¿Qué es la alianza terapéutica?;
En el proceso psicoterapéutico es necesaria e imprescindible la presencia de una relación interpersonal entre el terapeuta y el paciente (Fluckiger et al., 2018). Para poder definir esta relación y destacar su importancia, se creó el constructe Alianza Terapéutica (AT) que se considera una construcción conjunta entre paciente y terapeuta que se genera y varía a large la terapia (Navia y Arias, 2012).
El concepte AT ha cambiado a large la historia. Un pequeño repaso históricebe comenzar con Freud, que en el año 1913 definió la AT como un aspecto transferencial imprescindible para que el paciente comprendiese las explicaciones del terapeuta y las tomase como válidas. Posteriormente Zetzel (1956) diferenció entre el término transferencia y alianza y Hartley (1985) lo hizo entre relación real y alianza de trabajo. Sin lugar a duda, el concepto es asumido por todas las escuelas psicoterapéuticas, pero separándose de la visión transferencial psicoanalítica. Desde el movimiento humanista, Rogers (1951) consideraba ser empático, congruente y aceptar incondicionalmente al paciente tres aspectos clave para establecer una apropiada AT. Posteriormente, otros autores consideraron que el aspecto que correlacionaba con la AT era la empatía fundamentalmente (Horvarth y Luborsky, 1993). Con la llegada de la modificación de conducta clásica se comenzó a plantear la terapia como un proceso en el que el paciente aprende o modifica ciertas conductas o hábitos, por lo que se postulaba que la calidad técnica de las intervenciones del terapeuta era el elemento esencial. De esta manera no se concedía importancia alguna a la AT. Nbstante, con la que podríamos llamar revolución cognitiva de la psicoterapia, volvió el interés por la AT. De hecho, se llegó a considerar como un elemento centrael proceso terapéutico (Newman, 1998).
Dos son los autores y las definiciones más aceptadas en torno al concepto actuae alianza terapéutica: Bordin y Luborsky. Bordin (1979) define AT como el encaje y colaboración entre paciente y terapeuta, como una relación consciente que involucra acuerdos y colaboración entre terapeuta y paciente e identifica tres componentes que la configuran: 1) acuerdo en las tareas, 2) vínculo positivo y 3) acuerdo en los objetivos. Esta se considera una definición transteórica (Santibañez et al., 2009).
Por otrado, Luborsky (1976) postula una definición más cercana a la visión psicodinámica, considerando que la AT es una entidainámica que evoluciona con los cambios de las demandas de las diferentes fases de la terapia. Además, diferencia entre dos tipos de alianza: una alianza Tipo 1 que se da al inicie la terapia y es la sensación que experimenta el paciente en su recepción por parte del terapeuta y una Tipo 2 que se da en fases posteriores y se define como una sensación de trabajo conjunto.
Es taa importancia que el constructo tiene hoy en día en el campe la psicoterapia que hay diversas investigaciones que pretenden definir variables que afectarían a la formación de una AT de calidad. Algunos autores han examinada posible relación entre la AT y la experiencia del terapeuta encontrando que a mayor experiencia se tiende a desarrollar una AT de mayor calidad (Casari et al., 2018). Otro ejemplo, son investigaciones que se han planteado si existen habilidades potencialmente entrenables para enseñar a los terapeutas a construir una AT de calidad. Al respecto, una de las conclusiones que reúne bastante evidencia empírica es que el use protocolos manualizados durante el proceso psicoterapéutico suele derivar en un deteriore la AT (Santibañez et al., 2009).
Alianza Terapéutica y relación con el éxitel proceso psicoterapéutico
Existe un interés creciente por descubrir la relación entre la calidae la AT y los resultados de la psicoterapia. Diversas investigaciones revelan que la AT es un elemente suma importancia en la consecución de resultados positivos en psicoterapia y que es una de las variables que más modula la relación entre proceso y resultado psicoterapéutico en diferentes orientaciones teóricas y en diferentes formatos de terapia (p.ej., Chen et al., 2019). Esta transversalidad no impide que cada escuela tenga una visión diferencial sobre el papetorgado a la AT. Siguiendo a Zuroff y Blatt (2006) se puede hablar de la existencia de cuatro posicionamientos respecto al tipe relación que se establece entre la AT y los resultados positivos en psicoterapia. El primero es la visión de los terapeutas cognitivo conductuales contemporáneos. Estos afirman que la AT es necesaria para la efectividae muchas técnicas en particular, pero no suficiente para explicar el potenciae éstas. La segunda postura afirma que la AT contribuye directamente en los resultados de la psicoterapia, pero sus efectos son independientes de las técnicas que se apliquen. En tercer lugar, se encuentra un acercamiento que afirma que la AT depende de la aplicación de un determinado grupe técnicas sin las cuales no estará presente. Por último, existe una visión más escéptica (y contraria a la evidencia empírica) que afirma que no es necesaria la existencia de una AT robusta para obrar cambios psicoterapéuticos positivos.
Es imprescindible citar el meta-análisis de Fluckiger et al. (2018) a la hora de hablar de la relación entre AT y el resultade los tratamientos psicoterapéuticos ya que es la referencia más actualizada hasta la fecha que revisa de una manera exhaustiva este aspecto. Los resultados de este trabajo confirman que la AT es un elemente gran importancia para lograr unos resultados psicoterapéuticos óptimos.
Algunos estudios más clásicos han intentado cuantificar el grade mejora en el paciente que se puede atribuir a la AT encontrándose resultados contradictorios. Algunos estudios hablan de una proporción del 30% (Lambert, 1992) mientras que otros llegan hasta un máximel 57% (Gaston et al., 1991). Por otrado, una revisión de Orlinky et al. (1994) informaba que en el 66% de los estudios consultados existía una correlación entre AT y resultade los tratamientos. Por último, cabe destacar que algunos elementos que afectan a la calidae la AT como predictor de éxito son: que sea medida en las primeras sesiones (DeRubeis y Feeley, 1990; Horvath y Luborsky, 1993) y quién la valore, paciente o terapeuta (Bachelor, 1991).
