Fecha de recepción: 9 de septiembre de 2017
Fecha de aceptación y versión final: 14 de abril de 2019
RESUMEN: El crecimiento constante del número efectivo de partidos ha sido señalado como un gran problema para el funcionamiento del sistema político brasileño. Sin embargo, poco se dice sobre cómo la interacción competitiva entre los partidos afecta el perfil social de sus candidatos y de aquellos que ellos eligen. En este artículo postulamos la existencia de una relación entre la fuerza organizacional de los partidos, la interacción entre ellos y la capacidad de los mismos para ofrecer espacio para las candidaturas socialmente menos competitivas. La hipótesis es que cuanto mayor es la fuerza organizacional, mayor es la capacidad del partido para elegir un grupo poco inserto en la esfera representativa, como el de los trabajadores. Los datos apuntan a que el Partido de los Trabajadores (PT) es el partido con mayor fuerza organizacional entre los partidos brasileños. Pero, a lo largo de sucesivas elecciones, el PT pierde, poco a poco, la capacidad de insertar trabajadores manuales y no manuales en la política institucional. A partir del análisis de cinco elecciones para la Cámara de Diputados (1998-2014), mostramos que parte de esta pérdida se refiere a la fragmentación progresiva del sistema partidario brasileño.
Palabras clave: Partido de los Trabajadores (PT); elecciones; fuerza organizacional; reclutamiento político; perfil social.
ABSTRACT: The regular growth of effective number of parties has been a major issue to the proper working of Brazilian political system. Still, little has been said regarding how the competitive interaction among political parties has an effect on the social composition of its candidates and elected. Trying to stablish relation between party strength, social composition and party system fragmentation, we put our efforts on checking how system fragmentation undermine strong parties in giving room for socially less competitive candidacies. In our hypothesis, we affirm: as higher the party organizational strength, bigger is the capacity of electing an outsider social group into representative arena, such as workers. Data points out that Brazilian Workers Party (PT) is the most organizationally structured party. However, through five consecutive elections, PT loses capacity to put in place organizational strength in favor of workers, diminishing its capacity to push forward blue- and white-collar workers into institutional polity. We show of that part of the loss is due to the increasing party system fragmentation from 1998 to 2014.
Key words: Brazil's Workers Party (PT); Brazilian; organizational structure; political recruitment; social profile.
I.Introducción1
Desde la década de 1980, con el fin de la dictadura militar, el cuadro político y partidario en Brasil ha presentado una serie de contrastes. Por un lado, existía, hasta 2014, una alta capacidad para formar gobiernos estables e imponer la agenda del poder Ejecutivo al Legislativo (Figueiredo y Limongi 2000, 2001). Así mismo, las asociaciones partidarias presentaban una relativa consistencia ideológica (Zucco Jr. 2011) y una gran coherencia entre los tipos de ocupaciones y las orientaciones de los partidos en el espectro político: cuanto más a la derecha un partido, más prestigiadas o más ?de élite? son las ocupaciones de los diputados federales brasileños (Rodrigues 2002). En el mismo sentido, las disputas mayoritarias nacionales estuvieron, hasta ese año, estructuradas alrededor de los dos principales partidos políticos: el Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Por otro lado, el sistema de partidos se inclina hacia una fragmentación progresiva; hay poca lealtad entre políticos y organizaciones (Marenco 2001; Samuels 2008; Carvalho 2009), hay una multiplicidad de siglas autocráticas (Mainwaring y Torcal 2005; Guarnieri 2011) y existe un escaso vínculo de los candidatos con los electores (Pereira 2014). La fragmentación del sistema partidario brasileño es acentuada y va incrementándose en cada disputa electoral. Mientras que en 1998 contábamos con 8,14 partidos efectivos a nivel electoral, en 2014 ese número subió hasta 14,06. Para tener una idea del significado de los valores brasileños, en 2013 Argentina tenía prácticamente la mitad de los de Brasil, 7,52. Francia, en 2012, tuvo solo 5,27 partidos efectivos disputando uno de los 577 escaños de la Asamblea Nacional (Gallagher 2015). El alto número de partidos aumenta bastante los costos de la gobernabilidad, imponiendo serias dificultades de coordinación política en el Legislativo nacional (Amorim Neto y Santos 2003; Pereira y Mueller 2000)2.
En todo este debate se ha prestado poca atención a la relación entre la fragmentación partidaria, la organización interna de los partidos y la representatividad social de estas organizaciones en Brasil. La idea que orienta este artículo es la de que existe una relación entre las mutaciones en el sistema de partidos (la fragmentación), las diferencias institucionales (mayor o menor fuerza organizational de las organizaciones partidarias) y las oportunidades, mayores o menores, para la entrada de ciertos grupos sociales de la ?no élite? en el sistema político.
El presente artículo pretende conectar esos tres fenómenos. Investigamos si la proliferación partidaria en Brasil permite mayores posibilidades para candidaturas más ?populares? (o menos ?elitistas?); esto es, si el alto número de partidos efectivos en el escenario electoral equivale a una mayor diversidad social entre los candidatos y políticos electos. Para ello, analizamos los datos disponibles en el Tribunal Superior Electoral (tse) sobre las candidaturas para diputado federal en las cinco últimas elecciones (1998-2014). Aunque tratemos del potencial de un determinado partido para promover candidatos de grupos minoritarios, analizamos, de forma complementaria, la capacidad que diferentes partidos ofrecen para que estos enfrenten escenarios de competencia en sus propios partidos. Específicamente, queremos comprender si una categoría social importante, la de los ?trabajadores?3, tiene acceso al escenario electoral y/o al escenario legislativo, por cuáles partidos, y si la fuerza de la organización partidaria les da soporte para la disputa política (Tavits 2013). La idea básica aquí, tomada del texto clásico de Robert Michels (1971), es que aquellos partidos dotados de una fuerte organización serían capaces de promover la victoria de candidatos que, debido a su origen o condición social, tendrían más dificultades de competir con grandes propietarios, empresarios, políticos profesionales o profesionales liberales, como es el caso de los trabajadores manuales o no manuales del sector de servicios. Como ya lo afirmara Michels, la organización partidista es la fuerza de la que disponen los más débiles en su lucha contra los más fuertes.
La conexión de esas tres dimensiones (fragmentación, fuerza organizational y perfil social de la cara pública de los partidos) permitirá demostrar que el PT, el partido con la más robusta estructura organizacional entre todos los partidos brasileños, experimentó una suerte de ?revolución silenciosa? justamente durante su apogeo en la política nacional: progresivamente, dejó de ser el partido responsable de elegir trabajadores para el Legislativo nacional en Brasil.
