RESUMEN: Las excavaciones desarrolladas por Manuel Sotomayor en 1972 en El Majuelo (Almuñécar, Granada) permitieron confirmar la existencia en el sector occidental de la ciudad de una amplia factoría de salazones de época romana. Sin embargo, a pesar de que las excavaciones en la factoría se sucedieron hasta mediados de la década de los ochenta del s. XX, los resultados de dicha campaña seguían aún inéditos. Presentamos aquí una revisión de los principales resultados obtenidos en los seis cortes realizados, centrándonos de forma particular en el hallazgo y documentación de la única evidencia segura de la existencia de algún tipo de estructura portuaria en el municipium Sexi Firmum Iulium. Se trata concretamente de un noray realizado en piedra, un elemento que consideramos que permite plantear la posibilidad de que el puerto romano de Almuñécar no funcionase simplemente como un fondeadero, tipología a la que podría responder en palabras de al-Himyari el puerto medieval, sino que en época romana contaría con cierto tipo de acondicionamientos destinados al amarre de las embarcaciones.
Palabras clave: Baetica. Infraestructuras costeras. Línea de costa. Anillo de amarre. Salazones.
SUMMARY: The excavations developed by Manuel Sotomayor in 1972 in El Majuelo (Almuñécar, Granada), allowed to confirm the existence in the Western urban sector of a Roman wide salted-fish factory. Nevertheless, in spite of the fact that the excavations in the factory happened until middle of the decade of the eighties of XXth century, the results of the above mentioned campaign were still unpublished. We offer here a review of the principal results obtained in the six realized cuts concentring particularly on the finding and documentation of the only sure evidence of the existence of some type of port structure on the municipium Sexi Firmum Iulium. It is a question of concretely of a bollard realized in stone, an element that we consider allows us to raise the possibility that Almuñécar's Roman port was not working simply as an anchoring-place, typology to the one that might answer the medieval port in words of to al-Himyari, but in Roman epoch it would possess certain type of conditionings destined for the tie of the ships.
Key words: Baetica. Coastal infrastructures. Coast line. Mooring-ring. Salted-fish.
1. Los puertos antiguos en Hispania. Una breve introducción
En los últimos años los estudios relacionados con los puertos en la Antigüedad han experimentado un notable auge, como se deduce del desarrollo de proyectos internacionales como ANSER (Gallina y Turchetti, 2004a y b; Maria y Turchetti, 2004a y b) o PORTUS (Keay et al., 2005; Keay y Paroli, 2011); sin embargo, la realidad que se desprende de estos análisis es que la documentación relativa a las estructuras portuarias propiamente dichas ha resultado hasta el momento poco frecuente. Y es que, como se ha destacado reiteradamente, para el funcionamiento de un puerto de época antigua lo que resultaba imprescindible era la infraestructura ligada al almacenaje, señalización, vigilancia, acceso al agua, etc., y no aquella vinculada con el amarre o desembarque, tipo muelles, malecones o espigones (Espinosa et al., 2004: 36; Espinosa et al., 2006: 11), cuya construcción debió ser poco frecuente y tal vez restringida a los puertos más importantes.
En el caso de la Península Ibérica, no son muchas las noticias sobre la documentación de grandes estructuras cimentadas bajo el mar. En Ampurias, por ejemplo, los estudios basados en campañas de prospección geofísica apuntan a la construcción de algunos elementos para el acondicionamiento del que califican como "puerto artificial" al sur del "malecón", construcción esta última cuya pretendida función portuaria parece quedar finalmente rebatida, siendo interpretada ahora como parte de la fortificación de la ciudad en la zona de playa (Nieto et al., 2005: 95-98). Otro de los importantes puertos peninsulares que se beneficiaron de este tipo de infraestructuras fue el de Sagunto, donde parece que en época púnica se construiría un primer espigón que ya en época republicana estaría acompañado, como consecuencia de las necesidades impuestas por el importante tráfico comercial, por un muelle de grandes dimensiones (De Juan, 2002: 125; Aranegui et al., 2004). A estos hallazgos habría que sumar los realizados en el puerto de la antigua Oiasso, actual Irún, donde han sido documentados dos muelles de época romana, uno de ellos asociado a una estructura de madera especialmente bien conservada, que según sus excavadores debió utilizarse para varar las embarcaciones (Urteaga, 2003: 197-201; 2008: 322); también en Hispalis recientes reinterpretaciones identifican áreas de embarcadero y muelles en la avenida de Roma, la plaza de San Francisco y el antiguo Cine Imperial, siendo los restos identificados en este último emplazamiento muy similares a los de Oiasso (González Acuña, 2010: 86-89); estructuras menores se han hallado en Gades, concretamente una plataforma de drenaje creada mediante ánforas reforzadas por estacas de madera en posición vertical documentada en Los Cargaderos (San Fernando) y que ha sido interpretado con un posible embarcadero (Bernal, 2010: 70-71; 2012: 235-237).
