Manuel ALCÁNTARA SÁEZ y Juan Manuel IBEAS MIGUEL (eds.). Colombia, ante los retos del siglo XXI: desarrollo, democracia y paz. Salamanca: Ediciones Universidad, 2001. 267 pp.
Este libro aparece, tal vez, en uno de los momentos más críticos de la reciente historia política, económica y social de la otrora «Atenas suramericana». Desde la oportuna y premeditada amplitud del mismo título del libro, estructurado a partir de tres ejes temáticos: el desarrollo, la democracia y la paz, los editores recogen un conjunto de ensayos que permiten al lector alcanzar una aquilatada visión de la realidad de un país que, como Colombia, se hunde en la más profunda crisis de su historia.
Precede al conjunto del libro, una clarificadora introducción de los editores que, antes que agotar el debate que éste plantea, contribuye a aproximar una realidad tan compleja como la colombiana. Así, y como provocatión, los editores sostienen que «[...] Colombia no sólo se encuentra entre los países más desiguales de América Latina, sino que también es uno de los países del area cuya distributión del ingreso ha empeorado más durante la década de 1990» (p. 14). Del mismo modo, y en cuanto hace referencia a la democracia, sostienen que «La falta de transparencia de las instituciones públicas y gubernamentales favorece la corrupción, una de las más allas del mundo, y alimenta una pérdida de credibilidad de las instituciones...» (p. 18). En cuanto al tema de la esquiva paz, Alcíntara e Ibeas, señalan a la violencia, política y social, no sólo como una constante en la historia del país, sino como uno de los mayores obstáculos, a pesar de los esfuerzos de los últimos gobiernos, para consolidar verdaderos procesos de paz. La paz, se convierte en «uno de los retos fundamentales del nuevo siglo». La conclusión a la que llegan los editores en su introducción, es que la superación de la crisis colombiana, «impone una definición colectiva y democráica, en un interna político excluyente, del tipo de desarrollo que se quiere, reconociendo a la sociedad como una realidad esencial, construyendo un Estado eficaz y eficiente con prioridades en materia de derechos humanos y estableciendo una nueva relatión entre ética y política».
Prestigiosos investigadores, académicos y juristas, desarrollan el resto del libro. Doce rigurosos ensayos, articulados, pero en modo alguno coincidentes, en torno al eje temático propuesto en la introducción, analizan de manera crítica la evolutión política, social y económica de las dos últimas décadas del país. Medófilo Medina, ocupándose del tema de la paz, señala al siglo XX como un siglo alternado por la guerra y los intentos de paz de los diferentes gobiernos. Para ello, lo divide en cinco periodes, paz; paz con violencia; violencia; normalidad relativa; y, violencia endémica. A partir de un enfoque descriptivo conceptual, muestra cómo los periodes se alternan entre la guerra y la paz. Una paz esquiva y relativa; y una guerra, no declarada, en forma de violencia endémica. Si bien resultan identificables continuidades entre las violencias de los diferentes periodos, es también claro que las violencias tiene para cada uno de ellos su propia sustancia. Resulta, por demás, esclarecedor, alentador y optimista este ensayo, aunque el fin del siglo XX y los comienzos del XXI, estén marcados por una escalada de violencia y la suspensión de los diálogos de paz.
Pedro Medellín Torres, por su parte, se ocupa de explicar, a pesar de la dificultad que encarna su complejidad, la crisis colombiana. La complejidad de la crisis colombiana se atribuye a la insuficiencia de desarrollos teoricos y conceptuales que den cuenta de ella. Es «[...] un problema derivado de la ciencia política, al no haber podido establecer una relatión orgánica entre la gobernabilidad, los actores políticos y la legitimidad como factures explicativos de la crisis» (p. 44). Con esta afirmación, el ensayo tiene como objetivo identificar un sustrato común que permita interrelacionar: gobernabilidad, actores políticos y legitimidad. Pretende así, aproximar una explicación teórica de los procesos de crisis, en general; y utilizar tal explicación para dar cuenta del caso colombiano. La pretensión analítico-explicativa de la crisis, y su posterior referente empírico, es abordada en dos partes. En la primera, hace un breve recorrido teórico conceptual de la gobernabilidad, la legitimidad, y de los actores sociales, como condición necesaria, para acotar no sólo el problema de la crisis sino también para identificar el sustrato común a ella: el ejercicio de gobierno. La relación orgánica entre los tres conceptos conduce a la interpretación de la crisis, al tiempo que describe el camino de ésta. Agotada la parte más teórica, aplica sus conclusiones al caso colombiano, particularmente al gobierno del presidente Andrés Pastrana Arango, como referente para describir y comprender la naturaleza, dimensiones y alcance de la crisis de gobernabilidad en Colombia. Crisis que ha transitado por tres fases claramente definidas: crisis de legitimidad; pérdida de la capacidad, gubernamental, de conducción política; y, por último, la fase de demolición del Estado, o crisis del Estado. A modo de conclusión, el ensayo refiere los factures claves de la crisis colombiana, entre los que destacan la pérdida de control territorial; la inseguridad ciudadana; y, la sentencia, controvertible desde luego, de que la crisis colombiana es el resultado de la crisis de la crisis.