En la primera parte del estudio, presentamos la idea de forma más completa y analizamos dos dimensiones: el potencial organizacional de los partidos y el perfil social de sus políticos. En la segunda parte, hacemos un abordaje conceptual diferenciando ?estructura? de ?organización? partidarias. En la tercera parte, construimos un modelo para medir la fuerza organizacional de los partidos políticos y aplicamos este modelo a los partidos brasileños. En la última parte, analizamos el éxito electoral de los trabajadores conforme a las respectivas fuerzas organizacionales de los partidos por los cuales presentaran sus candidaturas. En la conclusión obtenemos algunas lecciones de esos datos, especialmente la siguiente: a medida que la diversificación social de las listas de candidatos se concentra en las organizaciones con fuerza organizacional más baja, y no más alta, será difícil esperar que ocurra, a través de esos partidos, una diversificación social de la clase política nacional.
II. Algunas definiciones preliminares: hipótesis, DIMENSIONES DE ANÁLISIS Y FUENTES DE DATOS
La apuesta de Panebianco (2005), en la línea de Michels, es que los partidos burocratizados de masa tienden a servir como base electoral para individuos con bajo status social y, consecuentemente, poseedores de pocos recursos propios, tales como prestigio, dinero, redes de influencia, conexiones sociales, etc. Siguiendo esa lógica, se espera que aquellos partidos con fuerza organizacional robusta sean capaces de elegir individuos con bajo capital social, como es el caso de la categoría social de trabajadores.
Con el objetivo de testar esta idea, buscamos relacionar dos dimensiones, cada una con un corpus de datos específico: (i) el perfil estructural de los partidos brasileños y (ii) el perfil socioprofesional de sus candidatos y electos en las elecciones legislativas nacionales.
II.1. Primera dimensión: estructura organizacional de los partidos políticos brasileños
La primera dimensión se refiere a lo que Tavits (2013) llama ?fuerza organizacional? o a lo que Webb y Keith (2017) denominan ?estructura organizacional?. Son las estructuras con las que cuenta el partido para conformarse como institución; esto es, una organización que sirve de base para la acción política y existe independientemente de los individuos que la ocupan. En última instancia, cuanto mayor es la estructura organizational del partido, menor es el costo de la movilización electoral y, consecuentemente, el partido puede cumplir su objetivo primordial de conquista de votos (Freidenberg y Levitsky 2007). Esa estructura organizational comprende a los afiliados y directorios políticos de los que el partido dispone; la proporción de electores fieles, y su cobertura territorial, entre otros factores explorados más adelante. La idea es que esa estructura sea capaz de dar apoyo a sus candidatos y servir como recurso estratégico en los procesos electorales. Como comprueba Tavits (2013) para Europa oriental y Calvo y Murillo (2004) para Argentina, aquellos partidos que contaron con una mayor ?estructura organizacional? han conseguido elegir más candidatos a un costo menor que aquellos competidores que no contaron con dicha fuerza. Lo mismo ocurre en Brasil: los partidos que movilizan más al elector y, por lo tanto, cosechan mayor éxito electoral son aquellos dotados de mejor estructura formal (Guarnieri 2012).
El estudio de la organización partidaria per se ha servido a los politólogos brasileños para ofrecer una percepción diferente sobre los partidos. Braga (2008), Amaral (2011), Ribeiro (2014b), Peres et al. (2012) y Bolognesi (2013a) han sostenido que por lo menos algunos de los partidos políticos de Brasil ejercen una función real de representación y son capaces de establecer mecanismos de control sobre los candidatos y electos. Así, no es posible pensar en la constelación partidaria de Brasil (35 partidos registrados en 2018) como un complejo amorfo. Hay diferencias fundamentales entre ellos, sean ideológicas, de composición social u organizacionales. Eso impide que se coloque a todas las agrupaciones políticas en el terreno del personalismo de los líderes y el clientelismo de los representantes. Dependiendo del peso de la institucionalización de cada organización, los partidos poseen más o menos autonomía para contornear los dictados del sistema político (Bolognesi 2013b).
Para el análisis de la estructura organizacional de los partidos políticos brasileños fueron considerados los que participaron en al menos tres de las cinco contiendas realizadas durante el período 1998-2014. Así, los datos no contemplan: i) los partidos creados después del 2012 y que no permiten la evaluación de su fuerza organizational a lo largo de un tiempo mínimo: Partido Republicano del Orden Social (pros), Partido Social Democrático (psd) y Solidaridad (sd); ii) los partidos que fueron incorporados a otros partidos: Partido de los Jubilados de la Nación (pan), Partido General de los Trabajadores (pgt), Partido Liberal (pl), Partido de la Renovación Nacional (prn), Partido de la Reedificación del Orden Nacional (prona), Partido de la Solidaridad Nacional (psn), Partido Social Laboral (pst); y iii) cuando hay completa ausencia de datos en las fuentes consultadas y en los archivos de los partidos en el Tribunal Superior Electoral (tse), como Partido Ecológico Nacional (pen, actualmente Patriota) y Partido Patria Libre (PPL). Para los datos sobre partidos utilizamos las informaciones disponibles en el repositorio de datos partidarios del TSE, los sitios electrónicos de los propios partidos políticos brasileños, datos sobre resultados electorales y otras fuentes secundarias con informaciones relevantes sobre los partidos en el período estudiado.
II.2. Segunda dimensión: ecología social de los partidos políticos brasileños
La segunda dimensión utilizada para examinar la hipótesis de Panebianco consiste en evaluar la capacidad de los partidos políticos de Brasil para reclutar candidatos entre los trabajadores y conseguir su elección para la Cámara de Diputados. Aunque sea bastante aceptado que los trabajadores están muy lejos de ser el grupo social mejor representado en los parlamentos (en realidad, son uno de los menos representados), también es un hecho que el proceso de democratización amplía las oportunidades de representación política y de diversificación social de la clase política. Basta recordar, como apuntó Duverger (1951), que la masificación electoral en Europa terminó incluyendo nuevos tipos sociales en los parlamentos nacionales y, en ese caso específico, a los trabajadores. La continuación de esa historia es, como se sabe, la oligarquización y el aburguesamiento de los representantes salidos de los partidos socialdemócratas (Michels 1911).
Para estudiar esa dimensión, utilizamos una segunda fuente, que son los datos de los candidatos y de los elegidos al cargo de diputado federal que participaron de las últimas cinco disputas (1998, 2002, 2006, 2010 y 2014). Nuestro propósito es identificar la capacidad de los partidos políticos brasileños de lanzar y elegir candidatos provenientes de las diferentes ramas ocupacionales de los trabajadores. A través del análisis de esa categoría será posible testar la hipótesis de que aquellos partidos dotados de mayor fuerza organizacional son más capaces de promover representantes con menores recursos electorales individuales. La fuente de esas informaciones es el TSE brasileño, en la cual consta la ocupación autodeclarada de todos los candidatos4.
La base de datos contiene un total de 21.181 candidatos a diputado federal para las cinco elecciones consideradas, divididos por partidos y ocupaciones de interés para el estudio, conforme a la Tabla I. Los datos están ordenados de acuerdo con el porcentaje de candidatos trabajadores, por partido político.