A estas construcciones hay que añadir, en la mayoría de los casos, la excavación de edificaciones identificadas como almacenes, un tipo de infraestructura cuya documentación sí que resulta más frecuente en los puertos hispanos antiguos, caso por ejemplo de Irún (Urteaga, 2003, 2008), Sagunto (Aranegui et al., 2004), Vila Joiosa (Espinosa et al., 2007), Tarraco (Pociña y Remolà, 2001; Macías y Remolà, 2010) o Hispalis (González Acuña, 2010; García Vargas, 2012), entre otros.
Frente a esto, en la mayoría de los casos, la identificación de los enclaves que funcionaron como puertos durante la Antigüedad debe hacerse en base a otro tipo de elementos, principalmente combinando el estudio de la morfología de las costas con las fuentes escritas y el hallazgo de los materiales que en su momento transportaban las embarcaciones que recalaban por esos lares. Y es que la gran mayoría de los puertos antiguos, especialmente aquellos de entidad menor, debieron funcionar en realidad como puertos de varado (Cara y Cara, 1989; Espinosa, Castillo y Sáez, 2006, 2007) o fondeaderos, con la consecuente falta de necesidades de acondicionamiento; caso a priori también del objeto de nuestro estudio, el puerto de Sexi Firmum Iulium.
2. Sexi Firmum Iulium
2.1. La ciudad
Localizada en las estribaciones meridionales de las cordilleras béticas, la antigua ciudad de Sexi Firmum Iulium se asentó sobre el promontorio de San Miguel, un emplazamiento que según los datos obtenidos en los años ochenta del pasado siglo, a raíz del "Proyecto Costa"1, constituiría durante la Antigüedad una península flanqueada a ambos lados por las amplias ensenadas marítimas (Fig. 1) existentes en las desembocaduras de los ríos Verde y Seco (Arteaga et al., 1987: 120).
De origen fenicio, parece que obtuvo el esta- tus municipal en la segunda mitad del s. I a. C., momento a partir del cual se fechan la mayor parte de las construcciones de época romana documentadas en el solar de Almuñécar (Fig. 2). Así, en el contexto del desarrollo urbanístico pro- piamente romano, debe citarse la construcción de las Termas de La Carrera, un establecimiento público situado extramuros, en el único acceso posible por tierra al municipio sexitano. Una de sus estancias adapta su forma a la existencia en el solar de un elemento anterior, concretamente uno de los pilares del venter del sifón inverso que constituye el último tramo del acueducto que abasteció a la ciudad. Aunque se desconoce la fecha exacta de la construcción de la conducción, la cronología bien establecida de la construcción de las termas en la segunda mitad del s. I d. C. (Burgos et al., 2004: 434) permite proponer una fecha ante quem bastante precisa.
La tercera de las construcciones de enverga- dura, aún visible hoy en Almuñécar, es el con- junto conocido como Cueva de los Siete Palacios, que constituye el nivel inferior de un sistema de criptopórticos (Molina et al., 1983; Molina, 2000) destinados a crear en la parte alta del cerro la superficie que albergara la plaza forense. Aunque este es el único hoy en día exca- vado y puesto en valor, existe constancia de res- tos de elementos similares en la parte alta de las laderas del cerro2.
Lugar destacado entre los elementos hoy visita- bles relacionados con el pasado sexitano merecen también las cetariae del Jardín Botánico de El Majuelo. Ubicado a los pies de la ladera occi- dental del Cerro de San Miguel, junto al estero occidental de la ciudad, constituye el mayor con- junto de estructuras vinculado a la producción de salazones documentado en Almuñécar3. La produc- ción derivada de un com- plejo de tales dimensiones debió estar asociada de algún modo a su comercia- lización, para lo cual la existencia de algún tipo de función portuaria en Sexi debió resultar imprescindible.
