con el despliegue del Estado moderno, su derecho y el aparato burocrático; aunque, antes bien, lo que aparece claramente con la organización política de los hombres es la preeminencia de la justicia punitiva, y la prohibición del ajusticiamiento privado.
Hoy en día se puede ver que, en todas las escenas de arrepentimiento, de confesión, de perdón o de disculpas que se multiplican en el escenario, no sólo a individuos, sino a comunidades enteras, corporaciones profesionales, representantes de jerarquías eclesiásticas, soberanos y jefes de Estado, pedir "perdón". Éste último hecho, aunque puede mostrar un arrepentimiento, no tiene validez moral ni política si no toma en cuenta a la persona que sufrió el tormento, pues el perdón busca una posición frente a la agresión.
Si el perdón está orientado hacia la conciliación, hay que hacer preguntas sobre conciliación de quién y con quién, esto en el marco del post-acuerdo, y es allí que la construcción de la memoria es un medio complementario a la acción del perdón. Perdonar implica una cierta renuncia y lleva implícita la aceptación de una pérdida que muchas veces requiere una reparación más allá del duelo individual.
Dado que el objetivo principal de la investigación que dio paso a esta ponencia es un análisis del significado del perdón y la venganza en víctimas y victimarios en escenarios de conciliación y reconciliación, es necesario especificar los conceptos orientadores de la propuesta mencionada: venganza, perdón y escenarios de reconciliación.
Como es sabido por documentación histórica, Colombia tiene un conflicto armado interno que ha perdurado por más de medio siglo, y que ha dejado marcas en los colombianos, y ahora en los últimos años con la negociones y acuerdos de paz las ideas de perdón, venganza, reconciliación y justicia han aflorad con la idea de establecer un proceso de paz duradero, pero, para que ello se dé se necesita también de una transformación de los sentimientos morales los cuales deben hacer referencia a no sembrar odio, cizaña ni a generar la guerra, situación que permite una reorientación profunda de la personalidad.
Siguiendo con lo anterior, el proceso de paz que se llevado a cabo en nuestro país según (Gallego, 2016) señala que éste no puede trazar por ningún motivo objetivos como pretender que tanto victimas como victimarios convivan en fraternidad, ni mucho menos que haya de manera obligada un proceso de perdón entre las dos partes, dado que, por un lado, el perdón no se puede instaurar por obligación hablando desde lo político y lo jurídico, por otro, más bien el perdón debe ser pensado (o sentido)de manera personal y sea la víctima quien decida si perdonará o no al perpetrador, aunque cabe destacar en este ejercicio investigativo, que algunas víctimas terminan perdonando a sus victimarios sin importar el perjuicio causado, debido a connotaciones de corte religioso o por convicciones morales y éticas instaladas en las víctimas, por lo que se puede pretender en este tipo de acuerdos o negociaciones que tanto victima como victimario realicen un compromiso donde no se llegue de nuevo al extremo del crimen, y con ello puedan rehacer sus vidas.
Martha Minow (1998) sostiene que la venganza comúnmente se entiende de manera despectiva, ésta involucra elementos de respuesta moral cuando se sufre agravios, por lo que, una de las principales actividades y razones que se busca para el castigo para los victimarios, es que ellos deben pagar por los actos que realizaron. A partir de lo anterior, Minow (1998) define la venganza como el impulso de tomar represalias cuando se han sufrido daños, y señala que es a través de la venganza que expresamos nuestro sentido de respeto propio, para ellos la autora cita a Murphy, con el fin de explicar que si alguien que sufrió algún daño es porque carece de ese respeto, pues, la persona que es consciente del valor de ser individuo al tiempo que víctima, es porque sabe que el respeto en la situación violenta ha sido desconocido. Lo que busca la autora en su análisis es el reconocimiento de que la venganza implica proporcionalidad en escalas de justicia.
Sin embargo, Minow (1998), señala que el querer vengarse puede correr el riesgo de producir una vuelta a la violencia, en la medida en que la víctima puede llevar a cabo acciones malintencionados e impetuosos. Si esto ocurre, se puede caer en la trampa de ciclos de revancha, recriminación y escalonamiento, es por esta razón, que se debe diferenciar la venganza que busca satisfacer por medio de las diferentes instancias de justicia institucionales, de aquella que se entiende como justicia por mano propia.
