EL LENGUAJE LITERARIO. VOCABULARIO CRÍTICO Miguel Ángel GARRIDO GALLARDO (ed.) (Madrid: Síntesis, 2009, 1.502 págs.)
Hace poco se ha presentado la Nueva Gramática de la Real Academia Española, dirigida por Ignacio Bosque. Dos tomos de cerca de dos mil páginas cada uno, que comprenden morfología y sintaxis. Si entendemos «gramática » en su sentido amplio, faltan todavía Fonética y Fonología, Semántica y Retórica. Pues bien, el tomo de 1.502 páginas, coordinado y dirigido por Garrido Gallardo, cubre el hueco del gran Tratado de Retórica del español de hoy. El volumen se compone de introducción, nueve «libros» (con añadidos, supresiones y revisiones en relación con los originales que ya se habían publicado exentos), vocabulario crítico, bibliografía, epílogo e índice general.
Libro I. En Fundamentos del Lenguaje Literario, Miguel Ángel Garrido Gallardo repropone su libro Nueva Introducción a la Teoría Literatura (2000) y añade un apartado sobre la comunicación literaria. Una marca fuerte de este autor es la capacidad de sistematización y el recurso a la contextualización histórica. Estos rasgos singularizan su obra y la concepción de volumen entero que dirige. Empieza definiendo el término literatura, discutiéndolo entre lo científico y lo popular y, de un modo divertido, a lo U. Eco, centra la cuestión de la creación literaria.
Enseguida hace un repaso de los estudios literarios desde el punto de vista teórico, crítico e histórico, se detiene en la Estilística y, como suele, deja sentadas unas cuantas afirmaciones fundamentales. En el capítulo sobre estructuralismo, ve la «escritura» como manifestación de la «estructura», noción que significaba «esqueleto matemático» hasta la mitad del XX; explana la función poética del lenguaje y se detiene en las estructuras del poema y del relato. En cuanto a «Comunicación literaria» (semiótica), Garrido Gallardo presupone que la estructura de una obra por sí no garantiza el hecho de su literariedad, que depende además de una determinada lectura. Viene luego un capítulo de repaso de la retórica del español, sus tropos y figuras, y otro sobre métrica española. Concluye con un apartado dedicado al género literario (p. 211), en que propone dos concepciones de «literatura»: 1) que es un «todo» que se divide en géneros, 2) que los géneros son entidades originarias cuya suma constituiría el todo «literatura».
Libro II. En Historia de la Poética, Lubomír Dolezel sistematiza su trabajo por épocas con sus exponentes e ideas principales. Parte de Aristóteles y el valor que tuvieron las obras del filósofo en las ciencias occidentales (p. 240). Sostiene que la marca de los estudios literarios desde su comienzo ha sido la falta de reflexión epistemológica, de ahí que hasta hoy se cuestione la cientificidad de la Poética (p. 242).
Próxima fase de la historia es el período romántico (XVIII), considerado subjetivista y antirracionalista e ilustrado con el «modelo morfológico». Frente al período anterior, en el XX, encontraremos la llamada poética estructural que sustituye el modelo orgánico del XVIII por uno completamente semiótico (p. 307). Tal cambio se puede atribuir seguramente al desarrollo de la Lingüística que influyó sobre las ciencias humanas. En este repaso historiográfico, Dolezel pone como principal referencia el Formalismo Ruso, en su enfoque de las técnicas poéticas, la naturaleza del placer estético y la creación artística (p. 328). Su última parada es la Escuela de Praga, influenciada por la escuela rusa, que proyectaba «reunir los temas básicos de la poética y reformularlos dentro de una teoría sistemática de la literatura, guiada por los supuestos epistemológicos de la investigación tradicional, los modelos del pensamiento científico contemporáneo y las tesis de la semiótica general» (p. 345).
Libro III. En Historia de la Retórica, José Antonio Hernández Guerrero y María del Carmen García Tejera presentan una sección sobre Historia de la Retórica. Lo que se empezó como una práctica oratoria, pasó de normativa a doctrina. De los que primero se tiene noticia es de los sofistas, que intentaban superar la educación del gimnasio y extenderla a las artes liberales. En esa tradición griega, los autores ahora presentan a Platón. Enemigo del sofismo y de su labor, consideraba la retórica como ejercicio de distraer el público mediante una seducción lingüística vacía (p. 380). El otro gran exponente del canon es Aristóteles, que concibe también la retórica como una «habilidad práctica» pero, más adelante, como «ciencia».
