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Las lecturas sobre El entenado (1983) de Juan José Saer han destacado, entre otros, la figura del caníbal y su relación con la Historia. Sin embargo, se ha prestado poca atención al proceso de escritura que se desarrolla al interior de la novela, en tanto la narración revela, al mismo tiempo, la transformación del protagonista como escritor de su propia ficción.1 En este sentido, se ha dado poca relevancia a las "dos historias" que se entrelazan en el texto: la del cautiverio del protagonista con los indígenas colastiné y aquella que se produce a través de sus meditaciones mientras intenta materializar esta experiencia. A partir de estas consideraciones, y retomando algunos conceptos de Gilles Deleuze y Félix Guattari y otros que Saer despliega en su obra ensayística, propongo que El entenado se construye como una estructura abierta que fluctúa entre ambas historias y donde las nociones de ficción, escritura y deseo que destaca, se entretejen para desestabilizar la visión de la literatura como resguardo de lo identitario.2 Igualmente me remito a la definición de antropofagia de Haroldo de Campos y al concepto de nación de Homi K. Bhabha con el fin de subrayar la marca caníbal que instaura el texto frente a dicho concepto y las narrativas vinculadas a la otredad.
Desde la perspectiva de una literatura que cuestiona su función de representatividad, el epígrafe de Heródoto con el que inicia la novela de Saer funciona como intertexto que afirma este distanciamiento . más allá están los Andrófagos, un pueblo aparte, y después viene el desierto total.". La cita proviene de Los nueve libros de la Historia (siglo V a. C.) de Heródoto, con la cual, a primera vista, la novela señalaría su afiliación con las obras fundacionales sobre la etnografía y el canibalismo. Como indica Carlos A. Jáuregui con respecto a Heródoto, "sus clasificaciones de la alteridad (lo no griego) y sus descripciones de los escitas, los andrófagos y las amazonas fueron particularmente relevantes en lo que toca a la invención de la América caníbal" (52). Los "comedores de hombres" o "androphagoi " constituían para Heródoto la marca del salvajismo extremo, en tanto su ritual caníbal exponía "la manifestación extrema de la otredad" dentro del espacio de barbarie que habitaban (53). No obstante, como...