Según Nussbaum (2018), la venganza, que se enlaza a la justicia retributiva, y la cual no responde a ninguna institución administrativa, se lleva a cabo a partir de la inmediatez de la ira, bajo lo que se conoce como la ley del talión (ojo por ojo, diente por diente), y por eso hace un llamado a la importancia de establecer una justicia por medio de un tribunal, con el fin de erradicar la venganza privada. Para dicha empresa la autora mencionada va a tener en cuenta el libro de la Orestiada, allí Esquilo muestra las transformaciones de algunos personajes de la obra, transformaciones importantes para el espíritu de la época del pueblo ateniense. Estos personajes eran las Furias.
Una transformación vivida por las Furias, es cuando Atenea incluye las instituciones legales para dar fin al ciclo de venganza como forma de solucionar la ofensa y que Nussbaum va a enunciar como "la culpa de sangre se resolverá ahora por medio de la ley" (Nussbaum, 2018. Pág. 15). Esta transformación de las Furias no las aleja de la nueva sociedad, es más, se les otorga un lugar en ella, bajo unos condicionamientos, pues, las instituciones legales, en su funcionamiento, reconocen la existencia de las pasiones vengativas. La visión anterior da cuenta de una característica, y es que, aunque conservan a las Furias en la sociedad estas mantienen inalterada su naturaleza o esencia, que es lo oscuro y lo vengativo.
En cambio, la otra visión, da cuenta de la transformación del comportamiento de las Furias. Varias cosas están atadas a la idea de ellas, son negras, repugnantes, tienen ruidos desagradables y su vestimenta no es civilizada. "Existen para el mal. pertenecen a una dictadura bárbara en la que es costumbre matar" (Nussbaum, 2018. Pág. 16).
Esquilo describe las características de las Furias que están dentro del campo de la ira desenfrenada, si alguien no intenta moderar la crueldad ni limitar la tortura, no puede considerarse como parte de una sociedad civilizada. Es por ello, que, si el comportamiento de la ira desenfrenada no es inalterado, y para el caso puntual de los griegos Las Furias, no pueden ser esencial de un sistema legal que se enuncia comprometida con un estado derecho.
En lo que sigue, radica una importancia en el análisis del cambio del comportamiento por parte de Las Furias que están atadas "a la fuerza obsesiva de la ira" (Nussbaum, 2018. Pág. 18). Se le concede un nuevo lugar con el fin de que cambien las formas retributivas y asuman unos nuevos sentimientos. Estos sentimientos deben hacer referencia a no sembrar cizaña ni a generar la guerra, situación que permite una reorientación profunda de la personalidad, y por ello con este cambio se les da el nombre de Las Euménides.
Este cambio de identidad resulta crucial para entender lo que es la justicia política. La justicia está en la búsqueda de un bienestar futuro, tiene sentido de responsabilidad en defensa de la vida actual. Lo anterior no afirma que desaparezca la ira en su totalidad, pues al estar en un mundo imperfecto, siempre habrá ofensas con las que hay que enfrentarse y a las cuales no se les puede dejar sin castigo.
Lo anterior se torna interesante en el análisis contextual de la ira y el perdón, por cuanto que "la venganza hacía imposible amar a alguien" (Nussbaum, 2018. Pág. 20) y aunque el perdón no implica directamente amor, si está relacionado con tratar al otro de manera generosa y mesurada, y, por consiguiente, dejar lidiar a la ley con el crimen, pues esto, libera un poco a la familia o a las personas de los sentimientos oscuros de la idea de matar.
En cuanto al perdón, según las ciencias sociales ha sido un concepto problemático en cuanto que, se le ha utilizado e igualado con dispositivos de justicia transicional como los indultos y amnistías, en los que no hay una referencia explícita a procesos sociales que impliquen reconstrucción de vínculos destruidos por las acciones violentas. Si está es la posición dominante sobre el perdón, éste no logra concebirse más allá del escenario de las decisiones individuales, lo que lo deja afuera de la trascendencia en las instituciones formales, además, es aprehendido por decisiones burocráticas gubernamentales, que en ocasiones no tienen en cuenta la voluntad individual.
