Content area
Full text
El Dr. Bonifacio del Carril -cuyo centenario se cumple este año- fue un argentino ejemplar, un hombre de la cultura viva, un promotor y reivindicador de las tradiciones históricas, un ciudadano alerta: de abierto espiritu cívico. Del Carril fue eso y mucho más, a lo largo de una vida de entregas, de permanente vocación de servicio. Fue eso y mucho más dentro de una personalidad tan rica y proteica sólo asimilable a los grandes humanistas europeos. Abogado brillante, político, escritor prolífico, editor, coleccionista de arte, estudioso e investigador de la estética iconográfica, historiador, académico, ministro, su pensamiento esclarecedor en todas y cuantas materias se abocase le mereció un temprano prestigio dentro y fuera del país.
Nacido del tronco de una familia patricia en la que se enlazaban las guías de los Del Carril (desde el abuelo, Salvador, hasta otros prohombres de similar estatura nacional) con los Lastra (el abuelo materno, Bonifacio, vinculado a Mitre, Avellaneda, Roca, Alem y Aristóbulo del Valle, mereció un último libro, escrito parcialmente por su propia hija, ya centenaria). Buenos Aires lo vio despertar a la vida el 14 de abril de 1911. Muy joven aún, a los 20 años, se graduó de abogado en la Universidad de Buenos Aires, mereciendo su tesis sobre el federalismo argentino y la unidad nacional la calificación de sobresaliente.
Desde el ejercicio activo profesional, Bonifacio del Carril tuvo una intensa visión del país en cambio. Y participó de su vida cívica con renovados ideales nacionalistas, dirigiendo entre 1941 y 1946 el denominado Movimiento de la Renovación, que se proponía luchar por la regeneración moral de...