Evaluación psicométrica de la Alianza Terapéutica
Existen diversos instrumentos de medida de la AT, pero nos centraremos en aquel que, por su mayor relevancia, ha sido más utilizado en investigación. Nos estamos refiriendo al Working Alliance Inventory (WAI). Este instrumento fue desarrollado por Horvarth y Greenberg (1989). Consta de 36 ítems auto-aplicados que se pueden dividir en 3 escalas de 12 ítems cada uno que miden los tres componentes de la AT propuestos por Bordin (Objetivos, Tareas y Vínculo). Existe una versión para terapeuta y otra para paciente. Además, cabe destacar que tiene unas adecuadas propiedades psicométricas, tanta versión original (Horvarth y Greenberg, 1989) coma adaptación española (Corbella y Botella, 2004). Nbstante, existen muchos otros instrumentos psicométricos para medir la AT de demostrada calidad entre los que podrían destacarse la Vanderbilt Therapeutic Alliance Scale (VTAS) (Hartley y Strupp, 1983), la Penn Helping Alliance Scales (HAQ) (Alexander y Luborsky, 1986) y el Helping Alliance Questionnaire II (HAQ-II) (Luborsky et al, 1996).
Trastornepresivo mayor
Al comenzar este apartado se torna interesante plasmar los tres sentidos en los que se puede utilizar el términepresión según Vallejo Ruiloba (2015): como síntoma, como síndrome o como enfermedad. Este hecho permite ver lo complicado que resulta definir de manera precisa el término. Nbstante, en el presente trabajo el interés se centra en el términepresión como síndrome y como enfermedad, ya que como síntoma estaríamos hablande la depresión como una característica que acompaña a otros trastornos psíquicos como el trastorne angustia, por ejemplo.
Para definir el término, es obligatorio acudir a la última edición del Manuaiagnóstico y estadístice los trastornos mentales -DSM-5- (APA, 2013), en el que cabe destacar que los trastornos depresivos han pasado a formar una categoría independiente respecto a la edición anterior. En este manual, el trastornepresivo mayor se define coma presencia de cinco (o más) de los siguientes síntomas al menos durante 2 semanas, que representan un cambio respecto a la semana anterior. Por lo menos une los síntomas debe ser (1) estade ánimepresiv (2) pérdida de interés o placer. El reste los síntomas que pueden estar presentes son: pérdida de peso significativa, insomni hipersomnia casi todos los días, agitación o enlentecimiento psicomotores, fatiga o pérdida de energía casi todos los días, sentimientos de inutilida de culpa excesivos o inapropiados, disminución de la capacidad para pensar o concentrarse y/o pensamientos recurrentes de muerte.
Se calcula que el trastornepresivo afecta a más de 300 millones de personas en el mundo y es la principal causa mundiae discapacidad (Ormel et al., 2019). Además, se puede considerar el trastornepresivo mayor como un trastorno complejesde el punte vista terapéutico: su diagnóstico no es sencillo, la sintomatología puede ser fluctuante, su carácter es crónico, el 50% de los pacientes recaen en los primeros 2 años y en torno al 50-75% lo hacen en los primeros 5 años (Ormel et al., 2019).
A la luz de todos estos datos, se torna interesante descubrir qué aspectos podrían hacer el tratamiento psicoterapéutice los trastornos depresivos más eficaz con el fin de disminuir sus ratios de recaída, por ejemplo. En cuanto a la relación entre el tratamiento psicoterapéutice la depresión y la calidae la AT establecida, existe un metaanálisis reciente que aborda esta temática. Nbstante, solo toma en consideración estudios realizados con tratamientos cognitivo-conductuales (TCC) (Cameron et al., 2018). Los resultados de este trabajo apuntan una relación moderada (r = 0.26) entre los niveles de la AT y los resultados de aplicar TCC a pacientes diagnosticados de depresión.
Tomando como referencia todo anterior, ebjetivel presente artículo es realizar una revisión narrativa de la evidencia existente sobre cóma calidae la AT puede afectar a la efectividael tratamiento psicoterapéutice la depresión, sin limitarse a una corriente psicoterapéutica concreta.
Método
Para la realización del presente trabajo, se ejecutó una búsqueda en noviembre de 2019 en las bases de datos electrónicas PsycInfo, PsycArticle y Pubmed. Se introdujeron los siguientes campos en euscador (tanto en inglés como en castellano): “Therapeutic Alliance” ANepression AND Clinical Psychology (“Alianza Terapéutica” ANepresión AND Psicología Clínica). Cabe destacar que se solicitó como criterie inclusión que los términos “Therapeutic Alliance” y “Depression” estuvieran reflejados en el resumen de los trabajos a mostrar. Otros criterios aplicados en la búsqueda bibliográfica fueron la selección de trabajos revisados por expertos, la selección de artículos en españo inglés, la selección únicamente de artículos de revistas o capítulos de libros, la inclusión de aquellos trabajos realizados desde el año 2000 hacia delante y únicamente los trabajos cuya muestra de estudio estuviera compuesta por sujetos adultos (con más de 18 años de edad).
Se obtuvieron 188 resultados con la presente búsqueda. De ellos, fueron seleccionados 13 (figura 1). Los criterios de exclusión en esta fase fueron que los trabajos estudiaran la problemática en otros trastornos psiquiátricos a parte del episodiepresivo mayor, que se incluyeran menores de edad en la muestra y que ebjetivel estudio no se ajustara ael presente trabajo.