Siguiendo también los postulados de Minow (2002), diversas religiones y tradiciones destacan la idea del perdón, en cuanto se relaciona con el hecho de que la persona agraviada en su integridad física y psíquica no busque venganza, y que en vez de que realice eso le dé la posibilidad de acercamiento al victimario a un escenario de humanidad y reconciliación.
Seguidamente, en cuanto predomina la idea de perdonar, en sí lo que se quiere según la autora, es ponerse en contacto con el otro y reconocer lo humano que hay en él a pesar de la situación violenta que ha sucedido, por ello, el perdón puede tener consecuencias positivas, entre las que se pueden encontrar: evitar los efectos autodestructivos de mantenerse apegado al dolor y la victimización; establecer nuevas relaciones entre víctima y victimario; curar el dolor; forjar nuevas alianzas constructivas; y, romper los ciclos de violencia (Minow 2002).
Empero, si se siguen repitiendo eventos violentos de manera directa, dichos anhelos pueden ser difíciles de lograr. Con relación a lo anterior, Minow (2002) denota, que el perdón se entiende de diversas maneras, por un lado, perdonar y reclamar castigo a los criminales, ya sea desde lo legal e institucional, o que el causante del daño evidencie arrepentimiento y que tenga la voluntad de enmendar el daño cometido. Es importante resaltar en este punto que hay posiciones sobre el perdón que no necesariamente busque el castigo a la persona que cometió el acto.
Por su parte López, Andrade & Correa (2016), realizan un análisis sobre el hecho de que pedir perdón, genera liberación y satisfacción entre víctimas y victimarios, dado que se concibe como dejar a un lado una carga, pues se detecta una sanación personal al transformar ciertas emociones negativas por unas positivas.
Además, en este proceso del perdón se recogen las ideas de Charles Griswold. Este autor argumenta que el perdón es "un proceso de dos personas que incluye la moderación de la ira y un cese de los proyectos de venganza en respuestas a una serie de condiciones" (Nussbaum, 2018. Pág.100).
Las condiciones que señala Griswold son: reconocer, repudiar, expresar, comprometerse, mostrar y ofrecer. Aunque son importantes estas condiciones, Nussabaum expresa que es una explicación clásica del perdón, y al cual se va a referir como perdón transaccional. Y dado que, si habla de un proceso, el perdón tiene unos pasos que son necesarios vislumbrar.
Aunque es necesario aclarar que el perdón es la meta, es necesario nombrar una palabra anterior a ella y es el arrepentimiento. El perdón varía según el caso cometido. En algunos después del arrepentimiento hay perdón. En otros, solo es posible mediante grandes tribulaciones que sufre el agresor. En ocasiones el agresor arrepentido solo recibe el perdón hasta la muerte.
Es así que el primer requisito en la idea del arrepentimiento es la confesión, la cual es de carácter privado o comunal, según Nussbaum citando a Soloveitchik, la razón de este requisito es porque debe "limpiar el nombre de su prójimo, mismo que ha ensuciado, y eliminar de modo efectivo el estigma que cayó sobre él".
El perdón al ser un camino, necesita iniciar con un arrepentimiento sincero y con un compromiso de no volver a repetir ese ultraje. Aunque esto puede ser problemático en la medida que, pueden darse confesiones sin arrepentimientos sinceros.
Según concepciones religiosas como la judía y la cristiana, el crimen contra una persona también es un crimen contra Dios, y no basta solo con arrepentirse frente a Dios, y recibir su perdón. Tampoco basta una compensación monetaria o restitución de la propiedad, aquí lo importante es acercarse de manera directa a la víctima y confesar públicamente el daño que se hizo, acompañado del arrepentimiento sincero, pero para que ello se lleve a cabo, es necesario que la víctima acepte la disculpa, es decir, que tenga una inclinación favorable hacia él.
