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La concentración daña el pluralismo, la diversidad y la cultura. En América Latina esta concentración también ha sido adversa a la democracia. Los grandes medios han sido siempre los socios mayores de las dictaduras militares más sanguinarias y han obtenido beneficios escandalosos a cambio de encubrir crímenes, torturas y desapariciones. También históricamente se han ligado con el poder económico
La concentración mediática y ahora de las telecomunicaciones es una característica de los países de América Latina y el Caribe. Como documentan los doctores Guillermo Mastrini y Martín Becerra, en gran parte de la región, en promedio, casi la mitad de los productos y servicios de los mercados de la información y las comunicaciones de cada país es controlada por un solo proveedor.
Pascual Serrano e Ignacio Ramonet afirman que la concentración mediática opera en torno a un doble objetivo: ideológico -en tanto propagan el discurso neoliberal transformándolo en discurso social hegemónico- y económico -por sus participaciones cruzadas en negocios mediáticos y de las telecomunicaciones- (Grosso, 2014).
La concentración daña el pluralismo, la diversidad y la cultura. Para la unesco, "el pluralismo se ha visto históricamente limitado en la región debido a factores tales como el predominio del sector comercial y la concentración de la propiedad de los medios en pocas manos, lo cual a menudo ha sido la principal causa de la uniformidad en los contenidos y las agendas de información (normalmente producidas en los centros urbanos de gran tamaño)" (unesco, 2014: 12).
En América Latina esta concentración también ha sido adversa a la democracia. Los grandes medios, como refiere el doctor Jorge Zicolillo, han sido siempre los socios mayores de las dictaduras militares más sanguinarias y han obtenido beneficios escandalosos a cambio de encubrir crímenes, torturas y desapariciones. También históricamente se han ligado con el poder económico. Dice Zicolillo:
En tiempos de globalización [...] los medios se concentraron, los grandes grupos económicos fueron capturándolos para utilizarlos como voceros, y esos medios se transformaron en los altavoces de las grandes corporaciones locales y multinacionales. En América Latina, gigantes como el grupo Cisneros, en Venezuela; Televisa, en México; El Comercio, en Perú; Clarín, en Argentina, y O Globo, en Brasil, fueron paulatinamente apagando otras voces y, al mismo tiempo, tejiendo alianzas con las megacorporaciones...