Fernández Uriel, Pilar: TITUS FLAVIUS DOMITIANUS. De Princeps a Dominus: un hito en la transformación del Principado. Madrid-Salamanca: Signifer. Monografías y Estudios de la Antigüedad Griega y Romana (48), 2016, 338 páginas [ISBN: 978-84-9411374-1].
Emprender el estudio de una de las figuras más controvertidas de la Historia romana es de todo menos una labor sencilla. La condena senatorial del año 96 y la construcción del personaje que realizan escritores como Plinio, Tácito o Suetonio cayeron como una auténtica losa sobre el recuerdo del emperador, deformando sensiblemente nuestra percepción sobre su labor al frente del Estado. Este juicio despreciativo, auténticamente demoledor, ejerció una poderosa influencia sobre la visión historiográfica tradicional. Algunos de estos lugares comunes sobre el reinado de Domiciano siguen estando muy presentes. No obstante, la incorporación al debate de los datos proporcionados por la epigrafía o la arqueología a lo largo de las últimas décadas ha contribuido decisivamente a generar un relato, si bien no alternativo, sí más independiente y más equilibrado de su gestión.
Estudios como los B. W. Jones o algunos más recientes como los de J. Gering encarnan sensacionalmente este espíritu. En esta corriente se inscribe la presente contribución que debemos a la magnífica labor de investigación de la doctora Fernández Uriel. Más que un intento por ?rehabilitar? al personaje, la obra ofrece una revisión interpretativa de los principales aspectos de su gobierno, tradicionalmente ?maltratados?, o quizás, eclipsados por el interés hacia el retrato cruel y sádico que de él hacen las fuentes.
Asimismo, como advierte el título de la obra, se concede un interés muy especial al estudio de los fundamentos y el ejercicio de poder por parte del último emperador flavio. A juicio de la autora, su paso por la púrpura supuso una evolución decisiva en la trayectoria del Principado, que muestra a su vez notables similitudes con la actuación de Nerón, figura que tan bien conoce la doctora Fernández Uriel.
La presente monografía se articula en siete capítulos que abordan los grandes temas de su gobierno. Con gran acierto, la autora dedica su Introducción a realizar un sucinto pero exhaustivo balance de las principales contribuciones historiográficas sobre la figura de Domiciano. Este análisis refleja extraordinariamente bien la evolución que ha experimentado desde finales del siglo xix hasta la actualidad la valoración que sobre su reinado han realizado los distintos investigadores. La enérgica labor de crítica histórica sobre las fuentes literarias y la exploración temática han abierto nuevos enfoques, aportando perspectivas renovadas sobre la actuación del emperador en múltiples campos.
Precisamente, una de las particularidades del estudio de este período reside en las condiciones que rodean a la gestación y conservación de su memoria en las fuentes. A la habitual fragmentariedad con la que trabaja el historiador de la Antigüedad, se suma la citada ?desfiguración? del personaje, así como los efectos de la deliberada destrucción física de su recuerdo. En lo que respecta a las fuentes literarias, Fernández uriel pone de relieve la sensible dicotomía perceptible entre aquellas obras publicadas durante su reinado, al servicio de la propaganda oficial y abiertamente adulatorias, y aquellas otras que, tras su asesinato, construyen su imagen bajo el arquetipo del tirano cruel. Por ello, resulta necesario abordar el contexto histórico e intelectual de cada uno de los autores, labor a la que Fernández uriel dedica una esmerada atención. Esta valoración se completa con la incorporación de las ?fuentes no literarias?, esencialmente, epigráficas, numismáticas y arqueológicas. En este apartado, la autora se detiene en comentar cada una de sus características y sus aportaciones al conocimiento del Principado de Domiciano.
A continuación, dedica un segundo capítulo a situar al personaje en su contexto histórico. En primer lugar, analiza las condiciones que rodean la llegada y la consolidación de la dinastía flavia al poder. Seguidamente, se detiene en la personalidad del emperador desde un punto de vista ?descriptivo y psicológico?. Examina también el papel público desempeñado por Domiciano durante los reinados de su padre y de su hermano. cierra este apartado centrando su atención en los miembros de la familia imperial durante su gobierno. Fundamentalmente, la emperatriz Domicia Longina, su sobrina Julia y los frustrados pretendientes a sucederle en el trono. Coincido en señalar que la comprensión del rol asumido por ellos es esencial a la hora de registrar la evolución política e ideológica de su Principado.