Es aquí importante resaltar la transformación de los sentimientos de ira por parte de la víctima, en respuesta a la confesión del ofensor, por unos sentimientos más afables, el mismo proceso que se comentó frente a la transformación de las Furias en Euménides. Por consiguiente, Nussbaum va a denotar que el perdón es un proceso voluntario de la víctima para abandonar resentimientos, por lo que en términos éticos es una virtud.
Por último, es importante señalar el concepto de escenarios de reconciliación, estos pueden ser formales, cuando se dan procesos de justicia transicional, donde se toman decisiones desde los entes gubernamentales, pero también están los escenarios, que no necesariamente son institucionales, en el que se toman decisiones desde abajo, con el fin de que los miembros de la comunidad puedan convivir de manera armónica.
Para argumentar esta idea es importante resaltar a dos autores como son Uprimny y Saffon (2005), los cuales dan cuenta de que la reconciliación es necesaria para que haya una paz durable. Siguiendo a estos autores, existen dos maneras de concebir la reconciliación: de un lado, la noción minimalista, que en términos generales se relaciona a la tolerancia obligada. Según esta manera de ver la reconciliación, busca que cesen las armas, aunque persistan el no reconocimiento del otro, resentimientos etc., defender este tipo de posturas puede tener consecuencias problemáticas, debido a que se desconoce el ejercicio ciudadano para que haya paz. De otro lado, el enfoque maximalista que expresa que la paz duradera no depende solo de la convivencia pacífica y del reconocimiento mutuo como y entre sus ciudadanos, sino también en el perdón de los unos a los otros y en la demostración de sentimientos de empatía entre ellos, incluso con aquellas personas que perpetraron actos atroces, aunque esta postura no resulta razonable a algunas personas o ciudadanos.
En este orden de ideas, para Lederach (1998) la reconciliación plantea tres situaciones: la primera de ellas, tiene que ver con un encuentro donde las personas puedan expresar sus situaciones pasadas dolorosas y la ira que acompañan a éstas, y si las partes implicadas reconocen éste ejercicio, nos coloca frente a un futuro que se construye de manera interdependiente; en segundo lugar, permite que se establezca un punto de encuentro para la verdad y la misericordia, de tal manera que se pueda exponer lo sucedido y al mismo tiempo iniciar una relación renovada; y, en tercer lugar, implica reconocer la necesidad de permitir los tiempos y espacios necesarios para la justicia, de forma que se puedan enmendar los daños, y a partir de ello construir una concepción de futuro común.
Como se puede ver, Lederach enfatiza en el aspecto relacional de la reconciliación, lo que implica la necesidad de tener en cuenta los aspectos psicológicos y emocionales del conflicto, de manera tal que se ocupe efectivamente de ellos para poder reconstruir el presente. Es precisamente en este punto donde los deseos de venganza y de perdón de las víctimas adquieren relevancia. La razón principal de ello, es que, al ser respuestas posibles tras eventos de violencia, a su vez conllevan diferentes exigencias para poder reconciliarse con los victimarios.
Para Bar-Tal, & Bennink (2004), la idea de reconciliación es un proceso que proporciona el reconocimiento y la aceptación del otro, transformar la relación de conflicto por relaciones pacíficas, por instaurar confianzas y la constitución de ser sensible y de respetar las necesidades del otro y de sus intereses.
Mientras para Rouhana en el 2011 esboza que la reconciliación tiene dos direcciones, una psicológica y la otra politica, que mantienen una interacción constante, y para que se lleve a buen camino debe tener en cuenta las dos dimensiones.
Y por su parte Staub (2013), denota que la reconciliación como proceso, permite generar relaciones constructivas entre víctimas y perpetradores, restaurando el daño que se produjo por una relación violenta y poder dar una nueva continuidad a un futuro diferente.
2.Metodología
Los objetivos planteados para el proceso investigativo son los siguientes;
Analizar y describir los significados sobre venganza y el perdón en personas víctimas y victimarios en situación de post-acuerdo. Y como objetivos específicos:
Caracterizar a personas víctimas y victimarios, teniendo en cuenta sus experiencias con el conflicto armado; Describir las prácticas frente al ejercicio del perdón y la venganza a partir de sus experiencias en los procesos de post-acuerdo. Y - Analizar las prácticas y los significados que sobre el perdón y la venganza han desarrollado víctimas y victimarios en los procesos de post-acuerdos.
