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Concierto animal Blanca Varela Ed. Peisa-Pretextos, Valencia, 1999.
En la ya extinta primavera de este año, último del calendario cristiano cuya cifra empieza por uno, dos libros aparecieron en el paisaje editorial español, como dos estruendos lejanos, preferiblemente audibles por entendidos, si bien portadores de la amplitud y profundidad que a todos nos revela un rayo o un fuego de artificio (el fuego de un artificio) sudamericano como Blanca Varela, autora entrañable aunque improbablemente entrañada para los aficionados a esa poesía nuestra que, a imagen y semejanza de un moderno coloso a escala planetaria, asienta cada pierna a un lado del Atlántico y tiene brazos libres con los que "entresaca espulga trilla" (Concierto animal, p. 9) en la tierra y en el cielo.
Uno de los dos libros editados es una correcta, aunque altamente arbitraria, selección antológica de la editorial Visor: Como Dios en la nada. Antología 1949-1998. Repárese en que la arbitrariedad, la ausencia de datos sobre los criterios de selección de lo que es una muestra bastante concreta y cuantitativamente limitada, alcanza incluso hasta el título que, por ser un verso aislado seleccionado a modo de emblema, de eslogan si se quiere, comporta toda una interpretación subyacente del conjunto de la obra vareliana, obra de gran complejidad exegética, refractaria a la síntesis, cuajada en puras formulaclones emblemáticas y, por todo ello, difícilmente reductible a un aserto aislado en el que, además, se hace evidente tan sólo un aspecto de esa...