De un pormenorizado y riguroso análisis de la Constitución Política de 1991, se ocupa Ana María Bejarano. La autora, sostiene que para poner el debate sobre la Constitución, es necesario reducir el nivel irreal de expectativas que se generaron en torno a ésta. Es decir, que la Constitución se debe reconocer como Io que es: «una carta de navegación que señala un norte; un mapa de ruta con un destino; un piano maestro para un proyecto en construcción -el de una sociedad más pluraliste y más justa, un orden político más democrático y un Estado que sirva de marco institucional para el desarrollo de los dos anteriores» (p. 78). Reconocer la Constitución como algo «imperfecto», plantea la imperiosa necesidad de desarrollarla; el desarrollo constitutional pasa a ser, condición necesaria, aunque no suficiente, para la institucionalización de sus preceptos. En palabras de Bejarano, significa apreciar el verdadero potencial del texto constitucional. El ensayo se inicia con un «inventario» de virtudes y defectos del proceso que dio vida a la Constitución de 1991: el proceso constituyente. A ellos se atribuye buena parte de los problemas de ésta. Continúa con una evaluación, evolución e impacto de la Constitución de 1991, en aquellos aspectos considerados fundamentales -justicia, economía, descentralización del Estado, reforma al régimen político-. Diferenciar el propósito original de la norma con el desempeño real de la misma, así como observar los efectos, esperados e inesperados, es el objetivo de la segunda parte del ensayo. Si aceptamos que una de las limitaciones de la ingeniería constitucional es su incapacidad para predecir consecuencias y resultados, es válido el análisis que sobre la Carta de 1991 hace la autora. TaI como ella misma Io sostiene, «nadie puede exigir de los hacedores de una Constitución una visión prospectiva, casi profética de la misma» (p. 85). La conclusión se convierte en una invitación a trascender la crítica de la norma formai y pasar al análisis y crítica del diseño institucional que permita investigar más de cerca las prácticas políticas reales.
Las dos últimas décadas han estado marcadas por dos posturas diferentes, y enfrentadas, frente al sistema de partidos deseable para el país. Una, que el bipartidismo había sido fuente de estabilidad institutional y por Io tanto debía preservarse; la otra, que el exclusivismo y exclusionismo propios del bipartidismo traditional, eran una de las raíces de los problemas que afectaban al país. La última postura finalmente triunfó. Las normas constitucionales de 1991, y sus desarrollos legales, entonces, se orientaron al estímulo del tránsite de un sistema bipartidista a uno multipartidista. Luego de más de diez años de implementada la Constitución de 1991, surgen interrogantes: ¿se ha renovado el sistema de partidos? Mejor, ¿se ha re-configurado un sistema de partidos multipartidista? De éstos se ocupa Eduardo Pizarro León-Gómez, quien cree que lo que se ha observado, desde entonces, es una profunda atomización de los dos partidos tradicionales; que tal atomización ha alcanzado a los recién creados partidos y movimientos políticos étnicos, religiosos y regionales. Hoy, lo que existe es un multipartidismo «engañoso» tras el cual se esconde el viejo bipartidismo. Los partidos y el sistema de partidos en Colombia, han experimentado durante las dos últimas décadas su peor momento, que hace que nuevos interrogantes, aún sin responder, ocupen la preocupación de políticos y académicos. Pero, en qué estamos? ¿Nos acercamos al colapso del sistema de partidos? ¿Estamos frente a una nueva recomposición y modernización de los partidos tradicionales? O, por el contrario, ¿se trata de la transformación del bipartidismo hegemónico en un bipartidismo atenuado, con presencia de terceras fuerzas de relativa significación? La respuesta es resuelta a Io largo del ensayo, dando cuenta en primer lugar del estado del bipartidismo y luego de la emergencia y estado de las terceras fuerzas. ¿Bipartidismo o multipartidismo? Nada de Io anterior, el autor cree que la noción que más se acerca, para calificar al sistema de partidos colombiano, es la de bipartidismo atenuado. TaI vez, los comicios futuros darán la razón a uno u otro.
