RESUMEN
El ecofeminismo es una corriente de pensamiento ambientalista de corte feminista, aparecida en Europa en el último tercio del siglo XX, y que se caracteriza por la diversidad de subcorrientes en el ámbito socio-cultural, político y activista, entre otros.
El ecofeminismo propone que el movimiento feminista y el movimiento ecologista tengan objetivos comunes como la igualdad de derechos o la abolición de jerarquías, y que trabajen conjuntamente en la construcción de alternativas teóricas y prácticas, como ya se ha producido en alguna ocasión anterior.
En consecuencia, lo que analizaremos a lo largo del presente artículo, es el papel jugado por este movimiento feminista a lo largo de los años ochenta. Estudiaremos sus acciones, el cómo, el dónde y el por qué, pero sobre todo, focalizaremos la atención en las consecuencias que sus actos pudieron tener a posteriori tanto para el propio movimiento ecofeminista como para la sociedad en general.
Palabras clave
Movimiento ecofeminista; Green ham Common; misiles nucleares; Inglaterra; ecofeminismo radical.
ABSTRACT
Ecofeminism is a stream of environmental thinking of feminist approach which appeared in Europe in the last third of the twentieth century, and which is characterized by the diversity of sub-currents in the socio-cultural, political and activist fields, among others.
Ecofeminism proposes that both the feminist movement and the environmental movement have common goals such as equal rights or the abolition of hierarchies, and that they work together in building theoretical and practical alternatives, as it has occurred in some previous occasion.
Consequently, what we will be analyzing throughout this article is the role played by this movement along the eighties. We shall study their actions, how, where and why, but mostly, we will focus our attention on the consequences that their actions might have later on both for the eco-feminist movement itself and society in general.
Key words
Ecofeminist Movement; Green ham Common; nuclear missiles; England; radical ecofeminism.
1. Introducción
El ecofeminismo es una corriente surgida a partir del feminismo radical, principalmente de occidente, durante la década de 1970. La irrupción del ecofeminismo supuso una innovación provocadora en el horizonte del movimiento feminista.
Las primeras conexiones entre el feminismo y la ecología, que dieron origen al ecofeminismo, en opinión de la filósofa feminista francesa Simone De Beauvior, se encuentran en las utopías literarias de las feministas de los años 70: "No se nace mujer, se llega a serlo" (De Beauvior 2005).
En dichas utopías se define una sociedad en la que las mujeres viven sin opresión, lo que implica la construcción de una sociedad ecológica, descentralizada, no jerárquica, no militarizada, en la que prevalece el uso de tecnologías respetuosas con el medio ambiente.
El objetivo común de los dos movimientos sociales tiene por compromiso la abolición de las jerarquías. Hace tiempo que los ecologistas denunciaron la visión antropocéntrica de la naturaleza proponiendo el biocentrismo como un sistema que otorga igual importancia todas las formas de vida.
En la antigua Grecia, el filósofo Aristóteles fue el primero en utilizar la naturaleza como criterio de distinción de los seres: "En la relación del macho con la hembra, por naturaleza, el uno es superior y la otra inferior; por lo tanto, uno es el que domina y la otra es la que es dominada" (Aristóteles 1981).
Según las investigadoras del grupo de investigación de Estudios de Género Ma Luisa Cavana, Alicia Puleo y Cristina Segura, el movimiento ecofeminista se originó por la acción de las mujeres quienes tienen agitación en todo el mundo a través de luchas locales de carácter ecologista, feminista, pacifista y espiritual, encabezados por mujeres pero sin excluir en su formación a los varones.
En su opinión: "El ecofeminismo contribuye a un gran desarrollo en el pensamiento feminista hacia una perspectiva mucho más general, no violenta, sin género, que respeta la biodiversidad y abarca a todos los seres humanos" (Cavana, Puleo y Segura 2004).
Cultura o naturaleza, mente o cuerpo, conocimiento científico o saber tradicional, independencia o dependencia, hombre o mujer, entendidos como pares de contrarios de desigual valor, organizan nuestra forma de entender el mundo.
Cada par de opuestos se asocian unos con otros en lo que la filósofa y ensayista valenciana, Premio Nacional de Ensayo, Celia Amorós denomina "encabalgamientos" (Amorós 1991).
Los peligros que continuamente acechan sobre el medio ambiente hacen necesaria una respuesta adecuada que conciba la posibilidad de transformar y aplacar dichos peligros. El ecologismo lleva años en esta lucha por la preservación de la vida y el feminismo lleva varios siglos trabajando en pos de una vida sin desigualdades.
El ecofeminismo es una filosofía y una práctica feminista que nace de la cercanía de las mujeres y la naturaleza y de la convicción, en opinión de la filósofa y escritora india Vandana Shiva, de que "nuestro sistema se constituyó, se ha constituido y se mantiene por medio de la subordinación de las mujeres, de la colonización de los pueblos extranjeros y de sus tierras, y de la naturaleza" (Shiva 1997).
El innovador discurso ecofeminista, desde una perspectiva que da una visión más completa y compleja sobre las circunstancias medioambientales, proyecta la posibilidad de devolver a la tierra la riqueza. Por lo tanto, este último será quien abra una nueva línea de acción dentro de la ecología, en torno a la relación de las mujeres y la naturaleza.
Por lo tanto, todos los ecofeminismos comparten la visión de que la subordinación de las mujeres a los hombres y la explotación de la naturaleza son dos caras de una misma moneda y responden a una lógica común: la lógica de la dominación patriarcal y la supeditación de la vida a la prioridad de la obtención de beneficios.
2. Objetivos
Teniendo todos estos antecedentes en cuenta, el presente artículo se centrará en el propio análisis del movimiento ecofeminista, especialmente en Europa, con el fin de poder delimitarlo y así ser capaces de avanzar hacia las consideraciones que sus actuaciones posteriores pudieron acarrear en los años ochenta.
Lo que pretendemos analizar per se es una cuestión conceptual puramente epistemológica, es decir, los orígenes del propio movimiento ecofeminista y sus ulteriores consecuencias en la sociedad europea de los años ochenta.