2.2. Las investigaciones en El Majuelo
Los primeros trabajos realizados aquí datan del otoño de 1970, fecha en la que M. Sotomayor Muro dirigió la excavación de unos sondeos que debían confirmar la existencia de un yacimiento arqueológi- co en la finca. En la mayo- ría de los cortes realizados (Fig. 3) se documentaron estructuras de imposible adscripción funcional, salvo en el caso de la F7, donde se excavaron tres piletas que permitieron la identificación de la factoría, proponiendo como hipótesis, en fun- ción de los materiales de esta primera interven- ción, el funcionamiento de la misma al menos entre los ss. I y IV d. C. (Sotomayor, 1971).
Los trabajos serían retomados en febrero de 1972, aunque los resultados de esta campaña (Fig. 4) permanecen aún hoy inéditos4. Presentamos aquí un resumen de los mismos:
* Corte 1: se excavaron un total de 12 piletas alinea- das en tres filas y rodea- das al sur y al este por sendos muros que pare- cen delimitar el conjunto.
* Corte 2: dio como re- sultado una compleja red de estructuras mura- rias y pavimentos de opus signinum, pero ninguna pileta.
* Corte 3: se localizaron un pozo y dos atarjeas, aunque estas últimas no parecen poseer conexión física con el primero.
* Corte 4: de su excava- ción resultó un nutrido grupo de estructuras, muchas de ellas fechadas en época medieval, incluido el pozo del área 10. Entre las cons- trucciones de época antigua destacan una atarjea, y lo que Sotomayor define como una cloaca, además de un total de siete piletas.
Es preciso subrayar el hallazgo de una placa de mármol, de dimensiones máximas conservadas de 32 x 25 cm, en la que era legible una inscripción fechada por Pastor a finales del s. II o principios del s. III d. C. (Pastor, 1989: n.° 168; Pastor y Molina, 2000: 41). En este sector se localizó también lo que Sotomayor define como una "piedra labrada con palma", de la que únicamente se conserva el dibujo realizado por él mismo en sus notas (Fig. 5). Con unas dimensiones máximas conservadas de 23 x 28 cm, se trata de una pieza cuadrangular en la que se ha tallado lo que parece ser un canal central al que desembocan otros canales dispuestos en forma de espiga. Estas características podrían vincularla a algún elemento relacionado con una estructura de prensado, tal vez un area para la producción de aceite. Sin embargo, debido a sus reducidas dimensiones acaso habría que apuntar más hacia su relación con la elaboración no de aceites para consumo, sino con otros de obtención más delicada como por ejemplo los aceites para perfumes (Brun, 1998; Castel et al., 2009).
* Corte 5: deparó la documentación de un total de 18 piletas de proporciones diversas, obser- vándose una clara organización del espacio mediante el recurso a estructuras murarías cons- truidas para separar grupos de piletas, como también se intuía en el corte 1. Entre los mate- riales recuperados, Sotomayor destaca varios flo- tadores de red y pesas de telar, así como una importante cantidad de restos de pescado.
* Corte 6: se llevó a cabo la excavación parcial de tres piletas que se insertaban en el perfil Oeste, al tiempo que se identificó una atarjea, dentro de la cual se localizó un amplio grupo de monedas (un total de 32), además de un
pavimento inclinado en forma de talud que Sotomayor vinculó en el momento de la exca- vación a un sistema de recogida de aguas.
Respecto a su cronología, la campaña de 1972 permitió fechar el inicio de la actividad en la zona al menos en el s. I a. C., así como la amortización de algunas estruc- turas en época tardía, perviviendo la ocupación del solar en la etapa medieval.