Este es nuestro universo de análisis. En la sección siguiente, insistimos en la diferencia entre estructura partidaria y organización partidaria. Seguidamente, presentamos un modelo de análisis para medir la ?estructura organizacional? de los partidos políticos brasileños.
III. Estructura organizációnál y organización partidaria
¿Cuál es la importancia para las democracias de tener partidos fuertes y, en particular, para la democracia brasileña? Como ya apuntó Schattschneider (1942), los partidos políticos son instituciones que procesan demandas sociales y realizan el análisis del sistema y mercado políticos, promoviendo a aquellos que tienen mayores oportunidades de representar al electorado y, así, conseguir su voto. Downs (1999) señala, por otro lado, que los partidos sirven como short cut programático para los electores. Además, hay una función también elemental: los partidos son instituciones capaces de ofrecer entrenamiento, socialización y soporte a aquellos interesados en participar en la política (Michels 1927; Alcántara Sáez y Freidenberg 2000; Van Biezen 2003; Panebianco 2005). Los individuos que poseen una ocupación que les da prestigio, red de contactos, status, tiempo libre y habilidades políticas (oratoria, familiaridad con la ley y con asuntos de gobierno) necesitan menos de una institución capaz de prestarles su peso simbólico y sus herramientas institucionales que aquellos que no poseen nada de eso y necesitan recurrir a los partidos como soporte para la carrera política.
De acuerdo con la literatura, la entrada de nuevos grupos en la élite política depende de formatos institucionales nuevos, tales como dispositivos electorales especiales, nuevos partidos o cuotas para candidaturas (Scarrow 2006). Así, a medida que el sistema partidario se estabiliza y se institucionaliza dificulta la emergencia de grupos sociales nuevos en el ámbito de la representación política (Ilonszki y Schwarcz 2014: 69). Por lo tanto, la renovación sociodemográfica de los cuerpos legislativos parece depender de la combinación, por un lado, de un sistema partidario poco anquilosado y, por otro, de partidos dotados de fortaleza organizacional. Brasil cuenta con esos dos atributos institucionales: un sistema partidario inestable y cada vez más fragmentado, además de algunos partidos con fuerte organización5 (Braga, Ribeiro et al. 2012; Braga 2008; Ribeiro 2014b; Amaral 2011).
La estructura formal de los partidos, cantidad de directorios, de afiliados, tiempo de existencia, cobertura territorial, etc., siempre fue tratada como parte natural de la organización y la institucionalización partidarias. Sin embargo, resulta necesario separar estas cuestiones (Tavits 2013). Los partidos con estructura organizacional no siempre cuentan con un alto grado de institucionalización u organización. Sin embargo, es más probable que esa estructura se presente en partidos institucionalizados que en aquellos que lo son poco. Eso ocurre porque en el ?nivel de infraestructura? (Alcántara Sáez 2005) la estructura organizacional reduce costos de transacción, facilita la comunicación, fortalece la autonomía para diferentes actores y crea interdependencia en las esferas del partido, de modo que no sea necesario mover siempre toda la máquina para tomar las decisiones. Este es el recorte analítico que proponemos aquí, insistiendo en teorías de alcance medio que faciliten las comparaciones y nos ofrezcan una base empírica para establecer conclusiones. Que se mire hacia la estructura organizacional partidaria como una red política capaz de reducir la dependencia de los capitales individuales que cada miembro aporta a un partido, al contrario de lo que se presenta en el caso de los partidos electoralistas o de élites (Gunther y Diamond 2003).
No obstante, es necesario destacar que, a pesar de que la organización engloba la infraestructura partidaria y algunas variables coinciden, tener estructura partidaria no es igual a tener fuerte organización partidaria. La existencia de estructura organizacional fomenta procesos de distribución del poder al interior de un partido, pero no los garantiza. Podemos imaginar una organización partidaria con gran infraestructura, pero compuesta por élites regionales o locales incapaces de unificar la organización; como parece ser el caso del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (pmdb) en Brasil (Ribeiro 2014a). En resumen: la estructura (partidaria) es un conjunto de características mientras que la organización (partidaria) es un proceso dinámico de poder.
¿Cómo afirmar, entonces, que en la proliferación partidaria de Brasil encontramos partidos con estructuras más sólidas que otros? Para tal fin, seleccionamos seis variables diferentes que nos darán un mapa de la fuerza organizacional de esos partidos con el objetivo de medir sus niveles respectivos de infraestructura y, por lo tanto, sus capacidades de promover electoralmente una categoría específica de candidatos: los trabajadores.
IV Un modelo para medir la fuerza organizacional de los partidos políticos brasileños
¿Cuáles son las condiciones que facilitan o catalizan la transformación de un partido político cualquiera de un simple conjunto de oficinas electorales a una institución dotada de estructura organizacional susceptible de convertirse en un major player en la polity nacional? Las variables utilizadas en nuestro modelo de estructura organizacional apuntan a dos dimensiones de los partidos políticos. Una de ellas se refiere a la infraestructura, la parte ?dura? del partido, que engloba: (i) proporción de directorios, (ii) proporción de afiliados, (iii) complejidad organizacional y (iv) cobertura territorial. La segunda dimensión se refiere al soft frame del que dispone el partido: (v) edad del partido y (vi) proporción de votos partidarios. Detallamos cada una de ellas a continuación. Como fuente de datos se utilizaron los sitios web de los partidos y las informaciones disponibles en el TSE de Brasil.
Resumiendo, el modelo intenta captar parcialmente aquello que la literatura apunta como estructura organizacional o fuerza organizacional (Ishiyama 2001; Katz y Mair 1994; Janda 1980; Peres et al. 2012; Alcántara Sáez y Freidenberg 2000; Tavits 2013; Guarnieri 2012). Como dijimos, es razonable suponer (y los estudios de Tavits lo comprueban) que aquellos partidos que poseen fuerza organizacional disminuyen los costos de transacción política, aumentan la capacidad de socialización política y, consecuentemente, aumentan el éxito electoral.
(i)Proporción de directorios: la estructura formal de los partidos brasileños contempla dos tipos de organización: directorios y comisiones provisorias. Los primeros se refieren a estructuras formalizadas, las cuales están dotadas del poder de tomar decisiones sin prejuicio a los preceptos estatutarios del partido. Las comisiones provisorias son estructuras partidarias que poseen bajo poder de decisión frente al liderazgo del partido, ya que pueden ser disueltas por los Ejecutivos estaduales de cada partido (Braga 2008). Así, se espera que aquellos partidos con un mejor nivel de infraestructura posean una proporción elevada de directorios en relación con las comisiones provisorias. Tomamos los datos referentes a la proporción de directorios municipales de los partidos considerados con relación a las comisiones provisorias municipales en los años de 2002 y 2010 y utilizamos el promedio de esta proporción como indicador.