Comenzaremos pues describiendo de forma sucinta, los orígenes del movimiento ecofeminista en Europa así como los principales tipos de ecofeminismos que podemos claramente diferenciar.
Posteriormente, desglosaremos quién es quién dentro del movimiento ecofeminista con sus principales hitos y logros hasta la fecha. Finalmente, con anterioridad a las conclusiones obtenidas, revelaremos las principales reacciones y repercusiones que las acciones de este movimiento tuvieron a partir de y durante los años ochenta en la vieja Europa.
3. Metodología
El presente artículo es fundamentalmente un trabajo de exploración conceptual. Desde el punto de vista meramente metodológico, se ha ido examinado los diferentes vaivenes dentro del movimiento ecofeminista en relación a las diversas acepciones consideradas.
La orientación metodológica aplicada al desarrollo de esta investigación parte del análisis previo del surgimiento del propio movimiento ecofeminista y la aceptación o recibimiento que éste tuvo dentro de la comunidad científica europea.
De esta forma, a través de una revisión teórica de dichos orígenes, se pueden posicionar los planteamientos divergentes en torno a la revisión de las actuaciones más relevantes y a los diferentes juicios de valor estudiados.
Las consideraciones a tratar versarán sobre el enfoque mismo, desde un punto de vista crítico, de en qué consistió el movimiento ecofeminista y sus principales figuras. Aunque hemos de destacar que nuestra principal aportación será la de interpretar las repercusiones que dicho movimiento tuvo en la sociedad.
Partiendo de unas referencias bibliográficas iniciales, se ha buscado una sistematización de las obras más relevantes de los diversos autores que se han ido referenciando. Con ello, se han pretendido categorizar los diferentes posicionamientos analizados, presentando una visión genérica global del movimiento ecofeminista.
4. Contenido del artículo
4.1. Los orígenes del movimiento ecofeminista
El ecofeminismo surgió del encuentro entre feminismo y ecología. Quizás precisamente por esa doble pertenencia, en opinión del economista español y divulgador de economía ecológica José Manuel Naredo, es todavía un gran desconocido para los dos movimientos, a pesar de que en su variedad de corrientes abre un horizonte prometedor para feministas y ecologistas (Naredo 2006).
El ecofeminismo es una corriente de pensamiento ambientalista de corte feminista, aparecida fundamentalmente en Europa en el último tercio del siglo XX y que se caracteriza, como defiende Erika Carcaño Valencia, por la diversidad de sub-corrientes en el ámbito socio-cultural, político y activista (Carcaño 2008)1.
Ser ecofeminista no implica, necesariamente, que las mujeres estén de manera innata más ligadas a la naturaleza que los hombres. Hay mujeres infatigables en la defensa del medio ambiente y otras que combaten el ecologismo. En definitiva, mujeres y ecología no son sinónimas, como defiende Esperanza Tuñón Pablos en su libro "Género y Medio Ambiente" (Tuñón 2003).
En opinión de la profesora de la Universidad de Brandéis (Massachusetts), André Collard: "Las mujeres deben darse cuenta de que no podrán encontrar soluciones a la crisis ecológica mientras que la sociedad continúe fundando sus modelos de relación en sistemas de dominación" (Collard 1988).
El término feminismo ecológico puede abarcar la completa variedad de las perspectivas feministas que analizan las conexiones entre la dominación de la naturaleza y la dominación de la mujer, en opinión de la profesora de Teoría Económica de la Universidad de Barcelona, Cristina Carrasco (Carrasco 1999).
Karen Warren, en su libro "Filosofías Ecofeministas" cita ocho tipos de conexiones que las feministas ecológicas han señalado como claves en la relación entre feminismo y medio ambiente: histórico-casual, conceptual, empírico-experimental, ético, teorético y político (Warren 2003).
Ahora bien, el colectivo femenino ha sido tradicionalmente responsable, como bien indica Alfonso Pérez-Orozco, de las tareas del cuidado de la vida más frágil (niños, mayores o enfermos) y del mantenimiento de la infraestructura material doméstica (comida o ropa), desarrollando una subjetividad relacional, y estando atenta a los demás y con una mayor expresión de la afectividad (Pérez Orozco 2005).
Así que cuando todas estas circunstancias se unen a una adecuada información, se dan entonces las condiciones necesarias para que se despierte en las mujeres su interés por la ecología, en opinión de la catedrática de la LINED, María Novo (Novo 2007).
El pensamiento y la praxis ecofeminista han revelado, según expone la profesora de Ciencias Sociales de la Universidad de Northumbria, Mary Mellor en su libro "Feminismo y Ecología", las conexiones entre desigualdad de género, sexismo, racismo, clasismo y deterioro medioambiental (Mellor 2000). Los riesgos medioambientales son mayores para las mujeres de barrios populares con fábricas contaminantes y vertederos.
Vandana Shiva2, fue una de las primeras en mostrar el deterioro de las condiciones de vida de las mujeres rurales pobres del Tercer Mundo. Sin embargo, son protagonistas de la resistencia y la lucha que el catedrático en Economía e Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona, Joan Martínez Alier ha denominado "ecologismo de los pobres" (Martínez 2004).
En opinión de la catedrática en Ética y Filosofía Política de la Escuela Universitaria de Educación de Palencia, Alicia Puleo3, una de las manifestaciones actuales más elocuentes del encuentro entre la mirada feminista y la ecológica es el fenómeno de los grupos de mujeres reivindicativas en la lucha por la soberanía alimentaria (Puleo 2011).
En esta misma línea de argumentación, Alicia Puleo manifiesta que se deben superar los procesos de dominación ahora que la mujer está saliendo del mundo doméstico y está decidida a participar de pleno derecho en el ámbito del trabajo asalariado, de la política y de la cultura: "La mujer ha sido naturalizada y la naturaleza ha sido feminizada" (Puleo 2011).
El ecofeminismo ha señalado que todas las tareas relacionadas con la subsistencia y el mantenimiento de la vida han sido injustamente devaluadas según el estatus inferior otorgado a la naturaleza. Se revelan así, siguiendo las directrices de Verónica Perales Reyes, nexos de mutua legitimación entre patriarcado y capitalismo (Perales 2010).