La presente investigación es de tipo cualitativo. Partiendo de los postulados de Creswell (2009), se sostiene que la importancia de tener en cuenta este diseño investigativo, es que permite explorar los marcos de significado que los individuos o comunidades tienen frente a las situaciones de la vida social en el que se encuentran, y, como se ha mencionado, la intención de ésta propuesta de investigación es analizar los significados que tienen las víctimas y victimarios sobre el perdón y la venganza en situaciones de reconciliación, este diseño de investigación es el más adecuado para ello.
Dando cuenta de los objetivos que orientaron la investigación, lo primero que se realizó fue revisión de documentos de contenido científico que den cuenta sobre las dinámicas y significados de lo que caracteriza ser víctima y victimario con la idea de enmarcar que se entiende por estas dos categorías, así mismo, una como las categorías de venganza, perdón y reconciliación. Por su parte, esta revisión documental se caracteriza por estar constituido por documentos o fuentes de información física o virtual respecto a un tema determinado. Para el caso de esta investigación se acudió principalmente a la revisión de artículos de investigación que describían procesos de venganza, perdón y reconciliación en el marco del post-acuerdo en Colombia, y de como caracterizaban a las víctimas y victimarios.
Se tenía planeado un trabajo de campo para dar cuenta de las experiencias y los significados de venganza y perdón en las actividades que realizan las víctimas y victimarios a partir de procesos de post-acuerdos, pero dada la dinámica de situación de salud a nivel mundial y nacional este proceso truncó, por lo que hay limitaciones de interpretación en este tema, aunque es de resaltar la revisión de trabajos que tiene este componente práctico y así orientar un poco la discusión.
Aunque el trabajo de campo es esencial para la comprensión, también se necesita de otros procedimientos metodológicos para comprender la realidad de la investigación que todavía transcurre, y estas son las entrevistas semiestructuradas y los grupos focales, con el fin de dar respuesta al tercer objetivo que se propone. Estos procedimientos buscaron aprehender los significados bajo los cuales los actores expresan su vida, desde lo que entienden por perdón y venganza, por lo que se realizaron entrevistas y grupos focales tanto con víctimas y victimarios y para lo cual se adaptó la guía de la entrevista semiestructurada de Cortés et al. (2016) sobre las concepciones de perdón y reconciliación en el contexto colombiano. Inicialmente, esta guía de entrevista está compuesta por doce preguntas enfocadas en el perdón y la reconciliación; no obstante, ella fue modificada de tal modo que se incluyan preguntas que abarquen el contexto del conflicto armado, las nociones de justicia y por supuesto la venganza.
El camino metodológico señalado fue la base para recoger información con el fin de analizar y describir lo que entiende las víctimas y victimarios por perdón y venganza en los escenarios de post-acuerdo y cómo lo relacionan en su vida cotidiana.
3.Resultados
En este apartado se dará cuenta de la discusión sobre algunos análisis de las categorías y significados que orientan el proceso investigativo, por lo que en su inició se caracterizará lo que se entiende por ser víctima y victimario en procesos de guerra y reconciliación en el contexto colombiano. Esta caracterización es compleja, en cuanto articula varias dimensiones: género, situación generacional, contextos sociales. Es importante rescatar la aproximación que hace Amador-Baquiro, en su texto "el intersticio de la víctimavictimario" (2010) que parte de cinco características: la primera de ellas, hace alusión a la situación del antes, durante y después de pasar por un grupo armado, sea éste legal o ilegal.