Figura 1
Diagrama de flujo sobre la búsqueda efectuada
Cabe destacar que los 13 trabajos que se incluyen en la presente revisión se podrían englobar baja denominación de estudios empíricos, ya que contienen una metodología en su diseño experimenta descriptivo-correlacional.
Resultados
En la Tabla 1 se recogen las principales características de los estudios incluidos en la presente revisión ordenados por añe publicación. También se incluyen su tamaño muestral, eiseño utilizado y los momentos de medida efectuados, el númere sesiones, las corrientes terapéuticas empleadas, los instrumentos de evaluación aplicados y los principales resultados respecto a la relación entre los valores de la AT y el éxite los procesos psicoterapéuticos para tratar la depresión.
Tabla 1
Resumen de todos los estudios contenidos en la presente revisión
BDI: Beck Depression Inventory (Beck et al., 1961); BDI-II: Beck Depression Inventory-Second Edition (Beck et al., 1996); B-L-RI: Barret-Lennard Relationship Inventory (Barrett-Lennard, 1962); BPRS: The Bern Post-Session Report (Flückiger et al., 2010); BSP: Brief supportive psychotherapy (Rogers, 1951; Novalis et al., 1993); CBASP: Cognitive behavioral analysis system of psychotherapy (McCullough, 2000); EACs: Enhanced Adaptative Capacities (Blatt et al., 2000); GAS: Global Adjustment Scale (Endicott et al., 1976); HAQ: Helping Alliance Questionnaiore (Luborsky 1984); HRSD: Hamilton Rating Scale for Depression (Hamilton, 1967); MADRS: Montgomery Asberg Depression Rating Scale (Montgomery y Asberg, 1979); M-CBT: Maintenance Cognitive-Behavioral Therapy (Risch et al., 2012); SAS: Social Adjustment Scale (Weissman y Paykel, 1974); SCID: Structured Clinical Interview for the DSM (Spitzer et al., 1987); SCL-90: Symptom Checklist (Derogatis et al., 1973); TCC: Terapia Cognitivo Conductual; TIP: Terapia Interpersonal; TSEFT: Telephone Supportive emotion focused therapy (Greenberg et al., 1993); VTAS: Vanderbilt Therapeutic Alliance Scale (Hartley y Strupp, 1983); WAI: Working Alliance Inventory (Horvarth y Greenberg, 1989).
Une los primeros trabajos incluido en la revisión es el trabajo realizado por Klein et al. (2003). En él, los autores contaron con una muestra de 367 pacientes diagnosticados de depresión mayor crónica (de al menos 2 años de evolución) siguiendo criterios de DSM-IV. Estos pacientes llevaron a cabo un programa de tratamiento cognitivo-conductuareve y estructuradiseñado específicamente para el tratamiente la depresión crónica (Cognitive-behavioral analysis system of psychoterapy) (McCullough, 2000). Cabe destacar que existían dos grupos de tratamiento: une terapia psicológica exclusivamente y otro combinada con medicación. Une los elementos por los que destaca el trabaje Klein y colaboradores es que pusieron el foco en la AT temprana llegando a la conclusión de que esta (medida en la segunda sesión mediante la versión para pacientes del Inventarie Alianza Terapéutica -WAI-), era un predictor robustel cambio sintomatológico en el tratamiento cognitivo-conductuae la depresión crónica. Por otrado, los autores destacaron que estos resultados niferían entre el grupo tratado con fármacos y el que no, aunque de media a large todo el proceso (no solo al principio) los sujetos pertenecientes al grupo tratado con antidepresivos obtuvieron unas puntuaciones superiores en AT. En cuanto a cómo afectan otras variables, se concluyó que añadir las características de los pacientes al modelo no aportaba prácticamente nada. Únicamente sorprende comprobar que aquellos sujetos con una depresión más cronificada y con historia de abuse sustancias se veían más beneficiados de la relación entre AT y resultado, mostrándose mayor reducción de la sintomatología depresiva. Por último, los autores también se preguntaron si la relación sería bidireccional, es decir, si la severidae los síntomas y las mejoras tempranas afectan a la AT. Comprobaron que no existía tal relación.
Como se ha indicado anteriormente, Klein et al. (2003) concluyeron que añadir las características de los pacientes no aportaba nada al estudie cómo se relacionan AT y éxito en el tratamiente la depresión. Este hecho también fue abordado en el trabaje De Bolle et al. (2010). Estos autores llevaron a cabo un estudio utilizando un análisis multinivel con ebjetive evaluar si la relación entre la AT y la mejora clínica estaba moderada por alguna característica específica de los pacientes. De esta manera hallaron que en general, mayores puntuaciones en AT producían una mejora más rápida en el tiempo, pero que este efecto era más potente en aquellos pacientes con comorbilidad en el eje II, en sujetos divorciados o separados y en aquellos que se encontraban desempleados en el momente la intervención. Además, pudieron constatar que, ante una mayor severidael trastornepresivo, altas puntuaciones en AT predecían un descense la sintomatología más rápido, en contraposición con contar con una historia de enfermedad psiquiátrica que predecía un descense la sintomatología más lento.
El enfoque de Klein et al. (2003) centranda atención en la AT temprana ha sido reproducido en otros trabajos como ee Arnow et al. (2013). Estos autores distribuyeron a sus 224 pacientes con al menos 4 meses de diagnóstice episodiepresivo mayor en dos grupos de tratamiento: une tratamiento cognitivo-conductual y etrasado en la terapia centrada en la persona desarrollada por Rogers en el 1951. Pudieron constatar que la interacción del grupe tratamiento con la puntuación en la AT fue significativa, observándose una disminución estadísticamente superior de la sintomatología depresiva en el grupe la terapia cognitivo-conductual. Llegado este punto cabe preguntarse si el efecto y magnitue la AT difiere dependiendel tipe abordaje terapéutico que se realice (como en este último caso), o si por el contrario no es una variable a tener en cuenta. En la presente revisión bastantes trabajos abordaron esta cuestión. Todos estos resultados se encuentran resumidos en la Tabla 2.