El tercer capítulo está dedicado a la política interior, donde se abordan varias cuestiones, empezando por el estudio de las reformas efectuadas en la administración central. De su análisis emerge un emperador preocupado por la gestión eficiente de los asuntos de Estado y de los recursos públicos. Las iniciativas imperiales contribuyeron a fortalecer el impulso centralizador en la administración del Imperio. Autores como Pflaum coincidieron en señalar los esfuerzos destinados por parte de los emperadores flavios a fortalecer las estructuras de Estado. Por ello, la intervención imperial se centró en el desarrollo de las oficinas imperiales existentes, en la creación de nuevas procuratelas y en una cuidada selección del cuerpo funcionarial. Precisamente, la administración imperial promovió la promoción de equites al orden senatorial. Estas adlectiones constituían una recompensa a sus servicios y son una muestra de la confianza depositada en este colectivo. A partir del reinado de Domiciano, los miembros de este orden asumieron un mayor protagonismo en la administración del Estado, sustituyendo en ciertas ocasiones las atribuciones y competencias del Senado. Sin embargo, en contra de la postura tradicional, esto no significó la marginación o el desplazamiento de los senadores. Domiciano siguió contando con sus servicios, situándolos en puestos claves.
En lo que respecta a su política religiosa, el emperador mostró un absoluto respeto por los cultos tradicionales, especialmente los de Júpiter y Minerva. Asimismo, fortaleció la imagen dinástica flavia, al servicio además de la progresiva afirmación autocrática de su Principado. La extraordinaria difusión de la propaganda oficial y el impulso institucional al culto imperial actuaron como un eficaz catalizador de la adhesión al nuevo régimen y a sus valores y principios. En este esfuerzo por ampliar las bases sociales de su Principado, Domiciano emprendió una ambiciosa política de construcciones públicas y de repartos entre la plebe, en línea con la actuación de Vespasiano, Tito o el propio Augusto. Fernández Uriel profundiza en esta ?compra de voluntades políticas? a través de un análisis exhaustivo de esta política redistributiva y de un recorrido por los grandes proyectos edilicios, que garantizaron la aceptación y las simpatías de las clases populares.
Seguidamente, se inicia un nuevo capítulo dedicado íntegramente a la política exterior. La narración y el análisis de las campañas militares nos permiten comprender sus motivaciones y nos acercan a la posición oficial con respecto a la política de fronteras. En esencia, la administración domiceanea renunció a la expansión territorial y se centró en la consolidación de los territorios integrados en el orbe romano. Esta actitud, duramente criticada por autores como Tácito, tuvo importantes beneficios. Algunos autores consideran además, y con ellos Fernández Uriel, que la política expansionista de Trajano no habría sido posible sin este decidido interés por fortalecer la presencia romana en las regiones fronterizas.
Por último, siguiendo la estela de su padre y su hermano, Domiciano se preocupó por la situación de los soldados, promoviendo el aumento de su estipendio y la concesión de numerosos praemia. Salvo episodios puntuales, como la revuelta de los ejércitos de Germania al mando de L. Antonio Saturnino, iniciativas como esta aseguraron la fidelidad del estamento militar, garantizando así la estabilidad dentro de las fronteras del Imperio.
A continuación, la autora retoma las cuestiones de índole interna al dirigir su atención a la intervención imperial en materia económica. En este nuevo capítulo, se cuestiona el juicio negativo que proyectan los autores clásicos sobre su gestión de la economía imperial, que califican de excéntrica e irresponsable. Curiosamente, desde los estudios de Syme y Rogers, la percepción es radicalmente distinta. Domiciano promovió un estrecho control de los recursos estatales y de la gestión central y provincial, reprimiendo duramente los casos de corrupción. Asimismo, mostró una extraordinaria preocupación por el correcto abastecimiento de la población del Imperio. La intervención imperial sobre la economía, y en particular sobre la agricultura, se deja sentir en iniciativas como la frustrada aplicación del edicto sobre los viñedos. En este apartado se echa en falta un análisis detenido del asunto de los subsecivae, un estudio que profundice en las razones que llevaron a Domiciano dar marcha atrás en las políticas iniciadas por su padre.
Asimismo, el nuevo emperador continuó e impulsó el desarrollo de las infraestructuras viarias y portuarias. Como señala Fernández Uriel, Domiciano dio un paso más al efectuar una reforma monetaria que sirvió para estabilizar su valor. Conseguía estimular así la salud de la economía imperial. Concluye señalando que, pese a la asfixiante presión sobre las arcas del Estado que suponía el mantenimiento del ejército, el último emperador no solo legó una administración saneada, sino también bien organizada y eficiente.
Este capítulo se cierra con el análisis de las emisiones oficiales. Este se centra, más que en examinar los ritmos de distribución de moneda, en el estudio de la propaganda imperial a través de las leyendas. De ahí que posiblemente este apartado hubiese tenido un mayor encaje en el siguiente apartado.