4.2. Los diferentes tipos de ecofeminismos
De la filosofía ecofeminista actualmente existen varias tendencias, algunas de corte esencialista y otras constructivas. Por lo tanto, resulta difícil resumir sus premisas, sus semejanzas o sus diferencias. No se puede hablar de ecofeminismo, pues, sino de ecofeminismos en plural.
Las diferentes corrientes ecofeministas buscan una profunda transformación en los modos en que las personas nos relacionamos entre nosotros y con la naturaleza, sustituyendo las fórmulas de opresión, imposición y apropiación y superando las visiones antropocéntricas y androcéntricas. Los diversos paradigmas del pensamiento feminista contemporáneo encuentran una nueva síntesis en el ecofeminismo.
Las teorías ecofeministas tratan distintos campos, desde la historia de la ciencia a la crítica epistemológica, desde la ética ecológica a la crítica a la economía burguesa, desde la teoría marxista a las políticas verdes.
Simplificando, se podría afirmar que existen dos corrientes en opinión de las investigadoras Alicia Puleo, Cristina Segura y María Luisa Cavana: ecofeminismos espiritualistas y ecofeminismos constructivistas (Puleo, Segura y Cavana 2005). Mientras los primeros identifican mujer y naturaleza y entienden que hay un vínculo esencial y natural entre ellas, los segundos creen que la estrecha relación entre mujeres y naturaleza se sustenta en una construcción social.
Las ecofeministas nos hablan de los términos "masculino" y "femenino" como categorías culturales universales, o al menos de uso común. Pero insisten, a la par, en que dichas categorías son impuestas socialmente como atributos personales a los seres humanos sexuados.
No obstante, podemos diferenciar los siguientes cuatro tipos básicos, siguiendo la clasificación ofrecida por Carolyn Merchant, filósofa economista estadounidense de la Universidad de Berkeley (Merchant 1990):
El ecofeminismo radical: es la recuperación de los valores matriarcales y la implantación de la cultura femenina, convirtiendo el rol importante que juegan las mujeres en la preservación de la especie en un instrumento de poder para las mujeres y en un activismo ecológico propio.
El ecofeminismo liberal: tiene sus bases en el feminismo de la igualdad, considera que el desgaste ambiental es el resultado de la instauración de un modelo de desarrollo economicista que no utiliza los recursos naturales conscientemente y no considera sus impactos negativos sobre el medio ambiente. El ecofeminismo liberal tiene un punto de vista diferente respecto a la explotación de las mujeres, ya que piensan que es el resultado de la situación marginal en la que se les mantiene.
El ecofeminismo cultural que se centra en las diferencias biológicas entre hombres y mujeres y establece un vínculo idealista entre la mujer y la naturaleza debido a la posibilidad de las mujeres de dar a luz. Este enfoque es harto especulativo, y parece albergar implícitamente una concepción naturalista de las convenciones, es decir, de las leyes que deberían regular por naturaleza el accionar vital de la mujer, lo cual es paradójico.
El ecofeminismo socialista reflexiona que los problemas medioambientales son exclusivos al patriarcado y al capitalismo que justifica la explotación de la naturaleza mediante la técnica para facilitar el progreso, entendido principalmente como crecimiento económico. Las ecofeministas socialistas proponen la creación de una sociedad socialista en donde exista una mejor relación entre los sexos, además de una nueva relación con la naturaleza, donde no exista el capitalismo y que garantice una buena calidad de vida para todos y todas.
A pesar de esta clasificación de diferentes tipos de ecofeminismos, podemos señalar y resaltar algunos argumentos comunes compartidos por todos ellos, tal y como ha recogido la profesora de filosofía Karen Warren (Warren 2004):
En primer lugar, el ecofeminismo señala que en el orden simbólico patriarcal existen conexiones importantes entre la dominación y explotación de las mujeres y de la naturaleza, aunque dicha relación se interprete de manera distinta de acuerdo con cada enfoque ecofeminista.
En segundo lugar, el ecofeminismo denuncia la asociación que el patriarcado establece entre las mujeres y la naturaleza. Algunas de sus representantes argumentan que la biología de las mujeres, su cuerpo (característica que las capacita para gestar y crear vida), hace que estas estén en una posición de mayor proximidad a la naturaleza, lo que permite su identificación con ella. Según este enfoque, los hombres, guiados por la razón, en oposición a la intuición femenina, pertenecen al mundo de la cultura. Los binomios mujer-naturaleza y hombre-cultura y la superioridad de la cultura sobre la naturaleza explican que las mujeres sean consideradas inferiores a los hombres.
En tercer lugar, el ecofeminismo considera que la dominación y explotación de las mujeres y la dominación y explotación de la naturaleza tienen un origen común, lo que sitúa a las mujeres en una situación privilegiada para acabar con dicha dominación.
Mientras que la mayoría de teorías ecofeministas están de acuerdo con la proposición que el ecofeminismo es parte de la ecología social, es cierto que llegan a ella desde distintos lugares: desde el anarco-comunismo, desde el feminismo socialista, o desde los conceptos radicales culturalistas de la diferencia.
4.3. Las principales figuras del ecofeminismo
Como bien analizamos en el apartado anterior, tanto la escritora francesa Françoise D'Eaubonne como la bióloga estadounidense Rachel Carson han sido consideradas las pioneras del ecofeminismo. A ellas, les han seguido una serie de figuras femeninas transcendentes y relevantes para el movimiento ecofeminista, que a continuación exploraremos y estudiaremos.
Y una de ellas fue la neoyorkina Lois Marie Gibbs4 quien, sin experiencia activista hasta la fecha, encabezó en 1978 una campaña para denunciar las filtraciones del depósito más grande de dioxinas del mundo que se encontraba bajo su propio barrio.
Sus numerables años de lucha se vieron recompensados con la limpieza final del área contaminada de la que más de ochocientas familias tuvieron que ser evacuadas y con la promulgación de la llamada "Superfund"5 (Ley Federal de Respuesta Ambiental, Compensación y Responsabilidad Pública).