Teniendo en cuenta los resul- tados de estas dos campañas, el Centro Cultural Sexitano retomó en 1982 unas excavaciones que se continuarían hasta 1985, dirigidas por F. Molina Fajardo. Los datos conocidos sobre la siguiente cam- paña desarrollada en la finca de El Majuelo (1982-1983) (Molina y Jiménez, 1983) son también esca- sos. Durante la misma se excava- ron estancias que se relacionaron con tareas de administración, almacenaje y tal vez basureros o zonas destinadas a los desperdi- cios. La cronología apuntada como resultado de los trabajos anteriores fue confirmada, propo- niendo sus excavadores el inicio de las actividades en la factoría en la segunda mitad del s. I a. C., y su posible perduración en época medieval. Se constató así mismo una etapa de gran actividad entre los ss. II y IV.
La campaña de 1984 permitió, por su parte, retrasar de forma significativa el inicio de las acti- vidades relacionadas con las salazones, pues en el corte E-IV se localizaron materiales griegos, púni- cos e ibéricos (Molina et al., 1984), formando parte de una estratigrafía que abarcaba desde fina- les del s. V o principios del IV a. C. hasta el I d. C. Sin embargo, no fue posible adscribir ninguna estructura a la etapa prerromana hasta que en 1999 se llevó a cabo una excavación de urgencia a unos 50 m al norte del límite de la finca de El Majuelo en la que según Molina (2000: 176) se documentó un muro de cronología púnica sobre el que se asentaba una cloaca romana.
2.3. El puerto
De las notas y dibujos realizados por Sotoma- yor a los que hemos tenido acceso, se desprende que durante la campaña de excavaciones de 1972 apareció en el corte 2 un elemento que podría vincularse con la existencia de una estructura portuaria en el estero occidental del municipio sexitano. Se trata concretamente de una piedra horadada empotrada en el muro f, en el extremo sur del corte, que funcionaría como noray o ani- llo de amarre para embarcaciones (Figs. 6 y 7), pero del que lamentablemente no se aportan más datos que su ubicación en planta (a escala 1:100) y el dibujo que aquí reproducimos, que carece de escala. Lamentablemente la zona en la que este elemento fue hallado fue posteriormente reente- rrada para la creación del Jardín Botánico El Majuelo y hoy en día resulta imposible obtener datos tan fundamentales como por ejemplo sus dimensiones o su altura con respecto al nivel del mar en la actualidad.
Los trabajos de excavación en esta zona evi- denciaron la ausencia de piletas, circunstancia que podría llevar a plantear la posibilidad de que se tratase de un sector externo a la zona de pro- ducción propiamente dicha, debiendo tal vez ser relacionado más bien con una zona de almacenaje, ya fuera de utensilios de pesca5, del pescado a su lle- gada a las instalaciones, o ya del producto terminado y envasado.
A pesar de tratarse de un elemento ciertamente escue- to en relación a la afirma- ción de la existencia en este sector de la ciudad antigua de un puerto, la realidad es que este tipo de elementos, relativamente comunes en el Mediterráneo, se vincula al atraque y amarre de embar- caciones en estructuras por- tuarias de mayor o menor envergadura. Parece que este anillo de amarre constituye uno de los pocos ejemplos documentados para época romana en la Península Ibérica6, aunque el estudio de elementos similares en diferentes puertos del Imperio, tanto marítimos como fluviales, ha permitido observar una cierta diversidad en sus características.
En algunas ocasiones los sillares en los que se encuentra horadado el elemento de amarre apare- cen dispuestos en posición vertical, caso por ejem- plo de algunos de los hallados en el puerto fluvial sobre el Tíber (Mocchegiani, 1982: 157, fig. 6 y 163, fig. 15) o en la Isla de Giannutri, frente a las costas italianas (Cavazzuti, 1998: 127, figs. 14, 20 y 21; Ciampoltrini y Rendini, 2004: 144-145); y en otras en horizontal, como los documentados en Aquileia (Brusin, 1934: 19 y fig. 11) o Sarepta (Pritchard, 1971: pl. II y IV)7 y que es el caso tam- bién del de Almuñécar.
Del mismo modo existen diferencias en relación a la dirección en la que se dispone el agujero para el amarre. En la mayoría de las ocasiones, éste se abre horizontalmente, es decir, paralelo a la superficie del agua, como sucede en el documentado en Almuñé- car, además de en aquellos descritos en el Tíber (Le Gall, 1953: pls. X, XII, XV y XIX), en Portus (Testa- guzza, 1970: 162; Meiggs, 1973: 162), la línea de amarres documentada en Porta Marina (Pompeya) (Curti, 2005: 54-60) y en algunos de los hallados en Aquileia. En este último caso, también se docu- mentaron varios ejemplos en los que el agujero de amarre aparecía dispuesto transversalmente a la superficie del agua (Brusin, 1934: 19, 21 y 26).