A continuación, se abre un nuevo capítulo donde nos sumergimos en el desarrollo de la ideología política del Principado domiceaneo. Posiblemente este sea el apartado donde se observe con mayor claridad el sello personal de la doctora Fernández Uriel. En él se examina con todo lujo de detalles el uso por parte de Domiciano de las instituciones y las magistraturas, especialmente la censura, que asume a perpetuidad, y el consulado, así como el significado político de los títulos oficiales asumidos, entre los que destaca los de dominus et deus. Fruto de este análisis, la autora reconstruye el proceso de construcción de una nueva teoría y praxis política orientada hacia un absolutismo de corte teocrático que se despoja de las contradicciones de un régimen monárquico oculto bajo fórmulas republicanas. Como es lógico, este ejercicio del poder encontró una férrea oposición por parte del sector más tradicional del patriciado romano, que, a su vez, veía con preocupación su progresivo desplazamiento de los principales puestos de la administración. Durante su gobierno, y especialmente desde el año 93, se iniciaron diversos procesos contra ilustres miembros del orden senatorial, e incluso de la propia familia imperial. Sin embargo, no se trata de una persecución basada en su condición social: el análisis de las condenas revela que, en su mayoría, subyace un decidido interés por controlar la conducta de estos individuos, casi de un modo ejemplarizante, preocupándose por su dignidad como estamento.
Asimismo, los paralelos con la figura de Nerón es uno de los aspectos clave del análisis de la presente contribución. En paralelo con el neologismo de ?neronismo?, Fernández Uriel acuña su homólogo, ?domicianismo?, etiqueta con la que busca englobar la personalidad política y la noción de soberanía del emperador flavio.
Como es de sobra conocido, las tensiones con parte del orden senatorial y la animadversión mutua se volvieron insostenibles, especialmente tras la desarticulación de la revuelta de Saturnino en el año 89. Así pues, la autora dedica el último capítulo a profundizar en las condiciones que rodean la muerte del denostado emperador y a determinar quiénes fueron los agentes implicados en su asesinato. El senado aupó inmediatamente a la púrpura a Nerva, evitando crear así un vacío de poder que reavivase los viejos fantasmas de las guerras civiles. Asimismo, se preopcupó por eliminar cualquier rastro de su existencia. No obstante, Fernández uriel considera que la aplicación de la damnatio memoriae fue parcial. Como ella misma señala, ?el senado no fue capaz de derribarlo durante de su gobierno, ni borrar por completo su memoria?. Asimismo, y de acuerdo con el juicio de autores como Waters, su huella siguió muy presente en buena parte de las políticas de sus sucesores en la púrpura. Al fin y al cabo, Nerva y Trajano habían sido estrechos colaboradores del régimen domiceaneo.
seguidamente, cierra su narración con una excelente recapitulación de los principales planteamientos desarrollados a lo largo de su libro. Y, por último, la bibliografía. En este apartado encontramos una rica y actualizada selección de trabajos. La obra se completa además con varios anexos. Por un lado, un índice con la referencia a las figuras incluidas en el texto. Por otro, un completo apéndice cronológico en el que además recoge y organiza los principales títulos y magistraturas asumidas desde la proclamación de su padre hasta su muerte en el año 96. Cierra la monografía con un anexo donde presenta las principales ediciones y traducciones de las fuentes literarias empleadas en la elaboración del presente estudio.
En definitiva, la obra de la doctora Fernández uriel posee un inestimable valor y la particularidad de ser la primera monografía publicada en castellano sobre el Principado del último príncipe flavio. En líneas generales, el presente trabajo, una visión de conjunto de la labor de Domiciano al frente del Estado, ofrece una excepcional síntesis interpretativa que escapa de juicios maniqueos. En palabras de su autora, el gobierno de Domiciano, ?no constituyó el fin de una etapa, sino que significó una necesaria transición, un impulso ineludible y preciso en la evolución del Principado?.
Por último, es de agradecer también su claridad expositiva y argumental. Todo ello convierte a esta obra en una herramienta extraordinariamente versátil y transversal, abierta, tanto a un público especializado, como a otro más amplio que desee acercarse a este período desde la más absoluta curiosidad sin renunciar al rigor histórico.
David Gordillo salguero
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Abstract
Sin embargo, en contra de la postura tradicional, esto no significó la marginación o el desplazamiento de los senadores.Posiblemente este sea el apartado donde se observe con mayor claridad el sello personal de la doctora Fernández Uriel.Como es lógico, este ejercicio del poder encontró una férrea oposición por parte del sector más tradicional del patriciado romano, que, a su vez, veía con preocupación su progresivo desplazamiento de los principales puestos de la administración.Sin embargo, no se trata de una persecución basada en su condición social: el análisis de las condenas revela que, en su mayoría, subyace un decidido interés por controlar la conducta de estos individuos, casi de un modo ejemplarizante, preocupándose por su dignidad como estamento.
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