Vandana Shiva, ecofeminista célebre de la India, fue una de las primeras en mostrar el deterioro de las condiciones de vida de las mujeres del Tercer Mundo causado por el mal desarrollo. Vandana es física teórica, pacifista, seguidora de Gandhi, Premio Nobel alternativo y premio Vida Sana 1993. Durante los años 70 participó en el llamado movimiento "Chipko", formado principalmente por mujeres que se abrazaban a los árboles para evitar que fueran talados.
Ha sido capaz de movilizar en la India cinco millones de campesinos contra la Unión General de Tarifas de Comercio (GAT, por sus siglas en inglés) y de ponerse a la cabeza de la gran movilización en contra de la globalización del comercio en Seattle a finales de 1999. Es también fundadora de Navdaya un movimiento social de mujeres para proteger la diversidad y la integridad de los medios de vida, especialmente las semillas.
Bina Agarwal es también una representante del ecofeminismo en la India. Profesora de Economía del Instituto de Desarrollo Económico de la Universidad de Nueva Delhi, ha sido además catedrática de diversas universidades en los Estados Unidos.
Su libro "A Field of One's Own: Gender and Land Rights in South Asia"6 es un referente mundial en los derechos que las mujeres han de recuperar sobre la tierra y sobre la propiedad. Para Agarwal, el lazo que ciertas mujeres sienten con la naturaleza tiene su origen en las responsabilidades que generó en la economía familiar.
En opinión de Agarwal, no son las características afectivas o cognitivas propias de su sexo sino su interacción con el medio ambiente que las rodea lo que favorece claramente su conciencia ecológica.
Agarwal, en su artículo mencionado anteriormente y refiriéndose a la experiencia de la India, añade que el discurso ecofeminista ignora la relación real que las mujeres establecen con la naturaleza, pudiendo ser esta distinta para cada mujer y muy alejada de la interpretación que una persona ajena pueda hacer de ella
La profesora de Antropología de la Universidad de UCLA, Sherry B. Ortner fue la primera feminista en analizar la supuesta proximidad de las mujeres a la naturaleza. En su obra señala que las mujeres han sido tradicionalmente asociadas con "algo" que todas las culturas infravaloran y que goza de menos estatus, haciendo referencia a la naturaleza en sentido amplio.
Dicha relación hace que las mujeres hayan sido, siempre y en todas las culturas, simbólicamente asociadas con la naturaleza, en oposición a los hombres que son identificados con la cultura. Este binomio ha servido para legitimar la opresión de las mujeres por parte de los hombres.
A lo largo de su obra, Ortner se refiere a factores biológicos, sociales y psicológicos como elementos que contribuyen a la identificación de las mujeres con la naturaleza. La autora intenta rescatar a las mujeres de su posición de inferioridad al ser identificadas con la naturaleza por parte del patriarcado y para ello las ubica en una posición intermedia entre la naturaleza y la cultura que les permite actuar como mediadoras entre ambas.
Wangarí Maathai, una de las principales figuras del ecofeminismo y premio Nobel de la paz en 2004, fundó en 1977 el Movimiento Green Belt (Cinturón Verde) en Kenia, con el cual plantó más de veinte millones de árboles para evitar la deforestación y desertización. Este programa fue llevado a cabo por mujeres, quienes recibían una paga por plantar árboles y así poder mantener a sus hijos.
En 1986, el Movimiento instauró una red panafricana (Pan African Green Belt Network), constituida por cuarenta individuos que reprodujeron este programa en sus países. Maathai obtuvo la atención del mundo cuando en 1988 se opuso al proyecto de la construcción de lujosas viviendas en Kenia.
Los movimientos feminista y pacifista y la ecología política en el mundo no se entiende sin el nombre de una mujer: Petra Kelly. Como estudiante de ciencias políticas en Estados Unidos participó en movimientos por la paz y por los derechos civiles.
Más tarde, regresó a su Alemania natal y ayudó a organizar una campaña contra la instalación de misiles. A los treinta y dos años fue cofundadora del partido verde alemán Die Grünen. En 1983 organizó protestas antinucleares y por los derechos humanos en Berlín y Moscú. Ese mismo año participó en varios mítines y bloqueos en bases militares norteamericanas.
Petra Kelly, recibió en 1982 el Right Livelihood Award, conocido como el Premio Nobel alternativo, por su "nueva visión al aunar ecoiogismo, pacifismo, justicia social y derechos humanos" en palabras del jurado. Tal y como ella afirmaba: "existe una relación ciara y profunda entre militarismo, degradación ambiental y sexismo".
El dos de octubre de 1992, Petra Kelly fue hallada sin vida en su casa víctima de un disparo, aunque su muerte nunca ha sido esclarecida del todo. Desde entonces la Fundación que lleva su nombre continua difundiendo los principios y valores que Petra Kelly siempre defendió.
Otras figuras importantes en el movimiento ecofeminista son también la filósofa australiana Val Plumwood y la teóloga brasileña Ivonne Gevara, así como la teórica española Alicia H. Puleo.
Val Plumwood (1939-2008) autora de "Feminismo y el Dominio de la Naturaleza y su Medioambiente" y de la celebrada "Cultura Ambiental: Crisis Ecológica de la Razón". Fue una intelectual ecofeminista australiana y activista en los movimientos para preservar la biodiversidad y la deforestación.
Plumwood defiende que las relaciones del mundo occidental se han establecido de acuerdo a los dualismos humanos-naturaleza, mente-cuerpo, razón-emoción, masculino-femenino, civilizado-primitivo. El resultado de ello ha sido el establecimiento de la lógica de la dominación y el problema de la discontinuidad.
Al momento de su muerte, Plumwood era miembro del Consejo Australiano de Investigación de la Universidad Nacional de Australia, y en el pasado había ocupado cargos en North Carolina State University, la Universidad de Montana, y la Universidad de Sidney. Ayudó además a establecer la Red Transeuropea, la disciplina conocida como humanidades ecológicas
La teóloga brasileña Ivonne Gevara sostiene que la justicia social implica también ecojusticia y que centra sus actividades en los derechos de las mujeres inmigrantes doblemente penalizadas por su género y su origen geográfico.
