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El valor de los programas de becas en la educación superior Miller, Dinorah (2009). La equidad en la universidad. Pronabes y la condición de juventud de los estudiantes. Una mirada desde la uam, col. Biblioteca de la educación superior, serie Investigadores, Ciudad de México: anuies.
Daniel Cuéllar Martínez
En las últimas cuatro décadas el viraje de las políticas públicas de educación superior del Estado mexicano ha tomado una dirección integradora, ya que los programas de apoyo educativo en los procesos de diseño, implementación y población objetivo han involucrado a actores fuera de la esfera del gobierno; los actores sociales se han integrado a tal punto de ser copartícipes en la evaluación y renovación de las políticas, generando lo que tuvo a bien llamar Linblom (Aguilar, 2003) una postura incrementalista, es decir, estrategias de acción, las cuales parten de políticas anteriores, compartiendo líneas generales con diseños y propuestas innovadoras que buscan atender los huecos no cubiertos por las estrategias previas.
En el caso de las políticas de educación superior, el Estado mexicano comenzó una planeación de nuevas estrategias a partir de la década de los ochenta, atendiendo la demanda social por educación superior como resultado del Plan de Once Años y las revueltas estudiantiles de mediados de los años sesenta y setenta. Las estrategias del Estado para atender a la educación terciaria están asociadas, en lo particular, con la asignación de recursos para su funcionamiento; tal como lo han comentado algunos investigadores (López Zárate, 1996; anuies, 2003 y Mendoza, 2010:391-417), el financiamiento a la educación está ligado con la estabilidad política y económica del país. En 1982 la economía mexicana se vio profundamente debilitada por la baja de los precios del petróleo, al que se había apostado; con ello la deuda se incrementó al grado de ver como alternativa el ingreso a organizamos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, donde el gobierno se involucró en una dinámica de optimizar el uso de los recursos del propio Estado, con miras a elevar la calidad de los servicios y promover la rendición de cuentas. Es con este telón de fondo que los sectores de salud, desarrollo social, económico, educativo y algunos más comenzaron a tener nuevas estrategias incorporadas a la de los organismos internacionales.