(ii) Afiliados por 1.000 electores: es lógico decir que lo que lleva a un simple elector a integrarse en una sigla partidaria sea algún interés (programático, ideológico, de identidad o pragmático) en formar parte de las actividades de aquella organización (Scarrow 1996). En ese sentido, en una democracia como la brasileña, la cantidad de afiliados es un buen indicador para medir cómo el partido se vuelve un valor disperso en la sociedad y capaz de movilizar electores, antes desinteresados, para actuar en favor de sus causas (Huntington 1968; Daza 2005; Randall y Svåsand 2002; Guarnieri 2012). Ese indicador fue calculado considerando el promedio de los electores que el partido presentó a lo largo del período de análisis (1998-2014)6.
(iii) Complejidad organizational: se refiere, primero, a la especialización burocrática y política de las organizaciones partidarias (Panebianco 2005). Cada vez más campañas electorales y actividades partidarias se han especializado y monetizado (Manin 2013; Scarrow y Gezgor 2010; Daalder 2007). Eso exige que los partidos políticos cuenten con personal entrenado para atender a las demandas del mercado electoral y su posterior supervivencia. El segundo punto se refiere a la interdependencia entre las secciones del partido capaces de crear cohesión en la estructura organizativa (Selznick 1971; Daza 2005). Se instituyen reparticiones para temas que abarquen las demandas sociales, la historia del partido o que contemplen las diversas fuerzas que lo componen. Es común encontrar en los partidos secciones específicas que tratan de temas de interés como medio ambiente, minorías sociales, grupos étnicos, etc. Esa red de sectores dentro del partido promueve una mayor descentralización del poder, al mismo tiempo que facilita y dinamiza la capacidad de adaptación de la organización a los intereses y valores del electorado. Ese indicador fue medido a través de la cantidad de órganos especializados que cada partido posee, como secretarías especiales para minorías (mujeres, negros, movimiento LGBT, vivienda, relaciones internacionales, etc.); de estructuras designadas para ejecución de tareas técnicas, como secretaría de comunicación, de movilización o de organización política; y por la cantidad de miembros y funcionarios del directorio nacional del partido.
(iv) Cobertura territorial: este indicador es bastante sintomático de la capacidad del partido para movilizar diferentes regiones, diferentes contextos sociales y ser un partido de alcance nacional. Aporta el sustrato para que las campañas electorales alcancen a la mayor cantidad posible de personas y ciudades. Aquí utilizamos los datos de cobertura territorial de los partidos políticos de Braga, Rodrigues-Silveira y Borges (2012), que miden la extensión de la cobertura territorial de las organizaciones partidarias brasileñas.
(v) Edad del partido: no se trata aquí solo de calcular si un partido es más o menos viejo que el otro. Como apunta Epstein (2009), la continuidad en el tiempo muestra que el partido es capaz de sobrevivir, aunque sus líderes sean sustituidos, los gobiernos cambien y el ambiente político se altere de forma más o menos favorable a este o a aquel partido. O sea, quien se adapta, sobrevive (Panebianco 2005). La edad del partido se refiere aquí a los años de existencia de cada agrupación desde su fundación7.
(vi)Proporción de votos partidarios: el voto partidario es un indicador clásico de la fuerza que un partido posee entre el electorado. En algunos sistemas de listas abiertas, como en el caso brasileño, es posible separar el voto que los ciudadanos depositan en sus candidatos preferidos y el voto que depositan en la sigla partidaria. Panebianco (2005) apunta la diferencia entre votos de opinión y votos de fidelidad. En este caso, los votos partidarios son aquellos que miden la existencia de core voters; electores que no necesitan ser convencidos de votar por el partido. Consideramos aquí el promedio de votos partidarios que el partido tuvo en las elecciones legislativas nacionales de 1998 a 2014.
Para medir cuáles son los partidos con fuerza organizational más o menos robusta, utilizamos un análisis factorial8 de componentes principales en rotación varimax con dos factores fijos, i. e., constructos (Pallant 2005; Figueiredo Filho y Silva Júnior 2010). Como no estamos buscando establecer relaciones de causalidad y sí de interdependencia, optamos por el método de extracción de componentes principales para evaluar la consistencia empírica del conjunto de variables. La varianza del conjunto de las seis variables descritas arriba explicada por los dos factores fue del 78,52%.
Cuatro variables poseen mayor carga en el primer factor: la proporción de directorios por comisiones provisorias, la razón de afiliados por electores, la cobertura territorial y la complejidad organizacional. En el segundo factor se considera la edad del partido hasta 2014 y el promedio de votos partidarios en las últimas cinco elecciones legislativas nacionales. Esos datos pueden ser vistos en la matriz de componentes de los factores, presentada a continuación (Tabla Il).
Exhibimos los residuos del análisis de componentes principales por los factores que establecemos, de manera que construimos un continuo capaz de agregar los partidos por las dos dimensiones descriptas anteriormente considerando las seis variables analizadas. Eso puede ser visto en el Gráfico I. Los símbolos presentes en el gráfico agrupan a los partidos a partir del corte de la mediana de los residuos de cada factor. Los triángulos representan a los partidos con menor fuerza organizacional (bajos indicadores en los dos factores); los diamantes y elipses a los partidos con fuerza organizacional mediana, pero ligados a factores diferentes; las cruces a los partidos que poseen altos indicadores en ambos factores, o sea, fuertes organizacionalmente. Finalmente, el partido con mayor fuerza organizacional, el círculo negro, se refiere al PT.
Como queda en evidencia en el Gráfico I, el Partido de los Trabajadores (PT) es la sigla que reúne los indicadores más elevados en las dos dimensiones expresadas a través de los factores. Las variables duras pesaron más en nuestro modelo que las variables no formales, como el voto partidario y la proporción de afiliados. O sea, sin considerar las relaciones con el ambiente (Amaral 2011), la fuerza de las campañas electorales y del financiamiento (Cervi et al. 2015) o su organización interna (Ribeiro 2010) -esto es, la distribución de poder dentro del partido-, el PT aún continúa siendo el partido que posee, teóricamente, mejores condiciones de soportar el éxito electoral de los menos favorecidos.
Por otro lado, hay un gran contingente de partidos, doce en total, que podríamos clasificar como precariamente organizados: Partido Humanista Social (PHS), Partido de la Movilización Nacional (PMN), Partido Popular Socialista (PPS), Partido Republicano Brasileño (PRB), Partido Republicano Progresista (PRP), Partido Renovador Laboral Brasileño (PRTB), Partido Social Cristiano (PSC), Partido Social Demócrata Cristiano (PSDC), Partido Social Liberal (PSL), Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Partido Laboral Cristiano (PTC) y Partido de los Trabajadores de Brasil (PTdoB).