La obra de Ivone Gebara se destaca en el conjunto del pensamiento latinoamericano por su claridad, su profundidad y lo innovador de sus ideas. Gebara es una monja brasileña cuya formación académica es amplia. Se doctoró en filosofía con una tesis sobre Paul Ricoeur, y estudió también teología.
De entrada Gebara explica su concepción del ecofeminismo y de la teología ecofeminista, dejando claro, las diferencias que hay dentro del movimiento feminista con respecto a estas posturas, y explicando su postura personal. Para ella, el ecofeminismo ha calado hondo donde se ha desarrollado, de modo que puede sin embargo hablarse de ecofeminismos en los diferentes países de América Latina.
Por último, podemos citar a la teórica española Atica H. Puleo, quien propugna una nueva corriente que ella denomina ecofeminismo crítico. Puleo es doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y profesora Titular de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valladolid. Forma parte del Consejo de la Cátedra de Estudios de Género de esta Universidad y del Consejo del Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid.
Ha publicado, entre otros libros: Cómo leer a Schopenhauer, La Ilustración olvidada: La polémica de los sexos en el siglo XVIII, La Filosofía contemporánea desde una perspectiva no androcéntrica, Figuras del Otro en la Ilustración francesa, Filosofía, Género y pensamiento crítico, El reto de la igualdad de género. Nuevas perspectivas en Ética y Filosofía Política. Ha sido finalista del Premio Nacional de Ensayo con su obra Dialéctica de la sexualidad. Género y sexo en la Filosofía Contemporánea.
Es autora, asimismo, de numerosos artículos publicados en diversos países de Europa y América. Ha dedicado gran parte de su reflexión a la relación entre teoría feminista y ecología. Su último libro, Ecofeminismo para otro mundo posible, aborda los aspectos filosóficos, sociales y culturales de una nueva relación no destructiva con la Naturaleza. Actualmente, dirige el proyecto I + D La igualdad de género en la cultura de la sostenlbllldad. Valores y buenas prácticas para el desarrollo solidario.
4.4. Las repercusiones del ecofeminismo
Teniendo en cuenta esta contextualización teórica, podemos ahora preguntarnos con una perspectiva crítica cuales fueron las aportaciones del ecofeminismo a la sociedad europea a lo largo de los años ochenta.
Y las aportaciones más relevantes del ecofeminismo se centran en cuestiones vitales como la conexión entre la temática de las mujeres y el análisis socio-económico y la reivindicación del vivir como un tema substantivo.
El ecofeminismo analiza las sociedades del capitalismo desarrollado al que denominan sistema patriarcal-capitalista. En el marco de este análisis, retoman aquellos aspectos como el tema de la pobreza como la otra cara del desarrollo capitalista o el proceso por el que determinados objetos que no son mercancías (la tierra, el dinero, el trabajo...) pasan a ser considerados como tales.
Y por otro lado, las ecofeministas rehúyen el individualismo de las concepciones tradicionales y abordan la temática de la vida como un conjunto de procesos materiales, biológicos y sociales que está interconectado con el fin de permitir el mantenimiento de la subsistencia. Se trata, en definitiva, de un equilibrio global y delicado que pueden ponerse en peligro si no se respetan sus cadencias.
La importancia del ecofeminismo y de su aire aparentemente nuevo se puede concretar en su intervención en un horizonte dominado por la polémica entre el movimiento ecologista y el feminista.
Los principales axiomas sobre los que descansan el movimiento ecofeminista, tal y como sugieren los miembros de Ecologistas en Acción, Marta Pascual Rodríguez y Yayo Herrero López, son los siguientes: la economía capitalista acentúa la invisibilización de las mujeres y de la naturaleza, las consecuencias de la invisibilidad son la crisis ecológica y la crisis de los ciudadanos, las mujeres salen en defensa de la naturaleza y la sostenibilidad necesita de las mujeres (Pascual y Herrero 2010).
La propuesta de construir un feminismo ecologista y una ecología femenina ha sido respaldada por muchos críticos e intelectuales europeos en la actualidad, pero la proyección de esta vía aparece difusa cuando descubrimos que entre la ecología científica y los movimientos ecológicos sociales existen diferencias, para muchos, irreconciliables.
Por extensión, hay que tener en cuenta además que dentro del movimiento feminista florece una diversidad de posturas, a veces contrapuestas, sobre diferentes cuestiones. Por todo ello, no se puede hablar del ecofeminismo como una unidad sino como diferentes variantes de movimientos feministas que establecen en sus propios fundamentos conexiones estrechas con la biosfera.
Así pues, el término ecofeminismo es utilizado por primera vez por la escritora francesa Françoise D'Eaubonne7 en 1974 en su libro "Féminisme ou la Mort". La creadora del término lo expresó de una manera contundente al plantear el dilema ante la crisis ecológica. Desde ese momento, la historia del movimiento de mujeres por la naturaleza ha estado marcada por la tensión creativa entre activistas y teóricas.
En los años ochenta, el ecofeminismo adquiere poder a través de acciones políticas concretas en Europa y en los Estados Unidos, iniciativas de mujeres sobre armas nucleares, pesticidas, ingeniería genética, conservación del agua y de los bosques.
Este término representa el potencial de las mujeres al iniciar una revolución ecológica que conllevó nuevas relaciones de género entre hombres y mujeres y entre los propios seres humanos y la naturaleza. En opinión de Françoise D'Eaubonne, la urgencia de un cambio encuentra en el pensamiento ecofeminista las lentes necesarias para poder abordar los problemas ecológicos.
El ecofeminismo basa su existencia en una diferencia palpable entre hombre y mujer. Las mujeres se caracterizan por un erotismo no agresivo e igualitarista y por actividades materiales que la predisponen al pacifismo y a la preservación de la naturaleza, enfrentando así a las empresas varoniles competitivas y destructivas.
Según señala la profesora de Geografía Humana de la Universidad Complutense de Madrid, Ana Sabaté Martínez: "La mayor parte del ecofeminismo occidental tiene un considerable nivel de abstracción, planteando las relaciones con la naturaleza en el ámbito filosófico, frente al concepto de medio ambiente que se maneja dentro de la geografía" (Sabaté 2012).