Tabla 2
Trabajos que abordan si existen diferencias en la relación AT y éxito terapéutico en función del tipe corriente psicoterapéutica
BSP: Brief supportive psychotherapy (Rogers, 1951; Novalis et al., 1993); CBASP: Cognitive behavioral analysis system of psychotherapy (McCullough, 2000); TCC: Terapia Cognitivo Conductual; TIP: Terapia Interpersonal; TSEFT: Telephone Supportive emotion focused therapy (Greenberg et al., 1993).
Por último, cabe destacar que Arnow et al. (2013) dejaron constancia de que la relación no se cumplía de manera inversa, es decir, que cambios tempranos en la severidae la sintomatología no garantizaban que la AT fuera a ser alta.
Mención aparte merece el trabaje Zuroff y Blatt del año 2006 debido a la rigurosidad aportada a la hora de cuantificar las repercusiones de la depresión en los 191 sujetos diagnosticados con los que contaron en su muestra. Estos autores utilizan el término “desajuste” para referirse a la repercusión que tiene la depresión en la funcionalidad y adaptación de la vida diaria de las personas. Para cuantificar ese “desajuste” utilizaron un paquete de cuestionarios muy extenso, hecho que dota de una gran validez de constructo a su estudio. Los resultados obtenidos permitieron a los investigadores concluir que una percepción temprana de la calidae la relación terapeuta – paciente predecía el nivee descensel “desajuste”. Nbstante, cabe destacar que los tamaños del efecto hallados fueron pequeños.
Por otrado, nos encontramos con la propuesta de Falkeström y Ekeblad (2016). Estos investigadores quisieron observar si al alterarse los valores de la AT en una sesión, esta alteración podía predecir con qué magnitud sintomatológica acudiría el paciente a la siguiente sesión. Mediante un complejo modele regresión encontraron que cuanda AT mejoraba en 1 punto en una sesión respecto a la anterior medida con el WAI (Horvarth y Greenberg, 1989), la sintomatología depresiva medida mediante eDI-II (Beck et al., 1996) decrecía ente 4.35 y 4.92 puntos en la siguiente sesión. La regresión contraria (cómo afecta la disminución de la sintomatología depresiva sobre la AT) obtuvo resultados estadísticamente significativos, constatándose que, una mejora temprana del paciente producía la generación de una AT más potente. Similar es el análisis que efectúa Schwartz et al. (2018) llegando a la misma conclusión: altos niveles de AT determinan un pronóstico más favorable del paciente en cuanto a la sintomatología depresiva.
Cabe destacar que existen trabajos que no cuantifican el éxito terapéutico en función de la disminución de la sintomatología depresiva. Une ellos es ee Cooper et al. (2016), en el que los autores hipotetizaron que una AT temprana se relacionaría con un bajo riesge abandonel tratamiento psicoterapéutice la depresión. Con los datos obtenidos los autores confirmaron su hipótesis, concluyendo que la AT era un predictor significativel riesge abandono, cuantificando esta correlación con un valor de -.61. Por otrado, se puede destacar el trabaje Weck y sus colaboradores (2016) que estudiaron la AT como un factor para prevenir la recaída en la depresión. Con los datos obtenidos se reveló la existencia de un efecto significative la AT en el riesge recaída, encontrando que incrementandos niveles de la AT el riesge recaída decrecía significativamente.
Resulta interesante tras la realización de esta revisión, explorar aquellos trabajos que han examinada relación entre la AT y el éxito terapéutico en modalidades terapéuticas menos convencionales (de manera on-line o telefónicamente). En primer lugar, podría destacarse el trabajlevado a cabo por Preschl et al. (2011). En cuanto a las puntuaciones brutas de AT que obtuvieron de media en los dos grupos que evaluaron (TCC presencial u on-line), estos autores no hallaron diferencias significativas.
Por otrado, el trabaje Beckner et al. (2007), analizó los datos obtenidos tras suministrar dos tipos de terapia de manera telefónica a pacientes con esclerosis múltiple y diagnóstice episodiepresivo mayor. En líneas generales concluyeron que en terapia psicológica vía telefónica existía una relación positiva entre AT y resultade la intervención.
Por último, podría destacarse también el trabaje Meyer et al. (2002) debido a la consideración de las expectativas sobre la terapia como una tercera variable en el estudie la relación entre AT y éxito psicoterapéutico. Tal y como habían hipotetizado, mejores expectativas conllevaban valores más altos de la AT que a su vez conllevaban más éxito en la psicoterapia. Curiosamente, estos autores hallaron que esta relación también existía tomando como punte partida las expectativas de los terapeutas.
Conclusiones y Discusión
Todos y cada une los trabajos expuestos en esta revisión narrativa obtienen datos que apuntan a que cuanto mayor sea la calidae la AT, mayor será el éxito en el tratamiente los trastornos depresivos. Además, cabría destacar que dicha relación se da tomando como referencia cualquiera de las dos definiciones de AT más aceptadas hoy en día: la de Bordin (1979) a de Luborsky (1976), ya que estos resultados se han encontrado tanto en trabajos que han utilizado medidas psicométricas de la AT basada en los postulados de Bordin (p.ej., WAI) y otros en los de Luborsky (p.ej., HAQ). Por otrado, la AT medida en las primeras sesiones parece ser un mejor predictor de los resultados que se obtendrán tras la finalización de proceso terapéutico. De hecho, específicamente en el case la depresión, que tiene un alto índice de recaídas, establecer una buena AT desde las primeras sesiones se torna vital para reducir lo máximo posible el riesge que el paciente recaiga (Weck et al., 2013). Por otrado, tomando en cuenta algunos de los trabajos de la presente revisión (p.ej., Cooper et al., 2016), establecer una AT temprana de calidad podría ser especialmente importante para intentar minimizar el riesge abandono.