En un sistema político caracterizado por la sistemática exclusión política, económica y social, Álvaro Camacho Guizado sostiene la hipótesis de que para que la sociedad colombiana se consolide como una democracia moderna debe basar dicha consolidación en dos pilares fondamentales: de un lado, que la población se provea de un conjunto de condiciones de vida y bienestar que en otros lugares del planeta son dadas, así vastes sectores se encuentren lejos de ellas; por otro lado, la garantía de la existencia de «espacios vacios» en donde se puedan expresar, cualquiera que sean, los intereses de la colectividad; entendiendo por espacios vacíos aquellos lugares que no pueden ser objeto de ocupación privada. Es decir, espacios públicos democráticos. El autor, sin embargo, encuentra obstáculos materializados en rasgos que caracterizan al sistema político colombiano, taies como la desigualdad, la corrupción, el clientelismo, el rebusque y la violencia, sin olvidar su principal potenciador: el narcotráfico. Uno a uno, los describe y analiza, en el contexto colombiano, para concluir que la superación de éstos es el principal reto que enfrenta la sociedad colombiana no sólo para consolidarse como una democracia moderna, sino también para que el Estado colombiano se inserte en el contexto internacional.
El tema de la recesión económica y la deuda pública lo estudia Jorge Ivan González quien en su ensayo propone como hipótesis de trabajo que «las erróneas políticas monetarias y cambiarias que se aplicaron durante los años noventa contribuyeron a que aumentara la deuda pública de naturaleza especulativa». Para probar su hipótesis, González aborda el enfoque del crecimiento, según el cual «[...] al estimular la especulación financiera, la deuda pública ha obstaculizado el papel anticíclico de la política fiscal. Puesto que una parte considerable del gasto público se destina al pago de la deuda, se reduce el monto de los recursos disponible para impulsar el crecimiento» (p. 143). La primera parte del ensayo se ocupa de los hechos. La segunda, señala, por una parte, que las políticas monetaria y cambiaria fueron equivocadas; por otra, la relación entre éstas políticas y la deuda pública; y por último, la relación entre esta última y el crecimiento económico.
Darío Fajardo Montaña, intenta el análisis de uno de los problemas más acuciosos de la realidad colombiana: el del campo y su relación con la violencia. En él, el autor somete a examen el ámbito de la agricultura y las relaciones sociales y políticas en las que se desenvuelve. Pero, no sólo se queda en el examen. Fajardo Montaña, sustenta elementos de análisis que sirven de base para una propuesta, acorde con la realidad del país, las necesidades de sus gentes y las posibilidades de su espacio. Del examen del campo y la agricultura resultan importantes sus significados político y económico. Políticos por su estrecha relación con la violencia y los cultivos ilícitos; económicos, por la pérdida de importancia de la agricultura y el campo. El autor muestra con cifras no sólo lo primero, sino también lo segundo, con Io cual su ensayo resulta relevante a efectos del debate propuesto por el libro.
Tema de gran actualidad, por su impacto en Colombia y en el exterior, principalmente en Europa, es el del Plan Colombia, instrumento de política exterior de los Estados Unidos para el combate de la droga. Héctor Mondragón va más allá de la concepción que coloca al Plan como un instrumento de suministro de material bélico, en mayor porcentaje, y de apoyo social. Va más allá, al situarlo como un instrumento con objetivos «ocultos», y cuyo propósito fundamental es el del petróleo; mejor, de las reservas que de este recurso posee el país. Así, a partir del análisis de los resultados del Plan Colombia, el autor desmonta toda la argumentación que lo justificó en su momento. En su lugar, propone alternativas taies como: el incremento del poder y la capacidad de gestión ambiental de la comunidad local; el reordenamiento territorial; la defensa y disfrute de la diversidad cultural de la nación; la concertación como método para la solución de los conflictos, entre otros. La implementación de éstas resulta necesaria para la superación de las actuales relaciones sociales, económicas y políticas, y por ende para la superación de la crisis colombiana.
Coligado con el anterior ensayo, Juan Gabriel Tokatlian analiza la estrategia, patrocinada por los Estados Unidos, utilizada para combatir los cultivos ilícitos: la fumigación con precursores químicos. Para ello, hace un recorrido histórico que describe y explica dicha política. La posición del Gobierno colombiano, según el autor, ha oscilado entre la oposición y la aceptación de la exigencia diplomática norteamericana. El balance de tal política, después de más de diez años de implementada, es más que negative. A más fumigación de cultives ilícitos no se corresponde ni una menor área cultivada, ni mucho menos una menor cantidad de droga producida. Del mismo modo, la política ha sido desacertada para los intereses medioambientales del país.