Partiendo como mera copia de la retórica griega, la retórica latina llevó la disciplina a su esplendor (p. 399) debido a las condiciones sociales de la época. Se afirma que Cicerón es el nombre fundamental de ese esplendor y Quintiliano el compilador de dicha tradición. A continuación, los autores señalan que en la Edad Media se produce la gran confusión entre Poética y Retórica, ya que los procedimientos que ésta emplea para llamar la atención con finalidad persuasiva (Elocutio) son los mismos que la Poética utiliza con finalidad estética. Por otra parte, la cristianización de la disciplina y la influencia de Bizancio como polo cultural configuran los extremos atendidos en este período. A partir de aquí (XVI-XX), los autores siguen una secuencia estrictamente cronológica: el Humanismo resucita una tradición retórica que permanece en nuestra cultura occidental. Se considera el XVII como la era de la elocuencia (p. 439), ya que la todopoderosa ratio studiorum jesuítica la tenía como disciplina fundamental. A principios del XVIII, surge el antirretoricismo humanista (p. 445-449), al que sigue el positivismo historicista en el XIX, aunque la difusión de la prensa periódica en esta época ponga de relieve la necesidad de saber dirigirse con eficacia a un público variopinto. Y se llega hasta aquí. La resurrección de la disciplina en el XX es ya objeto del Libro VII de esta Summa.
Libro IV. En Estilística, José María Paz Gago acepta como punto de partida una perspectiva omnicomprensiva que considera estilística cualquier estudio no meramente historicista de lo literario, desde la retórica hasta la teoría de la literatura y cualquier indagación con base lingüística del fenómeno. En este delineamiento epistemológico, Paz Gago afirma que para el análisis y descripción del texto literario, hay que atender a los conceptos básicos de estilo, desvío y elección (p. 510).
A continuación, revisa los consabidos períodos de la disciplina. El pre-estructural que tiene como exponente el Tratado de Estilística Francesa de C. Bally, centrado en el fenómeno lingüístico stricto sensus. El Idealismo que, en cambio, proclama su interés por la literatura (p. 531). Dicha corriente partirá de planteamientos basados en la filosofía idealista (Croce) y en la lingüística del mismo signo (Vossler). La opción por lo literario tiene algo de oposición al positivismo lingüístico que imperaba; de ahí que estos teóricos se alejen de la filología para buscar claves en otros campos. Dentro del Idealismo se integra la Escuela Española de Estilística en la que destacarán, sobre todo, Amado Alonso y Dámaso Alonso.
La Estilística como disciplina de las ciencias del lenguaje evolucionará al ritmo de los cambios de fundamentos epistemológicos que va experimentando la Lingüística: Estilística Estructural o, más tarde, Generativista. Finalmente, se nos presenta la Estilística en cuanto (integrada en una) Semiótica. El autor apunta hacia una definición propia de estilo, fenómeno textual y extratextual, de naturaleza tanto formal cuanto estética y psíquica. Un modelo de análisis «semioestilístico» cierra el libro en cuestión.
Libro V. En El texto narrativo, Antonio Garrido Domínguez comienza con este libro de Narratología los tratados sistemáticos. El trabajo ofrece una sistematización de la materia en el XX. Claro que empieza su exposición por la canónica Poética aristotélica, pues en ella se basaron los narratólogos de esta tradición occidental, los cuales afirman que «lo específico de la narración es que implica una transformación radical de la situación inicial» (p. 600).
Se centra en los dos momentos importantes para la historia teórica de la narración: Formalismo ruso, que recupera la tradición terminológica y conceptual aristotélica y utiliza un método inmanente para describir el relato y las diferencias entre los textos narrativos; y la Escuela Francesa que proponía una gramática del relato basada en un paradigma semiótico. A partir de aquí desarrolla e ilustra abundantemente el elenco de los elementos diegéticos. La utilidad de esta sistemática se ve confirmada por el éxito de ventas del original que aquí presenta corregido y limpio de erratas. En efecto, son ya varias las reimpresiones vendidas por la editorial antes de la presente edición.
Libro VI. En La ficción, José María Pozuelo Yvancos presenta una introducción a partir del modelo cervantino del Quijote, una sistematización de la cuestión objeto de estudio, tal como se ha tratado en el xx, y una reflexión teórica acerca del límite que supone la autobiografía.