El feminismo ecologista es aquel que trata de unir las reivindicaciones del movimiento feminista general y del movimiento ecologista, encontrando puntos comunes entre la explotación de la mujer y la de la naturaleza. Según la investigadora Verónica Perales Reyes: "el ecofeminismo estudia las conexiones entre el feminismo y el medio ambiente, es un tipo de feminismo. La membrana que separa ambos términos es frágil" (Perales 2010).
El ecofeminismo se configura como un movimiento que teoriza las conexiones entre mujeres y naturaleza, como sostuvo la activista australiana Val Plumwood en su célebre libro "Feminism and the Mastery of Nature" (Plumwood 1993).
No obstante, el origen e impulso primero de este movimiento que aúna ecologismo y feminismo hay que buscarlo en el ensayo publicado por la bióloga estadounidense Rachel Carson8, titulada "Primavera Silenciosa"9 en 1962.
Esta obra ensayística, que fue fundamental en la llamada "Revolución Verde"10, expone por primera vez un concepto holístico de la naturaleza que se interrelaciona directamente con los ámbitos sociales, económicos y culturales. En este sentido, el patriarcado y la dominación de la mujer hay que interpretarlo en clave ecologista también.
Por la divulgación de este pensamiento, su labor científica, su compromiso con la defensa del patrimonio cultural y su exigencia de una explotación racional de los recursos agrícolas, la estadounidense Rachel Carson es considerada, junto a la gala Françoise D'Eaubonne, una de las pioneras del movimiento ecofeminista.
El ecofeminismo giraba en torno a dos corrientes: el feminismo radical, cultural, espiritual, el cual resaltaba la similitud natural de las mujeres con el mundo natural, y el feminismo que se orientaba hacia perspectivas políticas más sociales derivadas del socialismo y el marxismo.
El ecofeminismo nació como contestación a lo que desde ese movimiento definen como una apropiación masculina indebida tanto de la agricultura como de la misma reproducción femenina, que derivó más tarde en el desarrollismo occidental del tipo patriarcal y economicista.
Este hecho se ha traducido, tal y como recoge la filósofa y ensayista española y teórica del feminismo, Celia Amorós, en dos efectos perniciosos: la sobreexplotación de la tierra y la mercantilización de la sexualidad femenina (Amorós 1991).
El feminismo ecologista menciona que existe una relación entre las mujeres y el medio ambiente, el cual tomará formas distintas contemplando a la clase social, casta o raza a la que pertenecen.
Dichos factores, según la "Federación de Mujeres Progresistas" (FMP)11, determinan la relación que hay entre las mujeres y la organización de la producción, la distribución y la reproducción. El ecofeminismo toma de los dos movimientos la información necesaria para proponer objetivos claros.
María Mies advierte de que lo que nuestra sociedad denomina ciencia no admite ningún tipo de responsabilidad hacia lo natural e insiste en la urgencia de modificar esa noción y dar lugar a un nuevo paradigma que tenga su origen en una concepción diferente del mundo y que tome en consideración las relaciones de los seres humanos entre sí y con el entorno natural (Mies y Shiva 1997).
Vandana Shiva argumenta que el dualismo naturaleza/cultura ha permitido la subyugación de lo natural y ha dado origen a lo que denomina "un mal desarrollo" basado en una concepción de la naturaleza como inerte, mecanicista, fragmentada, escindida del ser humano e inferior a él. Frente a esta situación, propone "la humanización de la naturaleza y la naturalización de la sociedad" (Agrá 1998).
A este respecto, en una conferencia pronunciada en Quito (Ecuador) en noviembre de 2010, Vandana Shiva expuso los dos principios básicos del ecofeminismo: reconocer que el hermoso mundo del cual formamos parte es una tierra vívente, sagrada y la que sostiene cualquier forma de vida y reconocer que la creatividad ha sido desplazada por el capitalismo y el triunfo de la paternidad.
El ecofeminismo sostiene que la dicotomía naturaleza/cultura ha conducido a la negación de lo natural y a la exclusión de la mujer y frente a esa escisión insiste en establecer relaciones de igualdad con lo natural, recuperar un modo de existencia que acepte la conexión con el mundo vivo y desarrolle en él nuevas relaciones basadas en la cooperación.
Para Ynestra King, la tarea del feminismo ecológico es la configuración orgánica de una teoría y praxis anti-dualistas. Para ello ha de entrar en una historia que ha relegado a las mujeres, e inaugurar un pensamiento ético que reconcilie a la humanidad con la naturaleza (Agrá 1998).
Este feminismo ecologista, en opinión de la profesora de Economía del Instituto de Crecimiento Económico de Delhi, Bina Agarwal, reconoce que la destrucción ambiental afecta en especial a las mujeres y al conjunto de las poblaciones pobres de los países del tercer mundo (Agarwal 1994).
Sin embargo, al analizar sus mecanismos, atribuye una parte de la responsabilidad a los grupos dominantes que monopolizan el poder, la propiedad, el privilegio y el control de los recursos.
Como sostienen las investigadoras Olivia Harris y Kate Young, las ecofeministas demostraron la relación que existe entre maltratar a la tierra y maltratar a las mujeres, por lo que algunas de ellas centraron su crítica en la visión androcéntrica (Harris y Young 1979).
Según el profesor británico especializado en Política Medioambiental de la Universidad de Keele, el ecofeminismo reconoce que la naturaleza es condición para la supervivencia humana (Dobson 1999). Asimismo, lo biológico es condición de posibilidad de lo cultural, la cultura se construye a partir de lo vivo, y ha de interpretarse a partir de la vida, no como una entidad ajena por completo a la dimensión natural.
Esta espiritualidad promovida por el ecofeminismo se inspira en modelos de pensamiento de culturas no industrializadas, como reconoce la propia Irene Diamond (Agrá 1998). Precisamente, este diálogo con otras formas culturales proporciona imágenes alternativas de un futuro más equilibrado ecológicamente.
La profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Giessen (Alemania) Barbara Holland-Cunz, denominó al ecofeminismo como una "minoría intra-femenina dentro de la minoría sin voz que constituye de por sí el movimiento feminista" (Holland-Cunz 1996).