En la mayoría de las ocasiones, como también ocurre con el anillo de El Majuelo o el de Portus representado en el Relieve de Torlonia (Boetto, 2001: 403; Keay y Millet, 2005: 314), estos care- cen de ornamentación alguna, aunque existen casos en los que los sillares en los que se tallaron los discos presentan motivos figurativos, como algunos ejemplos de un edificio de época trajanea o adrianea al borde del Tíber en las cercanías del Testaccio (Mocchegiani, 1982: 154, 159 fig. 9; Le Gall, 1953: pl. X).
3. Sexsi, ciudad portuaria
La localización geográfica del municipio sexi- tano en la orilla mediterránea hace prácticamente obligado el desarrollo de una actividad portuaria, a partir de la cual dar salida no solamente a su importante producción salazonera8, bien conocida en el Mediterráneo9, sino también muy probable- mente a otros productos elaborados en los alrede- dores de la ciudad. En este sentido no debe olvidarse el potencial agrícola del territorium sexi- tano, pues aunque la pronunciada orografía de la región posiblemente redujo las posibilidades de cultivo de determinadas especies, la realidad es que este condicionante no debió ser impedimento para el desarrollo de otro tipo de plantaciones, principalmente la vid (Sánchez López, 2011). Merece ser destacada su posterior transformación en vino, evidenciada en lagares como el excavado en la Loma de Ceres (Gener et al., 1993: 976; Peña, 2010: 579-580) o en la importancia de la producción de envases vinarios en los alfares iden- tificados en la desembocadura del Guadalfeo (Bernal, 1998; Sánchez López, 2011).
El puerto a través del cual se dio salida a estos productos seguramente no requeriría la construc- ción de infraestructura alguna en el caso, por ejemplo, de que los esteros que existían a ambos lados de la ciudad (Fig. 1), en la desembocadura de los ríos Verde y Seco, funcionaran a modo de fondeaderos10. Pues la accidentada orografía del terreno favorecería la protección frente a los vien- tos y las corrientes de ambos enclaves, convirtién- dolos en lugares a priori adecuados para el anclaje de las embarcaciones de mayor calado, que serían descargadas mediante barcas, mientras que los pequeños barcos de pesca podrían encallar direc- tamente en la playa.
Sin embargo, en el caso sexitano parece que sí se recurrió a la construcción de algunos elementos que facilitaran estas labores. Además del anillo de amarre documentado en 1972 en el estero occi- dental, a unos 280 m de la línea de costa actual, existen referencias antiguas al hallazgo de estruc- turas en el oriental, que en su momento también fueron relacionadas con la posible existencia de una estructura portuaria. Concretamente Ruiz Fernández11 (1990: 750-751) destaca el hallazgo, aunque sin aportar fechas, de un espigón de opus caementicium localizado en el sector X, correspon- diente a lo que hoy es el paseo del Altillo, plaza de la Rosa y parte de la avenida de Andalucía; el mismo sector en que Del Moral (1981: 25) cita el hallazgo, concretamente en la calle Bilbao, de bloques de piedra labrada, sobre los que se asienta la cimentación de un edificio moderno, y que vin- cula a los restos de un puerto antiguo. Puede que alguno de estos elementos coincida con el "puerto romano descubierto, aunque no estudiado, en 1928 al construirse un edificio moderno" citado por Fontana Tarrats (1946: 374). A estos elemen- tos hay que añadir que en este estero oriental debió ubicarse el puerto de la ciudad en época islámica, según se desprende de su descripción como "fondeadero de verano" realizada por el geó- grafo al-Himyari (Molina y Gómez, 2008: 77).