En segundo lugar, gran mayoría de las personas que se encuentran entre el ser víctimas y victimarios son de territorios rurales, donde gran parte de su vida han estado entre las operaciones de los grupos armados, lo que les ha otorgado cierta familiaridad con ellos (Amador, 2010)
Tercero, gran parte de las personas que integraron grupos armados ilegales, según los acercamientos que hemos realizado, no se asocian a la incorporación al grupo armado por la fuerza, por abandono familiar o maltrato, pues las evidencias constatan que se vincularon de manera voluntaria. Las controversias frente a este tema surgen dado que hay testimonios y evidencias por parte de investigadores e instituciones que hay incorporación a la fuerza por parte de los grupos armados ilegales, pero, que esto se debe puntualizar en relación a las condiciones materiales de existencia, pues en ocasiones no hay otras oportunidades para existir y coexistir en el mundo (Amador, 2010).
Otra de las características que entran en el ejercicio de analizar víctimas y victimarios pasa por la exaltación o la emoción que genera en algunas personas la violencia y la intimidación por medio de las armas, el mercado de la muerte, esto va constituyendo las subjetividades e identidades que hacen parte de la caracterización de lo que es ser víctima y excombatiente en el contexto colombiano (Amador, 2010).
Otra situación no menos importante en la caracterización de las víctimas y de los victimarios es la condición de género, pues no es lo mismo ser mujer víctima u hombre víctima y ser mujer victimaria u hombre victimario, situación que transversaliza el cuerpo en las relaciones y las emociones que generan la misma, por eso es importante resaltar la idea del articulo ¿Víctimas o victimarias? El rol de las mujeres en las FARC. Una aproximación desde la teoría de género "a manera de lograr el control y, por ende, la dominación.. .es propiciando y manteniendo una distribución desigual de conocimientos, propiedad, ingresos, responsabilidades y derechos entre mujeres y hombres" (Castrillón, 2015. Pág. 79).
Uno de los debates frente a este tema es el vaivén de la definición de éstas categorías (víctimas y victimarios), pues las situaciones de guerra a las que se enfrentan las personas los coloca en el intersticio o en la indeterminación, dado que, cuando se habla de que son víctimas, están vinculados a la guerra a través del despojo y el desplazamiento, mientras que son victimarios en cuanto son miembros de los grupos armados, pero algunos han transitado y transitan en las dos categorías, por eso lo de su indeterminación o su determinación en escenarios de conciliación.
El hecho de estar en cualquiera de los dos casos mencionados, permite preguntarse por la constitución de los sujetos en medio de estas experiencias, sobre todo lo que tiene que ver con la venganza y el perdón ¿Dónde ubicar la venganza y/o el perdón dentro de la relación subjetividad y cultura?
Para hablar de subjetividad, es necesario definirla. Para el caso, son situaciones de tensión de procesos históricos que van más allá de determinaciones contextuales que defienden las teorías del estructural funcionalismo, como de las teorías que dan cuenta de lo intrapsicológico, que se sitúan en teorías de la personalidad.
Hablar de subjetividad es adentramos en las situaciones donde el yo cuando se encuentra o desencuentra en relaciones de violencia, se acerca a procesos de memoria para que se cuente la experiencia a partir de los recuerdos, o también de los olvidos, lo que da a entender que las personas víctimas o victimarios no son sujetos pasivos de las situaciones que viven, sino que están en condiciones de existencia que estructuran sus deseos y pasiones en medio de la muerte y la destrucción.
Para comprender la subjetividad de los victimarios, es necesario tener en cuenta dos dimensiones. La primera de ellas es cómo se encarnan las fuerzas históricas en las experiencias de las personas, y las segundas, tiene que ver con los deseos y pasiones que dan fuerza a sus acciones. Para el primer caso, nos remitimos al estructuralismo, esta corriente plantea que la subjetividad, es la constitución del sujeto que permite estar y ser en el mundo, integrado en grupos que comparten preferencias y prácticas. El hecho de compartir preferencias y prácticas no dice que se viva de manera armónica, pues estás preferencias entran en tensión, lo que vuelven disarmónicas las interacciones humanas, y así haya regímenes de control para ello, pueden ser desbordados en la situación de conflictos.
