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La llegada al poder de Rafael Correa en 2006 -luego de varios años de movilizaciones sociales y derrocamientos presidenciales- abrió una nueva etapa en la política ecuatoriana. En ese marco, uno de los desafíos del Movimiento Alianza país -discutido en la convención de 2010- es transformarse en una fuerza orgánica y no reducirse a una mera extensión del gobierno o simple fuerza electoral. Para ello deberá enfrentar las tensiones de ser un partido (oficialmente un movimiento) con un fuerte discurso antipartidario, y una organización sin una historia previa al ejercicio del poder estatal.
Palabras claves: crisis de representación, revolución ciudadana, Rafael Correa, Movimiento Alianza país, Ecuador.
* La crisis del sistema de representación y el surgimiento del Movimiento país
Aunque el surgimiento de una fuerza política se condensa en un tiempo y espacio determinados, este constituye el resultado de un largo proceso social precedente. No se podría entender la emergencia del Movimiento Alianza país (Patria Altiva i Soberana) en febrero de 2006 sin contextualizarlo en la crisis política provocada por la implantación del neoliberalismo y el «discurso de la gobernabilidad» en las dos décadas precedentes, que hicieron estallar el Estado social de derecho y la estrategia cepalina diseñados en la Constitución del retorno democrático en 1978. De igual forma, solo sería posible entender el proceso y los contenidos de la Asamblea Constituyente y la Constitución de 1998 en el marco de la hegemonía del proyecto de neoliberalización de la economía y la sociedad, así como también de las múltiples resistencias que se construyeron en este periodo.
Por ello, los resultados de la Asamblea Constituyente se caracterizaron por un enfoque ambiguo y contradictorio: por una parte, la constitucionalización de la economía de mercado y la consolidación de un sistema hiperpresidencialista; y, por otra parte, la consagración de importantes derechos individuales y colectivos, paradójicamente cuando se modificaba la concepción del Estado y del rol que le correspondía asumir. En efecto, en la desesperación por superar con «ingeniería constitucional» el déficit democrático, la Constitución de 1998 modificó el sistema electoral, contribuyó a la desarticulación del sistema de partidos y otorgó al Poder Ejecutivo una serie de atribuciones formales que, sin embargo, le fueron poco útiles para resolver la conflictividad del sistema político. Si por ejemplo se analizan...