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EL ICEBERG COMO SÍMBOLO DE IDENTCDAD
En 1999 el escritor chileno Ariel Dorfman publicaba su novela La nanayel iceberg,1 en la cual narraba cómo y por qué el gobierno de su país había decidido que fuera un iceberg el símbolo que representase a Chile en la Exposición Mundial de Sevilla en 1992. De manera paralela, Dorfman relataba la historia de la "nana" del protagonista, símbolo de la tradición indígena y su sabiduria. El escritor contraponia, así, de manera metafórica, una de las más importantes tensiones que han atravesado la historia chilena a Io largo de cinco siglos. Por una parte, la prevalencia de Io blanco ("blanquitud") como hito fundacional de la historia nacional. Por la otra, la fuerza de la presencia indígena en el país. Aparentemente se trataría de dos realidades poco relacionadas entre sí, pero que en el recorrido literario-épico que realiza Dorfman por la historia chilena se aproximan a una de las interrogantes más candentes de su historia social y política: el tema de la identidad nacional.
No es casual que haya sido un iceberg -llevado desde los mares del océano Atlántico hasta las costas de España- la figura que representó a Chile en la Exposición de Sevilla en 1992. En el entorno del optimismo modernizante cimentado en los triunfos economicos de la década de los ochenta, el iceberg mostraba una imagen de Chile como un país en tránsite a la democracia, eficiente, calculador e imaginative al estilo europeo y, por Io tanto, muy diferente al tropicalismo del resto de la región. El simbolismo del iceberg, en su frialdad, representaba para el gobierno de la reapertura democrática una condición natural y virginal, lo cual "dejaba en claro el corte histórico con el pasado que pretendió trazar el Chile de la Transición con el pasado utópico-revolucionario del latinoamericanismo de los sesenta y con el pasado traumático de la dictadura militar".2 Pero la blanca imagen del iceberg en la Feria de Sevilla en 1992, referida implícitamente al (supuesto) presente y (anhelado) futuro del país, anulaba no sólo toda referenda a la presencia de casi un millón de indígenas en Chile -fundamentalmente de origen mapuche-,3 sino que reforzaba una negación más: la del mestizaje, Io que evidenciaba el carácter intolerante y prejuicioso de la sociedad chilena...