Entre sus aseveraciones subrayemos la advertencia de que lo ficcional abarca lo literario, pero que no existe una completa identificación entre ellos, visto que lo uno es más amplio que lo otro. Algunos textos literarios especialmente significativos son el insumo para su triple disertación sobre síndrome de lectura idealista (p. 803), en que analiza la relación literatura, realidad y ficción, utilizando el gran ejemplo que es la obra de Cervantes; fic- ción en la poética contemporánea, en donde esboza las discusiones actuales sobre la ficcionalidad, marcadas por una heterogeneidad de perspectivas teóricas; y frontera autobiográfica, donde el reconocido autor se pone delante del reto que supone calibrar la relación ficción y realidad en los géneros autobiográficos.
Libro VII. En Retórica, Tomás Albaladejo reúne capítulos del volumen que él mismo había editado ya en editorial Síntesis (Madrid, 1991), más una adenda bibliográfica actualizadora. Se presenta aligerado de aquellos apartados que son tratados con más detenimiento en otros libros de la Summa. La retórica, nos dice, se puede considerar como «arte» (conjunto de técnicas) y como «ciencia» (estudio del discurso) y compara y distingue los estudios retóricos de los de poética, ya que, como sabemos, el amplio espacio de intersección existente da pie para su confusión.
Para efectuar una teorización de la retórica, Albaladejo resalta los dos factores que le dan el marchamo de «científica»: la noción de persuasión y la idea de texto. En el transcurrir de su escrito, el autor relaciona la ciencia de la persuasión con otras, tales como la gramática (recto uso de la lengua), dialéctica (argumentación como método de razonamiento), lingüística, semiótica y teoría literaria. Se distingue entre texto y hecho retóricos. El primero corresponde a la estructuración interna del discurso retórico, mientras que el segundo se refiere a la cadena producción-recepción-texto-contexto discursivo. A continuación, viene el desarrollo de las partes artis, conceptos tradicionales cuya validez actual se postula.
Libro VIII. En Métrica española, José Domínguez Caparrós hace una nueva entrega de su enciclopédica Métrica española, obra de referencia internacional hoy, como lo fueron ayer los libros de Navarro Tomás o Antonio Quilis. El texto pondera que la métrica es mucho más que un simple recuento mecánico de un texto, es descripción de un texto poético y, como tal, su estudio se abre también a un amplio contexto literario.
Tras enumerar diversos tipos de métrica, teórica (que proporciona instrumentos conceptuales), histórica y poética, entre otras, el autor se concentra en la métrica teórica, puesto que su intención es proporcionar un esbozo general, aunque basado en la métrica española y ejemplificando con poetas de lengua española.
Libro IX. En Géneros literarios, Kurt Spang divide su contribución en dos partes. En la primera, nos brinda una revisión, general, pero profunda, acerca de los planteamientos actuales sobre género literario: tipos de enfoque teóricos, definición y criterio de descripción de género (que para él están imbricados en la noción de literatura), y finalidad de su estudio. Parte de supuestos a la vez formalistas y funcionalistas que evocan y desarrollan la doctrina que Garrido Gallardo propone en el libro I.
En la parte segunda, el genólogo presenta una taxonomía en cuatro partes. Primera, formas simples (p. 1.235); segunda, géneros líricos (p. 1.244); tercera, géneros narrativos (p. 1.278) y cuarta, géneros dramáticos (p. 1.298). Continúa con una exposición de cada tipo de género con la siguiente pauta: origen y evolución, definición, aspectos formales y temáticos, y funciones. Acompañado todo de una apropiada lista de ejemplos en lengua española.
Aquí terminamos. Pero no sin señalar la importancia del Vocabulario Crítico que se incluye como final del volumen. Con más de dos mil términos censados, supone un verdadero y propio esbozo del Diccionario español de términos literarios internacionales que Garrido Gallardo lleva entre manos. En fin, habida cuenta de la reconocida categoría académica del director de la obra y de sus colaboradores, huelga cualquier comentario sobre la calidad de la Summa por estar más que garantizada.
Eliabe Procópio
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Abstract
El otro gran exponente del canon es Aristóteles, que concibe también la retórica como una «habilidad práctica» pero, más adelante, como «ciencia». A continuación, los autores señalan que en la Edad Media se produce la gran confusión entre Poética y Retórica, ya que los procedimientos que ésta emplea para llamar la atención con finalidad persuasiva (Elocutio) son los mismos que la Poética utiliza con finalidad estética. Se considera el XVII como la era de la elocuencia (p. 439), ya que la todopoderosa ratio studiorum jesuítica la tenía como disciplina fundamental. En Métrica española, José Domínguez Caparrós hace una nueva entrega de su enciclopédica Métrica española, obra de referencia internacional hoy, como lo fueron ayer los libros de Navarro Tomás o Antonio Quilis.
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