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todos tendremos que sumergirnos más en su poesía que en su narrativa...para poder otorgarle en la legitimidad el sitial como poeta que en la literatura puertorriqueña y latinoamericana le corresponde (Vanessa Droz)
Si bien el primer poemario del puertorriqueño Manuel Ramos Otero, El libra de la muerte, se lee como una ceremonia de recordación en tres etapas, su segundo poemario, Invitatión al polvo, sería la crónica de cuatro amores en tiempo de bolero. En El libra de la muerte el hablante lírico intenta aprehender, ocultar, aceptar, lidiar y hasta silenciar primero, para luego gritar, el dolor de la pérdida del amado por medio de una ceremonia de recordación en tres secciones: "Fuegos fúnebres", "Epitafios", y "Epílogo".
En el poema 23 de la primera parte de Invitatión al polvo se reescribe el bolero "Nuestro juramento" de Benito de Jesús, popularizado por Daniel Santos. Su famoso estribillo dice así: "Si tú mueres primero yo te prometo que escribiré la historia de nuestro amor, con toda el aima llena de sentimiento, la escribiré con sangre, con tinta sangre del corazón".1 Manuel Ramos Otero elabora este material bolerístico de la siguiente manera:
Cubanacán boricua y Borikén cubano, finalmente
abrazados, con las alas cortadas falsificando
vuelos, como cambiando pétalos por plumas. Éramos
boleristas de la misma loseta: vereda tropical
y niebla del riachuelo, un desvelo de amor bajo
Venus, olas y arenas de una nave sin rumbo, besos
de fuego para una cancion desesperada, yo era una
flor y tú mi propio yo. Con lágrimas de sangre
quise escribir la historia que ahora escribo con
sangre, con tinta sangre del corazón... (33)
Este lenguaje altamente bolerístico del cuerpo a cuerpo en una sola loseta es recontextualizado en el poema. Se va de los boleros ya clásicos: "Vereda tropical", "Niebla del riachuelo" o "Desvelo de amor", a los de la compositora boricua Sylvia Rexach (como "Olas y arenas" y "Nave sin rumbo") y a boleros como "Besos de fuego"; que alcanzaron la fama con grandes intérpretes de la música puertorriqueña como Io fueron Carmen Delia Dipiní y Blanca Rosa Gil, para desembocar en nada menos que el neorromanticismo nerudiano de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Lo cursi se relee en un contexte poético, para rescatar del melodrama...