Hay ocho asociaciones que poseen fuerza organizacional media. Son: Demócratas (DEM), Partido Comunista Brasileño (PCB), Partido de la Causa Operaria (PCO), Partido Progresista (PP), Partido de la República (PR), Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), Partido Laboral Nacional (PTN) y Partido Verde (PV). Esos partidos poseen un desequilibrio entre las variables mostradas. PTN, PCO, PCB y PSTU ocupan el cuadrante inferior y son aquellos que tuvieron mejores indicadores con relación a la edad del partido o al promedio de voto partidario (especialmente alta en los partidos de extrema izquierda). Por otro lado, DEM, PP, PR y PV son partidos más recientes y con pocos votos partidarios, pero que cuentan con una fuerte estructura; con amplia cobertura territorial, complejidad organizacional considerable y un número de afiliados medio. Finalmente, en el mismo cuadrante del Partido de los Trabajadores (PT), están el Partido Comunista de Brasil (PCdoB), Partido Democrático Laboral (PDT), Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), Partido Socialista Brasileño (PSB), Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y Partido Laboral Brasileño (PTB). La Tabla III resume y agrupa esas informaciones.
De lo anterior se concluye que el PT sería el locus óptimo para que candidatos oriundos de ocupaciones socialmente desprestigiadas pudieran tener algún éxito político. Eso no significa que no haya individuos dotados de poco capital electoral en otros partidos. Quiere decir que, dada su estructura organizacional, el PT sería, teóricamente, el más capacitado para promover políticamente a esos individuos.
V LOS TRABAJADORES Y EL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES
Del total de candidaturas analizadas (21.181) de las cinco elecciones para la Cámara de Diputados brasileña, 2.352 fueron de trabajadores, representando el 11,1% del total de competidores. La distribución de ese contingente entre los partidos políticos no solo es alta, sino que ha crecido en las últimas contiendas, apuntando importantes alteraciones en las bases socioocupacionales de los partidos brasileños.
La desproporción entre las características sociodemográficas de la población y de los representantes fue siempre muy elevada en Brasil. Los trabajadores fueron muy escasos entre los políticos nacionales. Esa historia comenzó a cambiar a partir de los años ochenta cuando el PT, integrado también por otros sectores (profesionales liberales, profesores universitarios, médicos, periodistas, etc.), pasó a elegir individuos oriundos de las ocupaciones típicas de trabajadores manuales: metalúrgicos, trabajadores agrícolas, otras ocupaciones de poco prestigio social (como ferroviarios, vendedores) y de baja remuneración económica (bancarios, profesores no universitarios, asistentes sociales, etc.).
En las elecciones de 1998, si cada uno de los veintitrés partidos habilitados para disputar tuviera la misma cantidad de trabajadores en sus listas (12,21), cada uno tendría entre sus filas de candidatos un 4,3% del universo de candidatos trabajadores. No obstante, como apunta el Gráfico II, el PT concentró un 21,4% del total de candidatos trabajadores; nada menos que cinco veces lo esperado. El argumento probabilístico es que, con la fragmentación del sistema partidario, ocurriría una dispersión natural de esta categoría entre los nuevos partidos que surgieron de 1998 hasta 2014.
De esa manera, en 2014 lo esperado desde el punto de vista probabilístico, ahora con veintisiete partidos, es que cada uno de estos lanzase un 3,7% de los candidatos trabajadores. Lo que demuestra, aritméticamente, que el surgimiento de ventanas de oportunidades es un elemento importante no solo para la fragmentación del sistema de partidos, sino también para la diversificación de las bases sociales de las agrupaciones políticas. Como podemos ver en el Gráfico II, en las elecciones de 2014, el propio PT no representa ni dos veces (6,5%) la cantidad de candidatos trabajadores esperada. Dada la fragmentación partidaria ocurrida en estos dieciséis años9, llama la atención que el partido haya dejado de reunir al contingente de aquellos con menores chances de éxito electoral.
El Gráfico III hace un cálculo diferente. Se centra en la relación que existe entre la cantidad de candidatos trabajadores y todas las demás candidaturas en las propias listas electorales (del PT y de los demás partidos políticos). Allí se muestra que en 2014 el partido dejó de ser dominante como plataforma de lanzamiento de las candidaturas de trabajadores en las disputas para la Cámara Federal (un 11,5% de candidatos trabajadores en la lista del PT contra un 12,1% de candidatos trabajadores en las otras listas partidarias).
Aquí los valores son hasta más elocuentes. El PT reduce la presencia de trabajadores en sus listas, de forma progresiva, desde 1998. A partir de esta elección, los trabajadores que se presentan a las elecciones legislativas brasileñas compiten cada vez más a partir de listas de otros partidos diferentes del PT (Costa et al. 2015). Pero ¿qué tipo de partidos serían estos? Hasta aquí los datos se refirieron solo a los candidatos, mostrando la pérdida de espacio de los trabajadores en el PT y su migración hacia los demás partidos del sistema. Pero eso no nos dice nada sobre las oportunidades electorales de esos individuos, lo cual será analizado seguidamente.
V.l. Tasas de éxito de los trabajadores en Brasil
Existe una fuerte relación entre la posesión de condiciones sociales privilegiadas y el acceso a los cargos políticos en una comunidad, incluso en sociedades democráticas (Putnam 1976; Gaxie 1980). El caso de los trabajadores brasileños permite confirmar esa máxima, pues presentan 4,610 veces menos oportunidades de ser elegidos, en comparación con otros candidatos (sin distinción entre los partidos). Entretanto, si la desigualdad de background puede ser compensada por la estructura organizacional, entonces, el sistema partidario sería capaz de minimizar los efectos exclusivos de la estratificación social en la competición política.
Para analizar si la estructura organizacional otorga fuerza electoral a los candidatos a diputado menos poderosos socialmente, es necesario observar los resultados electorales efectivos y calcular la presencia de los trabajadores victoriosos en cada disputa y en cada tipo de organización. Para eso computamos las tasas de éxito de los trabajadores para diferentes tipos de partidos11 y aislamos al PT en una categoría separada. La tasa de éxito mide la proporción de los elegidos con relación a los candidatos, variando entre 0 (cuando ningún trabajador consigue ser elegido) y 1 (cuando todos lo consiguen).
Como observamos en el Gráfico IV, aun en los partidos fuertes, la tasa de éxito de los trabajadores (trabajadores elegidos/trabajadores candidatos) es no solamente pequeña, sino también decreciente para todo el período, comenzando cerca del 9% y llegando a menos del 1%. Entre los partidos con fuerza organizational media, el éxito oscila en torno al 5%, mientras que, en los partidos débiles, la suerte de los trabajadores es todavía peor: quedando por debajo de la gama del 1% en las todas las elecciones.
El PT presenta resultados bastante superiores para las tres primeras elecciones (con el 18%, 16% y 21%, respectivamente), corroborando la relación entre la fortaleza organizational y la mejoría en las oportunidades electorales de los candidatos con menores capacidades políticas individuales. Con el paso del tiempo, no obstante, el partido redirecciona la fuerza de su organización hacia otros tipos de candidatos, ya que la tasa de éxito de los trabajadores decrece a punto de llegar a siete en 2014. De la misma forma, los partidos con fuerza organizacional más elevada acompañan el movimiento petista, pero en menor amplitud.