Sin embargo, existen aspectos en los que la presente revisión halla discrepancias. Une ellos es si la mejora temprana (iche otra manera, eescenso temprane la sintomatología depresiva) podría conllevar un aumente la AT. Los resultados de los diferentes trabajos expuestos que abordan esta cuestión son contradictorios. Klein et al. (2003) y Arnow et al. (2013) encontraron que la relación entre ambas no era estadísticamente significativa. Nbstante, otros trabajos sí hallaron relaciones estadísticamente significativas entre la disminución temprana de la sintomatología depresiva y las puntuaciones en la AT (Falkeström y Ekeblad, 2016). Es por ello que trabajos futuros deberían examinar esta relación con más detenimiento con ebjetive intentar clarificarla. Encontrar una relación positiva entre mejora temprana y AT podría estimular la creación de intervenciones tempranas que sirvieran para inducir una mejora inicial, lo que garantizaría niveles altos de AT y a su vez conllevaría un aumente las probabilidades de obtener un resultado satisfactorio en el proceso psicoterapéutico.
Otre los aspectos en el que se ponen de manifiesto contradicciones entre los resultados de los diferentes trabajos considerados es ee si las características de los pacientes modulan la relación entre AT y éxito en el tratamiente la depresión. Como se ha indicado anteriormente, Klein et al. (2003) concluyeron que añadir las características de los pacientes, coma eda el sexo, no aportaba nada a la relación de AT y éxito en el tratamiente la depresión. Este hecho es contrario a los resultados obtenidos en el trabaje De Bolle et al. (2010) que afirman que aspectos como, por ejemplo, la presencia de trastornos comorbidos en el eje II afectan a los efectos de la AT sobre el resultado finae la terapia. Otros trabajos encuentran que solo unas mínimas características pueden ser tomadas en cuenta, pero no coinciden entre ellos sobre cuáles son esas características. Por todo ello, parece necesario que investigaciones futuras aborden e intenten clarificar el papee estas variables.
Respecto a si el tipe tratamiento afecta al establecimiente una buena AT y a su relación con el éxito finael tratamiento, solos trabajos encontraron diferencias significativas en este sentido (Arnow et al., 2013; Beckner et al., 2007). Por el contrario, otros cuatro estudios afirmaron que no existen diferencias significativas entre los niveles de AT en función del tipe tratamiento (De Bolle et al., 2010; Falkeström y Ekeblad, 2016; Meyer et al., 2002; Zuroff y Blatt, 2006). Como se destacó en la introducción, hoy en día todas las escuelas psicológicas aceptan que la AT es un aspecto muy importante en la terapia (Corbella y Botella, 2003). Además, la AT ha demostrado ser un buen predictor del resultadel proceso psicoterapéutico en las diferentes modalidades terapéuticas vigentes hoy en día (Luborsky, 2000). Nbstante, cabe destacar que la literatura previa ha encontradiferencias en torno a la magnitue la relación entre AT y éxitependiende la escuela terapéutica empleada. Por ejemplo, Henry y Strupp en el año 1994 comprobaron que la terapia ecléctica y la cognitiva eran en las que la AT predecía mejor el resultado final. Nbstante, hay que tener cautela a la hora de analizar estas diferencias, debido a que los diferentes trabajos difieren en cuanto aiseño metodológico empleado, los instrumentos de evaluación escogidos y la fase en la que se realiza el análisis. Además, nlvidemos que en el presente trabajos datos se centran en el tratamientel episodiepresivo mayor. Es por ello por lo que sería muy útil estandarizar la forma de llevar a cabo estos estudios o valernos de estrategias metanalíticas para clarificar esta cuestión.
Mención aparte merece la propuesta de Meyer et al. (2002) que introduce las expectativas como una tercera variable en la relación estudiada. Sus resultados apuntan que las expectativas actúan fomentando el establecimiente una AT más potente que a su vez puede facilitar la obtención un mejor resultado. El potenciae este hecho radica en que, si la psicología clínica es capaz de generar expectativas positivas sobre los tratamientos para la depresión, esto podría ayudar a incrementar las probabilidades de éxito.
Por otrado, cabe destacar que todos los trabajos utilizan instrumentos psicométricos para la medición de la sintomatología depresiva y los niveles de alianza terapéutica ampliamente respaldados por la investigación previa.
Para terminar, es importante reconocer que el presente trabaje revisión realizado presenta una serie de limitaciones. En primer lugar, todos los artículos incluidos en la presente revisión son de habla inglesa, lo que puede llevar a cometer un sesgo por idioma de publicación. Por otrado, no se han empleado herramientas estadísticas para tratar los datos de los distintos trabajos. Por último, hay que destacar que no se ha examinado cuantitativamente la calidad metodológica de los estudios ni realizado un análisis sistemátice sesgos. Futuras revisiones deberán tener en cuenta estos aspectos.
Sin embargo, sin olvidar estas limitaciones, esta revisión apunta hacia la necesidae considerar la AT como un elemento relevante a la hora de intervenir exitosamente con pacientes con trastornepresivo.