La lógica de conflictos armados internos, genera formas de ser y hacer (Ignatieff,1999), permitiendo la constitución de un yo desenfrenado, que para ello lo denominaré como hybris (Riechmann, 2015), que se irradia a las otras situaciones de la vida social, en este caso a la convivencia, y es en éste escenario donde los deseos y las pasiones atraviesan al ser buscando la identidad que configure el sentido de existencia de víctimas y victimarios, por ello, es muy importante resaltar la siguiente idea de Amador-Baquiro
En consecuencia, así como existe un plano histórico y sociocultural que incide en la constitución del sujeto, también opera una dimensión de la experiencia que está matizada por el deseo y las pasiones, que se reconstruye en diferentes ritmos temporales y en varias escalas espaciales que no siempre se reconcilian (Amador-Baquiro, 2010).
Ahora frente al perdón, esta categoría siempre hace referencia a un culpable y a una víctima, lo que involucra una acción intencional que es realizado por el primero y un daño causado al segundo por lo realizado, por lo que surge una pregunta en este aspecto y es ¿Por qué surge el perdón en los asuntos humanos? La discusión gira a que el perdón se origina dada la imposibilidad de revertir los actos, por lo que de allí nace la facultad de perdonar para recomenzar las relaciones rotas por la ofensa, además que lo libera de consecuencias negativas que traen esos actos (Arendt, 2009). Experiencia dolorosa en el pasado, pues siguiendo los planteamientos de Nussbaum, la importancia de este reside en esa reconfiguración de la relación interpersonal de las personas implicadas, lo que nos coloca en la posibilidad de un nuevo futuro. Es por ello que se involucra a que en todas las comunidades se promueva el perdón con el fin de recuperar la confianza entre y con los otros.
En cuanto al perdón interpersonal, está en el plano de la experiencia de cara a cara, y es allí donde la victima tiene la libre decisión de conceder el perdón, en cambio si la situación está mediada por terceros, como el Estado, se habla de otorgar el perdón, aunque éste no tiene la potestad de perdonar en nombre de las personas desaparecidas o muertas, dado que el Estado en Colombia se encuentra en esa situación, es más él debe pedir perdón.
Es por ello que sostenemos que la práctica del perdón no es un cotejo entre víctima y victimario, sino una experiencia de supervivencia, pues si no hubiera víctimas, testimonios o duración de la experiencia más allá del trauma sufrido, de la violencia, no habría una escena del perdón. Pero, al mismo tiempo, este perdón que se concibe como privado se convierte en una experiencia colectiva y publica cuando se encuentra inmerso en un proceso de transición.
Otra discusión que está en esa relación venganza, perdón y reconciliación es que las dos primeras no hacen justicia, ni la reemplazan, de modo que no se puede confundir la razón del perdón y el ordenamiento jurídico. Para explicar esa confusión y tratar de aclararla es necesario recordar a Derrida cuando analiza el caso de Sudáfrica "que los criminales reconozcan sus faltas públicamente; dicho de otro modo, a condición de que se transformen y tomen otros derroteros" (Derrida, 1998). La idea mencionada menciona lo que se ha sostenido en apartados anteriores que el arrepentimiento es condición del perdón, por lo cual, el perdón es un paso judicial para la reconciliación, y no para la absolución de el acto que causó daño y la absolución de pecados.
Para sostener de manera más fuerte esta idea, Derrida (2002) da cuenta de que el perdón no está sujeto a una lógica condicional de intercambio, en "la cual no se podría contemplar el perdón más que si es solicitado en el curso de una escena de arrepentimiento, atestiguando, a la vez, la conciencia de la falta, la transformación del culpable y el compromiso, al menos implícito, de hacer todo lo posible por evitar el retorno del mal. (p. 23).