Una forma de avanzar en el examen del fenómeno es verificar el éxito de los trabajadores vis-a-vis los demás candidatos. Para eso, utilizamos la razón de tasa de éxito de los trabajadores, que se calcula a partir de la tasa de éxito de los trabajadores (trabajadores elegidos/trabajadores candidatos) dividida por la tasa de éxito de los demás candidatos (elegidos de las demás profesiones/candidatos de las demás profesiones). Ese indicador pretende medir la distancia entre el éxito de los trabajadores frente al éxito de los candidatos de las demás ocupaciones. Un resultado superior a 1 indica que los trabajadores tienen mejores resultados que los demás candidatos. Del lado opuesto, cuando la razón resulta inferior a 1, significa que los trabajadores tienen peores resultados que los demás competidores de una organización12.
El Gráfico V demuestra que, de una forma general, la razón de tasa de éxito de los trabajadores es baja, indicando que están muy distantes de la tasa de éxito de los candidatos de las demás ocupaciones.
Una vez más, el PT fue el que presentó los mejores resultados referentes a la capacidad de disminuir las distancias entre las tasas de éxito de los trabajadores y la de los demás candidatos, siendo que en 1998 obtuvieron un equivalente a las otras categorías ocupacionales (con el indicador igual a 1). Inclusive, los números del PT son superiores a aquellos de los partidos con mayor estructura organizational. Sin embargo, los valores caen constantemente a partir de 2006 hasta llegar cerca de cero en 2014. ¿Qué es lo que estaría ocurriendo?
Los cambios experimentados al interior del PT -especialmente después de su llegada a la presidencia de la República en 2002, pero también antes- apuntan hacia un distanciamiento paulatino entre la cúpula y las bases del partido. Según Ribeiro (2009), el PT sigue la dinámica de burocratización y oligarquización que ocurrió en otros partidos de masas. La tendencia del nuevo perfil de los electos por parte del PT contraría la percepción de que es suficiente contar con la existencia de un partido de masas capaz de elegir representaciones expresivas para que la oxigenación de la clase política esté garantizada.
El PT, en especial, no difiere rigurosamente de los partidos de masas que tuvieron sus composiciones sociales y dinámicas de distribución de recursos alteradas a lo largo del siglo XX, principalmente en Europa occidental (Katz y Mair 1995; Bille 1997; Kirchheimer 2012; Kitschelt 1993, 1994; Harmel y Janda 1982). Según la literatura que trata sobre el cambio de los partidos políticos en Europa y en los Estados Unidos, el primer vector de cambio se refiere a la necesidad de adaptación al contexto de competencia electoral tecnificada y masificada a través de los medios de comunicación. El distanciamiento entre el voto de clase y la representación partidaria es la fuerza motriz para que los partidos pasen a contar menos con la representación directa y pasen a contar con representación de puntos programáticos que atiendan también a los trabajadores. Por otro lado, la profesionalización de los trabajadores que siguieron carreras políticas también impacta en la reducción de su representación parlamentaria, en la medida en la que los mismos se convierten en políticos profesionales y la reelección pasa a ser un objetivo muy importante para ser abandonado en nombre de la representación mecánica. Finalmente, la complejidad de la estructura de oportunidades políticas direcciona al partido más apto a la representación de minorías para un punto donde las distancias programáticas e ideológicas dan menor espacio a los movimientos, sindicatos, iglesias y asociaciones ligadas al partido. El conjunto de estas transformaciones no ocurre con la misma intensidad o con la misma dirección en el caso de Brasil o del PT. No tuvimos, por ejemplo, voto corporativo o de clase en el país, incluso en partidos de izquierda, como típicamente se experimentó en Europa hasta los años 1960-70. Por otro lado, la caída del éxito electoral de los trabajadores revela un engranaje de cambios que son respuestas del partido al ambiente de competencia y fragmentación partidaria en el que está inserto (Harmel y Janda 1982: 107).
V.2. Tamaño de las bancadas y fragmentación del sistema de partidos
El principal diagnóstico sobre las transformaciones recientes del perfil de la clase política brasileña afirma lo siguiente:
[...] los resultados [de las elecciones para la Cámara de Diputados de Brasil] sugieren que, por lo menos en el corto plazo (digamos, entre dos o tres elecciones), la variable más estrechamente correlacionada a las alteraciones en la naturaleza social de los grupos que controlan el sistema político es la volatilidad en la representación partidaria, o sea, las oscilaciones de los resultados electorales que cambian la fuerza relativa de los partidos en el sistema político. [...] De manera muy esquemática: si aumenta la proporción de escaños ocupados por partidos de derecha, aumenta la presencia de empresarios y de otros sectores de clase alta. Si aumenta la proporción de escaños de los partidos de izquierda, aumenta la proporción de profesores, de sindicalistas, de servidores públicos, de empleados y también de algunos trabajadores manuales (Rodrigues 2006: 17; las cursivas son nuestras).
Si se consideran los datos sobre el PT, esa profecía no se cumplió. Aun con el partido habiendo aumentado o mantenido en niveles altos su bancada de diputados en la Cámara brasileña (Gráfico Vi), perdió sistemáticamente parlamentarios ligados a las ocupaciones de trabajadores (como mostró el Gráfico v). O sea, si consideramos la bancada anterior a la elección como posición de safe seats, el PT ha sido capaz de retener su ventana de oportunidades preservando su bancada media en un 15,21% en la Cámara de Diputados durante el período estudiado.
Por otro lado, si comparamos la tasa de éxito relativo13 de los trabajadores, vemos que estos han dado espacio a los políticos profesionales -candidatos con muchas más oportunidades de ser reelegidos- hasta el momento en que los primeros simplemente salen de la escena. Para esto, dividimos el total de trabajadores elegidos en cada contienda por el total de candidatos que se declararon políticos, con el objetivo de medir la fuerza de los trabajadores en el momento de competir con el adversario más fuerte del sistema.
La presencia o ausencia de candidatos con un perfil menos elitista no parece estar asociada al tamaño de la bancada del partido, como había previsto Rodrigues (2006), pero sí a los cambios en la composición de la lista de candidatos. Eso, consecuentemente, afecta a las oportunidades electorales de los competidores.
El Gráfico VII comprueba que la razón de la tasa de éxito de los trabajadores a lo largo de los años es inversamente proporcional a la progresiva fragmentación del sistema partidario. No estamos afirmando aquí que una cosa cause la otra. No obstante, llama la atención el hecho de que el éxito electoral de los trabajadores camine casi de forma perfecta en sentido inverso (R = -,945) a la fragmentación del sistema partidario.
Cuantos más partidos haya presentes en el sistema, más oferta de oportunidades políticas o, mejor dicho, más lugares disponibles en las listas de candidatos (más trabajadores compitiendo por un lugar como representante) y, consecuentemente, menores las oportunidades de victoria de esa categoría ocupacional. Trabajadores manuales y no manuales pierden potencial electoral en la medida que hay más partidos, hay más partidos débiles y existe una tendencia de ese grupo social a alistarse en esos partidos con baja fuerza organizational (o por lo menos en otros partidos que no sean el PT, como mostró el Gráfico Ili). O sea, la fragmentación partidaria puede resultar en un debilitamiento del potencial de los partidos para costear la inserción política de candidatos con bajo capital político individual.