Para citar este artículo: Miguel-Álvaro, A. y Panadero, S. (2021). ¿Existe relación entre la alianza terapéutica y el resultado terapéutico en el tratamiente la depresión?; Análisis y revisión. Clínica Contemporánea, 12(2), Artículo e11. https://doi.org/10.5093/cc2021a13
Alexander, L. B. y Luborsky, L. (1986). The Penn Helping Alliance Scales. En L. S. Greenberg y W. M. Pinsof (Eds.), The psychotherapeutic process: A research handbook (pp. 325-366). Guilford.
American Psychiatric Association - APA. (2014). Manuaiagnóstico y estadístice los trastornos mentales DSM-5 (5ª edición). Madrid: Editorial Médica Panamericana.
Arnow, B. A., Steidtmann, D., Blasey, C., Manber, R., Constantino, M. J., Klein, D. N. y Kocsis, J. H. (2013). The relationship between the therapeutic alliance and treatment outcome in twistinct psychotherapies for chronic depression. Journaf consulting and clinical psychology, 81(4), 627. https://doi.org/10.1037/a0031530
Bordin, E. S. (1979). The generalization of the psychoanalytic concept of the working alliance. Psychotherapy: Theory, Reseach and Practice, 16, 252-260. https://doi.org/10.1037/h0085885
Bachelor, A. (1991). Comparison and relationship tutcome of diverse dimensions of the helping alliance as seen by client and therapist. Psychotherapy, 28(4), 534-549.
Barrett-Lennard, G. T. (1986). The Relationship Inventory now: Issues and advances in theory, method, and use. En L. S. Greenberg y W. M. Pinsof (Eds.), The psychotherapeutic process: A research handbook (pp. 439– 476). Guilford Press.
Beck, A.T., Ward, C.H., Mendelson, M., Mock, J. y Erbaugh, J. (1961). An inventory for measuring depression. Archives of General Psychiatry, 4(6), 561-571. https://doi.org/10.1001/archpsyc.1961.01710120031004
Beck, A. T., Steer, R. A. y Brown, G. K. (1996). Beck depression inventory-II. San Antonio, 78(2), 490-498. https://doi.org/10.1037/t00742-000
Beckner, V., Vella, L., Howard, I. & Mohr, D. C. (2007). Alliance in two telephone-administered treatments: relationship with depression and health outcomes. Journaf Consulting and Clinical Psychology, 75(3), 508. https://doi.org/10.1037/0022-006X.75.3.508
Blatt, S. J., Zuroff, D. C., Bondi, C. M. y Sanislow, C. A. (2000). Short anong-term effects of medication and psychotherapy in the brief treatment of depression: Further analyses of data from the NIMH TDCRP. Psychotherapy Research, 10(2), 215-234. https://doi.org/10.1080/713663676
Casari, L., Ison, M. S. y Gómez, B. (2018). Estilo Personael Terapeuta: estado actual (1998–2017). Revista argentina de clínica psicológica, 27(3), 466-477. https://doi.org/10.24205/03276716.2018.1082
Cameron, S. K., Rodgers, J. y Dagnan, D. (2018). The relationship between the therapeutic alliance and clinicautcomes in cognitive behaviour therapy for adults with depression: A meta-analytic review. Clinical psychology & psychotherapy, 25(3), 446-456. https://doi.org/10.1002/cpp.2180
Chen, J. A., Fortney, J. C., Bergman, H. E., Browne, K. C., Grubbs, K. M., Hudson, T. J. y Raue, P. J. (2019). Therapeutic alliance across trauma-focused and non-trauma-focused psychotherapies among veterans with PTSD. Psychological Services 17(4), 452–460. https://doi.org/10.1037/ser0000329
Cooper, A. A., Strunk, D. R., Ryan, E. T., DeRubeis, R. J., Hollon, S. D. y Gallop, R. (2016). The therapeutic alliance and therapist adherence as predictors of dropout from cognitive therapy for depression when combined with antidepressant medication. Journaf behavior therapy and experimental psychiatry, 50, 113-119. https://doi.org/10.1016/j.jbtep.2015.06.005
Corbella, S. y Botella, L. (2003). La alianza terapéutica: historia, investigación y evaluación. Anales de Psicología, 19(2), 205.
Corbella, S. y Botella, L. (2004). Psychometric properties of the Spanish version of the Working Alliance Theory of Change Inventory (WATOCI). Psicothema, 16(4), 702-705.
De Bolle, M., Johnson, J. G. y De Fruyt, F. (2010). Patient and clinician perceptions of therapeutic alliance as predictors of improvement in depression. Psychotherapy and Psychosomatics, 79(6), 378-385. https://doi.org/10.1159/000320895
DeRubeis, R. J. y Feeley, M. (1990). Determinants of change in cognitive therapy for depression. Cognitive Therapy Research, 14(5), 469-482.
Derogatis, L. R., Lipman, R. S. y Covi, L. (1973). SCL-90: An outpatient psychiatric rating scale—Preliminary report. Psychopharmacology Bulletin, 9(1), 13-28.
Endicott, J., Spitzer, R. L., Fleiss, J. L. y Cohen, J. (1976). The Global Assessment Scale: A procedure for measuring overall severity of psychiatric disturbance. Archives of General Psychiatry, 33(6), 766–771. https://doi.org/10.1001/archpsyc.1976.01770060086012
Falkenström, F., Ekeblad, A. y Holmqvist, R. (2016). Improvement of the working alliance in one treatment session predicts improvement of depressive symptoms by the next session. Journaf consulting and clinical psychology, 84(8), 738. https://doi.org/10.1037/ccp0000119
Flückiger, C., Del Re, A. C., Wampold, B. E. y Horvath, A. O. (2018). The alliance in adult psychotherapy: A meta-analytic synthesis. Psychotherapy, 55(4), 316-340. https://doi.org/10.1037/pst0000172
Freud, S. (1913). On the beginning of treatment: Further recommendations on the technique of psychoanalysis. En J. Strachey (Ed. And Trans.). The standard edition of the complete psychological works of Sigmund Freud (pp. 122-144). Hogarth Press.
