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Julio Pinto Vallejos (Coordinador-editor). Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular Santiago: LOM Ediciones, 2005, 206 páginas. ISBN: 956-282-726-7.
El gobierno de la Unidad Popular posee, según los autores de los artículos, múltiples y variadas características principales, y que son complementarias entre ellas. Que la administración de Salvador Allende, al decir de Tomás Moulian, tuviera connotaciones de fiesta, drama y derrota, Io situa inmediatamente en catégories analíticas propias, particulares, diferentes de otros gobiernos o sistemás políticos modernes. Y es que la Unidad Popular fue a la vez una experiencia "inédita", única, irrepetible, que no respondió a paradigmas o modeles teóricos establecidos, menos aún programada, acentuando su particularidad. La "vía chilena al socialisme", como se denominó al gobierno de Allende y de la Unidad Popular, se prefiguraba como una revolutión socialista democrática y participativa, no excluyente, donde todas las expresiones de la sociedad tuvieran cabida, ya sea las fuerzas civiles como las Fuerzas Armadas. Asimismo, esta se planteaba como una revolución que, a su vez, se incubaba dentro del Estado burgués, a través de la acumulación de fuerzas en su interior, para posteriormente complementar el cido revolucionario mediante la eliminación de la propiedad privada y, por consiguiente, de las clases sociales.
La "conciencia de hacer historia", la noción de que la sociedad civil tuviera un protagonismo fundamental en el acontecer nacional, es otro de los rasgos principales de la Unidad Popular. Es a Io que Pinto se refiere con la "positividad histórica", que se podría resumir en la voluntad manifiesta, explícita, de construir una sociedad más humana, justa y mejor; la idea de que la historia era un "proyecto a realizar y no el dominio eterno e inconmovible de los poderes fácticos" (p. 5). Representaba una oportunidad irrepetible de hacer participes de la historia a aquellos sectores postergados o desvalidos de la sociedad, y que a partir de 1970, y por un breve periodo, se incorporaban de lleno al proceso revolucionario. La "fiesta" de la que habla Moulian, se constituia en una realidad diaria, palpable, viva, y no una quimera que sólo unos pocos, la elite o la clase alta, podían gozar a través de privilegios económicos y sociales, mientras que a los pobres una y otra vez se les negaba el acceso...