VI. Consideraciones finales
La ausencia de trabajadores, en el PT, podría ser entendida como una cuestión puramente normativa (o de teoría política normativa). En ese caso, toda la discusión debería ser realizada en el registro de la ausencia de ?minorías? en los parlamentos -tal como en los trabajos que estudian el déficit de mujeres, negros, etc., en la representación política-14. Nuestro objetivo no es sugerir que el PT debería promover políticamente ?trabajadores? en nombre de la representación descriptiva (Pitkin 1967), sino que, concretamente, viene dejando de 1) promover esas candidaturas y de 2) elegir ese grupo específico que compone su nombre. Esa constatación permite tematizar otros dos aspectos que no son usualmente discutidos en la literatura: por un lado, el papel estratégico de un partido muy fuerte organizacionalmente al interior de un sistema débil (esto es, excesivamente fragmentado) en la promoción de grupos con pocos recursos sociales; de otro, los efectos, sobre un partido específico (el PT), de las exigencias de profesionalización de sus cuadros políticos en un contexto altamente competitivo.
Los resultados parecen apuntar en el sentido de la conexión entre el sistema partidario, la competición política y la organización partidaria en el contexto brasileño.
En la introducción propusimos la siguiente hipótesis de trabajo: existe relación entre las transformaciones recientes en el sistema de partidos en Brasil (su notoria fragmentación), las diferencias organizacionales entre esos partidos (medida por la mayor o menor fuerza de cada partido) y las oportunidades, crecientes o decrecientes, para el ingreso de trabajadores manuales y no manuales en el Legislativo. Como pudimos observar, la fragmentación del sistema partidario produce más apertura a grupos menos movilizados políticamente y con menor stock de capitales. Por otro lado, esa fragmentación tiende a debilitar a los partidos ya consolidados. Una competición más dura por votos contra adversarios nuevos y poderosos (con recursos concentrados en torno de nombres consagrados) hace que partidos más estabilizados cambien su coto de caza.
La caída en las tasas de éxito político de los trabajadores es bastante significativa, en especial en el PT (Gráfico IV); partido que en el pasado ha sido el mayor responsable de la promoción de ese estrato social y que, por su notable fuerza organizational (Gráfico i), podría continuar siéndolo.
Sin embargo, el fenómeno no está restringido al PT. Aunque los trabajadores continúen llegando en buen número a las listas electorales y especialmente en los partidos de fuerza media (ver Gráfico IV), la razón del éxito de los trabajadores disminuye globalmente en cada elección (ver Gráfico v)15.
Pero ¿qué es lo que esa evidencia permite pensar respecto de la configuración del sistema partidario brasileño y, particularmente, del papel cumplido por la agrupación con mayor fuerza organizacional en ese sistema?
El sistema partidario brasileño está lejos de la estabilidad que se verifica en otras democracias. Su fragmentación, medida aquí por el número efectivo de partidos electorales para las elecciones legislativas federales, presenta dos efectos aparentemente paradójicos. Por un lado, más partidos en disputa equivalen a mayor diversidad social de los postulantes; pero esa diversidad no se traduce, por sí misma, en una ?popularización? u oxigenación social de la clase política. De otro lado, hay un sistema partidario cada vez más fragmentado, lo que produce un ambiente de competición política creciente. Los partidos más débiles desde el punto de vista organizational -justamente aquellos que proliferaron a lo largo del período analizado- ofrecen un terreno libre para el predominio de una lógica política centrada en el candidato individual y para la aparición de toda suerte de prácticas personalistas, especialmente el control férreo de los recursos partidarios. En ese sentido, el sistema partidario brasileño diluye la fuerza organizacional de los partidos. Surge entonces la fuerza individual de cada candidato como estrategia óptima para el éxito electoral. A medida que la diversificación social se concentra en las organizaciones con fuerza organizational más baja, como mostramos aquí, será difícil esperar que ocurra una popularización de la representación política como fue previsto por Ilonski y Schwarcz (2014) y Rodrigues (2006).
¿Y el Partido de los Trabajadores? En la medida que este se fortaleció organizativamente, ganó la presidencia de la república y se acercó al Estado, pasó a inscribir listas electorales con menor capilaridad social (Gráfico Ш). Todavía, más que eso, el partido dejó de realizar la aspiración de Robert Michels de que la organización partidaria pudiera ser la fuerza política de la que los más débiles pueden disponer en la lucha contra los socialmente más fuertes.
Para que la clase política se renueve y se vuelva socialmente menos homogénea no es suficiente que el partido que un día sirvió de promotor de los segmentos populares crezca organizativamente o se mantenga estable electoralmente. Es necesario cambiar la demografía de las listas de candidatos del partido. El hecho de que el PT figure entre los mayores partidos en la Cámara de Diputados (Gráfico Vi) no garantizó una presencia creciente, ni siquiera continua, de los trabajadores en la Cámara. El cambio en el nivel sistémico (fragmentación) produjo mayor personalismo, el PT se convirtió en rehén de ese fenómeno, y sus antiguos candidatos trabajadores se vieron desfavorecidos.
Desde el punto de vista teórico, el estudio del caso brasileño muestra el bajo rendimiento de la relación entre el tamaño de la bancada y el tipo social medio de un partido político. El tipo social puede cambiar, aun cuando la bancada se mantenga cuantitativamente estable. El camino que parece ofrecer mejor rendimiento es el análisis de cómo la organización partidaria reacciona a los cambios en el ambiente político y cómo ambos, organización y ambiente, ejercen efectos sobre su aspecto público a lo largo del tiempo.
La idea aquí expuesta de que cambios sistémicos, junto con cambios organizacionales, promueven la alteración en el tipo de exponentes de los partidos parece ser promisora para medir y explicar las alteraciones en el perfil social de los representantes electos.
1. El presente artículo es parte del proyecto ?La socio-histoire de la classe politique brésilienne: une étude des processus de la professionnalisation politique de députés et sénateurs?, de la beca Capes para la formación postdoctoral en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Paris 1 - Panthéon-Sorbonne, entre 2015 y 2016 - Caso n.° 99999.006157/2014-09 y también del proyecto ?Las derechas de Cono Sur: dinámicas de poder en Brasil, Argentina y Chile?, financiado por el CNPq Caso n.° 460358/2014-6. Traducción: Ignacio Cardone y Juan Arrom Suhurt. Los autores agradecen los comentarios y las sugerencias de dos evaluadores anónimos de América Latina Hoy, Revista de Ciencias Sociales, a la primera versión de este artículo. Los errores que hayan podido quedar son de responsabilidad de los autores.