Gaston, L., Marmar, C. R., Thompson, L. W. y Gallager, D. (1991). Alliance prediction of outcome beyond intreatment symptomatic change as psychotherapy progreses. Psychotherapy Research, 1(2), 104-112.
Greenberg, L. S., Rice, L. N. y Elliott, R. (1993). Facilitating emotional change: The moment-by-moment process. Guilford Press.
Hamilton, M. (1967). A rating scale for depression. Journaf Neurology, Neurosurgery & Psychiatry, 23(1), 56-62. https://doi.org/10.1136/jnnp.23.1.56
Hartley, D. (1985). Research on the therapeutic alliance in psychotherapy. En R. Hales y A. Frances (Eds.), Psychiatry update annual review (pp. 532-549). American Psychiatric Press.
Hartley, D. y Strupp, H. (1983). The therapeutic alliance: Its relationship tutcome in brief psychotherapy. En J. Masling (Ed.), Empirical studies in analytic theories (pp. 1-37). Erlbaum.
Henry, W. P. y Strupp, H. H. (1994). The therapeutic alliance as interpersonal process. En A. O. Horvath y L. S. Greenberg, (Eds.), The working alliance: Theory, research, and practice. Wiley series on personality processes. (pp. 51-84). John Wiley and Sons.
Horvath, A. O. y Greenberg, L. S. (1989). Development and validation of the Working Alliance Inventory. Journaf Counseling Psychology, 36(2), 223-233. https://doi.org/10.1037/0022-0167.36.2.223
Horvath, A. O. y Luborsky, L. (1993). The role of the therapeutic alliance in psychotherapy. Journaf Consulting and Clinical Psychology, 61(4), 561-573.
Klein, D. N., Schwartz, J. E., Santiago, N. J., Vivian, D., Vocisano, C., Castonguay, L. G., Arnow, B., Blalock, J. A., Manber, R., Markowitz, J. C., Riso, L. P., Rothbaum, B., McCullough, J. P., Thase, M. E., Borian, F. E., Miller, I. W. y Keller, M. B. (2003). Therapeutic alliance in depression treatment: controlling for prior change and patient characteristics. Journaf Consulting and Clinical Psychology, 71(6), 997-1006. https://doi.org/10.1037/0022-006X.71.6.997
Lambert, M. J. y Bergin, A. E. (1992). Achievements animitations of psychotherapy research. En D. K. Freedheim, H. J. Freudenberger, J. W. Kessler, S. B. Messer, D. R. Peterson, H. H. Strupp y P. L. Wachtel (Eds.), History of psychotherapy: A century of change (pp. 360-390). American Psychological Association.
Luborsky, L. (1976). Helping alliances in psychotherapy. En J. L. Cleghorn (Ed.), Successful psychotherapy (pp. 92-116). Brunner/Mazel.
Luborsky, L. (1984). Principles of Psychoanalytic Psychotherapy. Manual for Supportive Expressive Psychotherapy. Basic Books.
Luborsky, L. (2000). A pattern-setting therapeutic alliance study revisited. Psychotherapy research, 10(1), 17-29. https://doi.org/10.1080/713663591
Luborsky, L., Barber, J. P., Siqueland, L., Johnson, S., Najavits, L. M., Frank, A. y Daley, D. (1996). The revised Helping Alliance questionnaire (HAq-II): Psychometric properties. Journaf Psychotherapy Practice and Research, 5(3), 281-287.
McCullough, J. P. (2000). Treatment for chronic depression: Cognitive behavioral analysis system of psychotherapy. Guilford Press.
Meyer, B., Pilkonis, P. A., Krupnick, J. L., Egan, M. K., Simmens, S. J. y Sotsky, S. M. (2002). Treatment expectancies, patient alliance anutcome: Further analyses from the National Institute of Mental Health Treatment of Depression Collaborative Research Program. Journaf Consulting and Clinical Psychology, 70(4), 1051- 1055. https://doi.org/10.1037/0022-006X.70.4.1051
Missirlian, T. M., Toukmanian, S. G., Warwar, S. H. y Greenberg, L. S. (2005). Emotional arousal, client perceptual processing, and the working alliance in experiential psychotherapy for depression. Journaf Consulting and Clinical Psychology, 73(5), 861-871. https://doi.org/10.1037/0022-006X.73.5.861
Moher, D., Shamseer, L., Clarke, M., Ghersi, D., Liberati, A., Petticrew, M., Shekelle, P., Stewart, L. A y Grupo PRISMA-P. (2015). Preferred reporting items for systematic review and meta-analysis protocols (PRISMA-P) 2015 statement. Systematic reviews, 4(1), Artículo 1.
Montgomery, S. A. y Åsberg, M. (1979). New depression scale designed te sensitive to change. The British Journaf Psychiatry, 134(4), 382–389. https://doi.org/10.1192/bjp.134.4.382
Navia, C. E. y Arias, E. M. (2012). Alianza terapéutica y su relación con las variables de apegel terapeuta y del consultante. Universitas Psychologica, 11(3), 885-894. https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy11-3.atrv
Newman, C. F. (1998). The therapeutic relationship and alliance in short term cognitive therapy. En J. D. Safran y J. C. Muran (Eds.), The Therapeutic Alliance in Brief Psychotherapy (pp. 95-122). American Psychiatric Association.
Orlinky, D., Grawe, K. y Parks, B. (1994). Process anutcome in psychotherapy Nochein mal. En A. Bergin and J. S. Garfield, (Eds.), Handbook of psychotherapy anehavior change (4th Edition) (pp. 270-378). Wiley and Sons.