Otra forma de entender el perdón el que tanto Derrida como Nussbaum sostienen, es que el perdón es incondicional, en cuento éste, en ocasiones, no necesita de la necesidad de que haya una responsabilidad, e incluso sin necesidad de que el victimario solicite el perdón, o se haya arrepentido. No hay tampoco necesidad de que el criminal se haya transformado o haga una confesión criminal, el perdón es absoluto. Por último, queremos señalar algunas dificultades de estas relaciones entre la venganza, le perdón y la reconciliación. En este momento de la coyuntura del país el perdón está en una situación que no solo puede reducirse a lo personal de la víctima -que es muy importantedado que tiene un alcance social necesario, al tiempo que, se concede por un bien común que es salir de la violencia, y por consiguiente debe estar condicionado a concederse a un victimario si está dispuesto a comprometerse con la no repetición de la violencia pasada. Muchas veces cuando no hay perdón, se puede provocar que falle, por ejemplo, la reincorporación de los victimarios a la sociedad y que se reanude la violencia. Así, las cosas la venganza es un peligro para toda una sociedad en transición pensada en un escenario de odios colectivos acumulados equivale a un programa negativo
4.Conclusiones
A lo largo de la investigación que va para un año y la cual no ha terminado se puede lograr evidenciar lo siguiente. Los estudios sobre el perdón y la venganza los podemos reunir en tres ejes temáticos: el primero de ellos en la dimensión de lo religioso, el segundo desde algunos planteamientos del pensamiento psicológico y el tercero desde la perspectiva de lo ético y lo moral.
Se ha tratado de evidenciar que la ira, la venganza y el perdón son inevitables en las relaciones humanas. Inicialmente se da cuenta que las tres categorías se manifiestan en una relación entre dos personas. Seguido a ello se observa, en ciertas circunstancias, que se pueden entender en el contexto de lo colectivo, donde personas que no hacen parte de la relación ofensor- ofendido, reconocen esas situaciones alcanzan la potestad de reivindicar desde la colectividad.
La ira, en un inicio, es una respuesta endopática ante una injusticia producida por acciones que otros cometen contra uno u otros. Esta respuesta se justifica dado que las relaciones sociales se constituyen en relación con las expectativas, intenciones y el actuar del otro. Es así que las normas al ser un elemento regulador que espera correlación por parte de las personas, y cuando no se cumplen, se pueden manifestar en ira, además de exigir sanciones o castigos aquellos que quebrantan las normas compartidas.
Cuando en una sociedad o estado no se manifiesta frente a las reclamaciones de quienes han sufrido el daño, la ira puede conducir a la venganza, que, en muchos casos se exterioriza en acciones violentas. En Colombia un caso, en donde la venganza se vio como un ingrediente del conflicto armado, es un ejemplo de ello.
La venganza implica una reclamación por algo que sucedió y que se debe de diferenciar con el castigo, aunque ambos entrañan una exigencia hacia la acción cometida. Sin embargo, con el castigo se garantiza poner fin a las acciones de la venganza.
En cuanto al perdón, éste se entiende como una respuesta a la venganza. En las relaciones sociales el perdón es algo que se pide y se da, y lo más importante es que permite que no se desconozca lo que ocurrió, es por ello que el perdón permite el restablecimiento de las relaciones sociales y se coloca en el extremo opuesto a la venganza.
Pero dada la característica del perdón para restablecer relaciones, éste puede ser instrumentalizado para fines políticos, lo que en ocasiones hace perder la posibilidad de reconfigurar las relaciones interpersonales sin la necesidad de las instituciones para mediar a los involucrados.
Pese a la instrumentalización del perdón, es importante reconocerlo como herramienta que contribuye en la reparación de los vínculos al interior de las sociedades que están en procesos de transición, como el caso colombiano. Para estos procesos es de especial importancia la justicia con el fin de proporcionar condonaciones a los victimarios con las exigencias de las víctimas. Si estos procesos no permiten condonar lo ocurrido, se debe echar mano de la verdad con el fin de esclarecer los hechos y dar respuestas a las víctimas.
El perdón que la víctima concede al victimario, tiene un propósito y es que no se vuelva a repetir el daño. Hay que tener en cuenta que este perdón parte como el reconocimiento de la culpa del acto producido, afirma de este modo un pasado, una memoria de lo ocurrido. No puede haber un perdón con olvido porque dejaría de ser un perdón y se perdería el sentido de lograr cambiar las cosas y de empezar de nuevo.
Es así que el perdón tiene un alcance social en los procesos de transición, que no solo se puede ser reducido al interés privado, debe tener alcances sociales y política. Con ello podemos afirmar que el perdón no siempre es justo, pues en ocasiones es arbitrario, sinónimo de complicidad, de encubrimiento, de impunidad.
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