2. Las tesis que muestran un comportamiento indiferenciado de los partidos brasileños han tenido dificultad para lidiar, por ejemplo, con las múltiples formas por las cuales los grandes partidos se organizan (M. BRAGA 2008). La afirmación de que los partidos políticos son indiferenciados y no regulan sus procesos internos ha sido cuestionada en la medida en que se encuentran evidencias de control de las élites partidarias sobre el proceso de formación de las listas electorales (B. BOLOGNESI 2013). En la misma dirección, hay más congruencia de lo que se podría suponer, en principio, entre el perfil de las siglas en el espectro izquierda-derecha y los nichos sociales donde los partidos nacionales van a reclutar sus candidatos (L. RODRIGUES 2002; A. SANTOS y M. SERNA 2007; A. CODATO, L. COSTA y E. CERVI 2013; R. PERISSINOTTO y A. MlRÍADE 2009).
3. Incluimos en nuestra categoría de ?trabajadores? a todas las ocupaciones que no encajan en la ocupación de empresario, profesor, profesional liberal y funcionario público, reconocidamente las categorías más tradicionales entre los diputados federales brasileños. En el grupo de ?trabajadores?, a partir de la división originalmente propuesta por L. RODRIGUES (2009), reunimos los siguientes subgrupos profesionales: trabajadores manuales sin calificación, trabajadores industriales de baja calificación, trabajadores industriales de calificación elevada, trabajadores calificados de servicios no manuales y profesionales de nivel medio. En el Anexo I hay una relación de las ocupaciones para ejemplificar cada una de esas clases.
4.La ocupación declarada por el propio candidato presenta los inconvenientes de disminuir la confiabilidad de la información (al final, algunos candidatos pueden declarar una ocupación de más prestigio social, aunque no sea aquella más relevante en su vida) y de limitar la clasificación de las ocupaciones por parte del investigador. En lo que se refiere al primer inconveniente (confiabilidad), creemos que esa distorsión es mínima y, teniendo en cuenta el tamaño de la población, acaba siendo distribuida de modo normal y se torna un error residual. En lo que se refiere al segundo inconveniente, la variedad de ocupaciones declaradas (un total de 255) permite cierta flexibilidad para agregar aquellas que son típicamente consideradas como ocupaciones de trabajadores. Ver, para ese procedimiento, el Anexo I.
5.Conforme a los cálculos de M. GALLAGHER (2015), el número de partidos electorales efectivos en Brasil del 2014 (14,06) solo es menor que en un país, Argelia en 2012: 18,08.
6.Complementamos los datos aquí con los disponibles en: http://www.projectmapp.eu/databases/ Consultado el 1 de julio de 2017.
7. No se consideraron quiebras de edad si el partido pasó a existir clandestinamente durante el régimen dictatorial-militar (1964-1985), como el Partido Comunista Brasileño (PCB), o incorporaciones que el partido hizo de otras siglas y que no provocaron alteración en su nombre o registro en la Justicia Electoral.
8. Es importante destacar que en nuestro modelo todas las variables son continuas y la cantidad de variables, seis, sigue la proporción recomendada para cerca de treinta casos (reconociendo la recomendación de que cuanto mayor el n/N mejor); eigenvalues: factor 1 = 2,634 / factor 2 = 1,179; KMO = 0,522 y Bartllet's < 0,000, valores dentro de lo recomendado en D. FIGUEIREDO FlLHO y J. SILVA JÚNIOR (2010). Utilizamos una base de datos con diferentes medidas de democracia para ilustrar cómo la técnica de análisis factorial de componentes principales puede ser utilizada para medir las dimensiones de la poliarquía propuestas por R. DAHL (1971) y J. PALLANT (2005).
9.La evolución del número de partidos electorales efectivos en el período considerado fue la siguiente: 8.14 (1998); 9.28 (2002); 10.62 (2006); 11.21 (2010); y 14.06 (2014) (M. GALLAGHER 2015).
10.La razón de chance fue obtenida calculando el risk de trabajadores y no trabajadores en relación a elegidos y no elegidos para todo el período considerado.
11.Para facilitar, los partidos fueron agrupados en tres categorías de acuerdo con la clasificación resultante en el análisis de la fuerza organizacional presente en el Gráfico I.
12.El uso de la razón de la tasa de éxito sirve para evaluar el éxito relativo de los trabajadores frente a las demás candidaturas, una vez que esta tasa por sí sola sufre el efecto de la cantidad de candidatos. De ese modo, al utilizar la razón entre la tasa de éxito de los trabajadores y la de las demás candidaturas, se puede medir comparativamente el desempeño de ese grupo frente a los demás.
13.La tasa de éxito relativo es dada por la división entre elegidos (trabajadores, en el caso) y un tipo específico de candidatos de otro grupo ocupacional (aquí, políticos). Valores por encima de 1 indican que los primeros fueron capaces de vencer electoralmente la competencia en relación a los segundos. Cuanto más próximo a cero, menor la capacidad de derrota ofrecida por el grupo desafiante.
14.En la vasta literatura sobre el asunto, ver, para una discusión en teoría política, J. MANSBRIDGE (1999); I. YOUNG (2000) y M. WILLIAMS (2000), por ejemplo. Para una discusión empírica, ver, entre tantos, P. NORRIS y J. LoVENDUSKI (1995) y, específicamente sobre Brasil, A. OLIVEIRA (2015) y L. Campos (2017).
15.Para un análisis pormenorizado de este fenómeno, véase L. COSTA y B. BOLOGNESI (2014); L. Costa, B. Bolognesi y A. Codato (2015).
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VIII. Anexo i
Para la creación de la categoría de ?trabajadores?, utilizamos los criterios y ejemplos de Rodrigues (2009). A partir de él, constatamos un total de 111 ocupaciones de trabajadores en un universo de 255 profesiones declaradas por los candidatos a diputado federal en Brasil, en el período estudiado.
La Tabla IV ofrece una idea de quiénes son esos candidatos-trabajadores:
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Abstract
El crecimiento constante del número efectivo de partidos ha sido señalado como un gran problema para el funcionamiento del sistema político brasileño. Sin embargo, poco se dice sobre cómo la interacción competitiva entre los partidos afecta el perfil social de sus candidatos y de aquellos que ellos eligen. En este artículo postulamos la existencia de una relación entre la fuerza organizacional de los partidos, la interacción entre ellos y la capacidad de los mismos para ofrecer espacio para las candidaturas socialmente menos competitivas. La hipótesis es que cuanto mayor es la fuerza organizacional, mayor es la capacidad del partido para elegir un grupo poco inserto en la esfera representativa, como el de los trabajadores. Los datos apuntan a que el Partido de los Trabajadores (PT) es el partido con mayor fuerza organizacional entre los partidos brasileños. Pero, a lo largo de sucesivas elecciones, el PT pierde, poco a poco, la capacidad de insertar trabajadores manuales y no manuales en la política institucional. A partir del análisis de cinco elecciones para la Cámara de Diputados (1998-2014), mostramos que parte de esta pérdida se refiere a la fragmentación progresiva del sistema partidario brasileño.