En torno a los intereses comunes que ligan al movimiento feminista y al movimiento ecologista se dan cita una gran diversidad de teorías que giran sobre las cuestiones de la conceptualización de la pareja mujer-naturaleza. La heterogeneidad estriba en los distintos modos de abordar esa relación e incluso da lugar a que algunas opten por rechazar el propio nombre de ecofeminismo.
El ecofeminismo insiste en la dimensión de espiritualidad de la naturaleza, cuya negación ha conducido a la civilización al borde de la autodestrucción. Frente a la cultura nacionalista de dominio sobre lo natural, este pensamiento se articula en torno a la recuperación del carácter sagrado de la vida.
Como bien manifiesta la socióloga australiana, especialista en ecología social y ecofeminismo, Ariel Salleh: "El simbolismo de estos emparejamientos consabidos reitera la morfología del sexo, borra la humanidad de las mujeres y mantiene a las mujeres y a la naturaleza subordinada a los hombres" (Salleh 1994).
Así, la economista india Bina Agarwal, se ha distanciado del ecofeminismo espiritualista, adoptando el término "medioambientalismo feminista" para nombrar la relación material entre las mujeres y el medio ambiente.
La asociación mujer-naturaleza se comprende dentro del sistema binario dual que instaura la lógica patriarcal. En la reflexión teórica feminista destacan los trabajos de las antropólogas estadounidenses Gayle Rubin12 o Sherry Ortner13, que constituirán los prolegómenos de su crítica en el seno del ecofeminismo.
Frente a las clásicas dicotomías hombre/mujer, naturaleza/cultura, el ecofeminismo propone la necesidad de una nueva cosmología y una nueva antropología que reconozcan que la vida en la naturaleza se mantiene por medio de la cooperación, el amor y el cuidado mutuo14.
Si bien los diferentes ecofeminismos divergen en varios puntos, la convergencia se pone de manifiesto en la demanda de acción como vía de cambio. Grupos de mujeres, como los de Greenham Common en Inglaterra15, las mujeres rurales de Chipko16 en la India o Women and Life of Earth17 en los Estados Unidos, lograron construir sólidas iniciativas locales en la defensa de los recursos naturales del planeta.
A pesar de la escasa consideración de estos grupos, increpados por oponerse a la modernidad, tildados de prehistóricos y atrasados, junto con la labor de mujeres concretas representan, sin embargo, un desafío real a la lógica de la dominación desde muy diversos ángulos y perspectivas18.
El ecofeminismo maneja un concepto activo y dinámico de la libertad, entendida como proceso de relaciones con el entorno y no como una entidad abstracta y estática que corresponde a cada sujeto despersonalizado. Es en el contexto de este concepto de libertad donde el valor de la diferencia alcanza su grado máximo. La libertad que defiende el ecofeminismo se entiende en sentido relacional y se fundamente en el respeto a lo diferente, a la variedad.
En resumen, el ecofeminismo aporta elementos alternativos promoviendo una nueva concepción del desarrollo y de la pobreza, haciéndonos comprender que las políticas capitalistas de desarrollo no contribuyen a ésta, puesto que desvían recursos desde los sistemas de subsistencia a los sistemas industriales, aumentando de esta manera los desequilibrios.
5. Conclusiones
La aportación de las mujeres al mantenimiento de la vida va más allá del espacio doméstico. En muchos lugares del mundo, a lo largo de la historia, parte de la producción para la subsistencia ha dependido de ellas.
Las mujeres han tenido y tienen un papel protagonista en movimientos de defensa del territorio y en luchas pacifistas. Si los recursos naturales se degradan o se ven amenazados, a menudo encontramos a grupos de mujeres organizados en su defensa.
Las diversas experiencias de mujeres en defensa de la salud, la supervivencia y el territorio hicieron nacer la conciencia de que existen vínculos sólidos entre el género y el medio ambiente, entre las mujeres y el ambientalismo, entre el feminismo y el ecologismo.
Si el feminismo pronto se dio cuenta de cómo la naturalización de la mujer era una herramienta para legitimar el patriarcado, el ecofeminismo comprende que la alternativa no consiste en desnaturalizar a la mujer, sino en re-naturalizar al hombre, ajustando la organización política, relacional, doméstica y económica a las condiciones de vida.
El movimiento ecofeminista sostiene que no se pueden agotar los recursos naturales ni aniquilar a otras especies porque la naturaleza no le pertenece al ser humano, no está a nuestro servicio. Asimismo, sostiene que, si el mundo natural es condición de posibilidad para la existencia, no tenemos el derecho a privar de esa condición a las generaciones venideras.
El ecofeminismo aporta elementos alternativos, promoviendo una nueva concepción del desarrollo y del medio ambiente haciendo comprender a la sociedad que las políticas capitalistas de los países europeos no contribuyen al mismo.
No se trata, en definitiva, de que sean las mujeres las que tengan la receta mágica ni que carguen sobre sus hombros la responsabilidad de la salvación de la humanidad, sino de ser conscientes de la necesidad de llevar a un primer plano el problema de la subsistencia dentro del capitalismo global.
El ecofeminismo reintroduce la dimensión natural en la definición del ser humano con la pretensión de romper la dicotomía naturaleza/cultura. La tesis ecofeminista de redefinir las relaciones del ser humano con su entorno resulta atractiva desde un punto de vista teórico, pero también se hace necesaria desde el punto de vista práctico ya que la supervivencia de la especie humana depende de la puesta en marcha de nuevas medidas ecológicas que promuevan un desarrollo sostenible y un uso adecuado de la energía.
Como se ha podido comprobar, se pueden identificar algunos aspectos comunes a todo el pensamiento ecofeminista. En primer lugar, la aplicación de la perspectiva de género al problema de la crisis ecológica. En segundo lugar, sostiene como axioma central la conexión entre la dominación de las mujeres y la dominación de la naturaleza. Y en tercer lugar, la revisión crítica del proceso de desarrollo de la ciencia y tecnología occidental.