Cuestión aparte es la de la importancia de Almuñécar como puerto en el Mediterráneo durante la Antigüedad. Para Etienne y Mayet (1998a), la jerarquía de los puertos hispanos se puede establecer a partir de la obra de Estrabón, quien calificaría de emporiae a aquellas ciudades que centralizaban y comercializaban la produc- ción de la región circundante. Y utilizan este esquema para resolver la cuestión de la heteroge- neidad de la carga de algunos de los pecios cono- cidos en el entorno, pues teniendo en cuenta que los barcos, por cuestiones de estabilidad, debían salir del puerto con la carga completa, el diverso origen geográfico de los productos transportados debería ser fruto, según estos autores, del carácter centralizador de los almacenes portuarios de ciu- dades como Gades, hacia donde consideran que confluirían los productos para ser posteriormente enviados a Roma. Sería por tanto desde aquí desde donde, según su hipótesis, se exportaría por ejemplo toda la producción de salazones y salsas de pescado del sur hispano12, que por ello recibi- ría la denominación genérica de garum hispanum (Etienne y Mayet, 1998a y 1998b). Según este planteamiento, el puerto sexitano funcionaría por tanto como enclave menor, hipótesis compartida por García Vargas, que incluye a Sexs entre los pequeños fondeaderos o puertos naturales más o menos acondicionados, vinculados a ciudades secundarias, las ignobilia oppida de Mela, que fun- cionarían como "puntos de actividad pesquera, de apoyo a la navegación costera o de conexión entre las ciudades de la costa y su hinterland y las rutas de navegación regionales e internacionales" (Gar- cía et al., 2004: 11).
Frente a estos planteamientos, Liou y Rodrí- guez Almeida (2000) defienden que Almuñécar, a pesar de no ser nombrada por Estrabón como emporion, exportó desde su propio puerto unas salazones sobradamente conocidas en el Medite- rráneo, llegando hasta el punto de proponer este como el punto desde el que zarpó, en la segunda mitad del s. I d. C., el conocido como Pecio Gan- dolfo, Almería13; en el que se ha documentado un titulus pictus sobre Dressel 14 en el que se identi- fica su contenido con un producto elaborado a partir de saxitanii. Sin embargo, a nuestro enten- der, la identificación del contenido del ánfora con aquella especie citada por Plinio y Marcial14, cuyo nombre se asemeja innegablemente al de la ciu- dad, no constituye motivo suficiente para concluir que realmente fue este el puerto de partida de la nave ni para deducir la importancia del mismo en el comercio mediterráneo.
1 Proyecto liderado por Arteaga, Hoffman, Schubart y Schulz y titulado "Evolución de erosión y sedimentación durante el Holoceno entre la costa y la cordillera en el Sur de España y su importancia para los yacimientos arqueológicos, sobre todo fenicios, situados en el litoral de la Andalucía mediterránea". Estaba destinado a recons- truir la paleocosta de Andalucía al Este del Estrecho de Gibraltar.
2 Raya Praena, I.: Carta de riesgo arqueológico de Almu- ñécar, documento inédito sin fecha, depositado en la Sub- delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en Granada.
3 Las excavaciones desarrolladas en las últimas décadas del s. XX y principios del s. XXI han demostrado que la actividad salazonera antigua en Sexi Firmum Iulium exce- dió en mucho los límites de la actual finca de El Majuelo (Sánchez et al., 2010). Entre los hallazgos destacan las excavaciones sistemáticas llevadas a cabo en un solar enmarcado por las calles Europa, Vélez y Puerta de Vélez (Puerta, D.; Cabrera, E. y Burgos, A.: "Intervención arqueológica preventiva realizada en Puerta de Vélez n.° 2 y Avenida de Europa (Pensión Marina), Almuñécar. Gra- nada", Anuario Arqueológico de Andalucía 2007, en pren- sa) y en el número 37 de la c/ Morería [Molina Fajardo, 2000: 181; Puerta, D. y Burgos, A.: "Informe de inter- vención arqueológica preventiva en el solar situado en la c/ Morería Alta n.° 37 de Almuñécar (Granada)", Anuario Arqueológico de Andalucía 2010, en prensa].
4 Queremos hacer constar nuestro agradecimiento a M. Sotomayor por habernos facilitado el acceso al diario de la excavación (Sotomayor Muro, M. [1972]: Memoria de las excavaciones en El Majuelo, Almuñécar, documento iné- dito) que nos ha permitido conocer los resultados de las mismas. Parte de las estructuras excavadas, muchas de ellas posteriormente vueltas a enterrar, serían brevemente descritas por Molina Fajardo y Jiménez Contreras (1983: 284-285).