Ormel, J., Kessler, R. C. y Schoevers, R. (2019). Depression: more treatment but nrop in prevalence: how effective is treatment?; And can we detter?; Current opinion in psychiatry, 32(4), 348-354. https://doi.org/10.1097/YCO.0000000000000505
Preschl, B., Maercker, A. y Wagner, B. (2011). The working alliance in a randomized controlled trial comparing online with face-to-face cognitive-behavioral therapy for depression. Biomed Central Psychiatry Journal, 11(1), Artículo 189. https://doi.org/10.1186/1471-244X-11-189
Risch, A. K., Stangier, U., Heidenreich, T. y Hautzinger, M., (2012). Kognitive Erhaltungsther- apie bei rezidivierender Depression: Rückfälle verhindern, psychische Gesundheit erhalten. "Terapia de mantenimiento cognitivo-conductual para la depresión recurrente: prevención de la recaída, mantenimiente la salud mental". Springer, Heidelberg. https://doi.org/10.1007/978-3-642-04889-0
Rogers, C. R. (1951). Client-centered therapy. Riverside Press.
Santibáñez Fernández, P. M., Román Mella, M. F. y Vinet, E. V. (2009). Efectividae la psicoterapia y su relación con la alianza terapéutica. Interdisciplinaria, 26(2), 267-287.
Santibáñez Fernández, P. M., Román Mella, M. F. y Vinet, E. V. (2009). Efectividae la psicoterapia y su relación con la alianza terapéutica. Interdisciplinaria, 26(2), 267-287.
Schwartz, C., Hilbert, S., Schlegl, S., Diedrich, A. y Voderholzer, U. (2018). Common change factors and mediation of the alliance–outcome link during treatment of depression. Journaf Consulting and Clinical Psychology, 86(7), 584-592. https://doi.org/10.1037/ccp0000302
Spitzer, R. L., Williams, J. B. W., Gibbon, M. y First, M. B. (1987). Instruction Manual for the Structured Clinical Interview for DSM-III-R (SCID). New York State Psychiatric Institute.
Stewart, M. O., Raffa, S. D., Steele, J. L., Miller, S. A., Clougherty, K. F., Hinrichsen, G. A. y Karlin, B. E. (2014). Nationaissemination of interpersonal psychotherapy for depression in veterans: Therapist and patient-leveutcomes. Journaf consulting and clinical psychology, 82(6), 1201-1206. https://doi.org/10.1037/a0037410
Vallejo Ruiloba, J., (2015). Introducción a la psicopatología y la psiquiatría. Masson.
Weck, F., Rudari, V., Hilling, C., Hautzinger, M., Heidenreich, T., Schermelleh-Engel, K. y Stangier, U. (2013). Relapses in recurrent depression 1 year after maintenance cognitive-behavioral therapy: The role of therapist adherence, competence, and the therapeutic alliance. Psychiatry research, 210(1), 140-145. https://doi.org/10.1016/j.psychres.2013.05.036
Weissman, M. M. y Paykel, E. S. (1974). The Depressed Woman: Study of Social Relationships. University of Chicago Press.
Zetzel, E. R. (1956). Current concepts of transference. International Journaf Psycho Analysis, 37, 369-375.
Zuroff, D. C. y Blatt, S. J. (2006). The therapeutic relationship in the brief treatment of depression: Contributions to clinical improvement and enhanced adaptive capacities. Journaf Consulting and Clinical Psychology, 74(1), 130-140. https://doi.org/10.1037/0022-006X.74.1.130
Alejandro Miguel-Alvaro y Sonia Panadero
Universidad Complutense de Madrid, España
You have requested "on-the-fly" machine translation of selected content from our databases. This functionality is provided solely for your convenience and is in no way intended to replace human translation. Show full disclaimer
Neither ProQuest nor its licensors make any representations or warranties with respect to the translations. The translations are automatically generated "AS IS" and "AS AVAILABLE" and are not retained in our systems. PROQUEST AND ITS LICENSORS SPECIFICALLY DISCLAIM ANY AND ALL EXPRESS OR IMPLIED WARRANTIES, INCLUDING WITHOUT LIMITATION, ANY WARRANTIES FOR AVAILABILITY, ACCURACY, TIMELINESS, COMPLETENESS, NON-INFRINGMENT, MERCHANTABILITY OR FITNESS FOR A PARTICULAR PURPOSE. Your use of the translations is subject to all use restrictions contained in your Electronic Products License Agreement and by using the translation functionality you agree to forgo any and all claims against ProQuest or its licensors for your use of the translation functionality and any output derived there from. Hide full disclaimer
© 2021. This work is licensed under https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es_ES (the “License”). Notwithstanding the ProQuest Terms and Conditions, you may use this content in accordance with the terms of the License.
Abstract
En el presente trabajo se revisa la literatura para conocer cuál es el grado de relación que existe entre los niveles de Alianza Terapéutica (AT) y el éxito en el tratamiento psicoterapéutico del episodio depresivo mayor. Se utilizaron bases de datos electrónicas (PsycInfo, Pubmed y PsycArticle) y se obtuvieron 13 trabajos que cumplían los criterios de inclusión prefijados. En todos los trabajos los resultados avalan la existencia de una relación positiva entre los niveles de AT y el resultado psicoterapéutico de la depresión, ya sea medido este mediante instrumentos psicométricos o tomando otras variables como el riesgo de recaída o el abandono de la terapia. Se examina si el tipo de corriente psicoterapéutica modula de alguna manera esta relación, encontrándose resultados contradictorios. Se concluye destacando la importancia de establecer una buena AT para lograr unos buenos resultados psicoterapéuticos en el tratamiento de la depresión.