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En los últimos años y bajo el patrocinio de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) han aparecido numerosos ensayos y reportajes sobre aspectos concretos de la etapa franquista, centrados en las víctimas y en los testimonios directos de quienes vivieron aquellos tiempos. Los campos de concentración, el hambre, el estraperlo, las fosas comunes, las tristes vidas de la posguerra forman parte del amplio abanico de la historiografía española actual. Teniendo en cuenta las aportaciones socio-culturales mencionadas, las páginas que siguen ponen de relieve el doble y contradictorio código de valores morales en el universo mental de Ia España de posguerra. En este sentido el régimen encabezado por Franco articuló un código de moral estricto dispuesto a velar por las buenas costumbres en la construcción del Nuevo Estado logrando ocultar de cara a la opinión pública, su perfecto entendimiento con el mundo de la prostitución de burdel tolerada hasta 1956.1
Para alcanzar nuestro propósito, analizamos, en un principio, el discurso oficial en aspectos relativos a la moralidad, al matrimonio y a la familia. Un discurso elaborado y manipulador que ha venido construyéndose a lo largo de la historia de la humanidad por los aparatos ideológicos de Estado, y cuyo mecanismo, aseveta Foucault, "reaches into the very grain of individuals, touches their bodies and insert itselfs into their actions and attitudes, their discourses, learning process and everyday life" (39). Este discurso barroco, según denominación de Carbayo, "va a ser el discurso del poder, un poder, como la misma ideología, monolítico y aplastante, que va a alcanzarlo todo y a penetrar en todo, un poder que va a alcanzar particularmente al mundo de las mujeres y va a penetrar en su subjetividad" (4 1).2
No obstante, también Foucault nos habla de como el discurso del poder se encuentra indisolublemente unido al de la resistencia. En este sentido, García Canal, siguiendo el concepto de resistencia elaborado por el pensador francés, plantea de que "Si el poder es una relación de fuerza, la fuerza puede ser observada desde una doble dimensión: su capacidad de afectar o bien de ser afectada. La capacidad de afectar lleva implícito el ejercicio del poder, en tanto que el ser afectado provoca la capacidad de resistencia." Esta resistencia, continua García Canal,...