5 Como podría evidenciar el hallazgo de numerosos anzuelos, agujas de hueso, pesas de telar y pesas de red.
6 Entre los pocos elementos de amarre documentados en Hispania se encuentran algunas perforaciones en los sillares que forman el embarcadero romano de La Albufe- reta, donde parece que también se documentó la existen- cia de una argolla de hierro que debió cumplir una finalidad similar (Ortega et al., 2004: 95).
7 Cf. también Carayon, N. (2008): Les ports pheniciens et puniques. Geomorphologie et infrastructures, tesis docto- ral inédita presentada en 2008 en la Univ. Strasbourg II - Marc Bloch, p. 292 y fig. 21.07.
8 Para Edmondson (1990) la localización en medio urbano de numerosas factorías de salazones, concretamen- te en el ámbito lusitano, presenta ventajas fundamentales como la existencia de población suficiente para satisfacer la mayor demanda de mano de obra durante el periodo estival o de un mercado cercano, cuyo abastecimiento implicaría costes de transporte mínimos, pero también y de manera fundamental el hecho de que esta localización facilita la exportación de los productos.
9 Las salazones procedentes de Almuñécar aparecen referidas en las fuentes desde el s. III a. C., fecha en la que Dífilo de Sínope elogia el salazón sexitano, comparándolo con el que a su entender es el mejor producto de este tipo, el de Aminclas. Posteriormente las elaboraciones sexitanas serían citadas por Estrabón (III, 4, 2), que hace referencia a la existencia de un tipo de salazón que recibe su nombre de esta población, y por Plinio el Viejo (HN, XXXII, 146), que habla de un pez típico de estas costas denominado sexitanus y también citado por Marcial (Epigr. 78). Son estas referencias literarias las que demues- tran no ya la importancia de la producción de derivados del mar en Sex, sino de manera fundamental su comercia- lización por todo el Mediterráneo.
10 Los estudios llevados a cabo dentro del "Proyecto Costa", en la desembocadura de los ríos Verde y Seco, supusieron la realización de un total de 37 perforaciones que permitieron concluir que los esteros comenzaron a colmatarse con sedimentos de procedencia terrestre a una mayor velocidad a partir del 850 a. C., siendo el oriental el que más acusó dicha colmatación. El proceso continuó de forma paulatina durante el periodo romano y medieval (Arteaga, 1987; Hoffmann, 1988).
11 Ruiz Fernández, A.: Urbanismo antiguo de Almuñé- car, tesis doctoral inédita presentada en 1990.
12 Plantean también la posibilidad de que Malaka constituya otro de los puertos centralizadores y exporta- dores de salazones (Etienne y Mayet, 1998a: 160-162).
13 Para Liou y Rodríguez Almeida (2000: 25) la diver- sidad geográfica de la carga se explicaría más bien por el almacenaje en Almuñécar de una carga que previamente hubiese llegado de Lixus.
14 Cf. n. 6.
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Elena SÁNCHEZ LÓPEZ
Dpto. de Prehistoria y Arqueología. Facultad de Filosofía y Letras. Campus de Cartuja, s/n. 18071 Granada. Correo-e: [email protected]
Recepción: 11/01/2013; Revisión: 12/04/2013; Aceptación: 2/09/2013
BIBLID [0514-7336 (2013) LXXII, julio-diciembre; 139-151]
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Copyright Ediciones Universidad de Salamanca Jul-Dec 2013
Abstract
The excavations developed by Manuel Sotomayor in 1972 in El Majuelo (Almuñécar, Granada), allowed to confirm the existence in the Western urban sector of a Roman wide salted-fish factory. Nevertheless, in spite of the fact that the excavations in the factory happened until middle of the decade of the eighties of XXth century, the results of the above mentioned campaign were still unpublished. We offer here a review of the principal results obtained in the six realized cuts concentring particularly on the finding and documentation of the only sure evidence of the existence of some type of port structure on the municipium Sexi Firmum Iulium. It is a question of concretely of a bollard realized in stone, an element that we consider allows us to raise the possibility that Almuñécar's Roman port was not working simply as an anchoring-place, typology to the one that might answer the medieval port in words of to al-Himyari, but in Roman epoch it would possess certain type of conditionings destined for the tie of the ships.
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