Uno de los principales logros del ecofeminismo es su reivindicación de que no tiene sentido establecer dicotomías rígidas que encorsetan la realidad en lugar de permitir que ésta se manifieste como una entidad compleja. Tomando esta exposición como punto de partida, se propone que la forma de actuar en el mundo sea más modesta, más respetuosa con la diversidad de la que formamos todos parte.
Con todo, parece que la alternativa a la inminente aniquilación de la biodiversidad demanda urgentemente una conciencia colectiva que debe, necesariamente, poner en práctica una solución realista contra la muerte de una naturaleza feminizada, usada como estrategia de dominación patriarcal.
1 Bastante interesantes fueron los primeros artículos de Vandana Shiva y las publicaciones de la revista "Ecología Política", una de las primeras en llamar la atención sobre el movimiento ecofeminista.
2 Vandana Shiva (1952 - ) es una científica, filósofa y escritora india, activista a favor del ecofeminismo, que recibió el Premio Nobel Alternativo en 1993.
3 Alicia Puleo, de origen argentino aunque radicada en España, es directora de la Cátedra de Estudios de Género en la Universidad de Valladolid, amén de impartir cursos de doctorado sobre género y ética ecológica.
4 Lois Marie Gibbs es una activista estadounidense que se hizo famosa por relevar las filtraciones del depósito de toxinas en Love Canal. A lo largo de su carrera ha recibido numerosos títulos honoríficos por su trabajo a favor del medio ambiente.
5 La Ley de Responsabilidad, Compensación y Recuperación Ambiental (Comprehensive Environmental Response Compensation and Liability Act, CERCLA por sus siglas en inglés), mejor conocida como Superfund, fue aprobada por el Congreso de los Estados Unidos en 1980 con el fin de identificar, investigar, y restaurar lugares que contienen desperdicios peligrosos que provienen o fueron dejados por plantas manufactureras, maquiladoras, industrias químicas, vertederos o basureros públicos
5 Este libro publicado en 1994 por la editorial Cambridge University Press, recibió un par de años más tarde el Edgar Graham Book Prize.
7 Françoise D'Eaubonne (1920 - 2005) fue una escritora y feminista francesa que acuñó el término ecofeminismo. Las vivencias de la infancia junto con su personalidad hipersensible fueron las bases de su forma crítica de explorar el mundo, que la llevaron a convertirse en una militante feminista radical.
8 La bióloga Rachel Carson (1907 - 1964) fue una divulgadora estadounidense que contribuyó con su ensayo a la puesta en marcha de la moderna conciencia ambiental.
9 El ensayo "Primavera Silenciosa" es considerado por muchos críticos como la "Biblia del Ecologismo" y en el año 2006 fue designado por los editores de la prestigiosa Discover Magazine como uno de los 25 libros de divulgación científica más influyentes de todos los tiempos.
10 Lo que se conoce como "Revolución Verde" ocurrió entre 1940 y 1970 en los Estados Unidos y consistió en utilizar variedades mejoradas de maíz, trigo y otros granos cultivando una sola especie en un terreno durante todo el año, lo que se conoce como monocultivo, y la aplicación de grandes cantidades de agua, fertilizantes y plaguicidas.
11 La Federación de Mujeres Progresistas (FMP) es una ONG de ámbito estatal, sin ánimo de lucro y declarada de Utilidad Pública, que se constituyó en 1987 para la defensa de la igualdad de derechos y oportunidades para todas las mujeres.
12 La antropóloga cultural estadounidense Gayle Rubin es autora del estudio:"El Tráfico de Mujeres: Notas sobre la Economía Política del Sexo". Revista Nueva Antropología, n° 30, 1986.
13 La antropóloga cultural estadounidense y Profesora Distinguida de Antropología en la Universidad de UCLA, Sherry Ortner, es autora del libro Antropología Feminista. Barcelona, Anagrama, 1979.
14 El principio del cuidado, que atiende a las necesidades personales básicas y se basa en un concepto distributivo de la justicia, es uno de los pilares de la ética feminista.
15 El campamento de Greenham Common fue una iniciativa no violenta de las mujeres británicas que se instalaron junto a la base militar americana para protestar contra la proliferación nuclear. Obtuvo el apoyo de miles de personas de todo el mundo y se convirtió en un símbolo de la lucha contra las armas nucleares
15 Estas mujeres rurales, en los años 70, desobedeciendo la lógica de las empresas madereras, se abrazaron a los árboles para que no arrasaran con la duración de los bosques, del agua, de la tierra.
17 Este colectivo, formado por mujeres activistas estadounidenses, fue creado a causa del desastre nuclear de Pensilvania (Three Mile Island). Posteriormente, este grupo organizó el primer congreso sobre ecofeminismo con el fin de discutir y difundir estas novedosas ideas a principios de los años 80.
18 Como ejemplos de estas mujeres concretas podemos mencionar a las siguientes: Petra Kelly (fundadora del Partido de los Verdes en Alemania), Alla Yaroshinskaya (periodista ucraniana que sacó a la luz el desastre de Chernóbil), Marie-Thérese Danielson (antropóloga francesa que desarrolló una campaña contra el armamento nuclear francés) o Julia Hill (intrépida estadounidense que trató de impedir la tala indiscriminada de árboles que asolaba California).
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Antonio Daniel Juan Rubio
Centro Universitario de la Defensa, Base Aérea de San Javier, Murcia, España
Isabel María García Conesa
Centro Universitario de la Defensa, Base Aérea de San Javier, Murcia, España
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Abstract
Ecofeminism is a stream of environmental thinking of feminist approach which appeared in Europe in the last third of the twentieth century, and which is characterized by the diversity of sub-currents in the socio-cultural, political and activist fields, among others. Ecofeminism proposes that both the feminist movement and the environmental movement have common goals such as equal rights or the abolition of hierarchies, and that they work together in building theoretical and practical alternatives, as it has occurred in some previous occasion. Consequently, what we will be analyzing throughout this article is the role played by this movement along the eighties. We shall study their actions, how, where and why, but mostly, we will focus our attention on the consequences that their actions might have later on both for the eco-feminist movement itself and society in general. [PUBLICATION ABSTRACT]
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