Siete años después de los intentos frustrados, por alcanzar la paz mediante el diálogo, de Caracas y Tlaxcala, el entonces recién electo presidente Andrés Pastrana Arango, aún sin posesionar sorprende al pais y al mundo con su visita al campamento del secretariado Nacional de las FARC el 21 de junio de 1998, en un intento más por conseguir la esquiva y anhelada paz para los colombianos. TaI hecho genero, obviamente, nuevas expectativas de cambio; atrás habían quedado los fracasados diálogos y el camino a la paz se allanaba. Los dilemas de la paz: renunda a las armas o reformas estructurales tenían un horizonte esperanzador. De estos dilemas de la paz, tema recurrente, que es visto a lo largo del libro desde diferentes ópticas, se encarga Alberto Cruz al analizar la política de paz del presidente Pastrana. Antes, recorre el tortuoso camino seguido por anteriores gobiernos en busca de la paz. Desde Belisario Betancur hasta Pastrana, pasando por Virgilio Barco, César Gaviria y Ernesto Samper. Desde la paz parcial hasta la guerra total. El ensayo muestra el largo camino de un anhelo colectivo que hoy ve con desencanto el esperanzador horizonte que un día, como en otras ocasiones, un presidente señaló.
Con la lente puesta en el conflicto armado colombiano, y en los medios para construir la paz, Pedro Valenzuela aborda el tema, no desde el punto de vista de los actores armados sino que, por el contrario, Io hace desde la óptica de la sociedad civil y su contribución a la solución de este por la vía del diálogo. Para Valenzuela, «los civiles en situación de conflicto armado, no son exclusivamente víctimas u observadores indiferentes y de hecho cuentan con una amplia gama de opciones en un espectro entre la pasividad y actividad extremas». Con este planteamiento inicial, se propone, desde Io académico, tomando como referente experiencias de varias zonas del país, una modalidad particular de construccion de paz en medio del conflicto armado: la creación de zonas o comunidades de paz. El enfoque descriptivo-conceptual, del ensayo, caracteriza taies experiencias, precisa conceptos y ofrece reflexiones, «planteadas más como inquietudes que como respuestas», como lo señala el autor. Serio y riguroso, como es el, concluye con prudencia que aún quedan muchos interrogantes por resolver y precisiones por hacer respecte a las comunidades de paz. Mas que como un ejercicio académico el ensayo debe ser visto como un aporte mas en el dificil camino para construir la paz en Colombia.
Baja el telón de las imágenes, descritas a Io largo del libro, Federico Andreu, ocupándose de un tema que coloca al sistema político colombiano, a nivel internacional, en el ojo del huracán: el de la violación de los derechos humanos. Y, es que en Colombia sistemáticamente los derechos humanos son vulnerados diariamente, pero no sólo eso sino que también taies violaciones, en la mayoría de los casos, se cubren con el manto de la impunidad y la indiferencia. Resenar un cuadro amplio de taies violaciones en un país como Colombia no resulta fácil; pero el autor aproxima el panorama y lo acota en las tres últimas décadas de la historia colombiana, combinando la evolutión de las violaciones con la política estatal para contenerlas. No sale bien parado el Estado colombiano. Durante las tres décadas sometidas al análisis, se identifican cuatro modelos por los que ha pasado la violatión de los derechos humanos: la represión legal; la guerra sucia; la guerra integral, mezda de represión legal con guerra sucia; el paramilitarismo. Cada una de ellas con su propia dinámica y características. Del mismo modo, identifica como ausente la política estatal en materia de derechos humanos durante la década 1970 y la primera parte de la siguiente. Época durante la cual, no sólo se negaba la ocurrencia de tales violaciones sino que se las justificaba como resultado del necesario mantenimiento del orden público. Desde entonces, si bien el tema de los derechos humanos ha sido incorporado al discurso gubernamental, la situatión no cambia. Hoy, Colombia es uno de los países en donde de manera persistente y dramática se cometen más violaciones a los derechos fondamentales en el mundo, lamentablemente.
El rigor académico, conceptual e investigativo con que han sido elaborados los ensayos, convierten a este libro en un ejemplar imprescindible para cualquier acercamiento a la realidad política, social y económica de Colombia durante las últimas décadas. Si bien, el fondo de cada uno de los ensayos deja ver un halo de incertidumbre y desesperanza, es esta misma la que obliga a mirar el futuro del país con prudencia pero con mucho optimismo y deseos de seguir construyendo el país que se quiere. En definitiva, Colombia es un país plenamente vivo y una sociedad en permanente proceso de constructión, como lo señalan los editores, muy a pesar de las desgracias de la violencia y la desigualdad social, económica y política.
CARLOS ENRIQUE GUZMÁN MENDOZA
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